Imágenes de páginas
PDF
EPUB

»>por el sol y las espaldas sudorosas del conductor, se ha>>bia convertido en una especie de caldo á la temperatura >>del cuerpo humano. Viendo, pues, lo dificultoso que era >>continuar allí por más tiempo, no habiendo tomado pré>>vias y más ámplias medidas de permanencia, determiné la >>vuelta, un tanto mohino, por no haber conseguido el prin>>cipal objeto; aunque por otra parte satisfecho y suficien>>temente recompensado con lo que habia visto.

«Durante la marcha de retorno, encargué á mi guía que >>>todas las ocasiones que su vida de pastor le condujera á >> aquella comarca, examinase con cuidado todas las pie»dras; que yo, aunque pobre, retribuiria su trabajo; pero >>segun supe despues y como el mismo casi lo ha confesa>>do, no tanto fueron parte á moverle mis recomendacio>>nes y promesas, como la pueril idea divulgada entre sus >> convecinos con ribetes de encantamiento y brujería, de >> que existian tesoros escondidos que yo intentaba apropiar»>me: mas, sea como fuere, por mi parte se lo agradezco y >>me convenzo de la necesidad de ser indulgente y llevar »en paciencia, cuando ilustrarse no pueda, hasta la igno»rancia misma de nuestros semejantes; pues dudo que des>> pues de nuestra infructuosa exploracion, el noble anhelo de >>un sábio hubiese sido tan persistente como la mal calcula»da codicia de un pobre patan; y el éxito comprueba que, »por los medios menos adecuados y que parece debieran »servir de rémora, se llega muchas veces al bien apetecido.

«Con efecto, cuando ya este año tenia proyectado mi »>viaje en Gran-Canaria, recibí en el mes de Abril un avi»>so de mi mencionado pariente diciéndome, que el mucha>>cho aseguraba haber encontrado las letras, lo que me mo»vió á apresurar dicho viaje; y á poco de mi llegada, se »>presentó al mismo Gonzalez corroborando la noticia. y dis»puesto á acompañarme en una segunda expedicion. Fui>>mos, y en efecto algo habia.

Del borde de la explanada en que estuvimos la vez pri»mera, donde el terreno se deprime con rápido declive has»ta el mar, parte una corriente ó convexidad de escorias

»basálticas que se prolonga como unos cuatrocientos metros en la misma direccion, hasta perderse uniformándo»se con el suelo pedregoso é irregular que le subsigue. En »toda su longitud, á distancias más ó ménos cortas, como »sin guardar relacion entre sí, y sólo donde la lava pre»>senta elgunas facetas planas y lustrosas con un ligero bar»niz producido por el enfriamiento que sobrevino á su formacion plutónica, se ven grupos de dos, tres y más carac»teres de extraña apariencia, que, en mi poco saber, los »reputé como signos primitivos escriturales ó numéricos de »una época remota. A primera vista me parecieron geroglíficos egipcios; pero en vano busqué las figuras huma»nas sedentes y mitradas, el buey Apis y el Ibis del Nilo »que cubren los obeliscos que caracterizan aquella antigua »civilizacion, ni las de peces y cuadrúpedos que he visto di»señados representando los calendarios incas ó mejicanos. »Parte de estos caracteres parece haber sido impresa con »un punzon metálico de punta obtusa, ó que tal vez se gas»>tó en la misma operacion, y otra con un cincel de una á »tres líneas de boca, aunque por no dar nada de decisi»vo á mis afirmaciones y no salir del terreno de la hipóte»sis, digo, que no creo improbable lo hubiesen sido con algu »na especie de pedernal ú otro objeto desconocido, dirigidos con la admirable paciencia y exquisito tacto que á veces su»giere la misma falta de recursos y medios proporcionados al fin intencional del agente. Aunque algunos de ellos es"tán muy apagados por la accion destructora del tiempo y »en otros es fácil confundir sus contornos y extremidades »>con las grietas ó hendiduras de la roca, creo, sin embar»go, que con algunos de esos ingeniosos procedimientos de »la industria moderna y la perseverancia de un anticuario, »pudieran recogerse casi todos, que, contando con los de »forma más sencilla y oval repetidos y los simples rasgos á »la manera de los palotes de nuestros niños de escuela, me >>parece que ascenderán á cuatrocientos más o menos.

>Las razones que me inducen á pensar que estos signos >>sean lo que he dicho, son las siguientes: Su antigüedad la

>>revela su propio aspecto y lo corroidos que algunos se ha»llan por el tiempo, y la complicacion de sus lineamientos, »>indica una imaginacion más fecunda, creadora é intencio»nal, que la de nuestros rústicos pastores y barqueros, que «<son los únicos que raramente han tenido que visitar de »paso aquella yerma costa, ni éstos podrian contar con las » condiciones de permanencia que exige tan prolijo trabajo »como los antiguos bimbapes, segun se infiere de los des>>pojos alimenticios y otros que dejo mencionados. Un escri>>tor moderno á datar de la conquista, fuese español ó de »cualquier otra nacionalidad, se hubiera valido de caracte>>res conocidos y usuales, ó á lo sumo de los de alguna len»gua sábia, y aunque una vez me pareció reconocer algu>>nos del alfabeto griego, al punto me desengañé que no »>eran más que una caricatura, ó una simple coincidencia y >>>semejanza con los signos gráficos del idioma de Homero »>y Demóstenes. Un mero pintor ó dibujante de cualquier »época, hubiera retratado el sol ó la luna, un árbol ó un »mueble para los usos de la vida, la figura del hombre ó de »>un animal, como hemos hecho todos en la niñez con un la»pizó un carbon en las paredes del áula, un corazon traspa»sado por la flecha del amor ú otra cosa por el estilo; pero >>no unos garabatos sin gracia ni elegancia que nada tienen »de recomendables bajo el punto de belleza artística que >>halague los sentidos, fuera de que el local es de lo menos »>á propósito para estudios recreativos.

»Estando, pues, estos Letreros, como se ha dicho, en las »>inmediaciones del lugar en que tenia su tagoror ó asam»bleas, ofrecia sacrificios y enterraba sus muertos aquella »>agrupacion ó clan de aborígenes, lo natural y más obvio es >>creer, que sean una cosa mas séria é importante que todo >>esto, y que digan relacion á sus actos graves y demás tras >>cendencia, que sean tal vez su Biblia ó sus Pandectas, su »>Decálogo ó libro ritual, ó el acta funeraria de sus jefes y >>prohombres. Nada de esto será quízá, pero siempre con>>vendria apelar al fallo de personas competentes, y aún >>cuando no contuvieran más que conceptos comunes y sim

»ples nimiedades, cuando, como alguna otra inscripcion fa>>mosa, despues de hacer sudar mucho á los sábios no nos »dijera lacónicamente: «Yo soy CIRO REY EL ACHEMENICLE», »y no expresase más que las cabezas de ganado de que se >>componia el rebaño, ó que en las calendas de Mayo parió »la cabra bermeja, no dejaria de ser por su forma y anti»güedad un documento curioso de que se incautaria la cien»cia, para descubrir por analogías el origen, todavia incier>>to y problemático, de los primitivos pobladores de las Ca>>narias.

>>Ya que hube formado mi pobre opinion, deseando no »>engañar á nadie, ni caer yo mismo en el ridículo, pero ni >>tampoco que por mi incuria quedase perdida una cosa que »yo no sabia apreciar debidamente, determiné obrar con >>prudencia y ver como á la larga se despejaba esta incóg»nita. En toda la Isla solamente habia una señorita que po»seyera, segun dicen, aventajadas dotes de dibujo, pero >>pensar en esto era pensar en lo imposible á causa de lo »árduo y dificultoso del viaje para personas de su sexo, y »aunque mi mencionado primo no carece de algunas no»ciones, á quien encargué me sacase una copia cuando le »>fuera posible, como en la actualidad le veia muy ocupado >>en asuntos de interés, y un tanto afectada su salud, no me >>atreví á molestarle.

»>Ya estaba dispuesto á embarcarme para ir á desempe»ñar mi destino de beneficiado en la Catedral de Canarias >>por habérseme concluido el tiempo de los recles ó vaca»ciones, pensando que allí me depararía la suerte medios »más eficaces para realizar mi propósito, cuando recibí una »atenta carta del Sr. D. Maximiano Aguilar del Puerto de >>la Orotava, en que me decia que un Sr. extranjero resi»dente allí en la actualidad, muy curioso por las antigüe»dades, habia tenido noticia de mi descubrimiento, y me su»>plicaba le remitiera una copia, y como al mismo tiempo »supe que ya en años pasados el Sr. cónsul francés Mr. >>Berthelot habia, aunque sin éxito, hecho algunas averigua»ciones acerca del particular, y como además ya corria por

>>aquí entre las pobres gentes alarmadas con mis repetidos »>viajes, muy divulgada la nécia idea de riquezas escondi»>das, temiendo que una indiscrecion de éstos hiciese desapa >>recer lo que para los primeros seria tal vez un verdadero >> tesoro, me dirigí al Sr. D. Miguel Villalba en carta par>>ticular, para que si á bien lo tenia, diese como autoridad >>superior de la provincia á las locales del Hierro, las órde>>nes que juzgase oportunas á fin de evitarlo. Viendo, pues, >>que ya el asunto empezaba á llamar la atencion de las per>>sonas ilustradas á la cual podian dejar defraudada la impe»>ricia y mal consejo de los ignorantes, medio comprometi>>do con el paso que habia dado para con la autoridad, y no >>queriendo que dejara de tomar la iniciativa en él un her»reño, suspendí el embarque é induje á mi hermano, D. >> Gumersindo Padron, que, como mero aficionado maneja >>medianamente los pinceles, á secundar mi idea, el cual se »>prestó gustoso, aunque protestando de su insuficencia; y >>valiéndonos de los escasos medios de que en las premuras »echa mano la fuerza de voluntad, partimos de Valverde el >>13 de Agosto del corriente año, salvando por tercera vez y »á pié, como acostumbro, y bajo las condiciones más des>> favorables de la estacion canicular, las seis ó siete leguas >>que distan los mencionados Letreros de este pueblo.

>>A nada conduciria hacer mencion de las dificultades con »que tropezamos en el pinar, para proporcionarnos un pea>>ton que nos ayudase á conducir nuestro pequeño bagaje >>de agua y comida, sino para que sirva de aviso y precau»>cion á algun curioso forastero que en los dias de verano, >>en una Isla tan escasa de manantiales, no quiera exponer»>se á pasar muy malos ratos.

>> Llegado que hubimos, sentamos nuestros reales en una »pequeña cueva situada en un barranco al Oeste, y como á >>una distancia de ochenta metros del cerro basáltico donde »están las llamadas letras. Despues de haber recorrido aquel >>en toda su longitud y de una breve discusion acerca del >>trabajo meramente preventivo que convenia hacer por en>>tonces, contando con nuestros recursos y con las pocas

« AnteriorContinuar »