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se proveyó en Salmon, este patriota y juicioso Español no ha sido admitido por aquella Corte. Si de esta manera el Ministro de Estado ha hecho á los conspiradores el gran servicio de poder trabajar impunemente en las naciones estrangeras y á las puertas de nuestra casa, cuanto convenga á sus pérfidos planes, pagandoles la nacion los agentes que la vendan, callandole cuanto le convenga saber, y comunicando y haciendo cuanto á ellos les importa para llevar adelante su conjuracion, no es menor el servicio que les han hecho los otros Ministros. Bien decidido estaba el de la Guerra á formar un Ejército ominoso á los enemigos interiores, y respetable á los esteriores. Sin noticia de ellos, sin duda, y por descuido suyo, pasó á la junta de Inspectores la órden de separar los Gefes sospechosos, y formar causa á los que fuesen criminales; pero la Junta la devolvió sin cumplimiento por parecerle que habia inconvenientes, y al fin sucumbió con el de Estado á sus ataques. Ya no volvió á hablarse de unas mudanzas, sin las cuales es imposible tener la unidad de fuerzas que nos convenia; y no contentos con esto, continuó el decreto Real á dar á la antigüedad los ascensos en perjuicio de los Oficiales de la Isla ; porque, aunque anulado por las Cortes á propuesta mia, no dejó de producir sus funestos resultados. Nada mas propio para irritar al Ejército que, teniendo mas de dos mil plazas sobrantes de Oficiales, enviarles cinco pages del Rey, admitidos cuando era absoluto, con otras tantas plazas de Capitanes arrebatadas á los Oficiales beneméritos. No le bastaba el Consejo de Estado para cubrir sus atenciones, pues con el pretesto de autorizarle las Cortes, para valerse de las personas que le pareciesen para arreglo de la Ordenanza, formó una junta consultiva compuesta de siete Generales con sueldos de campaña, y las atribuciones de informar de cuanto les remitiera, pidiendole su dictamen, agraciando con este paso anticonstitucional á siete hombres que, aunque fuesen de los mas beneméritos, no podían menos de ser un aumento de gastos escusables, y objeto de envidia á los muchísimos acreedores á igual gracia, ni de ofender las prerogativas del Consejo de Estado, único del Rey. Si este servicio, unido al que ya dejaba hecho el de Gracia y Justicia, no estuviera enlazado al del Ministerio de Hacienda, mucho hubieran adelantado los enemigos; porque no pudiendo la Patria contar con una fuerza moral y fisica vigorosa, no podia prometerse muchos adelantamientos en su nuevo feliz sistema; pero no debía con todo eso desmayar, porque habiendo tiempo y prudencia, las mayores dificultades se vencen. El servicio mas importante que en esta situacion podía hacerle el Ministro de Hacienda, era dejar á todas las clases sin dinero; porque el vientre, como suele decirse, no tiene orejas, y en el descontento del hambre no hay orador que la quite, sino la comida. Pocos empeños bastaron para lograr

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del Ministerio de Hacienda una gracia, que con solo no hacer nada estaba hecha. A mayor abundamiento se agolpan las visitas, las mudanzas de empleados y del sistema, y el resultado salió á medida de los deseos de nuestros enemigos, el mismo que estamos tocando, estrujarse á todos para pago de contribuciones y timbres, y no pagarse á ninguno.

el

Es imposible, que para reunir tantos Ministros en el acuerdo de tantas medidas, todas contrarias al sistema constitucional y á la marcha que reclamaba del patriotismo de todos, no fuesen los esfuerzos de los conspiradores los mas estraordinarios, y los apuros ó los conflictos en que pusieran á los Ministros, no fueran los mas dignos de compasion, si á ella hubiese lugar en lances tan críticos y de tanto tamaño. No sin fundamento decía el Ministro de la Gobernacion de la Península, que les dolian los brazos, las piernas y el cuerpo, sin serles posible moverse, como si tuvieran trabas ó grillos, de un modo que no podía esplicarse. Pero sea de estas trabas ó grillos lo que se quiera, lo cierto es, que con tan asombrosos elementos dentro y fuera de la Península, creados incautamente por nuestros mismos Ministros para nuestra ruina, empezaron los conspiradores sus movimientos hostiles, con el objeto de dejar sin destinos y sin opinion á los mas esclarecidos patriotas; pues para arrastrar impunemente la Constitucion, no necesitaban mas que dejarla sin los principales caudillos de sus defensores. La calumnia de republicanismo les salió bien con Oudinot en el año 13; pues lograron poner en opinion de republicano hasta á Don Augustin Argüelles. Reprodugeronla á los primeros dias del restablecimiento de la Constitucion; pero se cortó el fuego con la prision de Velasco, dejandose ver en los papeles que estaba imprimiendo, y en lo que siempre habia estado trabajando por la tiranía, la impostura impudente de semejante republicanismo, como recordarán las Cortes. Lo acreditaba la causa traida al Congreso para ver si habia ó no lugar para exigir la responsabilidad al Tribunal especial de Guerra y Marina, que la resolvió con una pena benigna, muy diferente de la grave que impuso el Auditor. Para dar valor á esta atroz calumnia de republicanismo, hicieron los conspiradores venir de Francia emisarios, especialmente para Aragon y Valencia, y aun hasta Madrid, que escitando á muchos Patriotas el deseo al Gobierno republicano, como preferible al constitucional, pudieron recoger algunas medias palabras y papeles, dictados por ellos mismos, con que probar á los conspiradores la prueba de su invencion, y perder como republicanos á los Constitucionales mas decididos. Los estrangeros nada dejaron por hacer para servir á tan inicuos planes, y resuelta su vuelta á Francia, por no hallar entre los patriotas otro voto que el de Constitucion ó Muerte, creyeron los conspiradores, que así como hasta entonces habian logrado se

ducir á los Ministros, para cometer cuantos yerros convenian á su perfidia, así conseguirían ahora alucinarlos con la presentacion de medias declaraciones y palabras oidas ó escritas, y les harían ver como real su figurado republicanismo, y habiendoles tendido esta nueva red, los cogieron en ella. He aquí los estraordinarios para Zaragoza; he aquí las prisiones de los republicanos de aquella heróica ciudad, reducidas á la única del patriota Villamor, oficial segundo ó tercero de una contaduría: he aquí envuelta en esta agitacion y ruido la separacion del mando del inmortal Riego, y su destino de cuartel á Lérida; he aquí la difamacion mas sutil y mas disimulada, pero mas segura y espantosa del héroe de las Cabezas, sin asegurar su complicacion, pero dandola á entender de un modo tan claro, que no hubo en Aragon un Pueblo que no la creyese positiva, y que no convirtiese en odio ó compasion el respeto y la gratitud que, como á libertador de todos, se tributaba antes; he aquí un golpe que fue mas allá de lo que se habian propuesto los enemigos, porque limitadas sus intenciones á hacer revivir el valor de su calumnia republicana, despues de lograr que muchos incautos lo creyeran en Villamor, consiguieron que al héroe de las Cabezas se quitara el mando y se le confinara, llevando consigo las sospechas de republicano. Como su pensamiento no habia caminado tan lejos, y á veces un gran triunfo es peor que una derrota, creyeron preciso que el Gefe Político de Aragon hiciese, despues de algunos dias, un género de declaracion que desvaneciese las ideas equivocadas contra nuestro héroe, á que habia dado lugar, á pesar de su inocencia, el cúmulo de circunstancias, de casos y de personas enteramente diferentes, ocurrido en unos mismos dias, y casi á unas mismas horas. Estas esplicaciones no llenaron los deseos del Ministerio, porque en vez de calmar, exasperaron los ánimos; pero sí llenaron los deseos de los conspiradores, porque vieron á los patriotas tomar una posicion, que infaliblemente habia de comprometer á los Ministros para obrar contra los Constitucionales, por su amor propio, lo que con las intrigas usadas hasta entonces no podrían esperar. Estaba en el órden natural declamar contra el Ministerio, por el modo con que habia tratado al libertador de la España, y al mismo tiempo hacer demostraciones del aprecio y de la gratitud con que le miraban, y con que deseaban tranquilizar su espíritu, inquieto por las medidas del Gobierno que ponian en duda su sincero y ardiente amor propio. Del mismo modo era natural, que estas demostraciones de júbilo se oyesen como una acusacion, y aun un desprecio de sus procedimientos; y aun cuando los Ministros tuviesen bastante fortaleza para disimularlas, no era posible que, picado su amor propio con las ponderaciones de insulto, que les harían sus falsos amigos, para que precipitados en la venganza y en el abuso de su autoridad las

prohibieran, cayesen tambien en este lazo para comprometer á los mas decididos patriotas, y comprometerse en su esterminio. Y en verdad, que segun acreditó la esperiencia, no se ofreció á sus intrigas una ocasion como esta de interesar á los Ministros en hacer suyos, sin conocerlo, los medios de sus planes. Cada señal de irritacion que daban por los vivas y paseos triunfales del cuadro de Riego, era un nuevo incentivo y motivo de empeño, para vitorearle y pasear su retrato en los Pueblos de la Península. Vinieron á declarar ser un crimen este hecho, y á su consecuencia castigar con cárceles y destierros á los autores verdaderos ó presuntos, y separar de sus empleos á las autoridades, faltas de voluntad ó de energía para impedirlo. Llegó la tarde del 18 de Setiembre, y el paseo triunfal se hizo en Madrid sin contradecirlo la tropa de la Guarnicion, ni las Milicias, hasta que dado el último paso al frente del Gefe Político, tuvo este por necesario oponerse con las Milicias que estaban allí á sus órdenes, y dar, lo que llaman algunos periódicos, la batalla de las Platerías. Las consecuencias de esta batalla fueron para los enemigos del sistema tan satisfactorias como se lo prometian; la tribuna de la Fontana fue cerrada, sus oradores principales presos, el Regimiento de Sagunto, eminentemente constitucional, sacado de Madrid; y á muy pocos dias reducidos al Cuartel de Guardias, sin comunicacion, los ilustres patriotas su Coronel Serrano, su Teniente Coronel Ceruti y el Capitan Chinchilla. Cualquiera creería que para estos procedimientos tan ruidosos contra un Cuerpo y unos Gefes tan queridos de la nacion, habia de haber unos fundamentos en estremo graves. Pues nada, nada, Señores, resulta que sea de alguna consideracion. Yo lo he visto por mí mismo, nada hay notable sino tales prisiones acordadas sin fundamento, por las declaraciones de unos testigos contradictorios é insignificantes, y siendo la base de todo un anónimo. Esto que ya en sí es muy escandaloso, y manifiesta bien la decision del Ministerio á seguir una marcha, únicamente propia, para acabar con los Constitucionales, cuya posicion le habian procurado con sus ardides los conspiradores, era precursor de otros males de la misma clase, pero mayores. Esta idea la desenvolvió el Ministerio cumplidamente en su circular reservada de 21 de Setiembre, tres dias despues de aquella memorable batalla; pues asegurando en ella, á vista de suceso tan reciente, que habia llegado á noticia de Su Majestad, haber una casta de hombre mas malos que los serviles, porque los serviles atacaban de frente á la Constitucion, y'aquellos, socolor de amarla, la hacian pedazos, ¿no autorizaba á los enemigos, para decir, citando esta Circular: "He aquí los republicanos, he aquí los enemigos del Trono?" Y esto es una adivinacion, ó es una verdad pura? Es una veri dad tan pura, la de que nuestros enemigos se creyeron autorizados con esta

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Circular, para decir que los Constitucionales eran republicanos, que hasta muchísimos liberales llegaron á creer que esta idea de republicanismo era positiva; y como la Circular, por espedida con tal inmediacion al suceso del cuadro, á la salida del regimiento de Sagunto y á las prisiones, daba á entender, que á esta clase pertenecian los promovedores de semejante paseo; era muy fácil persuadirse de que en concepto del Gobierno, debian tenerse por republicanos cuantos pensasen y obrasen de esta manera, y por consiguiente los Constitucionales mas decididos, aquellos que de los ciento los noventa y nueve no desean ni pueden desear mas que Constitucion, que no quieren vivir sin la libertad que aprecian mas que todos los tesoros del mundo, porque saben vivir tan alegres con una peseta como otros con veinte y cinco doblones, y que aman su Patria Constitucional mas que á sí mismos; porque el que no tiene tal Patria tampoco tiene Leyes que le aseguren su persona, sus bienes ni su vida, y mucho menos la gran preroga tiva de poder pedir cuenta á sus gobernantes, y no estar obligados jamás á obedecer al hombre sino á la Ley.

Ayer vine á proponer en sustancia, y hoy me propongo acabar de demostrar, que el Ministerio actual era un agente verdadero de nuestros enemigos para volvernos á las cadenas, aunque sin noticia, digamoslo así, de su voluntad. Dije que el plan de nuestros enemigos estaba reducido, á seducir á los ministros actuales, para que entibiando su celo contra todo lo que pudiera oler á conspiracion suya, quedasen libres del peligro tremendo en que se veían, y por el que principalmente hicieron caer á los otros ministros, que lo consiguieron, porque los jueces encargados de sus causas fueron separados de ellas, y de este modo los hilos de sus tramas desaparecieron para siempre; que no contentos con este triunfo, nuestros enemigos lograron del Gobierno otro no menos importante para adelantar los trabajos de su conspiracion, reducido á conservar al Pueblo en los errores de la supersticion, y vendarle los ojos para que no pudiera ver las ventajas del nuevo sistema; y como para esto era preciso que los malos Obispos permanecieran en sus sillas, y que los buenos religiosos que habian de ilustrar á los Pueblos no se secularizasen, hallaron en los Ministerios de Estado, Gobernacion, y Gracia y Justicia, cuanto fue menester para lograr el intento de las tinieblas que convenían á sus tortuosos planes, que no solo habían logrado estos dos triunfos, sino el de poner en contribucion á los mismos tres ministerios, y además al de Guerra y Hacienda, para que todos juntos inundasen de descontentos á la Península, dejandola sin la fuerza fisica y moral que necesitaba, desterrando la justicia criminal que es la salvaguardia de los Estados, y presentando un cuadro horroroso el ramo de Hacienda; porque estrujando á todos en la recaudacion de las

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