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recuerdo, sumamente deteriorada, no sólo en sus ropas, sino en su pintura, de manera que no podía exponerse á la pública veneración, más por fortuna, habiéndose establecido el Colegio de aspirantes de Marina, con acuerdo del Capitán general y del Director de dicho Colegio, se colocó en su capilla la efigie, después de restaurada y vestida primorosamente, recibiendo á diario un culto que con dificultad se le podía dedicar en ninguna otra iglesia.

Dentro del establecimiento ocurrió nueva translación tan luego como estuvo habilitada la capilla definitiva en el templo y panteón de Marinos ilustres. Una inscripción allí puesta señala la fecha y ocasión en estos términos:

«EL COLEGIO NAVAL MILITAR INAUGURÓ ESTA CAPILLA EN NOVIEMBRE

DE 1864:

LA IMAGEN DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO

QUE,

COMO PATRONA DEL ESTABLECIMIENTO,
SE VENERA EN ELLA,

ES TAMBIÉN LLAMADA DE LA VICTORIA
POR SER LA QUE LLEVÓ EN SU NAO
EL GENERALÍSIMO

DON JUAN DE AUSTRIA,

CUANDO EN 1571 SE VENCIÓ Á LOS TURCOS

EN LEPANTO.»

III.

Reconocimiento de las imágenes procedentes de San Juan de Letrán.-Descripción.-Examen.

Las investigaciones hechas ahora en los archivos de San Fernando y en los del Arzobispado de Sevilla no han producido resultado más satisfactorio que las intentadas anteriormente, sobre todo en los años 1840 y 1866; nada se ha encontrado que sirva de fundamento á las tradiciones de haber estado en la galera Real del serenísimo D. Juan de Austria la imagen de la Virgen del Rosario, que se veneraba en la basílica de San Juan de Letrán, ni de que el Príncipe favoreciera con la donación de la misma imagen á la Cofradía de la Piedad y Caridad de las galeras; nada tampoco de la fecha en que se inauguró el culto, ni de la razón por la que se diera preferencia á la advocación del Rosario sobre cualquiera de las otras tributadas á la Madre de Dios, y sobre la que daba título á la Cofradía. Los papeles del archivo de la basílica han desaparecido.

No ofrece duda, en cambio, que las tres imágenes recogidas al abandonar el edificio, transladadas al Arsenal de la Carraca con inventario descriptivo, en 1840, son las mismas que al presente están colocadas en las capillas del panteón de marinos ilustres y oratorio de la Capitanía general del Departamento: en ellas, por único recurso, han de buscarse pruebas ó indicios de la creencia del origen, y se han buscado, examinándolas cuida

dosamente, haciendo reconocimiento pericial de la obra y sus materiales, y sacando excelentes copias fotográficas de cada una, desde tres distintos puntos de vista.

La que se titula Nuestra Señora del Rosario ó de la Victoria, objeto de la tradición según la lápida puesta en la Capilla del Colegio naval militar en 1864, objeto también de las reseñas históricas antes mencionadas de los Sres. Villaverde y Hermosa, tiene de altura 1,43; el busto es de madera tallada y está unido á un cuerpo tosco, destinado á recibir vestidura, desde el que parten cuatro listones á un círculo que sirve de base, formando molde cónico á las ropas. Aparecen serrados los brazos que primitivamente debió tener, sustituyéndolos otros articulados con la idea también de facilitar el cambio de traje, y quedan vestigios de una toca de cartón estofado que caía por la espalda, cortada á la altura del cuello para cubrirla con otra más rica. Ordinariamente se expone, en efecto, ricamente vestida, á la veneración del público.

La imagen segunda en dimensiones, nombrada Nuestra Señora de la Concepción, es escultura en madera de cedro, de 1m, 17 de altura; está sobre una nube de que salen tres cabezas de ángeles y la media luna; las manos unidas sobre el pecho en la actitud que ordinariamente se representa el misterio de su nombre.

La otra, nombrada como la primera, Nuestra Señora del Rosario, sin mérito notable, es, sin embargo, la mejor escultura de las tres; alcanza 0,90 de altura sin el pedestal, de obra mucho más moderna. Envuelta la figura en manto y ropa de gran plegado, aparece en el

aire sostenida por un grupo de tres ángeles. Con el brazo izquierdo sostiene el niño Jesús que, apoyados los pies en el talle, se abraza al cuello de su Madre; el brazo derecho tiene ésta extendido hacia adelante, la palma de la mano hacia abajo. El Niño, aunque desnudo, se cubre en parte honestamente con uno de los pliegues del manto de la Virgen.

Si se comparan estas descripciones con las del inventario de San Juan de Letrán de 1840, se halla conformidad en la imagen de Nuestra Señora de la Concepción, de talla; parece luego que la Nuestra Señora del Rosario, con su niño vestido de azul, viejo, corresponde á la más pequeña de las dos que ahora se conocen con el mismo título, pues que tiene niño, y estando desnudo, podría vestirse á gusto de la camarera, en cuya opinión, si el arte perdía en el contraste de las ropas esculpidas de la Madre y las de tela azul del Hijo, ganaba la decencia.

Separadas estas dos imágenes, resulta que la grande del Rosario, la considerada tradicional y veneranda en las Memorias & Reseñas explicadas, es la Nuestra Señora Santa Ana, de bandelero y sin ropa; es decir, la de busto sobre trípode en disposición de vestirse, y viene á confirmarlo el Sr. Villaverde al consignar en el escrito citado que visitando las imágenes en el Arsenal, halló á la de Nuestra Señora del Rosario, de tan glorioso recuerdo, sumamente deteriorada, no sólo en sus ropas, sino en su pintura, de manera que no podía ex

1 Apéndice núm. 14.

ponerse á la pública veneración; mas por fortuna, establecido el Colegio naval se colocó en su Capilla después de restaurada y vestida primorosamente.

Mientras la efigie estuvo en el Puerto de Santa Maria, no era tenida por simulacro de la Virgen del Rosario; no se refería, por tanto, á ella la tradición de haber recibido culto en la galera Real de D. Juan de Austria, ni se referirá ya razonablemente, reconocido el error, involuntario sin duda alguna, del teniente Vicario señor Villaverde, al examinarlas juntas, sin distinción y en mal estado la pintura y atributos, cuando estaban almacenadas en la parroquia de la Carraca.

Aunque la prueba concluyente suministrada por el inventario que firmó el cura Barrera no existiera, la supliría la consideración del espacio que en las galeras se destinaba al alojamiento y comodidad de los Generales 1. Suponiendo que el altar no tuviera más de un metro de altura y que sobre él se colocara sin pedestal la efigie, necesitaría una cámara de 2,50, amplitud de que distaban mucho aquellas embarcaciones.

Todavía los dos metros precisos para instalar la imagen más pequeña, la que realmente se titulaba Nuestra Señora del Rosario en San Juan de Letrán, y á la que habrá que odjudicar la tradición de haber asistido á la batalla de Lepanto, ya que no pertenece á la de esqueleto, ofrece objeción seria que agregar á otras.

Han examinado las fotografías personas muy versa

1 Disquisiciones náuticas, t. II. La vida de la galera.—Aloja

mientos.

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