Imágenes de páginas
PDF
EPUB

maba necesaria para el bienestar de sus pueblos. Colón se ha salido con la suya, tendrá Estado, será Almirante, Visorey y Gobernador perpetuo; mas la Reina tendrá otra cosa que vale más que todo esto, la gloria de haber llevado la magnanimidad hasta el último extremo. En la lucha entre Colón y la Reina, el vencido es Colón, la Reina la vencedora. Colón se ha quedado en la tierra; la Reina se ha subido á los cielos. Tal es la grandeza del acto de D.a Isabel. Si lo de las joyas de la corona es un cuento, no es cuento, sino realidad, que tuvo que empeñar otras joyas que valen mucho más, joyas del desinterés, de la magnanimidad, del patriotismo.

las

Se mandó á Colón un propio, que le alcanzó cerca del Puente de Pinos, á dos leguas de Granada; Luis de Santangel anticipó á interés un cuento de maravedis (1); el 17 de Abril se firmaron las ca

(1) En un libro de cuentas de Luis Santangel y Francisco Pinedo, tesorero de la Hermandad desde el año 1491 hasta el de 1492, en el finiquito de ellas se lee la partida siguiente:

«Vos fueron recibidos e pagados en cuenta un cuento e ciento e cuarenta mil maravedís que distes por nuestro mandado al Obispo de Avila, que agora es Arzobispo de Granada, para el despacho del almirante D. Cristobal Colon.>>

En otro libro de cuentas de García Martínez y Pedro de Montemayor, de las composiciones de bulas del obispado de Palencia el año de 1484 en adelante, se halla la partida siguiente:

«Dió y pagó más el dicho Alonso de las Cabezas por otro libramiento del dicho Arzobispo de Granada, fecha 5 de Mayo de 92 años, á Luis de Santangel, escribano de ración del Rey nuestro Señor, e por él á Alonso de Angulo por virtud de un

pitulaciones, que redactó el aragonés Juan Coloma, secretario de sus Altezas; el 30 de Abril se le despachó, y el 12 de Mayo partió Colón para Palos, llevando consigo seis Reales cédulas (1): una, el título de Almirante, Visorey y Gobernador de las islas y tierra firme que descubriese; otra, al Alcalde de Palos, ordenándole que pusiese á disposición de Colón las dos carabelas armadas que, por sentencia del Consejo, aquella villa debía dar á la Corona durante tres meses, «en castigo de cosas hechas doce y cometidas en deservicio de los Reyes»; la tercera, cometiendo á Juan de Peñalosa la ejecución de lo mandado acerca de las carabelas de Palos; dos, para que se diese á Cristobal Colón, á precios razonables y sin derechos, cuanto necesitase de ví veres, maderas, pertrechos y armamento para las tres carabelas, y la sexta, á todas las Audiencias del Reino, mandándoles sobreseer las causas crimi

poder que del dicho escribano de racion mostró, en el cual estaba inscrito dicho libramiento, doscientos mil maravedís, en cuenta de cuatrocientos mil que en él, en Vasco de Quiroga, le libró el dicho Arzobispo por el dicho libramiento de dos cuentos seiscientos cuarenta mil maravedís que hobo de haber en esta manera: un cuento y quinientos mil maravedís para pagar á D. Isag Abraham por otro tanto que prestó á Sus Altezas para los gastos de la guerra, e el un cuento ciento e cuarenta mil maravedís restantes para pagar al dicho escribano de racion en cuentas de otro tanto que prestó para la paga de las carabelas que Sus Altezas mandaron á las Indias, e para pagar á Cristobal Colon que va en dicha armada.» (Navarrete, Colección, t. II, pág. 8 y sig.)

(1) Pueden verse integras en el Apéndice II.

nales de los individuos que acompañasen à Colón, de forma que «no les sea fecho mal ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas ni bienes, ni en cosa alguna de lo suyo, por razon de ningun delito... ni se les conozca de ninguna causa crimi nal hasta dos meses después de vueltos.»>

Ya tenemos á Colón provisto de los medios necesarios para llevar á cabo su proyecto. Mucho le han valido para esto su elocuencia y su perseverancia; pero no le han valido menos la protección de un Quintanilla y un Mendoza, el apoyo de un Deza y un Marchena, el favor de un D. Luis de la Cerda, el arrojo de un Santangel y la magnanimidad de D.a Isabel. El mar tenebroso, ese terrible mar por donde el Sol se pone, por donde las almas bajan á la región infernal, va á mostrar por vez primera su seno á la excrutadora mirada de la raza arya, de aquella raza que desde el Oxus se había derramado por el contorno del Mediterráneo hasta las playas occidentales de Europa, y que ahora, después de largos siglos de parada, va á reanudar con nuevo empuje su movimiento de expansión diseminándose por toda la redondez de la tierra,

CAPÍTULO III

LA PARTIDA

I

Dejamos á Colón camino de Palos, provisto de las Reales cédulas que eran menester para que ni en las personas ni en las cosas encontrase obstácu lo á su tarea de preparar la expedición. Puesto que D. Cristóbal había solicitado y obtenido el concurso de Pinzón, mediante determinadas condiciones, parece lo natural que su primera gestión en Palos hubiese sido ver á su consocio y ratificar lo pactado. Mas nada de esto hubo. Colón, inmediatamente que fué leida la Real cédula en la iglesia de Palos, procedió á preparar la expedición por su exclusiva cuenta. ¿Qué pasó entre aquellos dos marinos? Fué que Colón, ensoberbecido con la posesión de las capitulaciones, no quiso compartir con otro la gloria ni la ganancia y despreció el concurso que

antes había solicitado? ¿Fué que Pinzón extremó sus exigencias hasta el punto de traspasar los límites de lo razonable? No aventuremos juícios. Lo que se ofrece como más probable es, que siendo los títulos que había obtenido Colón intransferibles sin expresa autorización de los Reyes, y no pudiendo éste, en su consecuencia, cumplir el pacto de partir con Pinzón las mercedes que le habían hecho sus Altezas (1), Pinzón se negó á su vez á prestar el concurso que había ofrecido. Es decir, que la intransmisibilidad de los títulos, en que consistían las más valiosas mercedes, hizo imposible el cumplimiento del concierto. Claro es que pudieron haber pactado de nuevo, y tal vez lo intentaron; mas sea por la intransigencia del uno, ó por las exigencias del otro, ó por ambas cosas á la vez, es lo cierto que no hubo avenencia.

Este disentimiento fué muy triste, pero necesario, dado el punto desde el que cada cual mira

(1) En parecida situación que Colón se halló en Portugal Fernan Dulmo, quien, habiendo obtenido, por cédula espedida en Santarem á 3 de Marzo de 1486, la capitanía y el gobierno hereditario de las islas y tierra firme que descubriese, se encontró con que no tenía dinero para realizar la empresa. Accedió á proporcionárselo el armador Juan Alfonso do Estreito, á condición de cederle la mitad de la capitanía y del gobierno, y para efectuar el traspaso, acudió Fernan Dulmo al Rey D. Juan II en solicitud de la autorización correspondiente, que le fué concedida por cédula firmada en Lisboa el 4 de Agosto del mismo año. (Ernesto do Canto, Memoria histórica acompanhada de muitos documentos ineditos, 1883. Ponta Delgada, Ilha de S. Miguel, pág. 61, en el libro titulado Os Corte-Reaes).

« AnteriorContinuar »