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tacion ó dinero real1, que pagaban al monarca reputado el diezmo de sus ganancias ó rentas, exigióseles antes de mucho otro diezmo, que debian pagar á las iglesias como si fuesen cristianos, agregóse el onceno para la expensa del concejo de la ciudad en que moraban, y en algunas ciudades un impuesto indirecto sobre el vino, que debian comprar siempre en la alhóndiga real; sin contar las vejaciones frecuentes de los recaudadores, ni los mercados particulares, monopolizados por los grandes en las villas de señorío, ni los donativos é imposiciones forzosas para el mantenimiento de las obras pias y gobierno privativo de sus aljamas, y el sostenimiento de sus mezquitas. No es de extrañar por tanto que la despoblacion cundiese en el reino de Sevilla, ante last esperanzas que hicieron concebir á los sarracenos las primeras empresas del soberano granadino 3 contra Alfonso X; pero vueltos á su aba

1 Difícil de apreciar en sumo grado el importe total de este tributo en las aljamas de Castilla, ministranos algunas noticias de mucho precio para este asunto un manuscrito interesante, sobre las cuentas del rey don Sancho por los años de 1293 y 1294, cuyo original se halla en la biblioteca del cabildo de Toledo, y traslado cuidadosamente sacado en la Biblioteca Nacional de esta córte. La proximidad de su fecha á los tiempos de que vamos tratando, puede servir para el esclarecimiento de la materia que nos ocupa.

El servicio de los moros de Se

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MS. citado de la Biblioteca Nacional, Dd., 109, folios 260-268.

2 «É otrosí les otorgamos que cada uno venda su vino en su casa ó allí ô mejor lo pudiere a los christianos, mas retenemos para nos el alfóndiga segura ô compren los moros vino en otro lugar». Privilegio del rey don Alfonso X (1272) á los pobladores cristianos de Murcia. Academia de la Historia, Coleccion de escrituras y privilegios de las iglesias de España, t. XII, fől. 177 v. Memorial histórico, t. I, pág. 278.

3 Testifica esta emigracion la carta del rey don Alfonso X á los alcaldes de Sevilla, de 17 de Junio de 1255, disponiendo que las casas y heredamientos que dejasen los que se fueren de la ciudad se diesen á buenos moradores (Tumbo de Sevilla, Biblioteca Nacional, D. 45, fól. 25 v.), no

timiento los muslimes, despues de la reduccion de aquel caudillo en 1266, persuadidos de que el collar de la Península se convertia en patrimonio de los monarcas cristianos, diéronse á acostumbrarse tranquilamente á aquel linaje de sujecion, que sin ser en modo alguno apetecible, no se habia endurecido todavia, hasta agobiarlos bajo el peso de cargas intolerables. Merced á esta diferencia de estado ganaba terreno la propaganda cristiana, á que atendió el conquistador de Murcia, ora generalizando la enseñanza del arábigo entre los predicadores', ora inculcando la idea de que debian convertirse los muslimes, antes con buenas palabras y convenientes explicaciones que con premia ó castigo, medios que solo debian permitirse respecto de los que estorbaban á otros que abrazasen el cristianismo 2. Ni dejaban de tenerse en cuenta para este resultado los alicientes de las recompensas temporales, ya protegiendo al converso con prohibir que le infamase el recuerdo de su orígen3, ya declarándole en fin de condicion libre, si era propiedad de un judío.

,ya

No fué sin efecto en la sociedad de los cristianos la existencia legal de los vasallos mudejares, reconocida y atendida en tan variadas relaciones. Alejada con la reconquista gran parte de la antipatía que mediaba entre ellos y el resto de los españoles, adoptaban estos con su trato varias prendas del vestido de los moros, caudal de voces de su idioma y algunos de sus usos y costumbres, llegando la asimilacion hasta el punto de hacer gala en las escrituras de la lengua arábiga, que se habia empleado tambien en las inscripciones de las monedas 3. Pues pensar que

menos que el privilegio concedido por el mismo soberano á 5 de Enero de 1252 á los que compraren heredades de los moros de Arcos. Academia de la Historia, Cód. E. 126, fől. 128. Memorial histórico, t. I, página 81.

1 Cascales, O. C., pág. 335.

2 «Por buenas palabras é convenibles predicaciones, deven trabajar los cristianos de convertir á los moros, para hacerles creer la nuestra fé é aduzirlos á ella, é non por fuerza nin por premia, ca si voluntad de nuestro Señor fuesse de los aduzir á gela della, é fazer creer por fuerza, él los apremiaria si quissiesc, que há acabado poderío de lo fazer; mas él non se paga del servicio quel fazen los omes á miedo, mas de aquel

que se faze de grado é sin premia ninguna: é pues él non los quiere apremiar nin fazer fuerza, por esto defendemos que ninguno non los apremie, nin los faga fuerza sobre esta razon. É si por auentura algunos dellos de su voluntad les naciesse, que quissiesen ser cristianos, defendemos otrosi que ninguno non sea osado de gelo vedar, nin de gelo contrallar en ninguna manera». Partida VII, tít. XXIV, ley 11.

3 Ordenanzas hechas en Sevilla en el año de 1252.

4 Partida VII, tít. XXIV, ley X.

5 Memorias de la Academia de la Historia, t. IV. Historia crítica de la Literatura española, t. 11, págs. 583 y 584.

carecian de raices en la sociedad española la concepcion de la figura patética del moro Aben-Galbon, leal apazguado de Mio Cid, como le describe el poema 1, ni cierta aficion de parte de los castellanos á las glorias de aquella suerte de compatriotas, que el vulgo llamó en sus cantares fijodalgos aunque moros, ni se compadece con el sentido nacional de nuestra poesía ni con las pruebas de estimacion que les dieron nuestros reyes, ni menos se ajusta con el hidalgo sentido moral y gentil disposicion de ánimo de los compañeros de armas de Seifadola У de Aben-Merdenix; de Abo-Muhammad el Baezy y de Abo-Abdillah AbenNásar.

Por lo que respecta á los muslimes, asimiláronse tanto á los cristianos, que don Alonso tuvo necesidad de recordarles en una ley, citada ya arriba, la observancia de sus propios usos. Hasta en los feudatarios del rey de Castilla penetró el espíritu de imitacion, viéndose, con escándalo de los sectarios de Mahoma, al poderoso Aben-Al-Ahmar, fundador de la dinastía nasarita, no solo recibir la órden de caballería de mano de San Fernando y parte del escudo de dicho monarca 2, sino tambien poner de moda entre los suyos los vestidos nian uso en la córte del conquistador de Sevilla.

1 Versos 2663, 2664 y 2691.

2 Véase el cap. VII de esta obra.

y 3
armas que te-

او تكون للرجالت عند المصافقة للحرب

«Tampoco (lleva turbante) Aben-Al-Ahmar, que tiene actualmente en su poderío

وكذلك ابن الاجري الذي معظم (3)

buena parte de Andalucia, cuyos sultanes الاندلس الآن في يده وكثيرا ما يتزياً

y guerreros visten el traje de los cristianos sus vecinos, siendo semejantes sus armas, sus capas de escarlata y de varias maneras,

سلاطينهم واجـنـادهم بزتى النصارى

y hasta sus senas y las sillas de suscaba المجاورين لهم فسلاحهم كسلاحهم واقبيتهم الاسكرلاط وغيره كاقبيتهم وكذلك

llos, con no ser en nada diferente su modo de hacer la guerra con escudo y lanza larbrazo; pues no conocen las clavas ni los arcos de los árabes, antes bien

من

اعلامهم وسروجهم محاربتهم بالـتـراس ga para herir a اعلامهم وسروجهم

sirvense del arco de los francos en los sitios والرماح الطويلة للطعن ولا يعرفون

las evoluciones de la guerrar. Aben-Said الدبابيس ولا قصتى العرب بل يعدون

de las ciudades y para uso de los peones en

en Al-Maccari, texto árabe, t. I, pág. 137.

للمحاصرات في البلاد قصى الافرنج

CAPÍTULO X.

Artes y literatura de los mudejares de Castilla durante este período.-Nacimiento de la arquitectura mudejar.-Desarrollo de la misma hasta el reinado de don Sancho el Bravo. -Primeros escritores árabes mudejares.-Escuela toledana en los tiempos de la conquista.-Ramificaciones de la primera escuela toledana.-Emigraciones de los sabios de Toledo. Literatos árabes de Valencia bajo la dominacion del Cid.-Reseña de la literatura arábiga mudejar desde la muerte de Alfonso VI hasta la época de don Alfonso el Sabio.— Segunda escuela toledana.-Escuelas de Murcia y de Sevilla.-Influencia de los hijos de San Fernando en la restauracion de las letras arábigas entre los sarracenos sometidos.— Significacion del elemento oriental en los trabajos científicos y literarios de don Alfonso X.

Que los muslimes mudejares y los moros bautizados, sus sucesores, conservaron en la España cristiana la reputacion de hábiles agricultores; que se dedicaron al comercio de drogas y especiería; que 'empleaban la seda en tejidos singularísimos; que apenas tenian rivales durante la edad-media en los trabajos de alfarería y porcelana, siendo extremados en las aplicaciones de cordoban y labor de los metales preciosos, noticias son que pecan de vulgares para reproducirlas en este trabajo, no siendo por cierto peregrinas en la historia de la cultura española. No podrán, sin embargo, ser rechazadas como impertinentes ciertas nociones sobre la importancia conservadora de sus estudios respecto de la medicina y ciencias naturales, como no es dable tampoco el desentenderse del vivo interés que hoy inspiran sus construcciones arquitectónicas y sus producciones literarias. Poco ó nada conocidos en general los pormenores de estas últimas, aunque muy á propósito para indicar la influencia de la raza sarracena en la cultura ibérica, merecen especial consideracion, por lo cual les consagramos el presente capítulo, contrayéndonos al territorio sometido á la corona de Castilla.

Supuesta la ingeniosa distincion apuntada por algunos eruditos, entre la arquitectura mozárabe, nacida en medio de la sociedad musulmana, y la propiamente mudejar, que desarrollaron los muslimes bajo la dominacion de los cristianos, ofrécese con viva claridad el orígen y progresos de esta última, con solo atender à las condiciones de la reconquista y al grado de elevacion, que alcanzaba aquella bella arte en el pueblo mahometano. Con efecto, empleados frecuentemente los esclavos de la antigüedad en construir y labrar edificios públicos, sin violencia ha de entenderse que serian aplicados á igual destino, entre españoles de tradicion latina, considerable número de siervos de los cautivos hechos á los muslimes. Y es lo cierto, que habian obtenido estos sectarios tanta reputacion de buenos constructores desde la fábrica aljama de Córdoba, y de las fortificaciones afamadas del castillo de Toledo, que deseando Alfonso III en los primeros tiempos de la restauracion hacer inexpugnable la fortificacion de Zamora, hubo de llamar para llevar á cabo su propósito, á expertos alarifes toledanos. Conservada entre castellanos y leoneses la tradicion de la habilidad de los infieles para este linaje de obras, como desease Fernando I levantar nuevamente las iglesias asoladas por la invasion reciente de Al-Manzor, aprovechó á este fin la toma de Lamego, é mandó, dice la Estoria de España, tomar la mayor parte de los moros que dentro moraban, é retouo de ellos con que labrasen las yglesias que fueron derribadas » 1.

No otro origen tiene en nuestro concepto la arquería árabe del monasterio de Sahagun, destruido en la época del hagib amirita 2, y reparado en la época del esposo de doña Sancha. Mas si pudieron coadyuvar á modificar el arte cristiano de la restauracion aquellos antiguos alarifes, imprimiéronle, á no dudarlo, huella no menos indeleble los maestros de Córdoba, Toledo, Sevilla y Granada, educados en los esplendores de la córte omeyí y amirita y en los suntuosos palacios de los Aben-Dzi-n-non, Benu-Abbed y Benu-l-Ahmar.

Concretándonos al período que ahora examinamos, conservábanse tan

10. C. Parte IV. La narracion del Silense refiere que encadenados con grillos en los piés, fuéles conservada la vida para que trabajasen en dichas obras: «Ob diversa Ecclesiarum opera ansis ferreis sunt constricti»; pero el pormenor de esta circunstancia, así como otras medidas de que hace

mérito, formalmente contradichas ú olvidadas por los demás historiadores, parece exageracion poética, para dar mayor realce y colorido al triunfo de los cristianos.

2 Ambrosio de Morales, Crónica de España, lib. XVII, cap. XXIII.

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