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Aguijado por las circunstancias, y deseoso de utilizar las tropas que aun quedaban en Cataluña, pensó Bonaparte que debia dar libertad á Fernando, atado con el convenio de Valencey. Y era tanta su confianza en aquel monarca, que asegura en el Diario de Santa Elena que si no comprendió el tratado el casamiento del rey con una princesa imperial, fue porque Napoleon juzgó que restituido al trono, pareceria aquel acto mas libre y espontáneo por parte de Fernando. La resolucion del francés coincidió con la vuelta á Valencey del duque de San Carlos, portador de la negativa de la regencia; y para que el emperador no mudase con ella de dictamen corrió el duque en su busca. No alteró el plan del conquistador la respuesta de los españoles, y mandó espedir los convenientes pasaportes para el rey, los cuales se recibieron en Valencey el 7 de Marzo á las diez y media de la noche con el gozo que era natural. Con este acto tuvo fin el llanado cautiverio de Fernando, y comenzó su verdadero reinado, cuyas vicisitudes y trágicos sucesos van á ocuparnos desde ahora.

Libertad de Fernando.

1814.

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ocumentos justificativos.

APÉNDICES

CORRESPONDIENTES AL TOMO PRIMERO.

LIBRO PRIMERO.

Número 1. Véase la obra titulada: Cuenta dada de su vida política por don Manuel Godoy, príncipe de la Paz, ó sean Memorias criticas y apologéticas para la Historia del reinado del señor don Carlos IV de Borbon. Madrid: imprenta de Sancha, 1836. Páginas 224 y 225 del tomo 3.°

Núm. 2. Historia crítica de la inquisicion de España, por don Juan Antonio Llorente. Barcelona, 1836, tomo 8.o, pág. 225.

Núm. 3. Uno de estos literatos fue el célebre Moratin, quien cuando era una especie de tributo á Fernando VII prorumpir en denuestos contra Godoy, puso en sus obras, en una poesía dedicada al caido ministro, la siguiente nota que tanto le honra.'

«En ella (la poesía) celebró el poeta el casamiento del príncipe de la Paz con una nieta de Felipe V, y no será la única, de las escribió que para el príncipe, que ocupe un lugar en esta coleccion.>>

«Mientras aquel personage mereció la predileccion del soberano, y dispuso á su voluntad de los destinos de la monarquía, los literatos y los artífices solicitaron su favor, como los prelados, los magistrados, los caudillos, los ministros, los embajadores, los grandes. Arbitro de la fortuna y aun de la existencia de muchos de ellos, ninguno desconoció la necesidad de complacerle: todos frecuentaron sus antesalas, su gabinete y su caballeriza. Distinguió á Moratin entre los humanistas que florecian entonces, y continuamente le estimulaba á escribir. Si algo valen las comedias originales de este autor, á él se le deben, y á la preferencia que daba á sus composiciones entre las muchas que á porfia le presentaban los demas. Error sin duda, pero no el mas grande de los que pudo cometer durante su gobierno.>>

«Ni fue su amigo Moratin, ni su consejero, ni su criado, pero fue su hechura; y aunque existe una filosofia cómoda que enseña á recibir y no agradecer, y que obrando segun las cir

cunstancias, paga con injurias las mercedes recibidas y solicitadas, Moratin estimaba en mucho su opinion para incurrir en tan infames procedimientos. Entonces trató de complacer á su protector por medios honestos, y entonces y ahora le deseó felicidad y se la desea. Todo el esfuerzo de las pasiones poco generosas que llegaron despues á trastornar el orden público, habrá sido bastante para despojar á este literato español de cuanto recibió del príncipe de la Paz; pero no habiéndole privado de su apellido y su honor, mientras los conserve será agradecido. Esta virtud, que para los malvados es un peso insufrible que sacuden á la primera ocasion que se les presenta, en los hombres de bien es una obligacion de que nunca saben olvidarse.»>

Obras de don Leandro Fernandez de Morantin, dadas á luz por la Real Academia de la Historia. Obras sueltas. Madrid, 1831, tomo 4.°

Núm. 4. Correspondencia de María Luisa con el gran duque de Berg, que insertaremos en su lugar.

Núm. 5. Hecha la paz entre Francia y Portugal en 29 de Setiembre, cerca ya de partir para Paris Luciano Bonaparte, y llegada la noticia de los preliminares de la paz con Inglaterra, una noche, en mi cuarto él y yo, los dos solos, hablando estensamente de aquella grande crisis que ofrecia la Europa, calculando los datos, ya favorables ó ya adversos, que podrian hacer estable ó destruir aquella paz tan deseada, haciendo una revista de la politica especial y del carácter de cada gabinete, y llegando al de Nápoles : «Hé aqui, dijo Luciano, un elemento siempre listo para la discordia, á la verdad de poca fuerza, mas no del todo despreciable, por el influjo y el poder que tendrá siempre la Inglaterra sobre aquel gobierno. Mientras á esta le conviniere se podrá contar con la accesion de Nápoles, forzada, no sincera, al sistema pacífico; pero si por desgracia no se llega á una paz definitiva con la nacion inglesa, ó dado el caso que

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