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rador lleva, pues todo ello es para sustentarla en servicio de V. M., cuya vida y muy alto estado Nuestro Señor guarde y augmente con el dominio de la universal monarquía. Desta cibdad de Valdivia, á 20 de Julio de 1552.-De V. S. C. C. M. súbditos humildes y leales vasallos, que las Reales manos y pies de V. M. besan.El licenciado Altamirano.-Francisco de Godoy.-Alonso Benitez.-Cristóbal Ramirez.-Pero Pantoxa.-Lope de Encinas. Pero Guajardo.-Juan Torres de Almendras, escribano de V. M. y deste cabildo.

CARTA DEL MARQUÉS DE CAÑETE, VIREY DEL PERÚ, AL EMPERADOR, DÁNDOLE CUENTA DE VARIOS ASUNTOS DE SU GOBERNACION. (1)

S. C. C. M.

Dende la ciudad de Truxillo, en 25 de Mayo deste año de 56, escribí y dí cuenta á V. M. de mi ilegada á este reino, y de como enviaba á D. Pedro Luis de Cabrera, y á Ayala, clérigo, y á Francisco de Lezcano, vecino de aquella ciudad, y á D. Francisco de Mendoza, y á Antonio de Barreto que habia traido comigo. Y despues acá se va paresciendo y entendiendo de cuan gran sustancia fue el haberlo hecho, por ser gente desasosegada y conoscida por tal en todo el reino; y sirvió á no

(1) Coleccion de Muñoz, tomo LXXXV.-D. Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, fue nombrado virey del Perú en 1554.

desvergonzarse en otros, que creo lo hicieran, si no vieran que se empezaba á castigar; porque certifico á V. M. que hallé esta tierra tan enconada y trabajosa, que no sé con qué palabras lo pueda sinificar, porque no bastan ni se dexa entender. Yo entré en esta ciudad de los Reyes, domingo en la tarde, 29 de Junio deste año de 56: hallé por Oidores en esta Real Audiencia al doctor Saravia, y al licenciado Santillan, y al licenciado Altamirano, y al licenciado Mercado de Peñalosa, con tanta discordia, que no llega remedio á templalla ni apaciguaIla, especialmente entre el licenciado Santillan y el doc tor Saravia, como V. M. entenderá por la copia de una peticion, que me dió Santillan, de Saravia, y porotra, que me dió el Saravia, del Santillan, que ambas van con esta. El licenciado Mercado está muy parcial al Santillan, y por habelle yo apretado mas de lo quél quisiera en lo del veedor Garcia de Salcedo (1), su suegro, tengo por cierto que se holgará en que yo no acierte en nada. Al licenciado Altamirano tengo por hombre cuerdo y entero juez, y hallo que ha usado bien su oficio, aunque le arguyen de riguroso; mas es la menor tacha que puede tener, porque en los casos de justicia lo lleva por sus leyes, no dispensándolas en nada; y si su consejo se tomara al principio de la alteracion de Francisco Hernandez (2), no se hobieran gastado casi dos millones de oro, por querer ser generales el licenciado Santillan y el Arzobispo. El doctor Cuenca, ques elotro oi dor, es recienvenido y bien intencionado y trabajador, y creo que

(1) El veedor Garcia de Salcedo ó Saucedo, á quien se perseguia como partidario de Pizarro y que por fin se pasó los Oidores. (2) Sobre la rebelion de Francisco Hernandez y sucesos á que dió lugar, pueden verse los documentos insertos en el tomo in.

tiene letras, y con la esperiencia tengo que será un buen juez. Conviene que con toda brevedad V. M. les mande tomar visita, y por ella parescerá esto más largo. Los tres dellos, que son Saravia y Santillan y Mercado, no conviene que en ninguna manera queden en este tribunal, porque, como digo, están muy mordidos, y como han estado solos У sin superior, háceseles muy de mal. tenello, porque yo les he dicho que ¿cómo se sufrió que se proveyesen veinte y dos hombres, todos con poder para que cada uno dellos pudiese librar en la caxa de V. M., y para que tomasen armas y caballos y mercaderias á cuenta della? Que se halla al presente que se debe desto más de docientos mill pesos, porque solamente á la caxa de los difuntos se deben sesenta mill (1). Y lo peor era la desabtoridad de hacelles entender á cada soldado quél daba el reino á V. M., y que á cada uno dellos se le habia de dar un repartimiento de cincuenta mill pesos de renta; y dieron á los soldados y á vecinos empréstititos, de la caxa, en muy gran cantidad. Algunos dellos hicieron obligaciones que lo pagarian cuando se les hiciese merced; que cierto por solo el parecer y consejo que parece por escrito en el libro del acuerdo, estos tres Oidores que digo merescian muy gran castigo. A todo lo uno y lo otro voy poniendo las medicinas más blandas y templadas que puedo, y por aplacar parte desto, queria desviar al uno dellos, que era el licenciade Santillan, y

(1) Es decir, á la caja donde se guardaba lo perteneciente á los que fallecian en el Nuevo Mundo, para entregarlo á sus herederos ó emplearlo en bien de sus almas. El abuso que aquí se indica, de distraer estos fondos ó dilapidarlos, era muy frecuente `y dió orígen en diferentes épocas á varias Reales provisiones y otras medidas, que nunca tuvieron cabal cumplimiento.

enviallo por justicia á Tierra-firme, porque lo de aquí quedaba con autoridad; y aunque allí no lo hiciera bien, fuera mejor que el que yo hallé, porque por la visita que se le tomó, que yo envié á V. M., se habrá parescido. Puso Santillan escusa en la ida, en decir que se le hacia agravio, porque no se sabia si V. M. habria proveido otro Gobernador allí. Y parece que en alguna manera tuvo razon, y por lo que he visto, será acertado y converná mucho que el Visorey deste reino provea lo de allí, porques la puerta de lo de allá y de lo de acá, y hay personas en este reino, de á quince y á veinte mill pesos, que holgarán y ternán por honra de ir á servir allí, y así se terná más cuenta con él por estar mas cerca. Y con no haber en aquel reino indios en cabeza de particulares, sino de V. M., se puede proveer que sea vecino el que se enviare y quitarse de acá de sus indios, que será una manera de comenzar á sacar algunos dellos para cosas semejantes y otras que se ofrecerán.

Hallé las justicias de los pueblos todas proveidas en los que tienen indios de repartimiento y en soldados, todo á efeto y fin de entretener la gente y á sus amigos, porque se están con ellos; porque en la ciudad del Cuzco, ques la que suele ser cabeza donde suelen salir las alteraciones, hallé proveido por corregidor allí á Garcilaso de la Vega, vecino de aquella ciudad, uno de los más sospechosos en esto de las alteraciones, y tal, que por escrito consta por confisiones de algunos delincuentes, especial por la de Francisco Hernandez, que dice que ha de dejar por maldicion á sus hijos si obedescieren á D. Cárlos. Y con esto y con ser vecino allí en el Cuzco, le señalaron de salario el repartimiento del mismo Francisco Hernandez, que estaba tasado en doce

mill pesos; y para su Teniente otro salario de otro repartimiento, que renta otros seis mill pesos. Y esto, con lo que más tiene, gastaba con ciento y cincuenta soldados ó docientos que tenia á su mesa y en su casa, todos los más de los culpados en lo de Francisco Hernandez ó en lo de las alteraciones de antes. Y desta manera hallé que estaba lo del Cuzco. Y con este, Tomás Vazquez y Piedra-hita, en la ciudad, que fueron los más principales que impusieron en que Francisco Hernandez se alzase, y fueron sus capitanes y los que anduvieron siempre con él hasta lo último, y si se apartaron dél, fue porque en Pucara Francisco Hernandez no quiso tomar su consejo, que era que se retirase de allí, porque si ansí lo hacia, no se acabaria la guerra en diez años. 'A estos habian dado licencia los Oidores para volver á sus casas, y cuando vinieron por aquella ciudad, de lo de Pucara, el licenciado Santillan posó en casa del Tomás Vazquez, y el licenciado Mercado en casa de Garcilaso, y ansí quedaron despues el uno con el Gobierno y los otros con más autoridad en la ciudad que antes. En el pueblo nuevo, que por otro nombre llaman la ciudad de la Paz, hallé proveido por corregidor y justicia mayor á Joan Remon, un soldado que le habian dado un repartimiento que renta ocho mill pesos y más, el cual se tiene por hombre de ánimo, y ques el que agora más amigos entretiene, porque me certifican que pasan de docientos soldados, y en esto gasta lo que renta su repartimiento y se adeuda para ello; y agora me pide otro repartimiento, y no poniéndolo en cortesia, como hombre que piensa que le han menester por tener los docientos amigos. En la villa de la Plata y asiento de Potosí hallé proveido por corregidor y justicia mayor á

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