Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Si Cárlos IV. se entregaba asi en brazos de Napoleon y se ponia á su merced confiándole su suerte y su porvenir, como quien en su desamparo no tenia á quien volver los ojos, por su parte Fernando VII. y los hombres de su gobierno se apresuraban á anunciar al pueblo español que lejos de variar la polí

ro, arregló, con presencia de aquella, un plan de condiciones, con las cuales se había de reducir el documento á escritura pública, si las aceptaba su bijo, y que las condiciones eran las siguientes:

4. La observancia inviolable de nuestra santa religion católica romana, con esclusion de toda otra, etc.

2. La absoluta y rigurosa indivisibilidad é integridad de los mismos estados y dominios de la monarquía, sin que ni al principe sa hijo, ni á ninguno de sus sucesores, fuese nunca libre desmembrarlos, traspasarlos ó cambiarlos voluntariamente de manera alguna.

3. La buena y leal inteligencia con todos los gobiernos con quienes la España se ballaba en paz, y muy especialmente con el imperio francés..... y el mantenimiento de la garantía de todos los dominios de la corona al mediodía de los Pirineos, segun la te nia hecha y solemnemente pactada y declarada por el tratado de Fontainebleau el emperador de los franceses.

4. La publicacion que deberia hacerse, en tiempo pacífico, seguro y oportuno, del restablecimiento de la ley I., título XV., Partida II., concerniente á la sucesion de la corona, tal como se habia acordado bajo su soberana aprobacion en las cortes del año 1789.

5. La buena administracion de sus reinos con el menor gravámen posible de la agricultura, las artes, la navegacion y el comercio, etc.

6. La omnimoda y absoluta libertad para establecer su residencia juntamente con la reina, donde mejor pudiese convenir á su salud, tranquilidad y reposo.

7. El señalamiento de una renta anual fija para el mantenimiento suyo y de su casa, en aquella cantidad que permitiesen los medios del real erario sin aumentar las cargas de sus pueblos.

8. El señalamiento de la renta fija y anual que por fallecimiento suyo debería disfrutar la reina.....

9. La designacion de un palacio y parque real para habitarlo y disfrutarlo SS. MM. durante sus vidas cómo y cuando pudiese convenirles, con goce suyo propio y peculiar, y con la calidad de su integra reversion é incorporacion á los demas bienes de la corona por fallecimiento de entrambos.

10. Recomendaciones generales y especiales á su hijo en favor de los infantes, manifestando su deseo particular de conservar en su compañía y de su esposa al infante don Francisco.

11. Otra recomendacion muy especial en favor de su bija la infanta doña María Luisa, y de sus dos nietos, hijos de ésta, don Carlos Luis y doña Luisa Carlota. 12. Un encarg› may estrecho de procurar por todos medios la paz y la perfecta union de todos los españoles, y de evitar y hacer evitar toda suerte de novedades y reacciones que podrian turbarla.

13. La ejecucion y pleno cumplimiento de su real decreto de 18 de marzo, por cl cual S. M. se habia dignado de concederme mi retiro, declarándose en consecuencia de ello que ninguno de los sucesos ocurridos contra mi persona podia dañar al honor contraido en los servicios hechos bajo su reinado, ni pararme ningun perjuicio. 14. Una recomendacion particular en favor de las personas de su real servidumbre para que fuesen conservadas en sus respectivos empleos.....

15. y última. Que le fuese becho y cntregado por el hijo un acto de aceptacion de la escritura de renuncia que le hacía, con arreglo á los artículos referidos, cuyo acto fuese semejante en la sustancia y en su espresion al que el principe don Luis habia hecho para su augusto padre el señor Felipe V. aceptando su renuncia; y que entrambos dos actos fuesen consolidados con las formalidades legales que permitian las circunstancias y apuros del tiempo.

Esto dice que se preparó la noche del 20, pero que los ministros Cevallos y Caballero espusieron al rey que los sucesos se preci

tica de su padre respecto al imperio francés, se proponian estrechar más y más y con especial esmero los vínculos de amistad que unian ambas naciones (1). Y cuatro dias después (24 de marzo) se publicaba por edicto para noticia del público una real orden, que, entre otras cosas, decia lo siguiente: «Teniendo noticia el rey nuestro señor que dentro de dos y medio á tres dias llegará á esta córte S. M. el emperador de los franceses, me manda decir «á V. I. que quiere sea recibido y tratado con todas las demostraciones de fe3atejo y de alegria que corresponde á su alta dignidad é íntima amistad y alian«<za con el rey N. S., de la que espera la felicidad de la nacion; mandando «asimismo S. M. que la villa de Madrid proporcione objetos agradables á Su «Magestad Imperial, y que contribuyan al mismo fin todas las clases del Esta«do.>> Y se espidieron órdenes para que las tropas españolas de Portugal que el príncipe de la Paz habia mandado venir por precaucion se volvieran á los respectivos puntos que ocupaban en aquel reino, como innecesarias. Tan ciega era la confianza que el nuevo gobierno tenia en el ejército francés y en su em. perador.

Murat por su parte, al tiempo que con la protesta sugerida á Cárlos IV. y

pitaban y agolpaban de modo que seria peligroso escitar la desconfianza pública con nuevos actos; que ya el Consejo de Castilla habia autorizado la renuncia y comunicádola al pueblo, el cual la habia recibido con general entusiasmo; que para todo lo d más deberia contar con el afecto de Fernando, y que S. M. polia retirarse á Badajoz, si era de su agrado. Que Cárlos insistió en que por lo menos se firmase la escritura por él y su hijo, con asistencia de un notario de los reinos Que en medio de esto iban llegando las noticias de los alborotos de Madrid. Que el dia 21 creció su ansiedad y turbacion al anunciarle que ya no era dable hacer mas de lo hecho, y que era precisa su partida á Badajoz para evitar conflictos. Que entonces, viéndose sin amigos, sin consejeros y sin proteccion de nadie, autorizó á su hija la reina de Etruria para entenderse con Murat y descubrir si ballaría en el apoyo de la Francia algun recurso contra la opresion que padecia, que fué el principio de la correspondencia de que hemos hecho mérito. Que en su consecuencia fuè enviado ei general Monthion por Murat á Aran juez. Que de resultas de la conferencia que aquél tuvo con Carlos IV. y bajo su inspiracion se estendieron la protesta y la carta

á Bonaparte, la cual no tenia escrita de antemano. Que en aquellos dias escribió lambien á su hijo dándole quejas de las duras é injustas m didas que tomaban sus ministros, y que la respuesta de Fernando fué vaga y evasiva, dan lo à entender que no era libre ni estaba en su mano evitarlo, y que si instaba por que sus padres se retirasen a Badajoz, era porque su presencia tan cerca de la corte no avivase más el fuego de los descontentos. pero que haría cuanto pudiese por remediar lo que fuese remediable y compatible con sus dos deberes, de soberano y de buen hijo.

Nadie en efecto como el príncipe de la Paz pudo saber por boca del mismo Cárlos IV. todo lo que á éste pasó en aquellos aciagos d as, lo que pensó y lo que hizo. Mas como quiera que el autor de las Memorias no acompaña estas noticias con datos ó documentos fehacientes, respecto á su veracidad no podemos hasta ahora juzgar, al menos por nuestra parte, sino por los grados de más o menos verosimilitud que en ellos nos parezca descubrir, y que dejamos al buen juicio de nuestros lectores.

(1) Comunicacion del ministro Cevallos al gobernador del Consejo, en 20 de marzo, 1808.

con las escisiones entre los padres y el hijo, y el desconcierto de toda la familia real, gozaba en ir allanando cada dia más el camino del trono español al emperador su cuñado, alimentaba y fomentaba con no menor gusto el afan y la impaciencia de los hombres del nuevo reinado por ver cuanto ántes á Napoleon, y granjearse su amistad; de aquellos hombres que tan terribles cargos habian hecho á Godoy y tan inexorables se le habian mostrado por su alianza con el imperio francés. Asi Murat, halagando aquella esperanza, se complacia en anunciar cada dia el próximo arribo del emperador; llegó á venir un aposentador para preparar el alojamiento imperial; hasta se enseñaban un sombrero y unas botas del ilustre huésped que se aguardaba; un ministro convocaba las maestranzas para festejarle; otro disponia bailes en el Retiro; dos magistrados empleaban las horas de descanso en organizar estos obsequios, y Murat aceptó en su nombre una mesa de veinte cubiertos para él y otra mayor para su servidumbre.

¿Qué estraño era todo esto? En la Gaceta se habia publicado lo siguiente: «Noticioso el rey de que S. M. el emperador de los franceses y rey de Italia se «propone venir á Bayona, ha nombrado una diputacion compuesta de tres su«getos de la mas alta gerarquía de sus reinos para que se trasladen inmediata«mente á dicha ciudad, feliciten á S. M. I. y R., y le entreguen en propia «mano las reales cartas que S. M. le dirige con este motivo. Llevan asimismo «estos diputados el encargo de manifestar á S. M. I. y R., los sentimientos de «aprecio y admiracion del rey hácia su augusta persona, y el de acompañarle ty obsequiarle en caso de que se digne entrar en España. Los sugetos que Su Magestad ha elegido para esta honrosa é importante comision, son el señor aduque de Frias, el con le de Fernan Nuñez y el duque de Medinaceli, todos tres grandes de España de primera clase. Fué tál el entusiasmo de alguno de estos mensageros, el conde de Fernan Nuñez, que ansioso de ganar la palma de la buena nueva, no encontrando á Napoleon en Bayona se adelantó hasta Tours. Como á las inmediaciones de esta ciudad tropezase con el prefecto del palacio imperial, preguntóle con vivo interés si venia ya cerca la sobrina del emperador, prometida del rey de España; respondió aquél que ni tál sobrina 'era de la comitiva, ni habia oido hablar de tal casamiento; lo cual oyó el magnate español con cierto desdeñoso ademan, y como quien compadecia al funcio nario imperial que no estaba como él en el secreto.

Y á todo esto, y mientras los cortesanos de Fernando se conducian de una manera tan propia para escitar la sonrisa del menosprecio á los que estudiaban cómo aprovecharse de su humillacion, de su ceguedad ó de su candidez, Murat, que aun no habia reconocido á Fernando VII., á quien aca so miraba solo como un rival á la corona de España, Murat, que habiendo conseguido la protesta de

Cár'os IV. y no tratando á Fernando sino como príncipe de Astúrias, se proponia que se considerára huérfano el trono español, con un monarca que habia dejado de serlo y con otro que no lo era todavía; Murat, que conseguia de la nueva córte cosas tan degradantes para ella como la entrega del glorioso trofeo de Pavía; Murat, que se atrevia á decir que él no reconocia al nuevo soberano hasta que el emperador decidiera en el conflicto suscitado entre el padre y el hijo, y que entretenia á nuestra córte con engañosas apariencias de la próxima venida del hombre en quien todos tenian puestas sus esperanzas, meditaba, de acuerdo con Beauharnais, cómo alejar de la córte todos los príncipes españoles persuadiéndoles que debian salir al encuentro de Napoleon, en cuyo caso no habria que entenderse ya mas que con Cárlos IV. á quien era muy fácil acabar de arrancar un cetro, que ni él podia ya sostener, ni la España misma le habia de permitir recobrar.

¿Qué hacia entretanto, ó qué pensaba Napoleon en vista de los acontecimientos de Aranjuez y de Madrid? Nos falta asistir al último acto y el mas lastimoso del triste drama que estaba representando la familia real y la córte española, antes de consolarnos con el noble, con el impetuoso, con el inaudito y memorable arranque de dignidad y de grandeza que ofreció en espectáculo al mundo y á los siglos la nacion española tan pronto como despertó de su letargo,

CAPITULO XXII.

SUCESOS DE BAYONA.

1808.

(Abril y mayo.)

Impresiones de Napoleon al saber los sucesos de Aranjuez.-Carta a su hermano Luis ofreciéndole la corona de España.-Conversacion con Izquierdo.-Respuesta directa de éste.-Política del emperador respecto á Fernando VII.-Su carta al gran duque do Berg-Nuevas instrucciones que le da. -Envia á Madrid al general Savary.-Excitan todos á Fernando á que salga á esperar al emperador.-Anuncios de lisongeros resultados con que le provocan al viage.-Errados cálculos y lamentable obcecacion de los ministros españoles. -Pide Murat que le sea entregada la persona de Godoy.-Savary acuerda desistir de esta pretension.-Se resuelve y anuncia al público la salida del rey.—Nombramiento de una Junta suprema de gobierno —Viaje de Fernando VII.— Personas que le acompañaban.-Llegan á Burgos y á Vitoria sin encontrar al emperador.-Recelos de los españoles.-Carta de Napoleon á Fernando recibida en Vitoria.— Falaces promesas de Savary.-Proyectos de evasion que se proponen al rey.-No son aceptados. Se acuerda continuar el viaje hasta Bayona.-La poblacion de Vitoria intenta impedirle.-Proclama de Fernando para tranquilizar al pueblo.-Cruza Fernando VII. la frontera, y entra en Bayona.-Recibimiento que le hace el emperador.— Conferencia de éste con el canónigo Escoiquiz.-Hace intimar Napoleon á Fernando su pensamiento de destronar los Borbones de España.-Pláticas de aquellos dias.-Conducta de Fernando y de sus ministros y consejeros.-El príncipe de la Paz es sacado de la prision y enviado á Bayona.-Debilidad de la Junta de gobierno-Godoy en Bayona. -Murat intenta que la Junta reconozca á Cárlos IV. como rey.-Consulta ésta á Fernando. Su respuesta.-Acuden tambien à Bayona Cárlos IV. y Maria Luisa Son recibidos como reyes.-Célebre convite imperial.-Primera renuncia de Fernando en su padre.-Respuesta de Cárlos IV. no admitiendo las condiciones.-Contestaciones entre padre e hijo.-Cólera de Napoleon producida por las noticias recibidas de Madrid.— El5 y 6 de mayo en Bayona.-Renuncia segunda vez Fernando Vil. la corona de Espa➡ ña en su padre. La renuncia Cárlos IV en Napoleon.-Carácter de estas renuncias.— Abdica Fernando sus derechos como príncipe de Astúrías.—Internacion de la familia real española en Francia.—Su proclama á los españoles.—Breve juicio de estos sucesos.

Por desgracia los grandes hombres (y es lastimoso achaque de la humanidad) suelen cometer, no solo grandes errores, sino tambien grandes iniquidaTomo XII. 44

« AnteriorContinuar »