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El descalabro de Castalla obligó al gobierno á separar del mando á don José O'donell, sucediéndole de vuelta de su espedicion al rio de la Plata, donde ninguna gloria habią obtenido, y sí empeorado el estado de las cosas con su política violenta y escasos conocimientos en el arte de la guerra, don Francisco Javier Elío. En Aragon militaban nuestros soldados á las órdenes de don Pedro Sarsfield y en Cataluña á las de don Luis Lacy, molestando todos al enemigo con sus contínuos movimientos, pero sin resultado alguno. Wellington salió de Madrid, y emprendiendo el camino de Arévalo con direccion á Burgos, reunió al suyo el sesto ejército español, cuyo baston empuñaba Castaños. Las Cortes condecoraron á Welligton con el mando de general en gefe de los ejércitos españoles, cuyo decreto se negó á obedecer Ballesteros, que á la sazon se hallaba en Andalucía al frente del cuarto cuerpo. La regencia envió al conde de Almodovar con la orden de separarle de su destino, y lo confirió al príncipe de Anglona, señalando á Ballesteros Ceuta por cuartel. Llegado á Burgos el duque de Ciudad-Rodrigo, sitió el castillo, mas tuvo que levantar el cerco obligado por los movimientos de los franceses, pues habiendo celebrado el príncipe José un consejo de generales en Fuente la Higuera, tomaron el rumbo de Madrid por Albacete y Cuenca. Los britanos desalojáronse de la corte, donde regresó José el 2 de Noviembre, volviendo á salir el 7 del mismo mes con direccion á Castilla la Vieja para obrar de concierto con los cuerpos de Portugal y del Norte que avanzaban hácia aquella provincia. Los ejércitos beligerantes maniobraron por algunos dias sin trabar combates decisivos; y el duque de Ciudad-Rodrigo, seguido siempre de los franceses, se retiró á Portugal, donde sentó sus cuarteles de invierno. Los ejércitos imperiales der38

T. I.

Vuelve Elio de América.

1812.

1812.

ramáronse entonces por ambas Castillas, y el príncipe José entró otra vez en Madrid el 3 de Diciembre, ansioso de descansar de tantas fatigas y gozar la tregua á que parecian entregarse sus enemigos. Para formarse una idea del modo con que asolaban el suelo español los que se decian sus amigos, bastará reproducir las palabras mismas de Wellington en una circular que pasó á los comandantes de los cuerpos. "La disciplina del ejército de mi mando, decia el general inglés, ha decaido en la última campaña á tal punto, que nunca he visto ni leido cosa semejante. Sin tener por disculpa desastres ni señaladas privaciones...." "Hanse cometido desmanes y escesos de toda especie, y se han esperimentado pérdidas que no debieran haber ocurrido."

Establecidos sus cuarteles de invierno, el duque de Ciudad-Rodrigo, queriendo concertar con el gobierno español el plan de la campaña que se abriWellington ría en la primavera inmediata, pasó á Cádiz, don

en Cádiz.

de le recibió el pueblo con un entusiasmo proporcionado á la gloria de que se habia cubierto. Una comision de la asamblea nacional le felicitó en su casa; la regencia y los grandes de España le dieron banquetes y saraos; las Cortes le abrieron sus puertas, concediéndole asiento en sus bancos, donde pronunció un enérgico discurso, á que contestó el presidente. Por consecuencia de las medidas que se adoptaron, dividiéronse de nuevo los ejércitos Nueva divi- españoles en cuatro de operaciones y dos de resersion de los ejér- va: 1.°, el de Cataluña al mando del general Copons y Navia. 2.o, compuesto de los primitivos segundo y tercero bajo las órdenes de Elio. 3.o, que constaba del llamado cuarto y á su frente el duque del Parque. 4.o, en el que se refundian los ahora quinto, sesto y séptimo, confiando el baston á Castaños. Los dos cuerpos de reserva debian

citos.

cy,

formarse, el primero en Andalucía por el conde de La Bisbal; el segundo en Galicia por don Luis Lamaniobrando cincuenta mil hombres de estas fuerzas á las órdenes de lord Wellington, que sin detenerse retornó á Lisboa. Aprovechemos el descanso de los combatientes para seguir en sus tareas al congreso de la nacion

Siguen las Cortes sus ta

Dignos de elogio son sus decretos sobre reducir á propiedad particular los terrenos de baldíos ó realengos, los de propios y arbitrios y la abolicion del voto de Santiago. Para prueba del temor que reas. inspiraba á los diputados el atraso de los pueblos, incensaban de cuando en cuando al ídolo del fanatismo, proclamando unas veces, como hemos visto, la intolerancia religiosa, y declarando otras patrona de España á santa Teresa de Jesus. Consideramos indignas de un sistema liberal las medidas. de proscripcion adoptadas sobre los delitos de infi-, dencia, y que alcanzaban hasta á los compradores de bienes nacionales. Lejos estarian las Cortes al decretar la purificacion de creer que ensayaban el arma con que habia de acrecentar sus crueldades el despotismo: consistia aquella en hacer una informacion de la persona en juicio abierto contradictorio, que se remitia al gobierno, acompañado del dictamen del ayuntamiento respectivo. Admitióse en aquellos dias la mediacion inglesa para poner fin á las desavenencias de América bajo ciertas bases que desechó la Gran Bretaña, resaltando su mala fé á consecuencia de las notas pasadas, y quedando el negocio reducido á la negativa.

Nuestro ministro plenipotenciario en San Petersburgo, don Francisco Zea Bermudez, puso en manos del emperador Alejandro en 24 de Noviembre un ejemplar de la Constitucion decretada por. nuestras Cortes; y son dignas de notarse las siguientes palabras: "Este admirable código, que á la par

ha satisfecho las opiniones y llenadó los deseos del pueblo español de entrambos mundos, no es fruto de una concepcion filosófica ó metafísica, propia inas bien, como lo ha demostrado la esperiencia en otros paises, para turbar los estados, que para asegurar su tranquilidad y su ventura. Nada ha introducido en ella ni el espíritu de innovacion ni el de reforma; nada se ha tomado para formarla de las naciones estrangeras; las mismas antiguas leyes de la monarquía son las fuentes de donde toda entera se ha sacado; y no dispone cosa alguna que no se halle consignada del modo mas auténtico y solemne en los diferentes cuerpos de legislacion española." El canciller conde de Romanzoff, contestó el 25, "que el emperador habia recibido este nuevo testimonio de los sentimientos que por su parte animaban al gobierno de España, con tanto mayor placer cuanto estaba persuadido que esta solemne acta debia servir de garantía á la prosperidad de una una nacion leal y valerosa, á la que S. M. pro(Ap. lib. 6. fesaba la mayor estimacion." (*) No tardó el señor núm. 5.) Reconoce RuZea en concluir con el emperador un tratado de amistad y alianza, en cuyo artículo 3.o se reconocia la Constitucion en estos términos: "S. M. el emperador de todas las Rusias reconoce por legítimas las Cortes generales y estraordinarias reunidas actualmente en Cádiz, y la Constitucion que estas han decretado y sancionado." Igual en un todo al artículo referido, contenia otro el tratado con el rey de SueTambien la cia, proclamando el solemne reconocimiento de la asamblea española y de la nueva ley que habia decretado. La princesa de Portugal doña Carlota prodigó al congreso los mayores elogios, congratulándose por la Constitucion publicada, que subió al últiino cielo de la alabanza; y aprovechando sus amigos esta coyuntura, otra vez intentaron confiarle las riendas de la regencia, pero triunfó el partido contrario.

sia el gobierno

de las Cortes.

Suecia.

1813.

Abolicion del santo oficio.

Llegó por fin el dia destinado para discutir si habian ó no de cerrarse las puertas del funesto tribunal de la inquisicion, y abierto el debate defendiéronla el diputado Inguanzo y el inquisidor don Francisco Riesco. Levantaron la voz en contra de la intolerancia y de la sangre derramada por ella don Joaquin Villanueva, Muñoz Torrero, Espiga y Oliveros. Puesta á votacion su existencia en 22 de Enero, quedó abolida por noventa votos contra sesenta; despreciable mayoría que manifiesta cuán profundas raices habia echado el fanatismo en una nacion en que mas de una tercera parte de sus representantes, flor y nata de la ilustracion del pais, opinaba por el sostenimiento del santo oficio en una época en que no tenia ya en Europa por suyo un solo pueblo. ¿Qué idea habria concebido de la libertad el señor Borrull, quien sostuvo en su discurso que era compatible con la Constitucion el tribunal de la fé? ¿Cómo amalgamaremos una ley que prohibe la prision del ciudadano sin resultar el delito de la sumaria previa, con unos monstruos que imponian las penas mas crueles sin defensa, sin comunicar al reo los autos ni decirle nunca el crimen de que le acusaban ni el nombre del acusador? Y sin embargo, para abolir la inquisicion viéronse obligados los diputados á sustituirle tribunales protectores de la religion, porque les aterraba el grito de la opi- tores de la relinion pública, que les era contraria: grito consecuen- gion. te á la ignorancia general, á tantos siglos de tiranía y de preocupaciones; grito que no tardará en resonar uniforme y omnipotente.

Napoleon habia suprimido en parte las coniunidades religiosas, y el príncipe José las habia estinguido enteramente, como hemos indicado: deseosas las Cortes de contribuir á la reforma social en un punto de tanta trascendencia, tocaron con tiento la llaga sin atreverse á profundizarla: man

Créanse tribunales protec

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