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de sus tropas; y lo que hizo, por tanto, al circular el decreto, fué uniformar y generalizar una insignia ya conocida. En las embarcaciones de comercio no tuvo que hacer alteración; Giustiniani lo afirma en su Tratado abreviado de marinería, y lo confirma una Real orden de 19 de Marzo de 1762, reencargando lo mandado, con motivo de usar indebidamente algunos buques bandera azul con la cruz de Borgoña, blanca.

Algo hay que decir también de la bandera en Francia. Desde los tiempos de Carlos VII se usaba blanca, pero á semejanza de lo referido en España, existia un estandarte azul sembrado de flores de lis, y cuando se embarcaba el rey se hacía patente su presencia arbolando un estandarte rojo con las armas reales.

En el inventario del navío San Luis, formado el año 1627, se incluyen: un estandarte grande de popa de damasco rojo con las armas del rey; una bandera de tafetán blanco para el palo mayor, dos flámulas de tafetán azul para mesana y bauprés. Los tres colores que forman la bandera nacional al presente.

El intendente de marina de Tolón, Infreville, escribía en Mayo de 1665: «El navío San Felipe está bien dorado; creo necesario proveerlo de un estandarte grande de damasco carmesí con las armas de Francia, todo sembrado de flores de lis bordadas y las LL coronadas, como era el viejo, que está roto y fué construído en París hace veintiocho años: costó 12.000 libras.>>

Tal era el estandarte real de Francia: sólo lo llevaba el navío en que embarcaba el rey ó el almirante; los demás arbolaban la bandera blanca.

Colbert, ministro de Luis XIV, abuelo de nuestro Felipe V, hizo en 1669 un reglamento nuevo, según el cual los navios debían de usar las banderas de popa blancas; las pavesadas azules, sembradas de flores de lis amarillas'.

La invención ó importación de Felipe V fué la escarapela, distintivo militar que parece tuvo origen en la guerra de sucesión de Carlos II. Llamábanla los franceses cocarde, corrompiendo la voz primitiva coquarde ó plumero de gallo, y no se sabe si la usaron antes del año 1701, en que aliadas sus tropas con las nuestras, pusieron en moñas y lazos de cinta los colores blanco y rojo, de antiguo considerados nacionales de Francia y España. Por contraposición adoptaron los aliados que favorecían la causa del Archiduque, con el color rojo español, los respectivos amarillo y azul, viéndose, por tanto, en los campos de batalla el distintivo y tomando carta de naturaleza con el nombre de escarapela, que antes significaba riña ó pendencia y ahora define el diccionario novísimo: «divisa de uno ó más colores, en forma de rosa, lazo y otras que se colocan en la parte más visible del sombrero, morrión, etc., y es el distintivo de los ejércitos de las diferentes naciones.>>

Repetidas veces he citado el estudio de la escarapela hecho por el Sr. Cánovas del Castillo, donde se encuentran muchos é interesantes datos, aunque no el de la fecha y disposición por la que vino á ser roja la escarapela española; contradicción al parecer, si por símbolo

'Jal. Du Quesne, t. 1.", págs. 26 y 350. Apéndice núm. 13.

de nacionalidad se admitía el blanco de las banderas. Si era concesión hecha al respeto de las tradiciones, no fué en verdad sola, toda vez que al redactarse las ordenanzas definitivas del ejército se alteró un tanto la disposición de las banderas, mandando:

« Ca la batallón tendrá dos banderas, cuyas corbatas han de ser encarnadas y las astas de la altura de ocho pies y seis pulgadas. La primera bandera será blanca con el escudo de mis armas reales, y las otras de cada regimiento blancas con la cruz de Borgoña, y en aquellas y éstas se pondrán á la extremidad de los cuatro ángulos ó esquinas las armas de los reinos, provincias ó pueblos, y las divisas particulares que hubieren usado con mi real aprobación, debiendo ser la medida del tafetán de cada bandera de siete cuartas en cuadro»'.

El Rey Animoso dejó por otra parte subsistente el estandarte real, carmesí con las armas reales, sin otra alteración que la de poner en el centro del escudo las tres flores de lis de su casa, con lo que, y la reserva del uso para su persona, le dió el carácter privativo que tuvo el pendón de la banda, y ha seguido teniendo éste, sirviendo tan sólo en las proclamaciones, en los actos reales de las Indias, y en los casos en que la Majestad embarcaba en algún bajel.

1 Ordenanzas de S. M. para el régimen de sus ejércitos, ilustradas por D. Antonio Vallecillo. Madrid, 1850, t. 1.o, pág. 61,

trat. I.

IX.

La bandera nacional.-El estandarte real

España, Francia, Nápoles, Toscana y Parma, regidas por la Casa de Borbón, tenían por distintivo nacional la bandera blanca, que sólo en los cuarteles del escudo se diferenciaba, y como no siempre se mantuvieron estas naciones en buena armonía de familia, las guerras dieron á conocer los inconvenientes que en la mar tenía no discernir desde lejos la verdadera disposición de los bajeles. Tanto se repitieron las ocurrencias desagradables, que hubo de reconocerse la necesidad imperiosa de cambiar la enseña, y al efecto se presentaron por el Ministro de Marina al rey Carlos III doce modelos, en once de los cuales predominaba el color rojo. El Soberano, que sin duda recordaba los que mejor simbolizan las glorias españolas, tuvo el buen criterio de no elegir ninguno de los signos de personalidad ó de abolengo, que son perecederos, fijándose en los tradicionales de la nación, que debieran durar tanto como ella. El decreto en que deshacía una parte de la obra de Felipe V, su padre, decía:

«Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la bandera nacional de que usa mi armada naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose á largas distancias ó con vientos calmosos con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de

bandera dividida á lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja sean encarnadas, y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de en medio amarilla, colocándose en ésta el escudo de mis reales armas, reducido á los dos cuarteles de Castilla y León con la corona real encima, y el gallardete con las mismas tres listas y el escudo á lo largo, sobre cuadrado amarillo, en la parte superior. Y que las demás embarcaciones usen sin escudo los mismos colores, etc.» '.

«¿Dedúcese, escribe el Sr. Cánovas del Castillo 2, que fuese puramente arbitrario en Carlos III ó sus ministros, la preferencia que al fin y al cabo dieron al color rojo, cuando sin duda alguna se trataba ya de establecer una enseña general, de carácter nacional y real á un tiempo, como las nuevas ideas de la época requerían? No por cierto. Es bien sabido que la tradición de la forma y color en los objetos usuales dura más que las razones y hechos históricos, y fácil es que, á pesar del silencio que en el expediente se observa, tuviera aquélla mucha parte en la adopción de la bandera, desde 1785 ostentada en nuestros bajeles, y única por virtud del Real decreto de 17 de Octubre de 1843 en mar y tierra.

Aranjuez, 28 de Mayo de 1785. Es de consignar que en un principio se pintaban sobre lienzo los escudos de estas banderas, hasta que un industrial de Mallorca llamado D. Juan Nicolau, inventó procedimiento para estampar las armas sobre lanilla. La invención produjo al Erario economía no despreciable; fué por lo tanto muy bien recibida; se dieron oficialmente las gracias de S. M. á Nicolau y en su honra grabó en Mallorca una medalla alusiva el platero D. José Bonin, año 1790.

2 De la escarapela roja.

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