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La Bruja de Madrid, por D. Wenceslao Ayguals de Izco.

A las cinco de la madrugada, cuando apenas asomaban los primeros albores, levantose la señora Pepa; pero se abstuvo de entrar en la cocina por no incomodar á los que dormian en ella.

A las cinco y media era ya de dia. El viento habia cesado, y las nubes desaparecido.

Manolo, abrigado en su capa, se asomó á una ventanilla que daba al camino ó paseo de la Florida. No se veia una alma. Todo estaba cubierto de nieve. La ermita de San Antonio ofrecia un panorama verdaderamente romántico. Su aspecto religioso daba mayor solemnidad á la calma universal en que todo yacia. Los gigantescos árboles, despojados aun de su verde pompa, ostentaban en la parte superior de sus ramas la blancura de la nieve, que producia un contraste magnífico con la negra corteza.

Hasta las seis y media no aparecieron en casa de la señora Pepa los individuos á quienes con tanta impaciencia aguardaba Manolo.

La señora Antonia, el tio Palique, su hija y la tia Pelona, que quiso acompañarles hasta la choza de su hermana, habian tenido que alquilar un carro. A la puerta de la casa pagaron al carretero, regresó este á Madrid, y los nuevos huéspedes se juntaron con sus dignos compañeros en medio de un indefinible regocijo.

La infatigable y servicial señora Pepa no habia perdido el tiempo, y tenia ya preparada una gran cazuela de callos, con cuyo obsequio sorprendió agradablemente á sus huéspedes, gritando: -¡A almorzar todo el mundo!

No se hicieron de rogar los concurrentes, y rodearon la mesa con grande algazara.

-Falta el Tuerto-dijo Lagartija.

-Está de centinela en el corral-repuso Manolo. - Ya le guardaremos su racion.

—¿Y la tia Pelona?-preguntó Juanilla.

Es verdad-dijo la señora Antonia mirando á todas partes. -Tampoco está aquí.

En este momento se oye un prolongado silbido.

Manolo, Mendrugo y Lagartija se dirigen precipitadamente al corral sin hablar una palabra.

Pocos momentos despues suena un tiro. A este tiro siguen algunos mas y se oye otro silbido y la voz de Manolo que grita: Al Puente verde!

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El tio Palique, la señora Antonia y Juanilla huyen azorados y se dirigen al Puente verde.

Al otro lado del rio les aguardaba Manolo gritando con desesperacion :

-¡Todo lo hemos perdido!

-¿Qué ha sido eso?-preguntó Juanilla llena de miedo. ¿Qué ha de ser?-respondió pateando Manolo-que esa maldita vieja nos ha vendido.

-¿La Pelona?-preguntó el tio Palique.

-La misma.

-Si esa muger no puede ser cosa buena-exclamó la señora Antonia.

-¿Pero por qué hemos de huir?-objetó Juanilla. - Nadie tiene derecho á despojarme de prendas que son mias.

-Fíate de eso y verás cómo te llevan á la horca.

¿Por qué razon?

- Porque nos atribuirán la muerte del lacayo de marras. -Nadie podrá probar una muerte que no hemos hecho. -Pero justificarán la que acabo de hacer ahora. -¿Has hecho una muerte?-preguntó horrorizada la señora Antonia.

Sí-contestó Manolo-he tenido el gusto de castigar á la maldita vieja. La he destrozado la cabeza de un trabucazo. -¿Y si te prenden?

-Me ahorcarán.

Pues huyamos... huyamos...-exclamó Juanilla. — Piérdase todo con tal de que tú te salves.

Y aquellos miserables emprendieron la fuga.

En efecto, la tia Pelona, codiciosa de alguna recompensa, ha

bia delatado á sus amigos, y de acuerdo con el que capitaneaba una partida del resguardo, le abrió la puerta falsa del corral.

La desgraciada pagó cara su traicion, pues fué víctima de la venganza de Manolo, y cayó muerta á la misma puerta del corral.

Así acabó la ruin vieja su carrera de infamia y prostitucion; y los miserables que tan bellas esperanzas habian concebido, tuvieron que abandonar unas riquezas por ruines medios alcanzadas, huir mas pobres que nunca á mendigar el sustento en tierras extrañas, perseguidos y deshonrados.

y

No parece sino que la Providencia quiera enseñar á la sociedad por estos ejemplos, que los tesoros mal adquiridos no enjendran dicha duradera, que no hay propiedad mas legítima que la que obtiene el hombre con el sudor de su frente, que están escritas por la mano infalible de Dios estas sacramentales palabras: TRABAJAD SI QUEREIS SER FELICES..... TRABAJAD SI AMBICIONAIS UNA CÓMODA POSICION SOCIAL; PERO SI OS ENRIQUECEIS EN LA HOLGANZA CON EL FRUTO DE AGENOS AFANES, LA SOCIEDAD TIENE DERECHO Á DESPOJAROS DE LO QUE NUNCA OS HA PERTENECIDO, Y HACEROS SUFRIR TODO EL RIGOR DE LA EXPIACION.

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