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nes irrebatibles, cuales son la existencia en el archivo. del Monasterio de San Pedro de Cardeña, de cartas originales de donación, hechas por el Conde Garci-Fernández y su mujer D. Ana en los años 971 y 972. En ambas escrituras se hallan estampados los sellos, viéndose en éstos un castillo con tres torres y sobre la de en medio una cruz 1.

En lo demás hay, entre las varias opiniones, un espacio de doscientos doce años, y no obstante, no existe en ellas la disparidad que á primera vista parece. Después de los días de Fernando I, como después de los de Alfonso VII, se separaron los reinos de Castilla y de León, que estuvieron juntos bajo el cetro de ambos, y era consecuencia que se separaran las divisas; así pudieron usar muy bien, como asegura Ambrosio de Morales, un castillo de oro D. Sancho el Deseado, pues que rey era de Castilla; un león de gules su hermano Fernando, que en la misma época regía en León.

Los privilegios rodados que empezaron á despacharse hacia el año 1151, hacen prueba de la unión y separación de los blasones ó divisas en los reinados que antes se citan, observación de Gutiérrez Coronel, junta con la de la definitiva adopción que hizo Fernando III del escudo de armas, con la particularidad de anteponer al león el castillo, aunque aquel reino procediese de herencia paterna y éste de materna. Es de suponer que no fué arbitraria la precedencia, como este escritor da á

Lib. IV, cap. VIII, párrafos 41, 43, 46. • Cronica general, lib. XIII, cap. v.

entender: se había acordado ya en los tiempos de la unión de Fernando I, según queda dicho.

Habiendo llegado á términos seguros por estas regiones de la Península española, es necesario volver á los tiempos nebulosos en las otras. Las armas de los Condes de Barcelona, usadas por Vifredo el Velloso en la guerra que hizo ayudando al Rey de Francia, eran cuatro bastones de gules en campo de oro. Cuéntase que Carlos el Calvo, reconocido á las maravillosas hazañas de Vifredo en su servicio, viéndole mal herido, tiñó los cuatro dedos en la sangre y los transfirió al escudo que tenía limpio de blasones. Sans de Barutell refutó esta leyenda, que discute críticamente D. Víctor Balaguer refiriendo después la modificación introducida el año 996 por el Conde Raimundo Borrel en memoria del patrocinio de San Jorge durante el asedio que tenía puesto á su capital (Barcelona) ocupada por los sarracenos. Desde entonces los Condes, sus sucesores, cuartelaron con la cruz de gules de San Jorge el primitivo escudo, compuesto de los cuatro bastones del mismo color.

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No faltan tampoco hipótesis acerca de las primeras armas de Navarra y de Aragón. Recogiéndolas D. Manuel Rodríguez expone que usó el reino de Aragón

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Enamorado D. Victor Balaguer como poeta de tan bella tradición, después de referirla en su Historia de Cataluña (segunda edición, tomo 1, pág. 377) y de transcribir con imparcialidad cuanto se ha dicho en pro y en contra, añade por su cuenta: «Y pues en la indecisión y en la ignorancia nos dejan los doctos, buena es la leyenda á falta de otro origen más legítimo, que al menos ella encierra un buen ejemplo de sana doctrina con que enseñar al pueblo á ser noble, leal y bravo.n

2 Retratos de los Reyes de España, tomo v, pág. 9.

primitivamente un escudo de campo de oro con una encina de sinople ó verde, y sobre la copa una cruz encarnada, ó de gules, insignias de García Jiménez, primer rey de Navarra. Después tuvo una cruz de plata sobre campo azul, alusiva á la que dicen haber visto milagrosamente en el aire el quinto rey de Sobrarbe, Iñigo Jiménez de Arista. Luego Pedro I de Navarra tomó por armas aragonesas la cruz roja de San Jorge sobre campo de plata: en cada uno de los cuatro cuarteles que forman sus brazos, una cabeza negra de rey moro, diademada la frente con un cendal ó banda blanca.

Zurita discute los principios por fabulosos, sentando, respecto á Navarra, que tenía por armas un escudo colorado, sin señal; y respecto á Aragón, que fué la primitiva divisa la cruz de plata en campo azul, hasta que por vencimiento de cuatro reyes moros se puso en campo de plata la cruz de gules de San Jorge, cantonada con las cuatro cabezas de los reyes, cual se ven aún en muchas monedas '.

Cuando por matrimonio de Ramón Berenguer IV con Petronila, hija única y heredera de Ramiro el Monje, rey de Aragón, se incorporó este Estado con el de Barcelona en 1137, adoptó el reino unido las armas del último, en razón á que ambos blasonaban la cruz de San Jorge, y porque entre las condiciones del concertado casamiento y sucesión de la Corona, se incluyó la de que las insignias de Aragón se llevarían en la cimera, y las de Cataluña en el escudo, banderas y estandarte,

1 Anales de Aragón, parte primera, lib. 1, folio 10.

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habiendo de llevar éste un ricohombre de Aragón. Así lo dicen Marineo Seculo ', Garibay y Zurita ; Don Francisco Javier de Garma asegura que vió el original de los conciertos, y que no tenían semejante cláusula; pero lo cierto es que el nuevo escudo se arregló cual ponen los primeros, subsistiendo hasta la unión de Aragón con Castilla, y aun después.

Algo de lo pensado en León debió de influir también en estas capitulaciones á favor de Barcelona, y acaso la condición de pueblo marítimo no fuera ajena á la preferencia, si tal se juzgaba, no dando igual estimación á la pieza de armas que defendía la cabeza que á la que resguardaba el corazón. En la composición se suprimieron las cuatro cabezas de reyes moros, de modo que parece más equitativo y racional el concierto de León y Castilla, máxime teniendo en cuenta que los bastones sangrientos (no barras, como erróneamente se dice) eran distintivo personal en origen.

El rey D. Sancho de Navarra, partícipe en el gran triunfo de las Navas de Tolosa, ornó el escudo limpio del reino con noble blasón que perpetuara la memoria del suceso del año 1212; adoptó la cadena que cerraba el real de Mohommad ben Jacub, poniéndola de oro en forma de orla, cruz y sotuer, según el tecnicismo de los heraldos. Como Navarra no se unió con Aragón ni con Castilla por concierto, sino por conquista, no tuvo de

4 Lib. x, folio 71.

2 Tomo IV, pág. 30.

Parte primera, lib. 11, folio 58 v.

recho á la figura de su blasón entre los que compusieron el escudo general de España.

Del origen de las armas de Portugal da cuenta circunstanciada Pedro de Mariz al narrar la batalla de Ourique, después de la cual fué alzado rey D. Alfonso, año 1139.

« Não estimou-dice- o novo Rey tão pouco tão gloriosa vittoria, que não illustrasse a honra d'elle da nova dignidade, com acrescentar tamben em o seu escudo novas insignias de armas que fossem como testemunhas das merces que Deos lhe fecera naquelle dia. Porque para significar que Iesu Christo crucificado lhe apareceo em o ceo, pos em campo de prata no meyo do escudo que então trazia por armas, hūa cruz toda azul de cor celestial, dividida em cinco partes ou escudos, em lounor das cinco chagas de Christo, que no ceo vio aquelle dia e em memoria dos cinco Reys mouros que ali venceo. E em reverencia da payxão do Redemptor do mundo, vendido por trinta dinheyros de prata, os meteo em cada hum dos escudos. Mas porque fazião confusão tantos dinheyros, despois os Reys seus descendentes, aperfeyçoando tão illustres insignias, meterão em cada escudo soamente cinco; os quaes com os mesmos cinco escudos, fazem os trinta que o autor das armas pretendeo. E porque nestas armas se não declaraba o sangue que se derramon nesta batalha em que ellas se ganharão, nem o grande senhorio que a Co oa de Portugal ali se acrecentou, el rey Dom Affonso o terceyro de Portugal, Conde

1 Diálogos de varia historia.-Coimbra, 1697, 4.o

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