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buir á la Guarnicion intenciones perversas, contrarias á todo lo que esta ha acreditado hasta ahora, y aun para introducir en ella la desunion. Con este motivo, Señor, como no quieren los Gefes y Oficiales que suscriben, que ni un momento pueda Vuestra Majestad dudar de la notoria impostura y criminal malicia de semejantes imputaciones ó estravíos, se atreven á manifestarle de nuevo, que jamás dejarán de cumplir el juramento que han hecho de respetar y defender la inviolable persona de Vuestra Majestad, tanto como los fueros y libertades que con ella asegura la Constitucion; que se estrellarán contra este propósito cuantas maquinaciones intenten para separarlos de él, y atraer males sin término á la Patria.

Señor. A los Reales Pies de Vuestra Majestad.

Por la Real Compañía de Alabarderos, EL DUQUE DE CASTRO
TERREÑO. Por el 1' Regimiento de Reales Guardias de Infan-
tería, EL PRÍNCIPE DE ANGLONA. Por el 2° Regimiento de
Reales Guardias de Infantería, EL MARQUÉS DE CASTELDORRÍUS.
Por la Artillería de la Plaza, EL BRIGADIER COMANDANTE JOSÉ
LOPEZ. Por el 4° Escuadron de Artillería, EL COMANDANTE
MARTIN DE ZARANDIA. Por el Regimiento de Infantería Fer-
nando VII., 2o de Línea, José María TORRIJOS. Por el Re-
gimiento de Infantería, Infante Don Carlos, 5° de Línea, JUAN
JOSÉ OLAZABAL. Por el Cuerpo de Inválidos, el Sarjento Mayor
CAYETANO MENA. Por la Milicia Nacional de Infantería, JUAN
Doz. Por el Regimiento de Caballería del Príncipe, José MARÍA
CUETO. Por el Regimiento de Caballería de Almansa, FRANCISCO
PABLO DE LA SEÑA. Por la Milicia Nacional de Caballería, el
Comandante MARQUÉS DE COSTA PONTEjos.

Madrid, 10 de Febrero de 1821.

Contestacion de Su Majestad.

ESCELENTÍSIMO SEÑOR,

El Señor Secretario del Despacho de la Guerra me dice con fecha de ayer lo que sigue. A los Gefes de la Guarnicion de esta Plaza digo con esta fecha lo que sigue. El Rey (Que Dios Guarde) ha oido la esposicion que los Cuerpos de la Guardia de Infantería Real de su Casa con los de Artillería Nacional, Guarnicion á pie y á caballo, y Milicia Nacional de ambas armas de esta Muy Heróica Villa le han hecho, manifestando su sincera respetuosa oferta de sacrificarse por su Real Persona, identificada con la Constitucion de las Españas promulgada en Cadiz el año de 1812. Su Majestad, á quien estos sentimientos le son tan gratos como

deseados, me manda decir á Usía, y á cada uno de los Gefes para que lo haga notorio á sus respectivos Cuerpos, que admite la oferta, que exige su cumplimiento y que manda con toda la fuerza de su poder y facultades, que en ningun caso ni bajo ningun pretesto, consientan que nadie atente lo mas mínimo contra una Constitucion que es mi deseo ver seguir religiosa y escrupulosamente en fuerza del juramento recíproco que todos tienen hecho, previniendole al mismo tiempo, diga á todos los Gefes y autoridades civiles y militares de esta heróica villa, cuan satisfecho y gozoso se halla de ver su constante amor á su Real Persona y á la Constitucion de la Monarquía, recomendando la mas íntima y estrecha union con la cual Su Majestad está bien seguro y tranquilo, que ningun género de tentativa solapada ni descubierta podrá alterar la majestuosa marcha de una nacion que tiene por divisa la lealtad y amor á sus Reyes, y la firmeza de sus resoluciones con las que nadie ni nada podrá variar la Constitucion que tiene tan sinceramente adoptada. Todo lo que con el mayor placer mio digo á Usía y demas Gefes de la Plaza de orden de Su Majestad. De la misma Real Orden lo traslado á Vuecelencia para que se sirva comunicarlo por su parte á las Autoridades civiles. Lo que comunico á Vuecelencia de orden de Su Majestad para su inteligencia y demas efectos convenientes.

Dios guarde á Vuecelencia muchos años.

Señor Gefe Político de esta Provincia.

Palacio, 11 de Febrero de 1821.

AGUSTIN ARGÜELLES.

N° XXXII.

1. Declaracion de los Plenipotenciarios de Austria, Rusia y Prusia publicada en Leybach á 12 de Mayo de 1812.2 1

Bien conoce la Europa los motivos que decidieron á los Soberanos aliados á reprimir las conspiraciones, y poner término á unas conmociones que amenazaban la existencia de aquella paz general, cuyo restablecimiento ha costado tantos sacrificios y esfuerzos. Al ejecutar en el Reyno de Nápoles tan generosa determinacion, estalló en el Piamonte otra conmocion, si cabe, mas odiosa. Ni los vínculos que reunen, tantos años ha, á la casa reinante de Saboya con su pueblo, ni los beneficios de la sabia administracion de un Príncipe ilustrado y de unas leyes paternales, ni la triste perspectiva de los males á que se esponía la patria, pudieron detener los proyectos de los perversos. Ya estaba formado el plan de una sublevacion

general, y á los conspiradores del Piamonte se les había señalado la parte que debian desempeñar en esta combinacion contra el reposo de la Europa, y ellos se dieron priesa á egecutarla. Fue vendido el Trono y el Estado, violados los juramentos mas sagrados, despreciado el honor nacional, y con el olvido de los deberes levantó la cabeza el espíritu del desorden. El mal ha presentado por todas partes el mismo caracter, y uno mismo el espíritu que va dirijiendo todas estas revoluciones.

No pudiendo hallar un motivo plausible para justificarlas ni apoyo nacional para sostenerlas, los autores de semejantes trastornos han fundado su apología en las falsas doctrinas. Consideran el saludable imperio de las leyes como un yugo que es preciso sacudir, renuncian á los sentimientos que inspiran el verdadero amor á la patria; y en lugar de deberes conocidos substituyen con frívolos pretestos otros indefinidos, fundados en una mudanza universal de los principios constitutivos de la sociedad, preparando al mundo entero calamidades sin término. Los Soberanos aliados conocieron desde luego toda la estension del peligro de semejante conspiracion; pero se penetraron al mismo tiempo de la debilidad de los conspiradores, á pesar de sus fanfarronadas y declamaciones; y la esperiencia ha confirmado la certeza de su presentimiento. La resistencia que la autoridad legítima ha encontrado ha sido nula; y el crimen ha desaparecido al aspecto de la espada de la Justicia. Pero la facilidad de este suceso no debe atribuirse á causas accidentales, ni á la cobardía de estos hombres que se han escondido el dia del combate; sino á que dimana de un principio mas consolador y digno de nuestra consideracion. La Providencia ha aterrado esas conciencias criminales, y la desaprobacion de los pueblos, cuya suerte habian comprometido los autores de la revolucion, ha hecho que se les caygan las armas de las manos. Las fuerzas aliadas, destinadas únicamente para combatir y reprimir la rebelion, y no para sostener un interés esclusivo, han acudido al socorro de los pueblos subyugados; y estos las han mirado como un apoyo de la libertad, y no como un ataque contra la independencia. Desde este momento cesó la guerra; y los Estados inficionados por la revolucion, han quedado en la clase de amigos de las Potencias que nunca desearon mas que su tranquilidad y bienestar.

En tan graves coyunturas y en una oposicion tan delicada, los Aliados, de acuerdo con Sus Majestades los Reyes de las dos Cerdeñas y de Sicilia, han juzgado conveniente é indispensable tomar las precauciones temporales que dicta la prudencia y que prescribe el bien comun; y con este objeto han colocado en los puntos que conviene sus tropas, siendo absolutamente necesaria su presencia, para mantener el orden y proteger el libre ejercicio de la autoridad legítima, y ayudarla con este escudo á pre

parar los beneficios que deben borrar hasta la memoria de tan grandes males. La justicia y el desinterés que han dictado en esta ocasion las deliberaciones de los Soberanos aliados, han sido siempre el norte de su política. Su objeto ha sido y será siempre, conservar la independencia de cada Estado, y los derechos reconocidos y sancionados por los tratados existentes. El resultado de estos movimientos peligrosos será, con el auxilio de la Providencia, la firmeza de la paz que los enemigos de los pueblos se empeñan en destruir, y la consolidacion de un orden de cosas, que asegure á las naciones reposo y prosperidad. Los Soberanos aliados, penetrados de estos sentimientos, han querido, al terminar las conferencias de Leybach, hacer patentes al mundo los principios que los han guiado. Estan resueltos á no separarse jamás de ellos. Y todos los amantes del bien verán y hallarán constantemente en su union, un firme apoyo contra las tentativas de los perturbadores.

Con este objeto han mandado Sus Majestades Imperiales y Reales como plenipotenciarios que firmen y publiquen la presente declaracion.

Austria,

METTERNICH.

BARON DE SAN VICENT.

Prusia,

KREUSENMARK.

Rusia,

NESSELRODE.

CAPO D'ISTRIA.

Pozzo DI BORGO.

Leybach, 12 de Mayo de 1821.

2. Circular dirigida desde Leybach á los Agentes diplomáticos de Su Majestad el Emperador de Todas las Rusias en las Cortes estrangeras con fecha 10 de Mayo de 1821.

MUY SEÑOR MIO,

Hace cabalmente un año que nos vimos precisados á manifestar los principios que habia resuelto seguir el Emperador, con respecto á los Estados que añadiesen, á la desgracia de pasar por esta revolucion criminal y violenta, la de sancionar sus fatales consecuencias. Desde aquella época, y contando desde la apertura de las conferencias de Troppau y de Leybach, nuestras comunicaciones sucesivas han debido convencer á todos los Ministros y Agentes del Emperador en las Cortes estrangeras, no solo de que serían invariables los principios de Su Majestad Imperial sino tambien, que nuestro augusto Amo estaría siempre pronto á contri

buir con todas sus fuerzas al buen éxito de las medidas que había tomado con sus aliados, consultando el interés general de la tranquilidad de la Europa. Por nuestra circular de 27 de Febrero (11 de Marzo) informamos á V. de que á consecuencia de las resoluciones adoptadas por Su Majestad Imperial con este objeto, se había decidido á prolongar su mansion cerca de Su Majestad Imperial y Real Apostólica, á pesar de haberse cerrado el Congreso de Leybach. Nuestros despachos del dia 8 (20) de Marzo instruyeron á V. de que la prevision del Emperador había sido completamente justificada; y que la Rusia, fiel á sus promesas, había enviado, á peticion de Austria y del legítimo Soberano del Reyno de Cerdeña, un Ejército de 100,000 hombres para precaver los funestos efectos, demasiado probables, de la sublevacion militar que acababa de estallar en el Piamonte. Han sucedido acontecimientos felices á los que se proponian realizar los autores de turbulencias y discordias, y tenemos fundados motivos para esperar que acabará de restablecerse el buen orden en los Estados de Su Majestad Sarda. El Gobierno Real se ha aprovechado de la proximidad del Reyno Lombardo-Veneto, y ha reclamado el auxilio temporal de un cuerpo de ocupacion, compuesto de Tropas Austriacas, para restituir al Piamonte la felicidad de una paz doméstica, profunda y estable. Este grande y saludable resultado es el objeto de todos nuestros deseos. Mas como la medida de seguridad que exige y ha sido solicitada por el Gobierno Sardo, va á dar motivo á un arreglo directo entre la Cerdeña y el Austria, bajo la garantía de las Cortes aliadas, y en este supuesto sería inutil ya la presencia de nuestras tropas, se les ha comunicado orden para que retrocedan. Por otra parte, cuanto mas enérgica ha sido la resolucion de servirse de ellas, tanto mas útil y fuerte ha sido la impresion causada con la sola noticia de sus movimientos, y tanto mas esencial es en el concepto del Emperador, que todos los Gabinetes de Europa conozcan y aprecien las graves consideraciones que han movido á Su Majestad Imperial á recurrir á la fuerza de las armas, y á las intenciones nobles y puras que hubieran dirigido y moderado siempre su uso. La esperiencia de todas las edades y de todos los paises enseña á los pueblos, cuales y cuantas calamidades acompañan siempre al crimen y á la rebelion. Pero en el año anterior se desconocieron estas eternas y sublimes lecciones de los siglos. Se acumularon las catástrofes con espantosa rapidez. Nápoles mostró, hasta la evidencia, los peligros de un ejemplo pernicioso. Siendo aquel Estado el foco de la revolucion y el centro de la actividad de las sectas, amenazó á la Italia con un incendio general; y como el Austria vió que una parte de sus provincias estaba espuesta á un riesgo inminente, reclamó desde luego el apoyo moral de sus Aliados. Amigo sincero de

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