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el ejemplo del infante; y el embajador marques de Beauharnais, que tan solícito protector se habia mostrado del partido reinante, unió sus instancias aguijoneado por el general en gefe del ejército francés.

Para dirigir y llevar á cima una trama tan complicada y dificil, no satisfacian enteramente al emperador los talentos de su cuñado; multiplicábale los avisos, señalaba los escollos y dibujaba con rasgos verdaderos el cuadro de la Península española. No se ocultaba á su prodigioso instinto el influjo que los frailes ejercian sobre todas las clases de la sociedad, el ciego fanatismo del vulgo, y cuán facil era que prendida la menor chispa se encendiese una guerra religiosa que todo lo destruyese. No contento con sus repetidos exhortos á Murat, eligió entre sus cortesanos al mas artificioso y astuto, á su ayudante Savary, que tan á gusto suyo se habia conducido en la embajada de Rusia, y encargándole muchas veces el evitar un rompimiento y conducir el negocio por las tortuosas vias de su política, le envió á Madrid. Llegó el simulado palaciego propalando que su mision se reducia á sondear los sentimientos que respeto á la Francia profesaba el nuevo monarca para reconocerle ó no el emperador; y que para entenderse mas prontamente sería muy del caso que Fernando se adelantase á rendir el homenage de amistad á su aliado, que iba á penetrar en España. En aquellos momentos el Consejo, antes uniforme, fluctuaba en sus decisiones y andaba dividido. Ceballos opinaba que el rey no debia sin comprometer su dignidad dar un paso fuera de su corte, hasta que oficialmente le constase que el emperador habia pisado nuestro territorio. Fortalecian con su asentimiento el juicioso dictamen del ministro de Estado los duques del Infantado y de San Carlos; pero Escoiquiz, cuya opinion pesaba mucho en la balanza del augusto alumno, sostenia

Instrucciones de Napoleon.

Llegada de Savary.

nando.

siempre y á todo trance la confianza en el vencedor de Europa y en sus generosos planes. Cesó la division con la llegada del sagaz enviado, porque insinuándose con pérfidos halagos en el ánimo de Infantado, y seduciendo aun mas con sus pomposas ofertas y con la red del pronto reconocimiento Resuélvese al crédulo arcediano, envolviólos en el preparado el viaje de Fer- lazo. El Consejo unánime, despues de haber afirmado Savary que el emperador estaria ya en Bayona, y llegaria á Burgos al mismo tiempo que el rey, y despues de una larga conferencia con el embajador Beauharnais, el hombre de la confianza de Escoiquiz, juzgó que la política exigia aquel sacrificio para desarmar el brazo del omnipotente Bonaparte, que si vislumbraba sospechas en el nuevo gobierno, no reconoceria á Fernando, y éste determinó su viaje.

vas.

Acompañaba en clase de intérprete á Savary don José Hervás, hijo del marques de Almenara, y cuñado de Duroc, gran mariscal del palacio del imperio. Llevado de su acendrado amor á la dulce Aviso de Her- patria, avisó con cautela que por lo que á su cuñado y á otros personages habia oido, le parecia que si el monarca español se ausentaba del reino, peligraba su persona. Mas aquellos hombres menguados y estremadamente ciegos no abrieron los ojos á tan clara vislumbre; guiábalos la estrella de la perdicion de España, y su maléfica influencia embotaba sus sentidos, entorpecía sus fibras, y ni la brillante luz del desengaño bastaba á mostrarles el precipicio. Las insidiosas palabras de un estrangero merecieron mas fé que las honradas advertencias de un caballero español; y atropellaron con todos los respetos y con el decoro mismo del

trono.

Solo de voz y no de oficio, por un enviado que ni credenciales presentó, se comunicaba el

viaje de Bonaparte, sin fijar el dia, sin preceder ninguna de las formalidades que prescribe la ceremoniosa etiqueta de las cortes. Y el monarca de una nacion poderosa corria en busca de un igual suyo, que ni responder á sus cartas se habia dignado, comprometiendo de este modo no solo su dignidad y las coronas de dos mundos, sino hasta la seguridad de la nacion que gobernaba. El sucesor de Carlos V, del vencedor de Pavía, que domó el orgullo de la Francia, é hizo rendir á su rey la espada ahora vilmente arrebatada, ¿por qué habia de humillarse ante el poder de un soberano que habia recogido su diadema de un campo de batalla? Hora es ya de decirlo; porque Fernando ni sus consejeros no tenian la conciencia tranquila, y volvian los ojos á las gradas por donde el príncipe de Asturias habia subido al trono: los tumultos de Aranjuez no eran títulos legítimos para los sostenedores del derecho divino, y la sombra de un anciano destronado los aterraba. Querian comprar con genuflexiones la proteccion del poderoso soldado domador del Orbe; y se decidieron al viaje que en otras circunstancias hubieran rehusado y visto con los mismos ojos con que lo vió la Europa entera, y con que lo considera la historia,

Resumen del libro tercero.

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Solicitud de Fernando.-Sale de Madrid. - Junta Suprema. Entusiasmo de los pueblos. Acuerdo en Vitoria.Escribe el rey á Napoleon.- Terrible respuesta.— Correspondencia de Escoiquiz con Macanáz.-Seguridades dadas por Savary. -El ex-ministro Urquijo.-Sus planes.-Entra Fernando en Francia.- En Bayona. — Recibimiento y convites. - Descorre el emperador el velo á sus intenciones. Constancia de Carlos IV con Godoy.-Talento de María Luisa.-Los reyes padres en el Escorial.-Godoy en libertad. Sus conferencias en Bayona.-Ofarril.-Azanza.Resolucion de la Junta Suprema. -Carta de Carlos IV á Napoleon.-De la reina su esposa.-Error de los reyes padres.- Diálogo entre la reina y el duque de Mahon.-Entrada de los reyes en Bayona.-Carlos IV y sus hijos.-Convite del emperador á los reyes.-El anciano Carlos apoyado en el brazo de Bonaparte.. - Primera entrevista.-Indignacion del padre. -Escándalo. - Defiéndese Fernando.- Réplica elocuente. Espíritu de Madrid. — Motin en

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