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A media hora del sitio de la piedra está el caño de Canavapana. A otra media el de Maripiche, puerto también del pueblo de Camurica, nación Caribes, y logrando la proporción de que tenía agua el derecho, proseguimos por él, dejando el de la vuelta del Torno (que en realidad lo es) á unas seis horas de Camurica. En la costa del Norte se avista el pueblo de Cabrutica, časi á su frente en las del Sur las bocas del caño Muita, puerto de la ciudad de Real Corona ó Muitaco, población de muy pocos vecinos y algunos naturales de los pueblos de la provincia de Caracas de nación Cumanatoras administrado por un religioso observante de las misiones el Piritú y de la provincia de Castilla. Allí permanecí hasta el día 8, que navegamos con hora y cuarto.

Día 9, á otra hora y cuarto, atravesamos á la banda del Norte por evitar una vuelta muy dilatada. Como á un cuarto de hora pasamos por la boca del río Pau; á tres cuartos de hora avistamos las bocas del río Largo, en la costa del Sur. A unas cuatro horas volvimos á atravesar el río por la banda de arriba de la peña de Tococuima, y seguimos la ladera del Sur, dejando á cosa de media hora, río arriba, el pueblo de Borbón, de gente libre, en la misma costa; á hora y media más abajo arranchamos frente á la boca del caño de Cari, que desagua en la costa del Norte. Aquí llegaron á ranchar, á causa de una fuerte turbonada, tres indios y una india caribes del pueblo de Tapipire, su traje el que les dió naturaleza, pintados de anoto, que así llaman una mezcla de achiote y manteca de tortuga, que es la gala qne usan todos ellos.

Día 10, á tres horas del caño de Tarí, en la costa opuesta del Sur entra el caño de Orocopique, que pasa por el pueblo de Santa Teresa, de nación Guaraunos, Cumanacotos y Salivas, y dando vuelta á la punta (en que siempre son muy rápidas las corrientes), costeando la misma ladera, á una hora más abajo entra el caño de Cumacaype. Un cuarto de hora más abajo está el pueblo de Buenavista, nación Guaraunos, algo apartado del río, y á tres cuartos de hora el pueblo de la Angostura ó Nueva Guayana, donde llegué á las doce. Desde Orocopiche hasta dicho puerto se abren las dos costas, for

mando casi un círculo poco irregular, y ofrece á la vista una bahía muy extensa y deliciosa. Las laderas son bajas y pobladas de árboles. Próximo á la Angostura se descubren algunos peñones, y poco antes de llegar á ella, casi en medio del río, hay uno de bastante extensión, sin hierba alguna. Arrimado á él son las corrientes de uno y otro lado muy rápidas. Me dijeron que la anchura del río por aquel paraje era de 800 varas en la mayor menguante, pero á mi parecer no puede ser tanto, según las playas que descubrió el tiempo que estuve allí, y sí lo puede ser en el de creciente.

La población está fundada sobre varios peñones que el arte ha suavizado para la comodidad de sus casas, las que, aunque pocas, son de muy buena fábrica y gusto, las más con azoteas y buenos repartimientos, con parras de muy buena uva en los patios. Las calles no muy pendientes, pero sí anchas y empedradas, beneficio que se debe al celo y algún peculio del auditor de guerra. La santa iglesia, concluída, será de las más magníficas. Se halla en el arranque de las bóvedas, con todos ó los más arcos concluídos, situada en buen paraje y cómodo para el vecindario. Su puerto es muy bueno y capaz para muchas embarcaciones grandes, pensionadas á estar amarradas en tierra para la mayor seguridad de las brisas que reinan la mayor parte del verano y mucha del invierno, que es una de las mayores felicidades para subir el río y superar los raudales y arrebatadas corrientes, y á no ser muy fuerte no impide navegar á los que bajan por él, pero sí se debe prevenir (arrimándose á la costa) cualquier chubasco que amenace, porque con la violencia y remolinos del viento hace zozobrar las embarcaciones medianas, y si van á la vela es mucho más peligroso. No tiene ninguna defensa de fuerte ó baterías para caso de invasión, por estar ya arruinados tres fuertes provisionales que se construyeron de faginas para la contención de los indios: ahora solo se hallan nueve cañones montados, todos inútiles y de irregulares calibres, sin baterías en que poderlos colocar. En la banda enfrente del río hay una batería antigua para siete cañones (que ya no tiene), dominada de una loma á cuya falda está colocada la que solo sirve para el río, con per

juicio de la capital, que precisamente la habían de ofender sus balas.

El 17, pareciéndome debía reconocer lo que restaba del río Orinoco, pedí licencia (á fin de que se me franquease la entrada en los fuertes del presidio) al gobernador, y conseguida dicho día, acompañado del guarda-almacén provincial de artillería, emprendí el viaje por tierra, y á las dos horas llegué al pueblo de Maruanta, nación Guaraunos, y otras dos horas al de Pianapiaua, Caribes y Guaraunos, nombre que dan á los caños que dan á su inmediación y entran en Orinoco, y la última, á causa de las aguas, nos quedamos á dormir.

El 18, á unas seis horas, llegamos al pueblo de Santa Ana, de nación Araucos, Guaraunos y Caribes, el que estaban dando los PP. Capuchinos disposición de trasladarlo á la otra parte de Caroní, por ser de sus misiones, como unas 10 leguas distantes, con perjuicio de los transeuntes, porque dejando aquel paraje abandonado, en 15 leguas no se encuentra población, y á cuatro horas más adelante pasamos á dormir al hato de dicho pueblo, el que precisamente seguirá al pueblo en su traslación.

El 19, en cinco horas, llegamos al pueblo del Monte Calvario, de Guayanos, Guaraunos, Guaycas y Caribes, bien mojados, y corresponde á dicha misión. Todo el camino es por tierra llana y muy deleitable, llevando siempre el río Orinoco sobre la izquierda. Sus orillas están pobladas de árboles, aunque se internan muy poco; á varios trechos del camino se encuentran muchos morichales, que es una especie de palma de que se sirven para techar sus casas y otros muchos obrages, tanto que dice cierto autor que tienen en ella los indios cuanto necesitan para sufragar la conservación de la vida humana. No se me hace difícil, en vista de su utilidad, y de que precisamente ha de haber agua donde quiera que se cría, la mucha desnudez de los naturales y lo tosco de los alimentos de que usan, y sacan licores para sus embriagueces.

El 20 atravesamos con siete bogas en una curiara el río Caroni en veinte minutos, quedándonos en un pueblo de dicho nombre, que son de nación Guaraunos, Araucos y Guayanos,

y el principal de las misiones de PP. Capuchinos catalanes, en el que comunmente reside el prefecto y procurador de todas ellas, que se componen de 27 pueblos con 22 sacerdotes y un hato de más de 200.000 reses, que se contaron en tiempo del gobernador Centurión, cuando pretendió poner corregidores en dichos pueblos. Este es todo techado de teja, y las manzanas de las casas rodeadas de un corredor con sus arcos muy vistosos, dados de blanco y encarnado, con una iglesia muy buena y hospicio de un alto para los religiosos. Su temperamento muy benigno y templado; está situado en la falda de un monte y próximo al ríò, en el que no se encuentran caimanes ni otros animales nocivos, á causa de despeñarse poco más abajo en unos raudales formidables, que á la vista parece cada gota de agua menudos copos de nieve. Me dijeron que eran muchos los raudales que tenía hasta su nacimiento, aunque por eso no se dejaba de navegar hasta mucho más arriba de la ciudad de Guirior.

El 21 bajamos por tierra al puerto de San Joaquín, que distará del pueblo como una hora, y después de haber observado lo furioso de los raudales, nos embarcamos, y con la fuerza de la corriente, á cosa de media hora desembocamos en Orinoco; aunque es caudalosísimo dicho río Caroni, no tiene en su boca mayor anchura. A su frente tiene una isla que se une en verano con la de Faxardo, que estas dividen á Orinoco en dos brazos iguales, aunque entonces se seca el del lado de Caroni y solo las aguas de este río son las que corren por él. Dicha isla de Faxardo promete alguna seguridad para impedir la subida del río, poniendo en ella las baterías correspondientes que, según he oído, está ya mandado por el Rey, por ser el terreno eminente y á propósito para ello.

A una hora y media más abajo está el puerto del pueblo de San Miguel, de Araucas y Guaraunos. A tres horas y media montamos la punta del cerro de la Hacha y avistamos el presidio de la Guayana. A media hora pasamos el cerro de Arenas, á tres cuartos de horas el de Mieres, y á otros tres cuartos llegamos al presidio, que fué á las cuatro y media de la tarde y caminaríamos desde Caroni como unas 20 leguas. La misma

tarde determiné ver las fortalezas, y pasando á la de San Francisco, observé un fuerte muy reducido, fundado sobre un peñón que alcanza hasta la orilla del propio río Orinoco, de figura irregular, con las murallas endebles y de muy poca defensa, y la mucha porción de piedras grandes que la circundan facilita el asalto por todas partes, pues muchas de las peñas alcanzan hasta las troneras, y en el principal piso ó plaza de armas tiene 6 cañones montados de á 20, 12 y 8, y á la espalda de estos un paredón que dijeron era para la defensa de las balas y cubre las puertas de los almacenes de pólvora y pertrechos próximos al cuartel, todo bien reducido, tanto, que ni aun deja desahogo para el manejo de la artillería. En una especie de caballete tiene 3 cañones de á 6, que así estos como los otros están inútiles. La entrada del fuerte mira al presidio, la que es por una escalera de madera manejable la mitad de ella para introducirla dentro. No tiene dicho fuerte por el lado de afuera foso ni otro resguardo que unos maderos formados á manera de caballos de frisa (nombre impropio para su construcción) que le circundan por todas partes. Lo tenaces que estuvieron los aguaceros no nos permitieron pasar más adelante y nos hicieron retirar al alojamiento.

El 22 pasamos al fuerte de Badraito, que predomina al de San Francisco. Está fundado como á medio tiro de cañón de este, sobre una loma de mezcla de tierra gredosa y piedra en forma de pirámide, que aunque tiene camino señalado, se puede subir á él por todas partes con la última facilidad. Estará separado del río como un tercio de tiro de cañón; se halla construído en cuadro con la diferencia de un cubo por la banda de Este, guarnecido todo con 9 cañones de los mismos calibres y servicio que los de San Francisco. Ambos tienen por padrastro el cerro Imperial y el del Calvario, con algunos otros cerritos próximos. También este se halla cercado del mismo maderaje que el anterior y la escala de madera con las mismas oficinas.

Entre las laderas de dichos fuertes están fundadas algunas casas, que todas no llegan á 20, inclusos todos los edificios, formadas todas las paredes de barro, caña y paja, y de esta

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