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II.

DESPUES DE LA PARTIDA DE JUAN DE BETHENCOURT.

Era Bertin de Berneval natural del hermoso país de

Caux, en Normandia, de noble estirpe por su sangre, y

reconocido caballero por sus hechos de armas; habiendo

inspirado desde luego á Juan de Bethencourt y á Gadifer

ilimitada confianza; pero conocedor de la gente con quien tra-

taba, de carácter impetuoso, y valiente hasta la temeridad,

confiando sólo en sí mismo, procuró, desde que se embarcó

para las Canarias, hacerse dueño de la voluntad de sus

compañeros, y señor de la situacion. Para conseguir su inten-

to había comenzado desde luego por fomentar la discordia

entre Gascones y Normandos, llegando á tal extremo las desa-

venencias, que varias veces se rebelaron en armas los tripula-

rios del barco que les conducia, viéndose Gadifer en la preci-

sion de salir armado de su camarote, y expuesto á ser víctima

de los insubordinados, quienes desde el castillo de proa le

dispararon dos dardos, uno de los cuales, pasando por entre

él y su hijo bastardo (Anibal), fué á clavarse en un cofre (1).

Bertin de Berneval no queria bien á Gadifer; pero éste,

á pesar de los anteriores sucesos, le dispensaba ciega
confianza; y aunque al partir Bethencourt había aconsejado
á Bertin el más extricto cumplimiento de su deber,
recomendando á todos la mayor obediencia á Gadifer, no
podia aquel poner coto á los ímpetus de su ambicion y de
sus deseos, y forjaba constantemente los medios de llevar
á efecto sus aviesas intenciones.

Por entonces arribó á la isla de Lobos, un buque que se
creyó al principio fuese el Tajamar, con cuyo capitan,
llamado Fernando Ordoñez, tenia relaciones Bertin de

(1) Gabriel Gravier, op. cit. cap. VIII.

Berneval, á quien Gadifer ordenó fuese á visitarle; pero no era el buque que se figuraron, sino otro llamado Morella, al mando de Francisco Calvo; y aprovechando Bertin esta oportunidad, le propuso, por conducto de un marinero llamado Jimenez y en presencia de otros más, le llevase en su buque con treinta compañeros, y además cuarenta indígenas de lo más escogido como esclavos, con los cuales podrían hacer pingüe ganancia; proposicion que fué rechazada con indignacion por parte del capitan, que no comprendia semejante traicion (1).

Pero no se desanimó por ello Bertin de Berneval, antes por el contrario, maquinando siempre nuevas traiciones y observando á los descontentos, les congregó, haciéndoles prestar juramento de que no revelarían el secreto que les iba á confiar; manifestándoles luego que Bethencourt y Gadifer habian de entregarle dinero, lo mismo que á Remonet de Lenedan, con cuyo dinero se irian á Francia y ellos se distribuirian por las islas hasta su regreso. En este complot entraron los siguientes, en su mayor parte gascones, de Anjou, de Poitou, y tres de Normandia: Pedro de Liens, Ogerot de Montignac, Ciot de Lartigue, Bernardo de Castelnau, Guillermo de Nau, Bernardo de Mauleon apellidado el Gallo; Guillermo de Salerne, llamado Labat; Morelet de Courage, Juan de Bydouville, Bidaut de Hornay, Bernardo de Montauban, Juan Lalieu, del país de Aunys, el bastardo de Blessi, Felipe de Bas Lieu, Olivero de Barré, Perrin el Grande, Gil de la Bordeniere, Juan Brun, Juan el sastre de Bethencourt, Perrenet el mariscal, Jacobo el panadero y Miguel el cocinero (2).

Mientras asi conspiraba Bertin de Berneval, se trasJadaba Gadifer de la Salle con Remonet de Lenedan y algunos otros, en una lancha, á la isla de Lobos, con objeto de pescar lobos marinos para con sus cueros hacer calzado á todos sus compañeros de que se hallaban desprovistos; pero

(1) Gabriel Gravier, op. cit. cap. IX.
(2) Id. id. op. cit. caps. X y XXVIII.

Bertin aprovechó esta coyuntura para trasladarse á la isla Graciosa á la que habia ya arribado el buque Tajamar, comandado, como se ha dicho, por Fernando Ordoñez, su conocido, á quien había tambien manifestado que si le trasladaba á Europa con sus compañeros, aprisionaria cuarenta indígenas de los más robustos, los cuales le valdrian 2.000 francos; proposicion que, despertando la codicia del capitan, fué aceptada el 14 de Octubre de 1402 (1).

Al retornar de la Graciosa Bertin de Berneval, se le acercaron dos isleños quejándose de que los españoles habian desembarcado con el infame propósito de hacerles sus cautivos; pero aquel les tranquilizó ofreciéndoles socorro y jurando por Dios, que si tal accion se atreviesen á hacer los españoles les mataria. Pero siempre traidor, sacó del castillo algunos de sus secuaces, entre ellos, á Pedro de Liens, Bernardo de Montauban, Olivero de Barrè, Guillermo el bastardo de Blessi, Felipe de Bas Lieu, Miguel el cocinero, Jacobo el panadero, y Perrenet el mariscal, quedando los demás conjurados guarneciendo la fortaleza, y dirigiéronse todos á una poblacion indígena llamada Aldea Grande, donde hallaron los principales de la isla, y llamando Bertin á uno de ellos le dijo: «Vé y tráeme al rey y á cuantos. estén con él, que yo les defenderé de los españoles.» (2).

Dióle crédito, y á poco llegaron á la Aldea hasta veinte y cuatro, que fueron recibidos por Bertin de Berneval con el mayor agasajo y con muestras de fraternal cariño, dándoles de cenar y poniendo en su compañía dos canarios, uno llamado Alfonso y una mujer llamada Isabel, que Juan de Bethencourt había traido á la isla para que le sirviera de intérpretes. Y cuando acabaron de cenar, el mismo Bertin de Berneval les dijo, por medio de los intérpretes: «Dormid tranquilos y no os ocupeís de nada, que yo os guardaré bien.» (3).

(1) Gabriel Gavrier, op. cit. cap. XI.

(2) Alès et me faitez le roy venir et ceulx qui auesquez lui sont, et ie les garderé bien contre les Espaignols.» (Id. id. op. cit. cap. XII.) (3) Dormez vous seurement et ne vous doutés de ryens, car ie vous garderé bien.» (Id. id. op. cit. cap. XIII.)

Algunos de los indígenas, desconfiando de las palabras del noble caballero del pais de Caux, velaban mientras los demás dormian; pero la traicion no se hizo esperar mucho tiempo, y cuando Bertin de Berneval los creyó entregados, al descanso, se presentó ante ellos con la espada desnuda y los hizo maniatar á todos, excepto á uno llamado Avago, que consiguió escapar milagrosamente para poder comunicar á lo menos á todos sus hermanos la triste nueva.

Por ello comprendió el Normando que no era posible ya hacer del mismo modo nuevas víctimas, y determinó marchar con su presa á la isla Graciosa, donde se hallaba el Tajamar; pero al persuadirse el Rey de la traicion, y al verse ignominiosamente amarrado, consigue sobreponerse á su desgracia, y lleno de indignacion y de coraje, rompe las ligaduras que le oprimían, y librándose de los tres hombres que le custodiaban huye perseguido por un gascon, contra el cual se vuelve de improviso, y asestándole un golpe, consiguió de este modo que nadie se opusiera á su fuga.

Era esta la sexta vez que se libertaba de la traidora asechanza de los cristianos; de aquellos que por tales artes venian á implantar en estas islas la religion del Crucificado, y que así comprendian los santos dogmas de su doctrina.

Los veinte y dos canarios restantes fueron conducidos al sitio del embarque y entregados como esclavos al capitan del Tajamar.

Entonces fué cuando Gadifer viendo que le escaseaban los víveres, y no creyendo que Bertin de Berneval fuese capaz de ninguna traicion, envió desde la isla de Lobos, y en la chalupa que les habia conducido, á Rémonet de Lencdan al castillo de Rubicon, recomendándole apresurase su vuelta á causa de la falta de víveres. Y al llegar Remonet al Rubicon, y al enterarse de lo ocurrido, comprendió la inmensidad del mal y lo grave y difícil de su situacion, que se hizo más comprometida cuando el bastardo de Blessy, por órden de Bertin de Berneval, llegó al castillo de Rubicon y encontrando allí la chalupa, que

Gadifer de la Salle había enviado desde la isla de Lobos á buscar víveres para él y su gente, que habian quedado en la más apurada situacion, se apoderó de ella, rechazando con la espada desnuda á Remonet de Lenedan cuando quiso recobrarla; viéndose apostrofado por la gente de Bertin de Berneval ante la observacion racional y humanitaria de que privados de aquella embarcacion, Gadifer y los suyos perecerían en la isla de Lobos faltos de todo socorro. Tales consideraciones sólo merecieron, por parte de los insurrectos, groseras insolencias y amenazas (1).

Varios de los que se hallaban en el castillo del Rubicon eran tambien adictos á Bertin de Berneval y estaban inteligenciados en el complot, puesto que al dia siguiente, así como á las siete de la tarde, se presentó el bote del Tajamar tripulado por siete hombres, y siendo preguntados por los de tierra lo que querian, contestaron que pronto llegaria Bertin de Berneval; como en efecto llegó en otro bote acompañado de treinta hombres á quienes dijo: «Coged >>pan y vino y todo lo que encontreis, y ahorcado sea el que >>no arrase por todo, porque más me ha costado á mí ésto »>que á ninguno de ellos, y maldito sea el que deje alguna >>cosa que pueda llevarse»..... «Yo quiero que Gadifer de la »Salle sepa que si fuese tan jóven como yo,iría á matarle; pero »por lo mismo que no lo es, no lo hago; aunque si se me llega »á subir la sangre á la cabeza, le haré nadar en la isla de >>Lobos y entonces sí que pescará lobos marinos» (2).

Entretanto, los partidarios de Bertin, que se hallaban en el castillo, se habian apoderado de todos los víveres; y para coronar Bertin su obra de rebelion y de inmoralidad, mandó sacar de la fortaleza las mujeres francesas que allí se

(1) Gabriel Gravier, op. cit. caps. XIV, XV y XVI.

(2) Prenes pain, et vin, et se qui y sera; pendu soit il qui riens en espargnera. car il m'a plus coustè que à nul d'eulx, et maudit soit il qui riens y laissera qu'il puisse»..... «Ie veul bien que Gadiffer de la Salle sache que si fut ausi ioune que moy, ie l'alasse tuer; mais pour ce quil ne l'ait mye, par aduenture ie me deportere; si me monte vng pou à la teste, ie l'ŷre fuite noyer en l'ille de Louppes, si peschera aux loups marins.» (Id. id. op. cit. cap. XVII.)

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