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Batalla de Espinosa de los Monteros, desgraciada para los españoles.-Penosa retirada de Blake á Leon.-Toma el mando del ejército de la izquierda el marqués de la Romana. -Noble conducta de Bike.- Justicia que le hace la Junta de Galicia.-Disposiciones y movimientos de Napoleon.-Derrota cerca de Burgos el ejército de Extremadura.Exagerada importancia que dió Napoleon á aquel triunfo.-Incendio y pillage de la ciudad. Decretos imperiales: impuestos y proscripciones.-Situacion y operaciones del ejército del centro.-Es derrotado en la accion de Tudela. -Sucede la Peña á Castaños en el mando de aquel ejército.-Llega tarde á Somosierra y se dirige á Guadalajara — Prosigue Napoleon su marcha á Madrid.-Destruye al general Sanjuan en el puerto de Somosierra.-Brillante y memorable carga de los lanceros polacos.-Sanjuan se refugia en Segovia.-Asustada la Junta Central, abandona á Aranjuez y se dirige á Badajoz. -Preparativos de defensa en Madrid.-Entusiasmo popular: armamentos. -Es horriblemente asesinado el marqués de Perales.-Napoleon en Chamartin.-Hace intimar primera y segunda vez la rendicion de la plaza.-Respuesta.-Atacan los franceses y toman el Buen Retiro. Mensage al campo imperial-Aspera arenga de Napoleon.-Capitulacion y entrega de Madrid.-El rey José en el Pardo.-Notables decretos de Napoleon en Chamartin.-Disgustos de José con su hermano.-Hace dimision de la corona de España.-El emperador se la cede de nuevo, y exige que le pre ten juramento en todos los templos de Madrid.-Distribucion que hace de sus ejércitos.-Desmoralizacion de nuestras tropas.-Horrible asesinato del general Sanjuan en Talavera.-Discordias y rebeliones en el ejército del centro.-Su penosa retirada á Cuenca.-Toma su mando el

duque del Infantado.-Escesos lamentables de los pueblos.-Dominan los franceses la Mancha.-Vencen á los nuestros en el Tajo, y penetran en Extremadura.-La Junta Central acuerda trasladarse á Sevilla.-Don Gregorio de la Cuesta capitan general de Extremadura.-Entra la Central en Sevilla.- Muerte del conde de Floridablanca.Reemplázale el marqués de Astorga.

Reforzado el ejército francés de España con numerosos cuerpos de tropas veteranas y aguerridas, traidas del Norte y del centro de Europa, fuerte de doscientos cincuenta mil hombres, dirigido por Napoleon en persona, con su inteligente y enérgica voluntad y con todo el prestigio que acompañaba á su nombre y á su poder inmenso, y teniendo que combatir con tropas en su mayor parte todavía nuevas, y de prisa y con escasos medios recien organiza das, era natural y no podia menos de suceder que cambiara la marcha de la guerra en favor de los franceses. En el estado en que la encontró Napoleon, dos partidos podia tomar: era uno dejar á Lefebvre en observacion de Blake con órden de no perseguirle vivamente si se pronunciaba en retirada, marchar él rápidamente sobre Burgos, y destacar uno de sus cuerpos sobre Reinosa para cortar la retirada al general español: el otro era que los mariscales Lefebvre y Victor reunidos le persiguieran y atacaran hasta destruirle. El emperador prefirió este último, y de aqui el combate de Güeñes, al cual sin embargo no concurrió, con estrañeza suya, el mariscal Victor.

Habíase situado, como dijimos, don Joaquin Blake en Espinosa de los Monteros, villa de cierto renombre en España por el antiguo privilegio de que gozan sus naturales de ser los escogidos para hacer, con el título de Monteros de Espinosa, la guardia al rey de noche cerca de su cuarto. Ocupaban los españoles, en número de veinte y un mil, las ásperas alturas y hondos valles que rodean la poblacion, cuando fueron atacados por los veinte y cinco mil franceses del primer cuerpo que mandaba el mariscal Victor (10 de noviembre), sufriendo la primera embestida nuestra division del Norte que guiaba el conde de San Roman, situada en un altozano. Por espacio de dos horas sostuvieron los nuestros bizarramente el combate, hasta que cargados por mayor número abandonaron el bosque. Nuestra artillería, manejada por el capitan Roselló, hacía un fuego certero y vivo. Esforzóse Blake por sostener la division San Roman con la tercera que guiaba Riquelme, pero la circunstancia fatal de haber sido heridos mortalmente ambos generales hizo suspender la pelea al llegar la noche. Los vecinos de Espinosa habian huido espantados, y no habia ni en la villa ni en sus contornos, ni mantenimientos para los combatientes, ni menos recursos para los heridos. Todos pasaron la noche à la intemperie sin moverse, pues creyó Blake que era preferible sos

tener otro ataque al siguiente dia á ejecutar un movimiento de retirada que alentára al enemigo y produjera en los suyos desánimo y desorden; mucho más cuando habia dado órden al brigadier Malaspina, que se hallaba en Medina de Pomar, para que acudiese á reforzarle con los cuatro batallones y los cuatrocientos caballos que tenia. Pero al quererlo ejecutar aquel gefe, encontróse con cuerpos enemigos, teniendo que limitarse á salvar sus tropas á costa de dificultades y rodeos.

Sufrió pues Blake en la misma situacion el ataque del dia 11, y sufriéron le las primeras las tropas asturianas, que ya habian tenido bastantes bajas en el de la víspera. Hizo la fatalidad..... no la fatalidad, sino la destreza de los tiradores franceses, colocados de intento y esclusivamente para apuntar á los gefes nuestros, que sus certeros tiros hirieran al general Acebedo y al gefe de escuadra don Cayetano Valdés, y dejaran sin vida al mariscal de campo don Gregorio Quirós, que montado en un caballo blanco recorria las filas. Viéndose los asturianos privados de todos sus gefes, abandonaron aturdidos las posiciones que ocupaban, huyendo por las asperezas del valle de Pás; no pudo Blake impedir que cundiera el desaliento á los demas cuerpos, y que unos comenzáran á cejar y otros á desordenarse, y dispuso la retirada protegida por la reserva de Mahy. En el paso del rio Trueba perdió las sis piezas de artillería que llevaba. La falta de subsistencias en un pais estéril y quebrado hizo que nuestros soldados se dispersáran y estraviáran. Apenas pudo Blake reunir diez ó doce mil hombres en Reinosa, donde estaban el parque de artillería y los almacenes, y donde se habia propuesto dar alimento y descanso á sus estenuadas tropas, y rehacerse y reorganizarlas. Mas ni para esto tuvo lugar; las desgracias se le agolparon, y las activas operaciones del enemigo no se lo permitieron. Sabedor de que el mariscal Soult, duque de Dalmacia, enviado por Napoleon desde Burgos se dirigia á marchas forzadas sobre Reinosa para cortarle la retirada á Leon, se adelantó hácia esta ciudad por las montañas haciendo marchas penosas (1). La artillería llegó por Saldaña, escepto la de una division, que hallando ya interceptado el camino se dirigió por Santander á San Vicente de la Barquera.

Al llegar al valle de Cabuérniga presentósele el marqués de la Romana, nombrado, como dijimos, por la Central general en gefe del ejército de la iz

(1) En uno de los pasos alcanzaron todavía las tropas de Lefebvre à los enfermos y heridos: condujéronse cruel é inhumana mente con estos últimos: entre ellos fué sacrificado el general Acebedo, á quien des. apiadadamente traspasaron á estocadas, sin

que alcanzaran á conmoverlos las sentidas súplicas de su ayudante don Rafael del Riego, el mismo que después fué tan conocido y tan infortunado, y fue beebo entonces prisionero,

quierda. Nada hubiera sido mas cómodo para Blake que cambiar en aquellos momentos las privaciones y las fatigas de una retirada penosa por los goces y comodidades de la capitanía general de Galicia que conservaba, dejar á otro el cuidado y la responsabilidad de un ejecto en situacion deplorable, para trasladarse á la Coruña, donde le esperaban cargos honrosos, amigos sinceros, y una esposa y cinco hijos queridos. Pero aquel pundonoroso militar prefirió á todo esto seguir compartiendo con sus tropas las molestias de una laboriosa marcha, y asistir á la Romana con sus consejos y acompañarle hasta Leon, donde todavía, hecho recuento de la fuerza (24 de noviembre), resultó haberse reunido allí quince mil novecientos treinta soldados y quinientos ocho oficiales; resultado admirable ciertamente, despues de haber disputado palmo á palmo la Vizcaya á un enemigo poderoso, despues de tantos combates, unos felices y otros desgraciados, y despues de tantos temporales, de tanto desabrigo, de tantas escaseces, y de tan larga retirada por pais tan es téril Y tan quebrado; resultado que á juicio de los inteligentes, y más de los estrangeros que de los nacionales, confirmó la reputacion mil tar de Blake en medio de sus desgracias.

En Leon hizo entrega formal del ejército al marqués de la Romana, y dió un parte de todas las operaciones á la junta de Galicia, de la cual recibió una respuesta sumamente satisfactoria (1), porque asi como contaba con algunos enemigos en la Central, la de Galicia que le conocia á fondo, hizo constantemente justicia á su mérito, á su honradez y á su patriotismo. Solicitó Blake de la Central que le empleára en otro ejército de operaciones, no acertando entretanto á separarse del que él mismo á costa de tantos esfuerzos habia creado; pero ya le volveremos á encontrar peleando en favor de la buena causa: úrgenos ahora dar cuenta de lo que en este tiempo en otras partes habia acontecido.

Napoleon, asegurada su derecha con los cuerpos primero y cuarto, que

(1) El Reino (le decia la junta) por el coficio de V. E. de 22 del corriente queda muy satisfecho de sus operaciones y pro«videncias. La guerra tiene sus reveses, y el Reino está bien persuadido de que si la adivina Providencia no ha concedido á V. E. el consuelo de anunciar siempre victorias, las que han conseguido los enemigos con las escesivas fuerzas que han hecho concurrir de todas las estremidades de Europa les han sido bien costosas; pero estos males pasageros se remedian con el celo y patriotismo que anima á todos los natura

ales de España. El Reino asegura á V. E. que en las honras que V. E. dice le ha dis«pensado no ha hecho mas que dar el mérito «debido á las prendas y circunstancias que «concurren en V. E., y se promete que estas mismas conducirán á Y. E. á mayores saatisfacciones, en las que el Reino tomará la mayor parte, porque estima y estimará «siempre á V. E.-Reino de Galicia, 28 de «noviembre de 1803.-Juan Fernandez Maratinez.-Antonio Maria Gil.-Excelentísimo señor don Joaquin Blake.»

perseguian á Blake, encargando á Moncey que con el tercero observase desde Lodosa nuestro ejército del centro y de Aragon, dejando en Logroño algunas fuerzas del sesto, debiendo dirigirse Ney con el resto de ellas á Aranda, dando á Bessières el mando de la caballería, y el del segundo cuerpo á Soult, salió él de Vitoria (9 de noviembre), seguido de estos últimos y con la guardia imperial y la reserva camino de Madrid por Burgos. Habia comenzado á entrar en esta ciudad el ejército de Extremadura, compuesto de diez y ocho mil hombres, pero del cual solo doce mil habian llegado á la poblacion, quedando la tercera division hácia Lerma, algunas leguas atrás. Mandába a el conde de Belveder, nombrado por la junta en lugar de don José Galluzo. Inesperto él, mal equipadas sus tropas, y sin saber que tenia sobre sí cuarenta mil franceses, y cuarenta mil franceses mandados por Napoleon, cometió la imprudencia de adelantarse á Gamonal, tres cuartos de legua de Burgos, y la mayor locura de aceptar la accion en aquella estensa planicie. Poco trabajo costó al general francés Lassalle envolver y arrollar nuestra derecha, y poco tardó nuestro ejército en huir desbandado, y tan de cerca perseguido, que juntos y revueltos entraron vencidos y vencedores en Burgos, despues de haber acuchillado la caballería de Bessières á los que por la orilla del rio Arlanzon intentaban salvarse, y de haber cogido catorce caño. nes. El de Belveder no paró, con las reliquias de su destrozada gente, hasta Lerma, donde se encontró con su tercera division. Y perseguido allí, prosiguió á Aranda, donde todavía no se contempló seguro, teniendo que refugiarse á Segovia: alli la Junta Central le retiró el mando que en mal hora le habia sido conferido, nombrando en su reemplazo á don José de Ileredia.

Algunos tiros disparados por los fugitivos en las calles de Burgos sirvieron de pretesto á Napoleon para entregar la ciudad al pillage: «desórdenes, dico un historiador francés, poco propios para hacer amar la dominacion francesa en España (1).» Apoderáronse, entre otras cosas, de dos mil sacas de lana pertenecientes á ricos ganaderos, que enviadas á Bayona y vendidas valieron muchos millones. Cuando José entró en Burgos, el fuego destruia todavía algunos cuarteles de la ciudad; las casas estaban casi todas desiertas. Napoleon prcsentó á los ojos de Europa el corto combate y fácil triunfo de Burgos como una gran batalla, que en cierto modo decidia de la suerte de España; para darle mas importancia y realce envió al Cuerpo legislativo las banderas cogidas, y aquel cuerpo acordó una felicitacion al emperador, y dirigió un mensaje á la emperatriz como testimonio de su admiracion por las glorias militares de su augusto esposo. Esta exageracion convenia á los fines politicos de Bonaparte,

(1) Du Casse, Memoires du roi Joseph, lib. !!!

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