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Alfonso V de Aragón empeñó la corona y la vajilla en 287 ducados que necesitó en la jornada de Nápoles', año 1443,

Pedro IV, del mismo reino, empeñó las alhajas de su capilla para atender al armamento de ciertas galeras'.

Un período de la carta dirigida por el Presidente de Castilla á las ciudades de voto en Cortes pidiendo donativo con qué acudir en 1625 á la defensa del reino por mar y tierra, suplirá más referencias.

«Son tan grandes las necesidades..... que sin haberse reservado la Majestad de la Reina nuestra Señora, movida del amor grande que tiene al Rey y á la defensa de la religión católica, y mirando y excediendo á otras grandes reinas que hicieron lo mismo en semejantes casos, ha dado 150.000 ducados de sus joyas, y á ejemplo de Su Magestad ha dado todas las suyas la serenísima infanta doña María, que montan 50.000 ducados.....> 3.

Por análoga excitación de la Junta de Hacienda, el año de 1798, dieron los Reyes ejemplo de desprendimiento, cediendo la mitad de las asignaciones de sus bolsillos secretos y enviando á la Casa de Moneda todas

1

Capmany, Ordenanzas de Aragón. Apéndice núm. 2; y Minieri, Alcuni fatti di Alfonso di Aragono.-Napoli, 1881.

* Juramento del Rey de Aragón de deber á Juan Lombarda 6.000 florines de oro, que entregó en Marsella para la compra de algunas galeras, empeñando el Rey, para la seguridad del pago, varias alhajas de su capilla real, fecho en Barcelona á 12 de Julio de 1351. Memorial histórico español, t. 11, pág. 302.—Madrid, 1851. Fernández Duro, Memorias históricas de Zamora, t. II.

las alhajas de plata de la Real Casa y capilla menos precisas para el servicio de sus personas y del culto divino '.

En fin, una medalla que ostenta el busto de la reina D. Isabel II, lleva en el reverso esta leyenda popular :

« Guerra de Africa contra Marruecos. Que se tasen y vendan todas mis joyas si es necesario al logro de tan santa empresa. Que se disponga sin reparo de mi patrimonio particular para el bien y la gloria de mis hijos. Disminuiré mi fausto: una humilde cinta brillará en mi cuello mejor que hilos de brillantes, si éstos pueden servir para defender y levantar la fama de nuestra España.-21 Octubre 1859. »

Demostrando la autoridad de los hechos que no es realmente resumen, ideal ni símbolo de la intervención que corresponde en el hallazgo de las Indias occidentales á la reina D.a Isabel la creencia vulgar y estrecha de la oferta de empeñar, ó el empeño efectivo de sus alhajas, y falta, por otro lado, la fórmula convencional de la respetabilidad que merecen las tradiciones añejas, con el recto criterio que ha destruído la de el famoso laurel de Zubia, á pesar de los primorosos adornos con que la vistió la poesía popular y la visible y mila

Suplemento á la Gaceta de Madrid de 19 de Junio de 1798. Tras esta fecha se dió generalidad á la aplicación de las joyas en casos extremos. Por edicto de 12 de Marzo de 1811 se ordenó á todos los españoles que dieran en préstamo forzoso la mitad de las alhajas de plata y oro que poseían para atender á los gastos de la nación en la guerra de la Independencia.

D. Antonio Benavides, Boletin de la Academia, t. 1, pág. 14.

grosa intervención del cielo con que se quiere escapara aquella señora de manos de los moros granadinos; con madura reflexión podrá, pues, consignarse que mientras no aparezcan testimonios fehacientes, la supuesta oferta de las joyas carece de fundamento histórico.

Que las tradiciones orales, sobre todo aquellas que transmiten los poetas, deben acogerse con reserva, se advertirá todavía por la siguiente copla, escrita en Segovia bajo el retrato de D. Fernando el Católico con motivo de la visita de los Reyes', año 1572:

«Junté á Aragón con Castilla,

Gané á Navarra y Granada,

Puse en Nápoles mi silla;

Conquisté desde Sevilla

Otro mundo con mi armada.»

Pero el tiempo no pasa en vano; ya no es cosa excepcional ver expresados conceptos como éste:

«No tanto con las joyas de Isabel la Católica, cuanto con el oro sacado y estrujado de la estirpe hebrea,

Á Castilla y á León

Nuevo Mundo dió Colón » 2.

' Relación verdadera del recibimiento que hizo la ciudad de Segovia a la magestad de la Reina nuestra Señora doña Anna de Austria, en su felicisimo casamiento que en la dicha ciudad se celebró.-En Alcalá, en casa de Juan Gracián, año de 1572, 4.o

El P. Fidel Fita, Boletin de la Academia de la Historia, t. XII, pág. 228, año 1888.

II.

Las naves.

La gloria del conquistador del poderoso Imperio mejicano, no excedida por ninguno de los capitanes que la historia conoce; tan grande que abruma á la crónica, fatiga á la epopeya y aturde el entendimiento, se ha querido encerrar, como la fama de la reina Isabel, en un concepto breve, con no menos aplauso recibido del pueblo, que á fuerza de repetirlo le ha dado valor proverbial. También en mármol y bronce, también en música y verso va pasando de una á otra edad el incendio de las naves de Cortés como episodio célebre de realidad honrosa y cita de erudición ilustrada, teniendo, por que más se asemeje á la expresión de las joyas, idéntico origen tradicional.

Hernán Cortés escribió de su puño al emperador Carlor V prolija relación de los sucesos de la campaña, explicando cómo y por qué dió al través los bajeles con que salió de Cuba. Sin discrepancia esencial lo refirieron después los cronistas de la expedición, testigos de vista, y como también enviara al César el caudillo de la Nueva España dos de los capitanes que verbalmente le informaran las excelencias de la inmensa región añadida á sus dominios, llegados al puerto de la Coruña, fueron examinados ante el doctor Lorenzo Galindez de Carvajal, del Consejo de sus Altezas, prestando declaración,

de que posee copias la Academia de la Historia en su biblioteca '.

Francisco de Montejo, presentado á 29 de Abril de 1520, dijo, entre otras cosas que no hacen al caso, «que llegada la expedicion á la bahía de San Juan, estuvo ausente algunos días, y á la vuelta halló que la gente había fecho pueblo y nombrado alcaldes y regidores, y elegido á Hernan Cortés por capitan general en nombre de su Majestad, hasta que proveyese lo que fuese servido, y que es verdad que el dicho capitán dijo que él había acabado de hacer su rescate y se quería volver y que la gente requirió que poblase, porque ellos con tal pensamiento vinieron, y el dicho Cortés lo hizo así.>>

Fuéle preguntado qué se hicieron los navíos que llevaban en la armada, y dijo: «Que porque eran viejos, tomaron informacion de maestres y pilotos, los cuales, con juramento, dijeron que no estaban más que los tres de ellos para poder volver, y aun éstos volverían á mucha costa, y que todos los echaron al través, excepto los tres, que el uno es en el que vinieron (á España) los procuradores, y los otros dos se quedaron aderezando, y algunos de ellos se hundieron antes, y que el dicho Hernando Cortés pagó ó quedó de pagarlo á sus dueños.>>

El otro procurador ó comisionado, Francisco Fernández de Córdova, respondiendo el 30 de Abril á la misma pregunta, expresó: «Que desque poblaron venían los maestres de los navíos á decir al capitan que todos los navíos se iban á fondo, que no los podían tener encima

1 Colección Muñoz, t. LXXVI, fól. 195.

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