Imágenes de páginas
PDF
EPUB

acuerdo con otro ministro no le pudiera fácilmente arrancar del lado y del consejo de unos reyes á quienes parecia dominar, y de cuya voluntad y albedrío se le hacia poseedor.

Que tál privanza y de tál género habia de excitar celos, resentimiento y enojo en el príncipe de Astúrias, segun con los años y la razon pudiera irse apercibiendo de ella, era cosa esperada por lo natural, y más si habia, que no podia faltar tampoco, quien ó por interés ó por amor al bien público se la hiciera reparar, buscándole al propio tiempo como elemento de oposicion al privado, y como bandera legítima de un partido nacional, que podia ser de gran porvenir como todo partido que se agrupa en derredor del heredero de un trono. Pero entre los muchos que hubieran podido predisponer en esto sentido al príncipe Fernando, porque eran muchos los enemigos de la personas y del gobierno de Godoy, cúpole la suerte de ser su mas inmediato y su ma influyente director á un eclesiástico, á quien el mismo Godoy, por equi vocacion, eligió é hizo nombrar preceptor del príncipe, prefiriéndole á todos los aspirantes á tan honroso cargo, porque era uno de los que más frecuentaban sus salones, y ya le habia hecho canciller de cortina del rey, no imaginando que su favorecido hubiera de ser su enemigo mas perseverante y el principal causador de su caida y de su ruina. Y decimos por equivocacion, porque el mismo príncipe de la Paz confiesa haberle seducido el continente dulce y grave al mismo tiempo de aquel sacerdote, su aire al parecer modesto y candoroso, su apacible semblante, unido á cierta reputacion que tenia de hombre instruido, como traductor de algunos libros ingleses, autor él mismo de un poema original, aunque malo, y sobre todo de varios opúsculos propios para la enseñanza elemental de los jóvenes, algunos de los cuales habia dedicado al duque de la Alcudia, á quien llamaba su protector. Tál era don Juan Escoiquiz, canónigo de Zaragoza, cuando fué nombrado ayo y preceptor del príncipe de Asturias, á la edad en que éste necesitaba cultivar las bellas letras (1).

(1) Antes habian estado encargados de su educacion moral el docto padre Scio, traductor de la Biblia, y el sábio y virtuoso prelado don Francisco Javier Cabrera.

Las obras de Escoiquiz fueron: las traducciones en verso español de las Noches de Young y de El Paraiso perdido de Milton, el poema original Méjico conquistado, la Impugnacion de una Memoria contra la Inquisicion, un Tratado de las Obligaciones del hombre, una traduccion de El amigo de los niños de Sabatier, y otra de los Elementos

de Historia natural de Cotte. Mas adelante escribió la Idea sencilla de las razones que motivaron el viage del rey Fernando VII. á Bayona en abril de 1808, y Los famosos traidores refugiados en Francia.-Menos mal prosista que poeta Escoiquiz, nunca han sido consideradas sus producciones por los hombres de letras, ni aun en el primero de aquellos conceptos, como obras de un ingenio de primer orden, ni su reputacion de literato pasó nunca de la que alcanzan las medianias.

Desde esta época comienzan á advertirse sensiblemente las discordias de palacio, que poco á poco se fueron haciendo escándalos lamentables, para venir á parar en ruidosas escisiones. Daba ocasion á ellas la conducta de la reina y del valido; atizáb las trabajando á la zapa el canónigo Escoiquiz, de quien se dice, y asi pareció haberlo acreditado las sucesos, que tan pronto como le fué encomendada la educacion del jóven príncipe se imaginó llegar á ser un Richelieu ó un Cisneros, y apoderándose del corazon de su tierno alumno, y cuidando más de dirigirle en la política que de instruirle en las matemáticas y en las bellas letras, prepararse un porvenir halagüeño con el hijo, y al efecto influir de presente con los padres y minar con disimulo la influencia del privado. Favorecia á su plan el propósito que se atribuia á Godoy de entibiar el cariño de los reyes hácia su hijo primogénito, pintándosele como de carácter avieso, desagradecido, y poco apto para recibir la instruccion necesaria á los que han de regir un Estado, con el designio de irle inhabilitando para subir al trono que un dia habria de heredar, y hasta el cual se suponia que llegaban los sueños ambiciosos del favorito. Pero éste á su vez culpaba á Escoiquiz de haber hecho á su régio discipulo receloso y desconfiado de sus padres, persuadiéndole de que era aborrecido de ellos, y principalmente de la reina, por instigacion del príncipe de la Paz, á quien por lo mismo era menester apartar del lado de los soberanos, y aun le atribuía haber inspirado é imbuido al jóven heredero una ambicion impaciente que podia llegar á ser criminal.

Sin embargo los trabajos de Escoiquiz para derribar al valido fueron solapados y encubiertos hasta la caida de Godoy en 1798. Entonces, creyendo de. finitiva su desgracia, presentó al rey un escrito titulado: Memoria sobre el interés del Estado en la eleccion de buenos ministros; en cuya primera parte trazaba el retrato de un mal ministro, con tales rasgos que no podia desconocerse haber querido retratar al príncipe de la Paz; en la segunda enumeraba las prendas que debian adornar á un buen ministro, y bien se traslucia la intencion del autor de dibujarse á sí propio. Dedicó después al rey su desdichado poema de Méjico conquistado, y como Cárlos IV. aceptára con su acostumbrada benevolencia la dedicatoria, engrióse el canónigo, creyóse ya en favor con el soberano, y avanzó á proponerle, como un pensamiento feliz de su alumno, el deseo de irse instruyendo en el arte de gobernar y el permiso para asistir á los consejos de gabinete. El buen Cárlos, que en edad mas madura no habia logrado igual gracia de su padre, no dejó de calar el designio que semejante pretension envolvía, y comprendiendo bien su procedencia, el carácter que el instigador de ella iba descubriendo, y la discordia que iba sembrando en el seno de la real familia, apartóle del lado de su hijo, y le desterró políticamente

á Toledo, confiriéndole la dignidad de arcediano de Alcaráz de aquella iglesia primada.

El remedio fué un poro tardío. El canónigo se habia apoderado ya del corazon juvenil del real discípulo, halagando su ambicion y sus pasiones, y asi quedó en correspondencia secreta con él, entendiéndose por medio de cierta clave, y además pasaba muchas veces disfrazado á la córte á visitarle personalmente, cosa no difícil en el género de vida que los príncipes hacian. Y como él atribuyó su destierro á influjo de Godoy (que por cierto nunca estuvo en menos favor con los reyes ni mas alejado de palacio que entonces, segun por la correspondencia privada hemos visto), inspiró á Fernando un odio profundo al de la Paz, representándosele como un rival que aspiraba á arrebatarle la corona, y, como medio para llegar á este fin, hacerle aborrecible á sus padres. De aquí el aire taciturno, tétrico y reservado que los reyes advertian en su hijo primogénito, y la falta de espansion, y ciertos síntomas de recíproca desconfianza que se advertian entre los padres y el hijo.

Vuelto á la privanza el príncipe de la Paz, y cuando Cárlos IV., huyendo del compromiso de casar la infanta María Isabel con Napoleon (segun la idea indicada por su hermano Luciano), apresuró la negociacion de las dobles bodas de sus hijos con los de su hermano el rey de Nápoles, hemos visto que, consultado sobre ellas Godoy, si bien aprobó la de la infanta Isabel con el príncipe napolitano, no asi la del príncipe de Asturias con la infanta María Antonia de Nápoles, y que so pretesto de que convendria, antes de casarle, completar su atrasada educacion, le aconsejó que para perfeccionarle en la escuela práctica del mundo seria bien que viajára dos ó tres años por Europa. No agradó al monarca el pensamiento, y por esta vez no complació al valído; tratado el asunto con otros ministros, y principalmente con Caballero, las bodas se realizaron. La proposicion de Godoy de enviar al príncipe á viajar por reinos estraños fué atribuida á designios siniestros de separarle de sus padres, acabar de enfriar su cariño, y remover un obstáculo á sus planes para lo futuro; y la prevencion de Fernando y del canónigo Escoiquiz contra el favorito se convirtió en ódio manifiesto é implacable. A poco tiempo de esto, hablando el príncipe con el rey sobre la manera mejor de conservar nuestras Américas, siempre amenazadas por los ingleses, propúsole la idea de enviar allá á los infantes de España en calidad de príncipes regentes. Cualquiera que fuese en esto la intencion del de la Paz, y por mas que la idea se asemejase á la que ya en otro tiempo habia indicado á Cárlos III. el conde de Aranda, emanada de Godoy se tradujo á propósito de dispersar la real familia, y dejar el camino desembarazado para los fines que se le suponian. Y como á esto se unia el estar él enlazado con la misma familia real por su matrimonio con la hija del infante don Luis,

no obstante sus íntimas y conocidas relaciones con doña Josefa Tudó, con quien unos entendian mediar solo amorosos tratos, otros suponian estar ligado en matrimonio, todo conspiraba á escitar los recelos de que en su loca ambicion cupiera el pensamiento de llegar un dia á escalar el trono.

ĺbase formando asi un partido contra el príncipe de la Paz, compuesto de los que aborrecian su administracion, de los que sentian ver empañado con su privanza el decoro y la dignidad del trono, de los quejosos y descontentos, que siempre son muchos, de los lastimados con las reformas, de las gentes del pueblo, propensas á creer cuanto desfavorable se sabía ó se inventaba del valido, de los que lamentaban los males de la patria y esperaban de un cambio el remedio, y de los que de buena fé ó por interés propio creian ó aparentaban creer que este remedio no podia venir sino del jóven príncipe de Asturias. Este partido, que podemos llamar Fernandino, era grande y popular. A su cabeza estaba Escoiquiz, que no perdonaba medio para desacreditar á Godoy y para concitar contra él la animadversion pública, ya esplotando los motivos verdaderos que para aquella odiosidad por desgracia hubiese, ya exagerando estos mismos ó inventando otros nuevos, siquiera se sacasen á plaza escenas que encendieran de rubor los rostros, y que mancháran de deshonra y de ignominia el régio alcázar (1).

y cómplice á la reina, sino que envolvieran tambien al mismo monarca, al bondadoso Carlos IV.

(1) Uno de los asuntos que mas cebo da- se le suponian no solo hicieran participante ban á la maledicencia pública contra Godoy era su conducta privada, si privada puede llamarse nunca la del que por su posicion está siendo blanco constante de las miradas y de las censuras de todos, y no hay acto de su vida que no se investigue, y que por lo tanto pueda ser indiferente. De este género eran sus relaciones amorosas con la reina y con la Tudó, y las de aquél y de éstas con otras y otros, que entonces y después lenguas y plumas sin miramiento ni reserva alguna han vociferado. Y ya fuese que el mismo valido en su desvanecimiento cuidára poco del recato, ya que sus enemigos abultáran sus flaquezas ó exageráran sus escesos, ya que la prevencion que contra él habia predispusiera á ver grandes crimenes en lo que solo fucsen debilidades y pasiones comunes, y á acoger fácilmente todo lo que la malignidad o inventára ó ponderára, es lo cierto que, de viva voz entonces, y por medio de la imprenta después, no hubo delito ni abominacion que no le fuera imputado; siendo lo mas grave y lastimoso que en los depravados y criminales designios que

Tomo XII.

Horroriza y repugna leer lo que por ejemplo estampó el padre maestro Salmon, del orden de San Agustin, en su obra titulada: Resúmen histórico de la revolucion de España, impresa en Cádiz en la imprenta Real el año 1812, en que se habla descaradamente de reales adulterios, de incestos, de bigamias, de envenenamientos y de planes de regicidio, y otras abominaciones de esta indole, cuyas palabras y calificaciones nos abstenemos de copiar. En otras obras y escritos impresos se consignaron las mismas especies, en términos mas o menos esplicitos. Y si esto se publicaba por la imprenta, calcúlese lo que por aquel tiempo las lenguas pregonarian. Y cómo en estas materias nuestro sistema es no afirmar sino lo que justificar podemos, y como ni hemos hallado pruebas, ni las hemos visto aducir á otros de tales crímenes, dejamos á esos autores la responsabilidad de sus asertos; y sin negar la posibilidad de su exactitud, y 5

Vino á añadir fuego á la hoguera de aquellas discordias la esposa de Fernando, la princesa María Antonia de Nápoles, jóven como él, pero de génio vivo, de carácter orgulloso y dominante, instruida en idiomas y en historia. Sobre ser cosa muy natural que la princesa de Astúrias se afiliára en el partido de su esposo y del canónigo su maestro y director, lo cual solo bastaba para que aborreciese al privado de los reyes padres, agregábanse los motivos políticos y las instrucciones que de allá traia para trabajar por derribarle. Hija de la reina Carolina, la enemiga irreconciliable de Napoleon y de la Francia, apasionada y comprometida por la causa de Inglaterra, y estando entonces en estrecha alianza los gobiernos francés y español, traia especial encargo de su madre de sondear los secretos y penetrar las intenciones del gabinete de Madrid y de co municarle cuanto supiera, y de emplear además su influjo en minar el poder del príncipe de la Paz. Secreta y casi diariamente se correspondian la madre y la hija, y lo que la de Astúrias participaba desde acá lo trasmitia allá la de Nápoles al embajador inglés en su córte, y éste á su vez lo ponia en conocimiento de su gobierno. Algunas de estas cartas fueron interceptadas por Napoleon, y de ellas y de su contenido daba aviso al príncipe de la Paz.

Llegaron en este tiempo las discordias del palacio y de la familia real al es⚫ tremo mas lamentable. Los dos partidos se hacian recíprocamente las inculpaciones mas horribles. Era acusado Godoy por los partidarios del príncipe de Astúrias del propósito sistemático de hacer á éste sospechoso y aborrecido á sus padres, suponiéndole el designio y pintándole aguijado de la impaciencia de heredar prematuramente el trono, á cuyo fin procuraba tenerle apartado del trato íntimo y familiar con los monarcas, aislado en su cuarto, y como quien meditaba algun proyecto contra los autores de sus dias: y todo esto con la intencion de hacerle digno de ser desheredado, y con la ciega y loca aspiracion á escalar él mismo un dia las gradas de aquel trono que envilecia, y de ocupar el áula régia que estaba mancillando. Estos y otros abominables proyectos eran atribuidos al príncipe de la Paz, alcanzándole cierta participacion à la reina, de cuyas intimidades con el favorito se hacian derivar todas las injusticias, todos los males, las calamidades todas que sufria el reino y que los hombres de bien lamentaban. Pintábanse con vivos colores los desórdenes y la inmoralidad de que retrataban rodeado el régio sólio. El pueblo acogia con avidez todo lo que se propalaba en descrédito del hombre cuyo valimiento aborrecia. La

reconociendo que la funesta conducta de aquellos personages daba pié y ocasion á suponer, sobre lo que pasaba á la vista, todo lo demás que pudiera imaginar la suspicacia, nos limitamos á hacer estas indicaciones

para que se comprenda cuán irritado deberia estar el pueblo con los que tales escác dalos daban, y cuya política consideraba como la mas propia para arrastrar la nacion hacia su ruína.

« AnteriorContinuar »