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le parecia hora se volvia á salir, y hallaba á su criada en el puesto que la dejaba, y con ella se tornaba á donde dejaba los vestidos; y volviéndose á vestir.se iba á la iglesia, donde acudia su escudero y demas criadas, con quien se volvía á su casa con la autoridad con que della habia salido. Y un dia el alcalde de la justicia la halló en el dicho calabozo desnuda en una cama bien sucia: porque vean lo que pueden estos desta vida de cárcel, y á lo que se ponen mujeres por ellos.

Por el mes de agosto de 1595 estuvo preso en la dicha cárcel por algunos delitos un mozo vicioso, natural de Sevilla; y dos mujeres della trajeron pleito ante uno de los tenientes diciendo cada una dellas que aqu el era su hijo, y lo pedia por tal. Y el pleito se recibió á prueba, y ambas á dos probaron bastantemente con buen número de testigos que era su hijo; y ambas vinieron á la cárcel muchas veces, y reñian en ella públicamente diciéndose malas palabras sobre ello. Y habiendo dado y tomado sobre esto mucho, se metió mucha gente en ello por ponerlas en paz; y se acordó que el mozo esc ›giese cuál era su madre y aquella le llevase. Se hizo así, y el mozo escogió la una dellas, y siendo libre de sus delitos se fué con ella dejando á la otra sin hijo y gastada del pleito que por él habia tenido (1).

En la dicha cárcel estuvo preso un barbero, el cual usó su oficio en ella el tiempo que estuvo preso; y habiéndose librado del caso de su prision, se estuvo en la dicha cárcel más de seis años y se está usando el dicho oficio sin salir de la cárcel, aunque está libre. El cual con su oficio gana muy bien de comer; y si alguna vez sale, que son pocas, se vuelve luego á comer y á dormir á ella, como si fuera su propia

casa.

En esta cárcel estuvo preso un hombre llamado Medina, mucho tiempo, el cual fué condenado á galeras; y olvidado en la cárcel muchos dias, tuvo traza cómo venir á ser portero, y lo fué muchos años de la

(1) Cervantes pasó el año de 1595 en Sevilla, y por otoño del de 1597 se vió en aquella cárcel real mezclado con tantos facinerosos y asesinos. A. F.-G.

puerta de la calle sin huirse, con salir. Fué despues advertido, y fué dada noticia á los alcaldes; y prendiéronle en su cárcel, de donde se huyó que nunca más pareció.

Algunas veces, cuando sentencian á galeras á algunos de los presos de la dicha cárcel, suelen para que no los entreguen por galeotes, fingirse potrosos, dándose con cierta yerba en las partes vergonzosas, con la cual se les hinchan; y luego dan peticion ante los alcaldes cómo son inútiles para servir en galeras á causa de la dicha enfermedad en lo cual mandan los alcaldes que los vean los médicos, los cuales los ven, y ballándolos de aquella manera dicen que es verdad, y que no pueden servir en las galeras. Y con esta declaracion se les conmutan las galeras en azotes y destierro, y con esto los sueltan; y en saliendo de la cárcel, fácilmente se curan de aquella enfermedad.

Eu la dicha cárcel estuvo preso y condenado à galeras un hombre por ladron, el cual apretaba los dedos de la mano izquierda cerrando el puño de manera que no hubo remedio de se la hacer abrir, fiogiendo ser manco. Viéronlo los médicos por mandado de los alcaldes, y dijeron ser verdadera la manquedad; por lo cual se conmutó la pena de galeras en cien azotes y destierro, y lo soltaron. Y despues de suelto abria la mano y la cerraba como la sana, y hurtaba con ella como con la derecha.

Los alcaides de la dicha cárcel suelen ordinariamente de su propia autoridad, porque se lo pagan y por ruegos, soltar gran gantidad de presos que están por deudas, y aun por delitos. Y acaece que por quejas que dan de los alcaides, de las tales solturas, á los jueces, vienen á visitar la cárcel; y para ello toman las llaves de las puertas, y tiénenlas consigo, y comienzan á hacer lista de los presos; y antes que la acaben, aunque falten cien presos, están en la cárcel todos: porque los llaman apriesa, y acuden á entrar por los tejados y por otras partes que saben, de manera que se escriben en la dicha lista por el juez, como si desde el principio allí estuvieran. Y los que los llaman son tan aspertos en ello, que con solo el mirar de los alcaides entienden, y luego andan recogiendo la gente para este dicho efecto.

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(1) Al fólio 293 vuelto, y despues del Entremes famoso de Los Habladores, se incluyó en la Séptima parte de las comedias de El Fénix de España, Lope de Vega Carpio, Familiar del Santo Oficio, impresa año 1617, «con privilegio, En Madrid, Por la viuda de Alonso Martin, A costa de Miguel de Siles, mercader de libros; Vendese en su casa, en la calle Real de las Descalças.

Lope de Vega no reconoció por suyas las piezas entremesiles que contienen los ocho primeros tomos del Teatro publicado con su nombre; y el Sr. D. Cayetano Alberto de la Barrera sospecha si escribiria Cervantes el entremes de La Cárcel de Sevilla. A toda luz le pertenecen los tres sainetes anónimos que aderezan esta Sèptima parte á saber: Los Habladores, La Cárcel de Sevilla y El Hospital de los Podridos. Espiritu, genio, estilo, son unos mismos en todos: por algo se pusieron juntos. Impreso en Cádiz, año de 1646, con el ilustre nombre de su autor, poseo yo Los Habladores; ¿quién sabe si allí entonces, sueltos tambien, y tambien con la marca de su verdadero dueño (reproduciendo ediciones más ó ménos antiguas y ya agotadas), volvieron á darse á la estampa los otros dos sainetes? Que el primero es hijo legítimo del numen de Cervantes, hoy no ofrece ocasion de litigio siendo esto así, y estando el fallo ejecutoriado, forzosamente hay que hacerlo extensivo á las otras dos piececitas.

Gustoso ha de ser para quien haya leido la relacion del licenciado Chaves, observar en el entremés que llena estas páginas, cómo da el ingenio cervántico aliento y vida extraordinarios á uno de los episodios de aquel curioso libro.

(2) Interviniendo en la fábula, se olvidó su nombre en la lista de personas que muestra el ejemplar de 1617.

AURELIANO FERNANDEZ-GUERRA.

Salen GARAY Y SOLAPO Y PAISANO, con grillos en los piés, y guitarras.

GARAY.

Loado sea Dios, que veo el cielo de Cristo.

SOLAPO.

Loado sea Dios, que veo el nubifero.

PAISANO.

Loado sea Dios, que veo el Sempiterno.

SOLAPO.

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PAISANO.

Cuando voacé haga pasar alguno á la otra cárcel, hay aquí alguno que no se le dará nada; y voto á Cristo, que ha de soterrar alguno algun puñal, que no se le saque del cuerpo otro que Dios.

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¡No, sino á mí!

¡Digo la parte!

PAISANO.

ESCRIBANO.

Oid, hermano, lo que os vengo á notificar.

PAISANO.

Veamos esta barabunda. ¿Qué buenas pascuas nos viene á notificar?

(Lee el Escribano la sentencia en voz alta.)

ESCRIBANO.

«Fallo que por la culpa que contra Paisano resulta, >>le debo condenar, y condeno, à que, de la cárcel »>do está, sea sacado públicamente en un asno de al»barda, y un pregonero delante que manifieste su »delito; y sea llevado por las calles acostumbradas, y » de allí sea llevado á la plaza, donde estará una bor>>ca hecha; y della será colgado del pescuezo, don»de naturalmente muera. Y nadie sea osado á quitar»le sin mi licencia, Y mando, so pena de la vida, etc.»

PAISANO.

¿Quién dió esta sentencia?

ESCRIBANO.

El juez que entiende de vuestra causa.

PAISANO.

Puédelo hacer, que es mi juez. Mas digale voacé que sea tan honrado, que nos veamos en el campo solos, él con su fallo y yo con una espada de siete palmos; veamos quién mata. Estos juecicos, en tiniendo un hombre embanastado como besugo, luego le fallan, como espada de la maesa: «¡Fallo que »debo de condenar, y condeno, que sea sacado por »las calles acostumbradas, en un asno de albarda.....

que todo lo diga.» ¡Válgate el diablo, sentencia de pepitoria! no es mejor decir que muera este hombre, y ahorrar de tanta guarnicion?

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(1) Flores, engaños y trapazas.

(2) Muriendo Paisano, faltará la crónica de los rufianes á quien todos respetan, de ladrones y madrugones, de cuchillos y ganzúas, de los rateros ladinos y de los encubridores, de ardides, sutilezas, averiguaciones y soplos, de paredes horadadas, y de los buenos criados para rufianes y mujeres de la mancebía.

Guzpálarro dice el manuscrito de la Relacion de la Cárcel de Sevilla, por el licenciado Chaves; pero esta no parece ser su pronunciacion verdadera. En el famoso romance de la Vida y muerte de Maladros se lee:

Otros mandan turco ledro (vino malo ð vinagre) para mojar el guspȧlaro.

Guzpálaro pone tambien Cervantes en Rinconete y Cortadillo. A. F.-G.

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