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en el Rosario ni la que se bendijo en Jujuy el 25 de Mayo de 1812 porque una y otra tenían los colores de la escarapela usada por los revolucionarios desde el 25 de Mayo. Creo más bien que esas banderas mandadas arriar por órdenes severas de nuestros primeros Gobiernos, fueron reemplazadas por una insignia que sirvió á Belgano en su retirada célebre desde Jujuy y su victoria posterior de 1812 en Tucumán. "La bandera, decía Belgrano en oficio extractado por Mitre, la he recojido y la desharé para que no haya ni memoria de ella, y se harán las banderas del Regimiento No. 6 sin necesidad de que su falta se note; pues si me preguntan responderé que se reserva para el día de una gran victoria y como ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con la que les presente etc." Esto pudo durar hasta el día en que hizo jurar al ejército á las márgenes del Pasage fidelidad á la Asamblea instalada en 31 de Enero, valiéndose según los historiadores de la bandera blanca y azul. Nuestro monumento es un paño de seda blanca y no hay como establecer que el tiempo la haya desco lorido, debiendo creerse que el escudo fué pintado dspués de adoptade por la Asamblea.

Se sabe que Belgrano contrariado por las órdenes gubernativas no restableció en el ejército el uso de las banderas españolas y probablemente se sirvió de ésta enseña transitoria que consagró después de sus victorias como un recuerdo glorioso á esta Ciudad.

Esta teoría sería fundada solo en el testimonio del objeto mismo y de una apreciación histórica razonable no tiene apoyo en la testificación auténtica que no existe.

Entiendo que las autoridades provinciales han procurado restablecer la información documentada sobre el origen de esta presea; pero los resultados no han sido de manera alguna satisfactorios.

Por otra parte considero difícil el esclarecimiento por tratarse de hechos que han tenido lugar en los días de mayor perturbación para nuestra naciente República. La identidad de la bandera enarbolada en las barrancas del Rosario con la otra que enarbola el General Begrano en los balcones de la casa Consistorial de Jujuy y que hizo bendecir solemnemente por el Arcediano Gorriti el 25 de Mayo de 1812 es difícil establecerla y mucho más difícil identificarlas con la que se custodia en esta Ciudad como símbolo de la gloria de sus batallas. Seria necesario la aparición de documentos explicativos que hasta ahora nadie ha tenido la felicidad de descubrir para que las dudas que Vd. me manifiesta en su telegrama no sean muy razonables.

Sintiendo no tener los documentos de cuya copia me encarga, quiera aceptar mis anteriores consideraciones con la precaución que requiere un juicio exclusivamente individual y poco calificado de Su

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La primera bandera

"Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mandéla hacer blanca y celeste, conforme á los colores de la escarapela nacional". Esa bandera que era preciso enarbolar, según comunicaba á su gobierno el general Belgrano, es la misma,-todo hace creerlo,— que el pueblo argentino saludará con veneración acordada á su grandeza presente, el próximo 25 de Mayo en Jujuy, ciudad rica de tesoro espiritual, que tiene todavía la modestia imponente de una casa solariega de la patria, y esa silenciosa apacibilidad de los lugares en que se recoge el Pasado, como una auspiciosa divinidad, que el amor de sus reliquias vela ese encendido fuego del sentimiento porque no lo apaguen las pasiones momentáneas y los progresos fáciles que enriquecen y no conmueven.

El centenario que celebraremos en Jujuy será la hora de la gratitud y la hora de la justicia. Comprenderemos, y comprenderlo es honrarlo, á Belgrano, cuyo patriotismo, sencillo y simple pero muy hondo, como los sentimientos populares, tuvo un ejemplar encanto de cosa natural, no de algo agregado al corazón humano, sino de parte ingénita é inseparable de ese corazón.

Sin duda es Belgrano la figura militar de los orí genes patrios que más se hace amar, por su carácter llano y unido, por ese fondo de honrada bondad que es la trama verdadera de todos sus actos y por esa sencillez, tan humana, con que realiza grandes cosas, como si fuera su espíritu huésped cotidiano y familiar de las virtudes superiores.

Es suceso feliz, y más feliz augurio, de nuestra historia el hecho de que la insignia única fuera levantada por quien parecía ungido y destinado para la creación venerable. Esa misma creación es una ex

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JUJUY

Sala de la casa de Gobierno en la cual se conservan la Bandera de Belgrano y el escudo de la escu la fundada por el prócer.

presión simbólica de la vida toda del General Belgrano: un acto modesto, simple, un ideal inmediato, pero que cobra á nuestros ojos una grandeza insólita.

Belgrano puede ser el ejemplo para los argentinos de todas las clases. Fué grande, limitándose á cumplir con su deber; vencía á las circunstancias sin violencias, sin recursos trágicos: le bastaba la energía suave y fácil de sus virtudes. Es el hombre que tuvo más fé en el triunfo de la honestidad. Componen una página conmovedora de la historia, su respeto á la ley, su obediencia á las autoridades, y la rectitud, nunea artificiosa, en el cumplimiento de sus deberes de ciudadano. Poseía, lo que llamaríamos emotividad razonada, porque con sólo los dictados del sentimiento sustituía á la deliberación más segura.

Repasemos ahora los antecedentes de la creación de la insignia que si antaño congregó legiones bélicas, hoy, con igual gloria, es promesa de justicia para todos los hombres del mundo, y poderoso estímulo para el combate rápido y resonante de la guerra y para la batalla lenta y callada de la existencia laboriosa. Con igual majestad, con igual confianza en la victoria, flamea en las altas proras de las naves de acero como en las fábricas y escuelas que se inauguran. En todas partes cumple su eterna misión de concretar y vincular las aspiraciones dispersas de la idea argentina.

Se ha repetido que la actitud del General Belgrano al enarbolar por resolución espontánea la bandera blanca y celeste, causó profundo disgusto al gobierno de las Provincias Unidas. Preferimos creer que este desagrado, exteriorizado en la nota que se dirigió á Belgrano, es más aparente que real, y estaba dictado por la conveniencia momentánea de prolongar una ficción hasta que llegara el momento de renegar resueltamente de ella. Pensamos que los miembros del gobierno consentían en este punto con las aspiraciones de Belgrano y con el pueblo. La vaguedad prudente de la gestión gubernativa debía resolverse, pues, en una actitud franca y definida, pero á su tiempo. Bel

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