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«completamente desconocida, y tanto para echar la red, co«mo para apalear el pescado tenian que salir á nado hom«bres y mujeres hasta donde convenia á su objeto.-No se «eche en olvido que nuestros campesinos usan todavia el «método de adormecer el pescado en los charcos, en que «por su profundidad no pueden penetrar, con el jugo ó zumo «de la tabaiba, sistema condenado por los verdaderos pes«cadores de profesion, habitantes de las costas. Esta cir<«cunstancia me ha hecho pensar muchas veces que los «Guanches hubieron de verse trasladados repentinamente «de las alturas á las orillas del mar, y que sin conocimien «tos ni recursos para subvenir á la necesidad de echar ma«no del pescado para su alimentacion, se valieron de aque«llos medios sencillos y primitivos que les proporcionaban «su aislamiento y los imperfectos instrumentos de que los «conquistadores les encontraron haciendo uso. Nada más «natural que esto, dada la existencia de un país continen«tal y las diferencias notables que se observan entre los «habitantes de las alturas y de las costas: los unos agricul«tores y pastores, los otros industriales y comerciantes; «aquellos sin saber, por lo general, leer ni escribir, éstos «instruidos en las ciencias y en las artes.-Ya tendré oca«sion de explanar más estas ideas.

V.

SUS VESTIDURAS.

«Cuanto he dicho antes respecto de la pesca tiene com«pleta aplicacion á las vestiduras de los Guanches. Hijos «sencillos de la naturaleza, habitando en los bosques, cul«tivando la tierra y cuidando sus ganados, sin roce íntimo «con los que vivian en las grandes poblaciones, de quienes «recibian las telas de que fabricaban sus vestidos, los la«bradores y pastores de la Atlántida se vieron reducidos en

«un corto espacio de tiempo á sus propios y escasos re«cursos, á las hojas de los árboles y á las pieles de sus «ganados, para cubrirse y defenderse de los soles del Estío «y de los rigores del Invierno.-Ninguna idea del modo de «tejer el pelo de las cabras para fabricarse los vestidos in«teriores, por lo menos; nada de cuanto puede suministrar «ese material, objeto siempre de un comercio activo, útil y «lucrativo. ¿Qué hacer en tales circunstancias?-Lo natu«ral, lo sencillo, lo único que podian, en la situacion á que «habian quedado reducidos, era tejer toscamente el junco y «la palma, adobar las pieles lo mejor que les era posible y confeccionar de ambas cosas su calzado, su vestido y su «tocado.

«Si fuera cierto lo que afirmais respecto de la coloniza«cion de estas islas por Juba, otra habria sido su conduc«ta en esa parte. El cáñamo ó el lino, que no podian faltar «ni faltaban en África, les hubieran proporcionado vestidos cómodos y de incomparable suavidad, al lado de la aspe«reza del junco y de la palma; habrian trasladado al Ar«chipiélago aquella famosa raza de carneros y ovejas de «lana tan estimada, y con tales elementos aparecido á los «conquistadores otros hombres muy distintos de los que se les presentaron.

«Y á este propósito debo llamar vuestra atencion sobre «la costumbre general en Lanzarote de andar los hombres «cási desnudos, pues sólo usaban un capotillo ó tamarco «que les cubria las espaldas y no pasaba de las corvas. «En todos los países civilizados semejante costumbre se ha «reputado por inmoral, y ni creerse, ni pensarse puede que «los enviados de Juba estableciesen una costumbre, no só«lo impropia del decoro en un pueblo ilustrado, sino sin"gular y usada únicamente en una isla, sin ejemplar en las "otras. Lanzarote abundaba en cabras, la distancia que «la separa de Fuerteventura es muy corta, y no se explica, "cómo en ésta los hombres andaban cubiertos, y desnudos «en aquella. Por lo demás, y áun suponiendo que primitivamente, ó con posterioridad á la colonizacion Mauritana, TOMO II.-28.

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«hubiesen andado vestidos, no se comprende la razon de «haber abandonado aquella costumbre para adoptar otra «diametralmente opuesta.-Es más fácil adquirir bábitos de «pudor que perderlos, cuando por otra parte poseian en to«do una moralidad digna de elogio.-Tambien es más fácil «acostumbrarse al vestido que á la desnudez, sobre todo en «una isla, como Lanzarote, donde con tanta crudeza cas«tigan los vientos calientes del África, y los frios sensibles, «por el poco abrigo que ofrece lo llano de la isla.

VI.

SUS HABITACIONES.

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¿Dónde ni en qué punto se encontraron aquellas, si no «suntuosas, cómodas y seguras habitaciones, cuya manera «de construirlas no podian ignorar los individuos de la co«lonia, instruidos, como lo fueron, segun decís, para for«mar un pueblo digno del rey que los enviaba?-Las islas «no carecen de los elementos necesarios para ello, y por «lo mismo es de extrañar que las habitaciones de los Guan«ches estuviesen reducidas á cuevas y casas de piedra seca. «Los emisarios de Juba encontraron en la isla Junonia un «pequeño templo de esta construccion, lo que viene á probar que en ella habia habitantes; pues los Santuarios son «propios de un pueblo que vive en sociedad. El que los «viajeros no hiciesen mencion de haber visto isleño alguno, «no quiere decir que no los hubiese, porque muy bien pu«dieron haberse ocultado, temerosos de que les tratasen co<«mo enemigos.

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«Es verdad que entre las numerosas cuevas que hemos «visitado hemos visto algunas que revelan cierto gusto ar«tístico; pero esto no arguye nada en favor de vuestra co«<lonizacion; pues basta estudiar las grutas naturales que «poseemos para imitar de ellas el sistema de los arcos y

«columnas.-Esta particularidad de que me voy ocupando «no es tan poco digna de atencion; puesto que una de las "primeras necesidades de todo pueblo es la de las habita«ciones; y las naciones más atrasadas de la América, entre «ellas la Florida, tenian casas de piedra y barro que forma«ban poblaciones más ó ménos numerosas. La falta, pues, de «conocimientos de los Guanches, en el arte de la construc«cion, les obligó á formar sus pueblos en los riscos para tallar en ellos sus habitaciones.

VII.

SUS MUEBLES Y ENSERES.

«Unas grandes piedras para sentarse, unas esteras de «palma, lechos de hojas secas cubiertas de pieles ó esteras, «el zurron para guardar el gofio, las cañas para pescar, «una bolsa con los útiles necesarios á este efecto, carne de cabra, seca y curada al humo; ollas de barro para distintos usos y las armas, hé aquí todo el menaje de las casas de los Guanches, que sólo se distinguian por la mejor ó «peor calidad de las pieles, por lo más ó ménos selecto de las «armas y de los jarros de barro, segun que el que habita«ba la cueva era un noble ó Guaire, ó nn plebeyo ó trasquilado. Y ¿revela esto el origen de un pueblo descen«diente de una colonia instruida y aleccionada con el esmero "que suponeis?-¿Indica, por ventura, el progreso necesario é indispensable en una sociedad fundada sobre la base de «una ilustracion especial?-Desengañaos, mi querido Doc«tor, que, lejos de eso, cuanto se ha encontrado demuestra «un pueblo estacionario, incapaz de haber progresado una «línea de la primera educacion adquirida; dice claramente, que los que lo formaban no pasaron jamás de meros ru«tinarios en las dos únicas ocupaciones de su vida, como «las de sus antepasados, una agricultura limitada y la pas

«torería; desmiente á voz en grito ese orígen escogido que «vos le atribuís.

VIII.

SU NOBLEZA Y SUS BIENES.

«Dos cosas son estas que no es necesario acudir á los «pueblos civilizados para encontrar las correspondientes di«visiones de castas noble y plebeya, y de ricos y pobres. «Las Canarias no podian estar exceptuadas de estas distin«ciones y así las encontramos en todas las islas, áun en la «del Hierro, donde existia un gobierno patriarcal y jamás se «habia conocido el arte de la guerra. La clase noble era «dueña de las tierras y los ganados; los trasquilados ó ple«beyos servian á aquellos, así en las labores del campo, co«mo en el cuidado de los rebaños de cabras y cerdos, sin «que percibiesen otra retribucion que el alimento y el ves«tido. Tambien seguian á los nobles en la guerra y esta«ban encargados de rematar al enemigo vencido. Todo esto «nada dice en pró de los colonizadores de Juba; pues si me «poneis como un argumento la ausencia de la esclavitud, la «que no se conoció entre los naturales, os diré que ni era «precisa ni tenia objeto, siempre que imperaba constante«mente el derecho del más fuerte, y á él habia que sucumbir.-La servidumbre necesaria equivale á una esclavitud, «que, por voluntaria que sea, no deja de serlo en realidad. «La moralidad de Juba debió haber hecho desaparecer esa «servidumbre vergonzosa, estimulando al pobre al trabajo, «con la asignacion de una pequeña propiedad, que no por «eso le hubiera impedido, como hoy acontece, prestar sus «servicios al rico, mediante una cierta retribucion en fru«tos ú otras cosas, ya que ni tenian ni conocieron la mo«neda para sus transacciones.

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