Teatro historico-critico de la eloquencia española, Volumen5

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Página 82 - Providencia en que, estando barajados unos con otros, nadie por yerro de cuenta se ponía las piernas ni los miembros de los vecinos.
Página 82 - ... los que habían sido soldados y capitanes levantarse de los sepulcros con ira, juzgándola por seña de guerra...
Página 285 - ... ya en las armas, ya en las letras, hasta en la misma virtud, y aun se roza con casi héroes, pero verdaderamente no lo son, pues con poco se llenan la boca y el estómago, no acostumbrado a grandes bocados de la fortuna.
Página 418 - Poco ha que aguardábamos á nuestros enemigos con esperanzas de vencerlos al reparo de esa ribera ; ya los tenemos descuidados y desunidos, militando por nosotros el mismo desprecio con que nos tratan. De la impaciencia vergonzosa con que desampararon la campaña, huyendo esos rigores de la noche, pequeños...
Página 86 - Vino un caballero tan derecho, que al parecer quería competir con la misma justicia que le aguardaba: hizo muchas reverencias a todos, y con la mano una ceremonia usada de los que beben en charco. Traía un cuello tan grande, que no se le echaba de ver si tenía cabeza.
Página 416 - Consideremos lo que han conseguido en breves dias, y conocerémos primero nuestro desaire, y despues nuestra obligacion. Arrojáronse á la corte de Méjico insolentes de cuatro victorias, en que les hizo valientes ' la falta de resistencia, entraron en ella triunfantes á despecho de nuestro rey, y contra la voluntad de la nobleza y gobierno introdujeron...
Página 66 - Volvíme a la mano izquierda y vi un acompañamiento tan reverendo, tanto coche, tanta carroza cargada de competencias al sol en humanas hermosuras y gran cantidad de galas y libreas, lindos caballos, mucha gente de capa negra y muchos caballeros. Yo, que siempre...
Página 410 - Cuando considero, amigos y compañeros míos, cómo nos ha juntado en esta isla nuestra felicidad, cuántos estorbos y persecuciones dejamos atrás, y cómo se nos han deshecho las dificultades, conozco la mano de Dios en esta obra que emprendemos, y entiendo que en su altísima providencia es lo mismo favorecer los principios que prometer los sucesos.
Página 65 - Y miré con todo eso y no vi huella de bestia ninguna. Y es cosa de admirar que no había señal de rueda de coche ni memoria apenas de que hubiese nadie caminado en él por allí jamás. Pregunté, espantado desto, a un mendigo que estaba descansando y tomando aliento, si acaso había ventas en aquel camino o mesones en los paraderos.
Página 78 - ... ni el cabello en la tinta, ni el cuerpo en la ropa, ni las manos con la muda, ni la cara con el afeite, ni los labios con la color, eran los con que nacieron ellas. Y vi algunas poblando sus calvas con cabellos que eran suyos solo porque los habían comprado. Otra vi que tenía su media cara en las manos, en los botes de unto y en la color.

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