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pasó desde el Jueves 15 de Enero de este presente año de 1643 por la noche, dos dias antes de san Antonio Abad, hasta el Viernes de la semana pasada 23 del mismo mes de Enero, que fue el dia de la salida, y partida del Conde-Duque de la Corte.

Este quedó inmovil habiendo visto la órden de S. M. y no pareciéndole á proposito en tanta congoja desaho÷ garse con otra persona que con su muger, que á la sazon se hallaba en Loeches, la despachó al punto un correo con la misma órden.

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La Condesa, antes del dia se puso en camino para Madrid, llorando siempre con admiracion de los que la acompañaban, que eran muchos. Luego que llegó á su casa, se encerró con su marido por dos horas, no habiéndose hasta ahora penetrado lo que trataron en tanto tiempo. Lo cierto es, que despues pasó á hablar con S. M. de quien fue brevemente despedida. La noche del mismo Viernes se echó llorando á los pies de la Reyna, suplicándola los favoreciese con su intercesion, en virtud de los continuados méritos y servicios de su marido. La Reyna reduxo á pocas palabras su respuesta, que fue: »Con desalo que ha hecho Dios, los vasallos, y los malos sucesos, no lo podemos deshacer el Rey, ni yo.””

El Viernes 16 de Enero estuvo todo esto tan oculto y escondido, que no lo supo otro, que Don Luis de Haro, sobrino del Conde-Duque, aunque tan odiado de éste, que ni aún le habia enviado pocos dias antes el pesame de la muerte de la Marquesa del Carpio, que era hermana mayor, de madre de Don Luis, el qual procedió en este caso tan generosamente, y tan como debia á quien era, que sin influxo alguno, vió á S. M., yarrodillándose a sus pics le suplicó, que ya que su real órden era irrevocable, á lo menos se executase con aquel decoro y suavidad que pudiese ser, pues era muy pro

pio de la clemencia de S. M.; y alcanzó con esto no solamente que se pudiese detener en Palacio tres dias mas el Conde Duque, é intervenir en los Consejos y Juntas, y que diese Audiencia en los negocios particulares suyos, sino tambien que en compañia del Pronotario, y de Alonso Carnerero, mirase todos las papeles de las Secretarías, y quemasen quantos el Conde-Duque dixese; como en efecto se hizo así, convirtiendo en cenizas una fuerte porcion de ellos, en que habria harto que ver y notar, si el público los viera; lo qual pareció un exceso grandísimo de benignidad y clemencia en S. M.

El mismo dia Viernes procuraban muchos Audiencia del Conde-Duque; pero éste mandó se dixese á todos, que no estaba bueno, y no admitió á ninguno de los muchos señores que iban á verle comer.

El Sabado por la mañana mandó S. M. que le pidiesen la llave secreta que tenia de su real Cámara, en la que con este auxilio entraba quando le parecia. La misma mañana pidió el Conde-Duque Audiencia á S. M., y se la dió en público, estando presentes el Patriarca, y otros muchos señores, la que duró un quarto de hora; y aunque S. M. tenia por costumbre fixar los ojos en la cara' del que le hablaba ; en esta ocasion no se observó, pues mientras habló el Conde Duque tuvo S. M. la vista á otro lado, manifestando la poca atencion, y menos cuidado con que le oía.

Luego que se apartó S. M. el Conde-Duque entró en una Junta, en la qual mostró generoso señorío, sin descubrir el menor asomo de tristeza; y trató tan mal á los Secretarios, que ellos mismos dixeron despues, que en aquella ocasion manifestó tanta entereza como quando estaba en la mayor altura.

Algunos Embaxadores le pidieron Audiencia despues de comer, y no la obtuvieron, respondiéndoles que no

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estaba bueno. Últimamente, la misma noche de san Anto nio Abad se publicó en Palacio la caída del Conde-Duque, con tanta alegria de ambos sexôs, que no puede ponderar, se. El dia siguiente salieron en consonantes muchos papeles que alababan en extremo la determinacion de S. M. Muchos me gustaron, y en particular uno que se halló fixado en las puertas de Palacio, y solo conțenia ésta

REDONDILLA, 05

El dia de san Antonio

se hicieron milagros dos,
pues empezó á reynar Dios,

y del Rey se echó al demonio.

El Domingo 18 de Enero tuvo Madrid una alegria tan grande, al publicarse esta tan deseada noticia, que á no haberse moderado por una voz que se esparció entre todos, de que el Conde-Duque con su gran maña habia vuelto á la gracia de S. M. y á manejar las riendas del Gobierno, sin duda se habrian celebrado fiestas públicas. Por lo menos todo este dia arrojaron el pan, y la fruta á quien lo queria de valde, en señal de regozijo y com placencia.

El Lunes salieron el Rey, la Reyna, el Príncipe, la Infanta, y la Duquesa de Mantua en público, dirigién dose al Convento de las Descalzas Reales. Fueron segui dos del numeroso Pueblo, que á gritos decian: vivan los Reyes, y el Principe nuestros señores, y muera el mal gobierno.

En este mismo dia, que era el último, y determinado para la partida del Conde-Duque, procuró éste por la intercesion de su sobrino Don Luis de Haro, alguna

pror

prorrogacion, la que obtuvo en esta forma: Que el Rey se iria el Miercoles 21 al Escorial, para volver el Jueves 22 por la noche, y asistir en la real Capilla Viernes 23 á la fiesta solemne de san Ildefonso, Arzobispo de Toledo; y que á la vuelta de S. M. precisamente habia de haber partido el Conde-Duque de Madrid.

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Sin embargo de todo lo referido, el Martes 20 de Enero, se intentó de nuevo con todas las imaginadas su misiones de la Condesa su muger, el suspender la salida del Conde-Duque, pero todas le salieron vanas, y sin fruto; con lo qual, rabioso el Conde-Duque contra la Reyna, á quien culpaba de única causa de sus tragedias: obstentó luego que pasó el Rey al Escorial, todas aquellas acciones en los Consejos y Juntas, como en las Audiencias que daba, que pudiesen hacer creer no sal dria ya de la Corte, y que gozaba la misma Privanza que antes; lo que entibió en mucha parte la alegria comun, y ofuscó de manera el alto entendimiento de la Reyna, y la puso tan sospechosa, que el Miercoles por la noche escribió un villete al Rey sentidísima, manifestando, que las operaciones del Conde-Duque en público, mas eran de Valido, que no temía á su Rey, que de desterrado por su órden.

El Jueves 22 por la tarde, se notó por cosa muy extraordinaria, que diez Grandes de España, que fueron: Infantado, Lemus, Hijar, Venavente, Villafranca, èl Condestable, Fuensalida, Bejar, y Osuna, saliesen á -recibir á S. M. una legua de Madrid, y viéndolos el Rey les preguntó: ¿Qué cosa podia haber sucedido en Madrid, que les obligase á venir en tanto número? Don Fernando de Borja, que iba con ellos, respondió : Que habia llegado el tiempo en que S. M. conociera la verdadera ley, y voluntad rendida de los Grandes, y que si antes no asistian á su real persona, como era justo,

fue

fue porque no lo permitia la malevolencia del CondeDuque, recelandose tal vez, de que alguno déclarase á S. M. sus maldades y conocidos defectos; y que ya que este enemigo de la España faltaba de su tirano gobierno: todos seguirian continuamente el coche de S. M. como obseqüentes criados.

Con esto llegaron á Palacio; y á penas se apeó de la carroza, preguntó si el Conde-Duque se habia ido; y entendiendo que no, se volvió á Don Luis de Haro, y le dixo: »Decid al Conde-Duque al instante, que si no ha marchado mañana á las once del dia, he de hacer le "corten la cabeza en la misma mañana.

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Fue imponderable el júbilo que estas voces causaron á los Grandes que estaban presentes. Don Luis de Haro partió inmediatamente á dar tan triste noticia á su tio ; el que con ella añadió nuevo pesar á su melancolía, y conociendo que ya era desesperado é irremediable el caso, se ajustó á partir, y gastó toda la noche en reveer y quemar papeles.

La mañana siguiente bien temprano procuró hablat á S. M. 3 pero no pudo conseguirlo. Lo cierto es que salió de Madrid á las nueve del dia , y el que tardó en irse, parecieron á todos muchos siglos. Tal era el deseo y ansia con que generalmente se apetecia su ausencia.

La partida no se hizo sin artificio; pues no ignoran'do el Conde-Duque lo mucho que el Pueblo le aborrecia, y que corria peligro de ser maltrado, si de él se dexaba ver; para asegurarse de tan fuerte riesgo, tres dias antes hizo prevenir quatro coches, y muchas mulas, como si entonces hubiera de partir. En este dia 23 dió igual disposicion; pero mientras los coches estaban en la Priora (que es la parte de atrás del Palacio ) él por las puertas de la cocina secretamente se puso en un coche viejo con quatro mulas, y tiradas las cortinas, en medio

de

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