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Contestacion del Señor Presidente de las Cortes al anteriorDiscurso de Su Majestad.

SEÑOR,

Las Cortes tienen hoy por tercera vez la satisfaccion de ver á Vuestra Majestad en su seno, ejerciendo una de las mas importantes funciones que la ley fundamental de la Monarquía atribuye á la augusta dignidad de Vuestra Majestad; y finalizan sus sesiones en la presente legislatura, recibiendo la mas lisonjera recompensa de sus penosas tareas, en la aprobacion que Vuestra Majestad tiene á bien manifestar se han merecido.

Dificiles y complicadas eran, Señor, las circunstancias en que las Cortes se hallaban cuando principiaron sus sesiones. La situacion política de algunos Estados de Europa, podia hacer temer á las Cortes el ver comprometido el decoro y la tranquilidad de la nacion; pero la firmeza y oportunidad con que el Gobierno de Vuestra Majestad reclamó de algunos Gobiernos estrangeros las esplicaciones necesarias para salvar uno y otro, proporcionaron la doble ventaja de ver claramente reconocidas por los mismos gabinetes la justicia y legitimidad de nuestra mudanza política, y el respeto y consideracion con que miran á Vuestra Majestad y á la nacion Española, al mismo tiempo que demostraban, cuan vanas y quiméricas eran las esperanzas de algunos ilusos que, mal avenidos con nuestras actuales instituciones, fiaban el buen éxito de sus empresas criminales al influjo de una intervencion estrangera.

Las Cortes, obligadas por obstinacion de algunos facciosos, se vieron precisadas á dictar leyes que facilitasen al Gobierno de Vuestra Majestad los medios de contener su osadía y asegurar la tranquilidad pública; pero si el justo deseo de que el castigo de estos delitos sea obra de la ley y no de la efervescencia popular, puso á las Cortes en la desagradable necesidad de adoptar nuevas medidas, tambien se apresuraron á corresponder á las benéficas insinuaciones de Vuestra Majestad, prescribiendo reglas que hagan su ejecucion menos sensible, y proclamando amnistías en favor de aquellos individuos que, por medio de un pronto y sincero arrepentimiento, acrediten que el error, y no la mala intencion, es lo que los arrastró á alistarse en las banderas de los enemigos del sistema constitucional y del trono de Vuestra Majestad.

Las Cortes, uniendo de este modo la severidad con la clemencia, han creido que estos dos atributos del legislador, nunca deben hacerse tan palpables como en una época en la cual, puestas en movimientos (por efecto de las reformas que la justicia y el interés público han dictado) una mul

titud de pasiones, hijas algunas de la simple ignorancia, ó de una opinion mal formada, y otras de la perversidad del corazon humano, han aparecido como igualmente criminales, hombres que, mejor aconsejados, detestarían la causa injusta que en un momento de delirio han abrazado, á la par de otros que serán siempre el oprobio de una sociedad civilizada y libre.

Pero si la consolidacion del sistema constitucional y la formacion de leyes que contengan la audacia de sus enemigos, ha sido un objeto que fijó la atencion de las Cortes, su ardor ha sido igual en dedicarse á todos los demás que hacen parte de la administracion pública. La formacion de los códigos de nuestra jurisprudencia, la de un sistema económico, el arreglo del clero y de la milicia, y el establecimiento de un método sabio y uniforme de enseñanza pública, la disminucion de la contribucion del diezmo y otras cargas que pesan esclusivamente sobre la agricultura; el fomento de nuestra naciente industria; la mas pronta estincion de la deuda nacional; el examen de los presupuestos generales de los gastos é ingresos de la nacion; y en fin, la organizacion de todos los ramos que constituyen la máquina política del Estado, han ocupado á las Cortes con un constante desvelo, y han escitado en ella la noble ambicion de dejar, en la coleccion de sus trabajos, un monumento grandioso y digno de las luces del siglo, y de las necesidades de los Pueblos.

Enmedio de tan vastas atenciones, limitadas las Cortes por la Constitucion á un periodo fijo en la duracion de sus sesiones, y á pesar de la prevision con que Vuestra Majestad tuvo á bien prorogarlas, veian, Señor, acercarse el término de él, dejando pendientes la resolucion de muchos de los graves negocios encomendados á su cuidado, y la nave del Estado fluctuando entre la esperanza de ver asegurado su futuro destino, y el temor de que nuevos pilotos la hiciesen tomar un rumbo opuesto.

Vuestra Majestad, participando de estos recelos, ha tenido á bien anunciarnos la convocacion de Cortes Extraordinarias; y manifestando de este modo sus ardientes deseos de ver consolidadas todas las partes del sistema constitucional, adquiere Vuestra Majestad nuevos derechos á la gratitud de la nacion, y á la veneracion de todos sus súbditos.

Gracias sean dadas, Señor, á Vuestra Majestad por esta resolucion, en la cual, identificando sus votos con los del Pueblo, justifica Vuestra Majestad cuan digno es del glorioso renombre que ha grabado en este Solio el reconocimiento nacional y no la vil lisonja. Las Cortes se congratulan con Vuestra Majestad por una medida, cuyo solo anuncio restituye la tranquilidad á todos los que se interesan en la gloria de la Patria, y en el establecimiento de las leyes que han de asegurar su futura prosperidad, al mismo tiempo que hace enmudecer á los enemigos de nuestra Ley funda

mental, que no pueden ser otros que los de la Persona y del Trono de Vuestra Majestad.

Los Diputados de la nacion se separan de Vuestra Majestad con la dulce satisfaccion de no haber omitido medio alguno, para que el resultado de sus trabajos corresponda á las esperanzas de sus comitentes, y á los deseos que Vuestra Majestad se dignó manifestarles, desde ese mismo lugar, al abrir las sesiones de esta legislatura.

Confiados de que el Gobierno de Vuestra Majestad continuará dando pruebas, nada equívocas, de energía y celo en la exacta observancia y conservacion del sistema Constitucional, y en el cumplimiento de las leyes que las Cortes han decretado, los Diputados de la nacion gozan ya de la halagüeña perspectiva de los bienes que debe producir su ejecucion; y cuando el llamamiento de Vuestra Majestad vuelva á reunirlos en este augusto recinto, volarán á ocuparse en la discusion de los negocios que Vuestra Majestad, en uso de su prerogativa Constitucional, les señale, hasta que cumplido el término de sus Poderes, se restituyan á sus hogares, en los cuales serán siempre modelos de amor y respeto á la augusta Persona y Familia de Vuestra Majestad, así como lo han sido de firmeza y constancia, en sostener las libertades de la nacion y las prerogativas del Trono de Vuestra Majestad.

N° XLI.

Discurso pronunciado por Su Majestad en la apertura de las Cortes Estraordinarias el dia 28 de Septiembre de 1821.

SEÑORES DIPUTADOS,

Despues que manifesté á las Cortes los motivos que me decidian á creer conveniente la convocacion de las Estraordinarias, nada ha ocupado tanto mi Real ánimo como el deseo de verlas reunidas. Las veo ya con la mayor satisfaccion; y me entrego todo á la agradable y justa esperanza del bien que á la Patria debe resultar de sus trabajos.

Los asuntos que he dispuesto se cometan á la deliberacion de estas Cortes, son principalmente aquellos cuyo arreglo se necesita para la mas pronta deliberacion y consolidacion del sistema Constitucional, como la division del territorio, y las demas medidas para plantear, segun ella, el Gobierno político, los Códigos, las Ordenanzas Militares, el Proyecto de decreto orgánico de la Armada Naval, y el decreto para la organizacion de la Milicia activa.

Urge sobre manera ponerlo todo en consonancia con la Ley fundamental del Estado, dejando así la administracion espedita y libre de los graves embarazos que, por falta de esa necesaria armonía, encuentra frecuentemente, y que el Gobierno no puede remover.

He creido tambien, que deben resolverse cuanto antes otros puntos, que aunque sin relacion tan íntima con la Constitucion, influirán conocidamente en la prosperidad general; como las providencias que convenga adoptar para conseguir la tranquilidad y promover el bien de las Américas; el examen y reforma de aranceles, la liquidacion de suministros, las medidas necesarias para cortar el gravísimo daño que sufre la nacion, con el curso de monedas falsas ó defectuosas del estrangero, el espediente sobre el crédito de reemplazos, y el proyecto de decreto sobre establecimientos de beneficencia.

Esta

Aunque sea tan importante todo lo que va á ser objeto de las deliberaciones de estas Cortes, lo es todavía mas el hecho de que las haya. nueva demostracion y garantía de la nacion que reina entre los primeros poderes, debe acabar de convencer á todos los enemigos de nuestras instituciones, que serán vanos sus esfuerzos contra ellas.

Yo me aprovecharé del periodo en que las Cortes han de continuar reunidas, para mandar proponer cualquiera medida ó proyecto que á mi Gobierno parezca necesario y urgente, así como para reclamar su cooperacion, si lo exigiesen las circunstancias.

Vastísimo es, Señores Diputados, el campo que se presenta á vuestro celo y á vuestras luces, y estas prendas que tanto os distinguen, reunidas á la prudencia y circunspeccion con que han sido señaladas todas vuestras deliberaciones, aseguran á la Patria el complemento de los bienes de que ya os es deudora.

Tengo la confianza de que bajo ambos aspectos os hareis admirar de la nacion y de la Europa, siendo cada vez mas acreedores á la particular estimacion de vuestro Rey, que considerará siempre á las Cortes, como el primer apoyo de su trono Constitucional.

Contestacion del Señor Presidente de las Cortes Estraordinarias de 1821, al anterior Discurso de Su Majestad.

NUNCA, SEÑOR, apareció Vuestra Majestad mas glorioso en el augusto templo de las Leyes que en este dia memorable; las Cortes Ordinarias han sido obra de la Ley, mas en las actuales ha cabido la principal parte á

Vuestra Majestad, que no satisfecho aun con haber juzgado conveniente su convocacion, tuvo la fina delicadeza de indicar su generoso deseo de que se instalasen en el dia 24 de Septiembre; conformidad admirable de esta instalacion con las de las Cortes Generales Extraordinarias en igual dia del año de 1810, y oportuno recuerdo que no será esteril en los actuales representantes de la nacion, los cuales, no contentandose con admirar las virtudes de aquellos ilustres Diputados, fundadores de la Constitucion y de la prosperidad general, trabajarán á porfia por ser sus fieles imitadores.

Grandes son los objetos que Vuestra Majestad propone á la deliberacion de las Cortes, y ocasion favorable se ofrece á los Diputados para dar nuevas pruebas de su acendrado patriotismo. Muchas serán tambien las ventajas que podrá reportar la causa pública, de los proyectos de ley y de decretos que Vuestra Majestad acaba de referir; pero por muchas y grandes que sean, Señor, nada son al cotejarlas con las inumerables que necesariamente debe producir la reunion de estas Cortes, y á la augusta presencia de Vuestra Majestad en ellas.

Colocado voluntariamente Vuestra Majestad al frente de los representantes de la nacion, ratifica de nuevo sus solemnes promesas, y recibe á la faz del mundo testimonios nada equívocos de nuestra union y confianza. Sí, la nacion Española, que aborrece la arbitrariedad como la desastrosa anarquía, y que al paso que es celosa de su libertad no quiere otra que la que sostenida por las leyes, no puede degenerar jamás en desenfrenada licencia, ni otra forma de Gobierno que la Monarquía moderada, tal cual la establece la Constitution, ama y respeta sobre manera la sagrada é inviolable persona de Vuestra Majestad. Estos son sus puros y sencillos sentimientos; los mismos son los de los representantes, y su anhelo invariable el de ver marchar las nuevas instituciones con majestad y firmeza.

Vuestra Majestad conoce y aprecia estos sentimientos; corresponde á un Pueblo que le ama, y adelantandose á sus justos deseos, acelera cuanto es posible el momento feliz de plantear en todas sus partes la Constitucion, removiendo, de acuerdo con las Cortes, cuantos obstáculos se han presentado hasta ahora que pudieran impedir. Y cuales serán los que puedan en adelante oponer la malignidad, que no sean vencidos y deshechos por el concierto del Poder Real de Vuestra Majestad con el de las Cortes? ¡Oh dichosa nacion! manantial inagotable de inmensos bienes para la nacion Española, y admirable leccion para las estrangeras, que podrán aprender en ella la compatibilidad y armonía del sistema Constitucional y de una verdadera libertad con la Monarquía y el órden. ¡ Plegue al cielo, Señor, perpetuar alianza tan venturosa, y derramar copiosas bendiciones

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