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co de Gallardo.

de dos libras trece reales vellon. La mortandad i igualó la miseria, pues desde Setiembre anterior› en que comenzó la carestía, hasta Julio, sepultá-› ronse en la villa veinte mil cadáveres. Igual ca-' lamidad asoló algunas provincias ocupadas tambien por los invasores, contrastando su escasez y desdicha con la abundancia y alegría que reinaron en la isla gaditana.

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Continuando las Cortes sus sesiones, trabajaban en establecer la posible armonía entre los cuerpos del estado y el nuevo código que regia; con este fin dieron reglamentos á los Consejos, organizaron el poder judicial, y mejoraron la planta de los ayuntamientos. Llamaron tambien la atencion del congreso las demasías de la prensa, prestando materia á acalorados debates. EsciDiccionario tó sobre todo mas animada discusion el Diccionacrítico-burles- rio crítico-burlesco que publicó don Bartolomé José Gallardo, bibliotecario de la misma asamblea. Prevaliéronse los enemigos de la libertad de las doctrinas estampadas en este libelo para calificar de irreligiosos é impíos á los diputados. Mas daño causó á los principios liberales el escrito del: señor Gallardo, que la pérdida de una batalla alejército invasor: desde entonces comenzaron á creer los españoles menos ilustrados que el pacto constitucional no era compatible con la religion, y entiéndase que los menos ilustrados eran la nacion entera, con cortas escepciones. Desaprobaron las Cortes el Diccionario denunciado, y estimu-! laron á la regencia para que hiciese sufrir á su autor el rigor de las leyes. El bando absolutista asió de los cabellos la ocasion para sacar la cabeza; y en 22 de Abril propuso don Francisco Riesco, inquisidor de Llerena, el restablecimiento de la inquisicion. Aparecieron en este dia las tribunas públicas llenas de un vulgo amigo de la

1812.

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las Cortes.

intolerancia, y de frailes que alborotaron duran- Los frailes en te la sesion, dando gritos á favor del santo ofi- las tribunas de cio. Pasó la propuesta á la comision de Constitucion, como estaba resuelto, para que dijese si era contraria á alguno de sus artículos. Ansiosos siempre de fraguar maquinaciones contra el sistema representativo, idearon los amantes del despotismo disolver las Cortes; pero determinóse convocar las ordinarias para 1.° de Octubre de 1813, y no destruir hasta entonces las constituyentes, aun cuando se cerrasen.

Resuelto lord Wellington á abrir en Castilla una campaña decisiva, constituyóse centro de todos los movimientos militares de la Península española. Formado el plan, y en contacto con los generales que habian de maniobrar, encamináronse los aliados á Salamanca, y habiéndola abandonado los franceses, sitiaron sus contrarios los tres fuertes en ella levantados á mediados de Junio. El dia 20 volvio á aparecer el mariscal Marmont con su ejército intentando socorrer á los suyos, aunque en vano, porque los ingleses apresuraron el ataque y se apoderaron de dos fortalezas, obligando á capitular á la tercera. Sabida su rendicion retiróse Marmont; y despues de varias marchas y evoluciones de ambos ejércitos enemigos, dióse la célebre bataHa llamada por los britanos de Salamanca, y por los imperiales de los Arapiles, en que los franceses perdieron dos águilas, seis banderas, once cañones, siete mil prisioneros y muchos muertos, quedando heridos los generales Marmont y Bonnet. Grandes fueron las consecuencias de este sangriento combate, que costó tambien á los aliados cerca de seis mil hombres, y por el que concedieron las Cortes á Wellington la orden del toison de oro. Retitáronse las tropas del imperio en combinacion con el ejército llamado del centro, que mandaba José en

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Batalla de Salamanca.

1812.

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persona, replegándose de Valladolid via de Burgos, de cuya ciudad se posesionó el duque de CiudadRodrigo el 30 de Julio. Entonces ya no pensó José sino en sostenerse en Madrid, que tuvo por fin que abandonar en 11 de Agosto, emprendiendo su retirada por las márgenes del Tajo, mientras los aliados verificaban su entrada triunfal en la corte en medio del general, alborozo. El pueblo ébrio de entusiasmo á la vista del héroe de la guerra, del' ilustre Wellington, le prodigó los honores mas estraordinarios, bendiciendo una y mil veces la hora en que se veía libre de sus opresores, de los tiranos del 2 de Mayo que tanta sangre habian derramado injustamente. El general en gefe inglés or+ denó que se jurase la Constitucion conforme á lo dispuesto por la regencia; y presidieron el acto en Santa María de la Almudena, el malhadado, don Jura don Carlos España, nombrado gobernador de Madrid, Carlos España la Constitu- y don Miguel de Alava. Al tiempo de pronunciar el juramento el referido España, admiró al concurso con los ridículos estremos que hizó á favor del nuevo régimen, ofreciendo verter en su defensa la última, gota de sangre: farsa indigna que convirtió despues en odio y sed de sangre contra los liberales. Los franceses habian fortificado y guarnecido el Retiro, y embistiendo sus obras el inglés, obligó á rendirse á los soldados de Napoleon. Alava, hombre ilustrado y de carácter tolerante y conciliador, viendo que en la villa madrideña se albergaban tantos empleados de José, y tantas familias comprometidas por su causa, publicó una proclama prohibiendo que fuesen maltratados por sus opiniones, Pero don Carlos España, venido al suelo español solamente á ejercer el oficio de yerdugo contra sus naturales, fijó en las esquinas de la capital un edicto bárbaro é inhumano, y comen zó su sistema de espoliaciones y tropelias, en que

cion.

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tanto sobresalió despues bajo principios opuestos. Asi las proscripciones futuras que han horrorizado á la Europa comenzaron en esta lucha gloriosa, que pretesto noble de algunas almas de tigre, les sirvió de ensayo para cebarse en los goces de Calígula y de Neron. Mucho disgustaron tambien las inédidas tomadas por las Cortes para que no circulasen las monedas francesas que se habian introducido, y las acuñadas con el busto de José; mas adelante se suspendió el cumplimiento de esta orden.

Apoderóse el Empecinado de Guadalajara, ́haciendo prisioneros ochocientos franceses que la guarnecian, José y los suyos siguieron su marcha en retirada del Tajo á: Valencia, en cuyo camiño padecieron toda clase de trabajos, entre ellos la sed, pues los naturales cegaron los pozos y destruyeron quantas fuentes habia. Tambien en Castilla la Vieja esperimentaron varios descalabros los invasores, cayendo en poder nuestro la guarnicion de Astorga; y Porlier les obligó, á evacuar Santander y Bilbao, proclamando en seguida el nuevo código, que saludaron con sus salvas los buques ingleses.

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Despues de dos años y medio de inútiles esfuerzos, que se estrellaron en el denuedo y bizarría española, levantó Soult el sitio de la heróica Cádiz, baluarte de la independencia nacional, y cu na de la libertad que acababa de nacer. En seguida abandonaron las huestes del imperio los puntos fortificados de la Serranía de Ronda, clavando la artillería que los coronaba, y desocupando la ciudad de Sevilla encamináronse al reino de Murcia, acosados siempre por el cuerpo que militaba á las órdenes de don Francisco Ballesteros. Antes de salir de Sevilla recogió Soult los cuadros mas preciosos que adornaban sus templos, y destinando los de mas mérito para su uso, cargó con aquel riquísimo botin, ornainento y honra de España. Y aun

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talla.

cuando mas adelante en virtud de reclamaciones de nuestro gobierno volvieron á su destino algunas de aquellas pinturas, fueron las de menos va lor y maltratadas por los viajes. En el tiempo que dominaron los franceses las provincias de Andalu→ cía, sacaron de ellas en clase de contribuciones seiscientos millones, suma que asombra y que deja traslucir los inmensos tesoros de que espoliaron el resto del reino.

No miraba la fortuna con tan siniestro semblante al ejército de Suchet, siempre vencedor en las lides. Sus batallones, conducidos al combate por Rota de Cas- el general Harispe, rompieron en los campos de Castalla á los nuestros, que mandaba don José O'donell, causándoles cerca de tres inil prisioneros, ochocientos entre muertos y heridos, y cogiéndoles dos cañones, tres banderas, fusiles y municiones. Esta derrota, que cubria de oprobio nuestras armas mientras las aliadas se coronaban con los laureles de Salamanca, despertó la indig nacion de las Cortes, que despues de un acalorado debate resolvieron que la regencia mandase instruir el competente sumario sobre aquella jornada. De sus resultas el conde de La Bisbal, individuo de la regencia, y hermano de O'donell, dió la dimision de su cargo: admitióla el congreso, y nombró en su lugar á don Juan Perez Villamil, conocido por sus opiniones absolutistas.

1812.

El reino de Valencia, desalentado con la rota de Castalla, cobró nuevo brio con el arribo de la escuadra anglo-siciliana, reforzada con la division de Witingham formada en Mallorca, que desembarcó en Alicante el 9 de Agosto. Suchet sentó sus reales en Játiva; y el rey José penetró en Valencia el 26 del mismo Agosto, á cuya provincia llegó igualmente Soult, y puesto en comunicacion con ambos cuerpos, tomó el castillo de Chinchilla.

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