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mo Obispo, en una relacion que hizo al Emperador en Barcelona el año de 519, cuando él de la tierra firme vino, como más largo adelante, placiendo á Dios, será referido, que habia muerto el Vasco Nuñez, por hacer los bergantines, 500 indios, y el secretario del mismo Obispo me dijo que no quiso poner más número porque no pareciese cosa increible, pero que la verdad era que llegaban ó pasaban de 2.000; y segun el trabajo era, cierto, cualquiera lo debe tener por posible y haber pasado con verdad así, porque llevar hombres desnudos en cueros 24 y 25 leguas de sierras altísimas, subidas y descendidas, á cuestas madera labrada para hacer cuatro navíos, y anclas de hierro de tres, y cuatro, y cinco, y seis quintales, y cables, que son las maromas para las anelas, que pesaban otro tanto y muy poco menos, y otros mil aparejos cuasi tan pesados que los navíos requieren, y todo ésto sin comer sino un poco de grano de maíz áun no hecho pan, sino como lo comen las aves ó las bestias, ¿qué hombres aunque tuvieran cuerpos en parte formados de materia de hierro lo pudieran sufrir sin morir? Y porque los indios allí perecian con aquel ejercicio, enviaba Vasco Nuñez cuadrillas á cazar indios, donde quiera que se creia que estarian escondidos, porque toda la tierra estaba huida por los montes por miedo dellos, y se meterian en los abismos; despues que hacian alguna cara juntos para resistir á los españoles, y como vian no poder contra ellos prevalecer, se desparcian escondiéndose por las montañas á cuadrillas, ó á linajes, ó á familias, y destos sabian, porque cuando tomaban algun indio á poder de grandes tormentos le hacian descubrir los lugares secretos donde se habian metido. Daban en ellos cuando más olvidados y secretos creian que estaban, y muertos los primeros que topaban á cuchilladas y estocadas, y de los perros desgarrados y despedazados, á los demas que tomaban á vida, leíanles el requerimiento, estándolos atando en traillas; y puesto que todas ó muchas veces desta manera se hacia, en especial se hizo entendiendo Vasco Nuñez en la obra destos navíos.

CAPITULO LXXV.

Pasada la madera, que en Acla pudo hacer que se labrase, al rio de las Balsas, porque no era para más de los dos bergantines ó navíos, y habíase de aparejar para otros dos, repartió Vasco Nuñez toda la gente que tenia, españoles, negros é indios, en tres capitanías. A la una dió cargo que cortase y asentase madera; á la segunda, que acarrease de Acla las anclas, y clavazon y jarcia y todos los demas instrumentos y aderezos; á la tercera, que fuese á robar los mantenimientos que por toda la tierra de los alrededores hobiese, y, á vueltas, cuantos indios pudiesen traer captivos. Comenzóles Dios á mostrar lo que en aquellas obras le servian, porque cuanto trabajaron en cortar la madera y aserralla en Acla Y mar del Norte, y despues en llevalla los tristes indios á cuestas por tan aspérrimos é intolerables caminos, todo se les convirtió en vacío, por ser la madera de allí en tierra que estaba muy cerca de la mar salada, y así fué luégo de gusanos comida, de donde sucedió serles necesario cortalla de nuevo en el rio; habiendo pues cortado mucha della, y quizá tambien aserrádola, ya que querian poner en astillero, que es comenzar los bergantines, vinieron de súbito tan grandes avenidas que les llevó el rio parte de la madera, y parte soterró la lama y cieno, subiendo el agua dos estados encima. No tuvieron todos otro remedio para no se ahogar, sino subirse sobre los árboles, á donde puestos no estaban sin mucho peligro; aquí desmayó Vasco Nuñez, viendo tanta dificultad en la obra de sus negros navíos, por la cual quiso volverse á su villa de Acla, y dejarse de aquella demanda, como aborrido.

Ayudábale á se volver la hambre que padecian; y parece que los de la tercera cuadrilla, á quien dió cargo de ir á robar mantenimientos y indios, no acudian. Francisco Compañon se ofreció á pasar á la otra banda del rio á buscar gente y comida, y pasó con algunos por cierta puente que hicieron de ciertos vejucos y raíces, que ataron algunos nadadores de las ramas de los árboles; aunque la puente fué tal, que pasaron el agua sobre la cinta, y algunas veces llegábales á los pechos. Andaba Vasco Nuñez comiendo raíces, de donde se podrá congeturar qué debian de padecer 500 ó 600 indios que allí tenian, y cuántos de hambre morian; finalmente, hobo de irse á Acla, puesto que no con el primer motivo, sino para proveer de algun mantenimiento y de gente española, si del Darien ó de las islas de nuevo viniese, para lo cual envió al Darien á Hurtado, y traer las anclas y jarcia, y dar en todo priesa. En ésto vino Francisco Compañon, que habia robado toda la tierra de comida y de indios que trujo captivos, en los cuales, como en acémilas, cargó todo lo que para llevar tenia, y sobre sus hombros, anclas, y jarcias, y velas, y cables, y clavazon y cuanto habia, pusieron en el rio. Volvió Bartolomé Hurtado con 60 hombres que le dió Pedrárias y otras cosas que Vasco Nuñez le envió á pedir, y tomado nuevo ánimo, torna Vasco Nuñez al rio, con la gente de españoles y indios, y todo recaudo para proseguir á la obra de sus bergantines, y, con inmensos trabajos y hambre y muerte de indios, comenzó y acabó dos dellos; los cuales hechos, y echados al agua, y proveidos de lo que les era menester para navegar, metióse con los españoles que cupieron en ellos, y navega á la isla mayor de las de las Perlas. Y entre tanto que los demas, pocos á pocos, los bergantines los traian, trabajó de robar y allegar cuanto bastimento en la isla pudo, lo uno, diz que, para subjetar las gentes della por hambre, y lo otro para tener con qué los que allí estuviesen sustentarse. Díjose que, andando en ésto Vasco Nuñez, rescibió una carta del arzobispo de Sevilla, D. Diego de Deza, de quien hobimos en el primer libro hablado, que fué alguna parte para el descubri

miento destas Indias, siendo el maestro del príncipe D. Juan, en la cual le decia que habia sabido haber descubierto la mar del Sur, y que tuviese por cierto, que si proseguia por el Poniente la tierra hallarian indios de lanza y armaduras de cuerpo, y si corriese hácia el Oriente que toparian grandes riquezas y ganados infinitos. Esta creo yo que es patraña, porque el arzobispo de Sevilla, siendo tan prudente y tan sabio, no podia adevinar lo que nunca leyó, vido ni oyó, ni hombre imaginó de todos los pasados, y no habia de poner su gravedad y autoridad en boca del vulgo, no saliendo como él dedenunciaba; porque por revelacion tampoco hemos de creer que lo habia alcanzado, porque si así fuera, primero y no á otro sino sólo al Rey Católico, que mucho lo amaba, lo significara. Así que, Vasco Nuñez, despues de robada la isla grande de las Perlas y escandalizada, y quizá muerta y captiva mucha gente della, comenzó á navegar hácia la tierra firme, la vuelta del Oriente, con ciento y tantos hombres, porque los indios que tenian captivos por aquella parte haber mucho oro les señalaban; y ésta fué otra segunda ó tercera nueva ó señal de la grandeza de las riquezas del Perú. Yendo, pues, sobre un puerto que llamaron despues puerto ó punta de Piñas, 25 leguas ó alguna más pasada la punta ó cabo del golfo de Sant Miguel, hallaron gran número de ballenas, que parecian punta ó cabo de peñas que salia gran trecho á la mar; temieron los marineros de se allegar porque venia la noche, y arribaron á otra punta con intencion de', siendo de dia, tornar á su viaje, y porque les hizo el viento contrario, acordó Vasco Nuñez de ir á dar en la tierra del cacique Chucama, por vengar los españoles que allí habian muerto á Gaspar de Morales, de que se hizo mencion arriba en el capítulo 64. Salieron las gentes de allí á resistillos, pero como siempre ha de caer sobre ellos la mala ventura, como en gente desnuda, sólo dan de sí muestra que si fuesen armados y las armas tales como las nuestras, otro gallo, para su natural defensa y contra nuestra injusticia, les cantaria; así que, muertos muchos dellos, los vivos pusiéronse en huida. Anduvo

algunos dias robando y captivando y destruyendo aquellas provincias. Tornóse á la isla, y allí apareja de hacer cortar madera, y comenzar los otros dos bergantines ó pequeños navíos; faltábale algun hierro y pez y otras cosas para acabar los bergantines, por lo cual acordó de enviar á Acla por ello. Y porque tenian ya nueva que el Emperador era venido á reinar á Castilla, y que habia proveido á un caballero de Córdoba, llamado Lope de Sosa, por Gobernador de tierra firme, quiso tambien Vasco Nuñez que supiesen si era venido, ó qué nueva se tenia de su venida, porque, quitada la gobernacion á Pedrárias, su suegro, consiguiente cosa era quitarle los navíos y dar la empresa á alguno de los que traia consigo. Temiendo, pues, ésto, una noche, hablando con un Valderrábano y con un clérigo llamado Rodrigo Perez, díjoles: «Segun lo mucho que há que vinieron las nuevas, que el Rey tenia proveido por Gobernador á Lope de Sosa desta tierra firme, no parece posible que ó no sea venido ó no haya nueva de ser cercana su venida, y, si es venido, Pedrárias, mi señor, ya no tiene la gobernacion, y así nosotros quedamos defraudados de nuestros deseos, y tantos trabajos como en ésto habemos puesto quedan perdidos; paréceme, pues, que para haber noticia de lo que nos conviene será bien que vaya el capitan Francisco Garavito á la villa de Acla, con demanda del hierro y pez que nos falta, y sepa si es venido, porque si lo fuere se torne, y nosotros acabaremos como pudiéremos estos navíos y proseguiremos nuestra demanda, y, como quiera que nos suceda, de creer es que el que gobernare nos rescibirá de buena voluntad porque le ayudemos y sirvamos; pero si Pedrárias, mi señor, todavía tuviere la gobernacion, dalle hán parte del estado en que quedamos y proveerá de lo que pedimos, y partirnos hémos á nuestro viaje, del cual espero en Dios que nos ha de suceder lo que tanto deseamos.» Díjose, que cuando esto Vasco Nuñez hablaba comenzó á llover, y que la guarda, persona que velaba su cuarto, se recogió á la sombra y debajo del tejado de la casa donde Vasco Nuñez estaba por no mojarse, el cual oyó como decia que convenia irse con los navíos

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