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uly 1, 1914.

Bequest of

Georgina Lowell Putnam

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Enorme deuda ocasionada por las guerras anteriores.-Nuevas causas de nuestra penuria. -Calamidades públicas: epidemias: siniestros: años estériles.-Respiro que deja la paz marítima.-Deuda que se fué amortizando.-Medidas económicas.-Oficinas de Fomento. Sus trabajos estraordinarios.-Aumento de pagas al ejército y marina.-Obras públicas. Provisiones en favor de los labradores, cosecheros y panaderos.-Introduccion de granos estrangeros en España.-La compañía de asentistas.-Célebre contrato con Mr. Ouvrard.-Surtido de nuestros mercados, y destruccion de acaparadores y logreros. Nueva guerra con la Gran Bretaña, y nuevos apuros del tesoro.-Enagenacion de la séptima parte de los bienes del clero.-Loterias estraordinarias Nuevas contribuciones.-Falta de provisiones para nuestras escuadras.-Quejas y exigencias del

gobierno francés.-Larguezas del españo!.-Empréstitos de Iolanda.-Historia y vicisitudes de las liquidaciones de estos contratos.-Total de la deuda de España en aquel tiempo. Estado de la agricultura, del comercio y de la industria.-Idem de nuestra marina. Causas de su decadencia.-Vindicacion de España, é impugnacion de los errados asertos é injustos cargos de un historiador francés.

Prosiguiendo la historia de la marcha administrativa de este reinado, tal como la fuimos ya haciendo en varios de los capítulos anteriores, y la cual dejamos suspensa en el VIII, al apuntar el siglo XIX. y al ponerse por segunda vez al frente de la gobernacion del Estado como primer ministro el príncipe de la Paz, completarémos ahora la reseña económica que allí y desde aquella fecha dejamos pendiente. Aunque la responsabilidad de la buena ó mala administracion de la hacienda pública toca mas directamente á los que tienen á su inmediato cargo la direccion de este ramo, y el príncipe de la Paz cuida de advertir en diferentes lugares de sus Memorias que él no tenia parte en el manejo de estos negocios, y no eran ciertamente en los que más se hacía sentir su iniciativa, sin embargo, ni era ageno á ellos, ni dejó de manifestar muchas veces pensamientos ó ideas que podian ser provechosas ó nocivas, ni la marcha política de un estado puede dejar de influir grandemente en su situacion económica, ni puedo menos de alcanzar una parte no pequeña de alabanza ó de censura de los aciertos ó errores en todos los ramos de la gobernacion al que por su especial posicion y su mayor influjo da movimiento é imprime una direccion á la máquina del gobierno.

Vimos ya en el último de aquellos capítulos cuál era el estado fatal do nuestra hacienda al terminar el año 1799, á que alcanzaba nuestro exámen; estado que confirmaban las Memorias de los ministros del ramo. En el resúmen de la que dos años después presentó al rey una persona, conocedora ya entonces de la materia, y que mas adelante se vió en posicion de acreditarlo más, á continuacion del cuadro demostrativo de los gastos, ingresos, existencias y deficit de los años anteriores, sc decia: «Pero no bien se habia salido de «las calamidades de la guerra conti ental, cuándo se emprendió la maritima «contra Inglaterra, la cual disminuyó enormemente los ingresos de las rentas «por la interrupcion del comercio, y por lo que impide la venida de los cauadales de las Américas.-Asi, habiendo ascendido en dicho año (1795) las en«tradas en la tesorería á 675.057.881 rs., y en cada uno de los sucesivos á (solos 478.457,208; y los gastos desde 1,117. 255,589 rs. á 1,442.690,423, «ha resultado un déficit anual de 820.000,000, que hasta 1804 importó .000.000,000; cantidad en que se puede valuar el coste de la guerra, sin «contar los enormes desembolsos que la pérdida del papel moneda ha ocasio

anado, originada del atraso de pago en los réditos, y de la suspension de las «estinciones.

«Por manera, que trayendo á un punto toda las partidas referidas, la guer ara de nueve años ha costado al erario mas de siete mil millones de reales; y asi bien hasta el año 1795 se hallaron recursos capaces de satisfacer los gasatos de la corona, crecieron en los sucesivos las dificultades por la responsa→ abilidad y peso de las deudas anteriores, por la pobreza de todas las clases, «por la heróica resistencia de V. M. á aumentar contribuciones, y por la ruiana del crédito; de modo, que á pesar de las mas activas diligencias, y de las <reformas mas severas en los gastos de administracion; á pesar de las nego«ciaciones emprendidas con casas estrangeras sobre los fondos de las colonias, &de los recargos que dictó la necesidad, y que la prudencia hizo que recaye«sen sobre los pudientes, y de las medidas eficaces para consolidar la estinacion del papel moneda, conteniendo su demérito; nos hallamos en el dia <«con una deuda consolidada de mas de 4,108.520,721 rs. en la península, con «otra acaso igual en las Américas, y con un descubierto en partidas corrienates de 720.000,000 de reales, á las cuales son acreedores las clases mas pri«vilegiadas del estado, las mas dignas de atencion, las que han sacrificado su «quietud y su sangre en servicio de V. M., las que han aprontado sus caudaales para alivio del erario, las que viven de sueldo, y que no teniendo mas «arbitrio para sostenerse que sus empleos, perecen en la miseria por falta de «consignaciones; y aumentando créditos sobre créditos y deudas sobre deudas, «<embarazan el tesoro público para la paga, y hacen llegar hasta los individuos «mas miserables del estado los efectos de la penuria y del descrédito.»-Y al terminar su Memoria decia: «Aunque los ingresos del erario puedan ser ma«yores en lo sucesivo por lo que proporcionarán el comercio y la abundancia «<consiguiente á la paz, y por los mayores productos de las colonias, nunca «pueden ser tan grandes que basten á cubrir todas las necesidades; y mu<<cho menos en los años primeros: porque los pueblos agotados con las calami«dades pasadas necesitan tiempo para reponerse, y para animar la reproduc«cion de las riquezas, con utilidad del tesoro (4).»>

En efecto, á las calamidades de la guerra se agregaron las de la peste, que comenzó azotando y diezmando la rica y comerciante ciudad de Cádiz,

(4) Don José Canga Argüelles, oficial que era entonces de la Secretaría de Hacienda, ministro del ramo que fué después.-Memoria sobre nivelar en liempo de paz los ingresos y los gastos del erario español, escrita de órden superior.

Por esta misma Memoria se ve que cl gasto de la Real Casa correspondia, con respecto á los ingresos, á 48 por ciento; el del ministerio de Estado á 2; el de Hacienda á 29; y el de Guerra y Marina á 47.

arrebatando en poco tiempo la muerte siete mil trescientas ochenta y siete personas, con la circunstancia notable de que las cinco mil ochocientas diez fueron varones (1). Al tiempo que aquella epidemia se estendia por el litoral del Mediodía, otra de diferente índole afligia las provincias interiores de las Castillas; en términos de tener que suspenderse el curso académico en algunas universidades, como las de Salamanca y Alcalá, para evitar los peligros de la afluencia de los jóvenes; y en los pueblos de la Carlota y la Carolina se estableció un cordon sanitario riguroso para impedir bajo las mas graves penas toda comunicacion con la Andalucía Baja, no permitiendo entrar ni salir á persona alguna (2). Y no fueron de este solo género las calamidades. En 30 de abril de 1802, reventó el famoso pantano de Lorca llamado de Puentes, obra costosísima del reinado anterior, asolando y destruyendo la parte baja de la ciudad llamada Puerta de San Ginés y casi todo el arrabal de San Cristóbal, haciendo estragos dolorosos y horribles en personas, animales, casas, sembrados y plantíos, cuyos daños, fuera de los personales, se calcularon en 24 á 30 millones. Unidas las pérdidas de esta catástrofe á los gastos de la guerra de Portugal, aunque corta, á la escasez de las cosechas de algunos de aquellos años, y à las calam'dades públicas, no bastaban á remediar tantos infortunios ni las bondades del rey que con mano liberal distribuia auxilios de subsistencias y aun de medicamentos á los pueblos mas afligidos, ni las suscriciones á que generosamente se prestaban los particulares, ni los esfuerzos de la junta de socorros, que en verdad los hizɔ grandes para enjugar las lágrimas de tantos afligidos.

(4) Por suplemento á la Gaceta de Madrid del martes 28 de octubre de 1800 se publicó una Descripcion de la enfermedad epidémica que tuvo principio en la ciudad de Cádiz, su origen y propagacion, etc.

Precisamente en aquella dolorosa y aflictiva situacion fué cuando el almirante inglés Keith y el general Albercombry se acercaron á la plaza con poderosa escuadra, pidiendo la entrega de las naves de la Carraca y la de la isla y ciudad de Cádiz, á cuya intimacion dió el capitan general y gobernador don Tomas Morla, convaleciente él mismo de la epidemia, aquellas dignas y vigorosas respuestas, de las cuales fué la última la siguiente, que movió al almirante británico á volver proas á Gibraltar: «Señoeres generales de tierra y mar de S M. B.: aescribiendo á VV. EE. la triste situacion de este vecindario, á fin de excitar su hu«manidad para separarlo de! estrépito de las

armas, no me pude imaginar que jamás so acreyera flaqueza y debilidad semejante aprocedimiento; mas aque VV. EE. han interpretado muy mal por desgracia veo amis espresiones, haciéndome en conse«cuencia una proposicion, que al mismo «tiempo que ofende al que se le disige, no hace honor al que la profiere. Estén «VV. EE. entendidos de que si intentan lo «que proponen, tendrán ocasion de escriabirme con mas decoro, pues estoy que las atropas que tengo el honor de mandar baerán los mas terribles esfuerzos para gran

gearse el aprecio de VV. EE., de quienes «queda su mas atento y afecto servidor.«Cádiz 6 de octubre de 1800. »

(2) Pues se debe mirar á los contraven tores, decia la real cédula (28 de octubre, 1808), como asesinos del género humano y enemigos de toda sociedad.»

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