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CAPÍTULO IV

EL MOTÍN

I

Colón, engañado por la idea de la pequeñez de la tierra de los antiguos, segun dijimos más arriba, calculaba la anchura del Atlántico, entre las cos. tas occidentales de Europa y las orientales de Asia, en 1,100 leguas próximamente, equivalentes á unas trece semanas de navegación. Mas en previsión de que su cálculo no conformase exactamente con la realidad, tomó la precaución, en el libro de bitácora que llevaba á la vista de los tripulantes, de disminuir la distancia que se andaba cada día, consignando la verdadera en el libro que llevaba reservado.

El viaje no pudo ser más feliz. El cielo estuvo siempre sereno, tranquilo el mar, y los vientos del Oeste empujaban las naves con nunca experimentada constancia. Bien decía Colón, que no parecía sino que la Providencia misma se había encargado

de dirigir la expedición por feliz derrotero. Tres incidentes notables ocurrieron en la travesía. Fué el primero la llegada al mar de las Yerbas ó de Sargaso, contra el que ya les había prevenido Pero Vázquez de la Frontera, repitiéndoles con insistencia que no le temiesen, pues por haber retrocedido de allí el infante de Portugal no había dado con tierra. La turbación de los tripulantes fué fácilmente desvanecida por sus jefes. El segundo incidente ocurrió á prima noche del 13 de Septiembre, y fué la variación, ó más bien, cambio de va. riación de la brújula, la que habiendo apuntado hasta entonces al Noreste, declinó de cinco á seis grados al Noroeste (norusteó), y esta declinación aumentó la mañana del día siguiente y los días sucesivos, llegando á ser el 17 de Septiembre de un cuarto de viento, «lo cual asustó mucho á los pilotos.» Colón los calmó haciéndoles notar, que «al tomar la altura de la estrella polar era preciso tener en cuenta su movimiento horario, y que la brújula se dirigía á un punto invisible, al Oeste del polo del mundo.» Á Colón corresponde la gloria

de haber descubierto la declinación occidental de la aguja (1). El tercero y último incidente fué el motín de los tripulantes, en el que debemos detenernos, por no estar acordes los historiadores acer ca de sus causas y de su importancia.

(1) Véase acerca de este particular A. de Humboldt, Cristóbal Colón y el Descubrimiento de América, t. II, cap. II. Madrid, 1892.

II

De los muchísimos testigos que informan acerca de este extremo, sólo tres son de vista, todos los restantes, de oídas. Estos últimos se subdividen en tres grupos: unos son contrarios á Pinzón; otros, contrarios á Colón, y alguno que otro se mantiene neutral. Analicémoslos separadamente.

Los testigos que declaran contra Pinzón refieren el hecho casi en los mismos términos que lo han consignado hasta aquí los historiadores. Oigamos á Manuel de Valdovinos (1): «Diz que habían ido en el dicho viaje ochocientas leguas desde hierro corriendo al hueste, quel dicho Vicente Yañez y el dicho Martin Alonso se allegaron con los navios que llevaban al navio que llevaba el dicho Colon, e diz que le dijeron: señor, adonde vamos que ya hemos corrido las ochocientas leguas y no fallamos tierra y estas gentes dicen que se van á perder? E quel dicho Colon respondió: Martin Alonso, hacedme este placer, que tengais conmigo este día y esta noche, e si no vos diese tierra antes del día y antes de por la mañana, cortarme la cabeza e volveros luego si no vos la diere, que tiempo terneis para volveros. E quel dicho Mar

(1) Inf. de Lepe, 19 de Septiembre de 1515. Pieza 23, folio 37. Loc. cit.

tin Alonso respondió e dixo: agora, agora, señor, nunca pliegue á dios que armada de tan gran Rey no solamente esta noche sino durante un año.» Esto mismo declaran, punto más, punto menos, Juan Moreno (1), Alonso de Cota (2), Pedro de Bilbao (3) y Francisco de Morales. Este último va más allá: agrega que, habiéndose opuesto el Almirante al primer requerimiento, los maestres é marineros le dixeron que no se pusiese en aquello, que no se lo habian de consentir, e que para esto tomaron armas; e el dicho Almirante les dixo que

(1) Declaración de Juan Moreno.-Que despues oyó decir á los marineros que con el dcho almyrante vinieron, que veniendo por el mar á descubrir, se quisieron tornar diciendo que era ymposible hallar tierra, e quel dcho almyrante les avia dcho que aquel dia e la noche andubiesen hasta otro dia, e que si no viesen tierra que lo echasen á la mar, e que la vieron otro dia....» (Información de San Salvador, Cuba, 16 de Febrero de 1515. Pieza 3. Loc. cit.)

(2) Declaración de Alonso de Cota.-«Que habia oydo decir lo contenido en la dicha pregunta á muchos marineros de la villa de Palos, que al tiempo quel dcho almyrante vino á descubrir primeramente, que dende en cierto tiempo que andubieron por la mar, antes de haber visto tierra, muchos de los marineros se querian volver diziendo que yvan perdidos, e quel dcho almyrante les rogó e prometió que aguardasen ciertos dias que les señaló, e que si en aquel término no viesen tierra que se volviesen, e que en este tiempo toparon con tierra.» (Inf. de PuertoRico, 30 de Septiembre de 1514. Pieza 4. Loc. cit.)

(3) Fernández Duro incurre en el error de contar á este testigo entre los de vista. (Colón y Pinzón. Mem. de la R. Acadede la Hist., t. X, pág. 301.) He aquí su declaración: «Que oyó decir muchas veces que al tiempo quel dcho almyrante vino á descubrir á estas partes, habiendo andado por la mar algunos

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