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randole que las gentes que le rodean le engañan, y que no se debia haber tomado determinacion en un dia tan clásico, de que se removiera al benemérito y patriota Villalba, y se pusiera en su lugar á otro que está en la lista de los proscriptos por alguna tertulia, y contra cuyo nombramiento aun en las Cortes se ha pedido la responsabilidad? ¿No nos hallamos hoy sin Gefe Político porque ya está nombrado para consejero de Estado? ¿No nos hallamos sin el Coronel de Guardias Anglona, que nos inspiraba tanta confianza, porque tambien está nombrado Consejero de Estado? ¿Que es esto? Todo esto no está conspirando contra la tranquilidad y seguridad pública, cuando no real, á lo menos de aprehension? Hablando así y enviando una comision especial, que hablando en nombre de las Cortes le descorra con este motivo el velo, ¿cuan agradecido no estaría Su Majestad, y con cuanta prontitud no tomaría todas aquellas medidas que necesitamos, uniendose los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, no para salvar el sistema, porque él jamás puede perecer, sino para salvar las vidas, no tanto de los valientes y heróicos amigos de la Constitucion, como de los miserables é indecentes enemigos de ella, pues si clamamos justicia contra los malvados, tambien invocamos la clemencia y misericordia para con los ilusos?

5. Discurso pronunicado por el Señor Martinez de la Rosa en la Sesion de 6 de Mayo de 1821, despues de aprobada la minuta de contestacion al Mensage de Su Majestad sobre el asesinato de Vinuesa presentado por la Comision.

El Señor Martinez de la Rosa.-Me es muy desagradable tener que volver á hablar en este asunto. Ayer los oficios y partes leidos por el Señor Secretario del despacho me obligaron á hacerlo, porque hubiera creido faltar á mis deberes, y casi hacerme cómplice del delito, si no hubiese manifestado mi sentir con lealtad y franqueza. Mi sumision al mandato de las Cortes que me nombraron individuo de la comision que ha estendido la contestacion al Mensage de Su Majestad, me ha puesto hoy en la necesidad de volver á hablar sobre este asunto, y de insistir en los mismos principios que son tan invariables como las eternas bases de la justicia. Las Cortes han aprobado el dictamen presentado por la comision; pero parece segun lo que han insinuado algunos Señores, y en especial el Señor Romero Alpuente en su indicacion, que la comision no ha llenado su objeto, y como que se ha escedido en presentar á las Cortes, bajo distinto aspecto del que debiera, el triste hecho que ha ocasionado una discusion

tan desagradable. No es estraño que se haga esta imputacion ú otra semejante, cuando solo se ha oido una rápida lectura de la contestacion; pero yo suplico á cualquier Señor Diputado que dude de la estrema delicadeza con que la comision ha procedido, que vuelva á leer detenidamente su escrito, no hallará en él una sola palabra que califique el hecho, que especifique alguna de sus circunstancias, ó que aumente sus rasgos con la viveza del colorido. Lejos de deseender á pormenores, lejos de considerar el hecho bajo este ó esotro aspecto particular, se le ha considerado simplemente como una accion por la cual se han atropellado las leyes, dandose muerte á una persona que se hallaba bajo su custodia. Dice el Señor Romero Alpuente que este hecho ha producido doble efecto en el ánimo del Rey primero, el horror general que ha debido causar en todos semejante esceso; y segundo, algun temor que le han hecho concebir sus pérfidos consejeros, insinuandole algun peligro contra su persona. Pero pregunto ante todas cosas, ¿de donde consta este doble efecto que se supone producido en el ánimo de Su Majestad? Y un Congreso de Legisladores que en el dia está siendo el punto de espectacion de toda Europa; un Congreso que representa á una nacion distinguida por su sensatez y cordura, ¿ había de proceder con tan poca circunspeccion que sin dato alguno, por rumores vagos, por noticias particulares de un Diputado, aprobase una contestacion que le comprometiese? La Comision no ha podido obrar sino por los datos oficiales que le ofrecía la comunicacion presentada por el Gobierno. Su Majestad dice en ella, que ha visto con profundo dolor este acontecimiento porque se han atropellado las leyes, quitandose la vida á una persona que se hallaba bajo su amparo; y la comision se ha limitado á contestar en su respuesta, que las Cortes lo sentian del mismo modo que Su Majestad. Por consiguiente no resulta del mensage, sino que el Rey ha considerado el hecho de que se trata bajo el aspecto general y de interés público, y de la misma manera con que le han considerado las Cortes. Todos estamos convencidos de que no hay libertad sin orden, y que si algunos individuos se creyesen autorizados para ejercer la justicia por su mano y sobreponerse á las leyes, sería un insulto el decir á los Españoles que viven sujetos á la sombra de la Constitucion, y la libertad sería en breve como esos fuegos fatuos que se levantan sobre los sepulcros.

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Las Cortes han visto este acontecimiento como todos los Españoles, como el verdadero pueblo de Madrid, y yo al oir tantas veces abusar de la palabra pueblo, debo desmentir á la faz de la nacion las negras calumnias con que se le mancilla. No es el Pueblo de Madrid el que se ha teñido con sangre; los que en el dia 2 de Mayo de 1808 adquirieron el título de heroes, no pueden el dia 4 de Mayo de 1821, haberse convertido

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en asesinos. El pueblo de Madrid es sensato, ama las leyes, es digno de ser libre; y nosotros no corresponderíamos á la confianza con que nos ha honrado la nacion, si vieramos insultadas las leyes y atropellada la autoridad pública, y guardáramos en esta ocasion un infame silencio.

Se dice que aguardemos á ver como miran las provincias este hecho. Pues qué, ¿ se esperan acaso parabienes por haberse cometido un horroroso asesinato? No; las provincias de España, todos los verdaderos amantes de la Constitucion veían en este desgraciado un criminal, que hubiera quizá debido subir al patíbulo y poner su cabeza bajo la segur de la ley, pero no aprobarán jamás que haya perecido bajo el hacha de unos facciosos. La nacion Española es sensata, y sabrá distinguir á Vinuesa criminal y sujeto al imperio de la ley, de Vinuesa inerme, asesinado en un calabozo, cuando vivia confiado en la autoridad pública, cuando las mismas leyes encadenaban sus pies, ligaban sus manos, y le entregaban indefenso al furor de sus asesinos.

Mas la comision, por ventura, ¿ ha tratado de escitar pasiones, ni aquella justa venganza que produce el recuerdo del crimen? Nada menos: la comision sumamente circunspecta no ha bosquejado el hecho, ni menos ha espresado ninguna circunstancia que aumentase su atrocidad; antes por el contrario, hasta ha suprimido el epiteto de horrible que le da el Mensage del Gobierno. Lejos pues de aumentar la comision el impulso de la ley, se ha contentado con anunciar que al Gobierno toca el cuidar de que no se perturbe la tranquilidad pública, y que se administre pronta y cumplidamente la justicia. Y habiendo procedido la comision con una moderacion tan estremada, ¡ hay quien ose proponer que temple mas sus espresiones! He oido decir que las leyes deben acomodarse á las circunstancias. ¡No se oigan, Señor, estas espresiones en el Congreso de la nacion Española! ¡Y desgraciado el dia en que las toleremos sin mostrar indignacion y escándalo! Amoldando las leyes á las circunstancias se trató, en el fatal año de 1814, de sacrificar á los amantes de la libertad; acallando á las leyes á merced de las circunstancias, se cubrió de sangre y de luto una nacion vecina. Se empezó por inmolar á los enemigos declarados del pueblo, siguieron despues los acusados de sospechosos, se dió este nombre á los afectos á una Monarquía Constitucional, cayeron en seguida los republicanos ilustrados, y los mismos verdugos, aun no satisfechos de sangre, acabaron por asesinarse recíprocamente.

He oido tambien, con no menor sorpresa, que si ha habido puñales que han derramado la sangre de los amantes de la Constitucion en Aranda y otros puntos, tambien hay puñales que la defiendan. Pero ¿quien es, pregunto, quien es el que puede unir las dos ideas de Constitucion y puñales?

La Constitucion se defiende con la noble espada de la ley, mas no con el arma alevosa de los asesinos.

Se ha procurado tambien entremezclar en esta cuestion las causas de los males, de los abusos y de los desórdenes que nos aquejan, y sus oportunos remedios. Yo me acuerdo de haber sido uno de los que con mas eficacia han clamado siempre contra la impunidad. Yo fui, Señor, el que convencido de que los jueces no correspondían á la confianza de los pueblos, me atreví á proponer el que á todos se les declarase interinos; el haber sido nombrado individuo de todas las comisiones en que se ha tratado de abreviar los trámites de las causas criminales. Yo he contribuido con mis escasas luces á la ley contra los facciosos; pero á pesar de todos mis deseos, no mezclaré jamás estas cuestiones generales con un asesinato horrible. Si hay abusos, corríjanse; si subsisten las causas y los desórdenes, averíguenlas las Cortes para arrancarlas de raiz; pero no tomen ocasion de un hecho de esa especie, para tratar de males públicos y de desentrañar sus cumplicadas causas. Como legisladores, como encargados por la Constitucion de ejercer tan sagrados deberes, debemos trabajar por encontrar el origen de estos males; pero sería tan impolítico como indecoroso, el unir á la simple contestacion á un mensage sobre un hecho particular, el cuadro de los desórdenes que afligen el reino, y los remedios que puedan aplicarse. Entrese cuando se quiera en este exámen importantísimo ; pero no lo afeemos presentandole al lado de un asesinato. Antes por lo contrario, echen las Cortes un velo sobre un suceso tan lamentable, y dejen al poder judicial seguir en el lleno de sus funciones.

Cuanto se ha dicho de cañones, de medidas y precauciones tomadas en Palacio es ageno de este asunto. ¿Se ha hablado acaso de ellas en la comunicacion hecha por el Gobierno? Podrán las Cortes tomarlas en consideracion mientras no sean contrarias á la ley ó ataquen la libertad? Las Cortes no son jueces supremos de las operaciones propias y peculiares del Gobierno; si ha faltado á la ley, acúsesele. Yo seré el primero á apoyar la acusacion como lo he manifestado ayer mismo; pero así como estoy pronto á exigir la mas severa responsabilidad á los que abusen del poder, tambien estoy firmemente resuelto á oponerme á toda pretension que se dirija, á que las Cortes traspasen la division de poderes en que está fundada la libertad.

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6. Discurso pronunciado por el Señor Garely en la Sesion del 6 de Mayo de 1821, despues de aprobada la minuta de contestacion al Mensage de Su Majestad sobre el asesinato de Vinuesa, presentado por la comision nombrada al efecto por las Cortes.

El Señor Garely.-Habia resuelto no hablar en esta cuestion segun lo manifesté anoche á mis compañeros en la comision, y aun ahora hablaré poco; pero es forzoso no enmudecer de todo punto, ni dejar sin contestacion lo que acaba de oirse; á lo menos, sería para mí un remordimiento cruel que me acompañaría hasta el sepulcro, el haber guardado silencio en este momento. Señor, en el centro del Congreso se apologiza el asesinato! un asesinato á sangre fria, que es el peor de los síntomas. Si se digese que se habian reunido 20,000 almas, que la fermentacion habia durado dias, que durante ellos se habian sacrificado 100 víctimas, me hubiera afectado menos, porque semejantes escesos pueden ser efecto de un arrebato estraordinario, de un estravío, reprensible sí, pero indeliberado de lo que se llama verdaderamente pueblo, pues este pueblo que ama sinceramente el bien, aunque no acierte en los medios, pasada la efervescencia, oye con docilidad la voz de la razon. Pero habiendose cometido el crimen de que se trata, previa, por decirlo así, una citacion ante diem, con una marcha pausada casi en formacion, con allanamiento de un edificio público de la ley como es la cárcel, á las tres de la tarde, estando congregadas las Cortes, y contando al parecer con el derecho de participarlo tranquilamente al pueblo; puesto que aquella tarde misma se dijo en un periódico que, sí bien el juez habia condenado al reo á díez años de presidio, una porcion de ciudadanos, que hace muchos dias le habian condenado á muerte, se dirigieron a la cárcel y acabaron con su vida. ¡Que escándalo, Señor! Esto tiene raíces muy profundas. Yo descubro aquí claramente que el hecho se reputa como el ejercicio de una jurisdiccion ordinaria. Pero ¡ay de la nacion! ay de la libertad! si este principio llega á consagrarse.

No se quiera desfigurar el suceso, ni estraviar la cuestion, indicando amagos de altas conspiraciones, de tramas muy profundas. Yo no acuso ni disculpo á nadie. Todos los Diputados que me han precedido han hablado bajo el principio de que, la Constitucion mira á la persona del Rey como sagrada é inviolable. Salvando, pues, esta clave esencial de nuestro grandioso edificio, acotense hechos, citense á personas, y yo seré el primero que contribuya á sacrificar é inmolar en las aras de la ley á cualquiera, sin distincion de rango, clase ó carácter, que trate de contrariar el arraigo del sistema. Pero quiero que se haga justicia ante la ley, es decir,

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