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das en la historia de las artes y de reconocida autoridad crítica, estimando que el marcado sello que tiene la efigie no consiente contarla entre las obras de imagineros del siglo XVI, antes parece mucho más moderna '. Por otro lado, si la imagen se esculpiera para el hijo del Emperador, no había de tenerse el mérito de una obra destinada, no ya tan sólo al adorno de la cámara del Capitán general de la mar, sino al objeto de sus oraciones, en menos que las esculturas exteriores de la popa y la proa de la galera, encomendadas á los más significados artistas. La imagen de la Virgen bajo cuyo patrocinio se pusiera á D. Juan de Austria, tenía que ser una joya salida de las manos de Pompeo Leoni ó de otro de los artistas del rey D. Felipe, como de cierto se sabe que lo eran varias figuras que llevaba, para que estuvieran en armonía con el pensamiento que decoraba la Real.

Todavía ocurren reflexiones dignas de consideración. En las galeras no estaba permitido el santo sacrificio de la Misa: lo celebraban los capellanes en tierra, en lugar á propósito para que las tripulaciones, y principalmente los galeotes encadenados al banco, lo presenciaran 2, y se proveía á aquellos, como sucede todavía en los buques modernos, de objetos portátiles de capilla, acomodados de ordinario en cajas á propósito, á fin de no exponerlos á irreverencias. Iban, por consiguiente, las imágenes representadas en pintura y no en bulto.

Los Sres. Académicos de Nobles Artes, D. Pedro de Madrazo y D. Juan Facundo Riaño.

* Disquisiciones náuticas.- Prácticas religiosas.

Idem.-La vida de la galera del Obispo de Mondoñedo.

De haber tenido, no obstante, D. Juan de Austria en la Real, escultura de la Virgen á cuyo amparo atribuyera la victoria, natural sería que sintiera por ella una gratitud y una estimación grandísima que no se compadece con la suposición de haberse desprendido de ella antes del acto mismo de gracias. Para que esa imagen se instalara en la capilla del Puerto de Santa María el año de 1571, como dicen las repetidas reseñas, era menester que la condujera D. Lope de Figueroa, despachado tres días después de la batalla, con diez galeras, para traer al Rey la buena noticia, siendo así que la misa solemne y procesión celebrada por la Armada de la Liga en acción de gracias, ocasión en que debería hacerse ostentación de tal efigie, no se verificó hasta el 14 de Octubre, domingo, al llegar las galeras á Santa Maura. En el aprecio del Capitán general por sus marineros, por los que formaban la Cofradía de la Piedad y Caridad, no cabe tampoco el desprendimiento de objeto tan venerado como quiere suponerse; si marchaban á España diez galeras, quedaban bajo su mano para invernar en Italia la gran mayoría de las que componían las escuadras españolas; quedaba el Capellán mayor, vicario general primero, D. Jerónimo Manrique, y quedarían por razón misma de altos cargos los que gobernaban y administraban la Cofradía; ¿qué objetɔ tendría entonces el envío apresurado al Puerto de Santa María de esa imagen, lejos de los que habían de reverenciarla?

Admitiendo á pesar de todo la dádiva, habría de admitirse que la Cofradía de la Piedad y Caridad, genera

les, capitanes, soldados, marineros, la recibieron en lo que valía; memoria múltiple del triunfo más grande alcanzado por las armas cristianas; del generalísimo que les condujo al combate, de los peligros, de las impresiones de cada individuo. Siendo así, al trasladarse el invernadero de las galeras á Cartagena, trasladarían lo primero la imagen querida, propiedad indisputable suya, como llevaron los objetos todos adquiridos por voluntaria contribución y limosnas; la imagen de Nuestra Señora de los Milagros; las lámparas de plata, que no figuran en el inventario de 1840, y aun el título de Piedad y Caridad que subsistió lejos de San Juan de Letrán.

Mientras no parezcan documentos fehacientes que sirvan de fundamento á la tradición del Puerto de Santa María, las razones apuntadas la mantendrán en prudente reserva y justificada desconfianza respecto á las imágenes que han pasado al panteón de Marinos ilustres y capitanía general del departamento de Cádiz.

¿Existiría alguna otra que haya dado. origen á la creencia y expresión vulgar?

El examen de crónicas y relaciones de la época ayudará á investigarlo.

IV.

Descripciones de la galera Real.-Objetos sagrados. -Crucifijos.-Imagen de la Virgen.-Relaciones de la campaña de la Liga.—Diario del confesor de don Juan de Austria.-Devoción del Príncipe.-Fiestas religiosas.

El maestro Juan de Malara escribió por mandato expreso unos apuntamientos que dieran noticia de las obras de arte é ingenio con que se adornó la galera Real destinada al hijo del emperador Carlos V, construída por orden del rey Felipe II, con prevención de «que su grandeza y ligereza llevase gran ventaja á las ordinarias Ꭹ fuese decorada de la escultura y pintura que la pudiese hacer más vistosa y de mayor contemplación, acompañándola de historias, fábulas, figuras, empresas, letras, hieroglíficas, dichos y sentencias que declarasen las virtudes que en un Capitán general de la mar han de concurrir, y que la misma galera sirviera de libro de memoria que á todas horas abierto amonestase al señor D. Juan en todas sus partes lo que debía hacer.»

Un libro extenso componen realmente los dichos apuntamientos de Malara ', en la mayor parte enderezados á la explicación de los asuntos mitológicos, tan en boga por aquellos tiempos, que decoraban el exterior

1

Descripción de la galera Real del Srmo. Sr. D. Juan de Austria, publicado por la Sociedad de bibliófilos andaluces.-Sevilla, 1876. En 4.o, 535 págs.

é interior de la popa de la Real; el espolón, donde se alzaba la figura de Neptuno sobre un delfin «para mostrar la majestad del rey D. Felipe que enviaba con su armada al serenísimo hermano»; las arrumbadas, en que iban las arinas de Su Majestad con festones y frisos de dioses marinos y tritones que declaraban su poder en la mar; la pertegusa ó asta del estandarte, labrada y dorada con arte, mostrando en el pedestal un soneto de Fernando de Herrera; los fanales magníficos, que simbolizaron las tres virtudes.

El interior de la popa, la pieza más galana destinada al Sr. D. Juan, está descrita minuciosamente, desde el pavimento, obra mosaica de maderas finas, á la taracea de las bancazas, servicios de la mesa, lechera (así llamada por servir para el lecho del Sr. D. Juan). En la prolija relación de objetos ninguno se menciona que tuviera aplicación, ni aun relación, con el culto divino, si no es la pintura de las treinta y dos constelaciones principales hecha en el tendal ó toldo de la popa; tratando de la llamada del Centauro, dice el autor estaba representado el altar ó ara cuadrada con su fuego encendido que en la estrella pusieron los Cíclopes, herreros de Vulcano, por declarar simbólicamente que de los sacrificios del altar vendría al Sr. D. Juan favor para santos efectos, y añade:

«Del ara gloriosa

En que fué instituído el Sacramento,
Vendrá más poderosa

Con un divino aliento

La gracia que regale tu contento.>>

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