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nes hasta las islas del Gran Archipiélago y las regiones meridionales de la China y fué, después de Marco Polo, el que dió más informes acerca de aquellas comarcas. (1) Obsérvase, sin embargo, que estos viajes por tierra, en vez de multiplicarse en el transcurso del tiempo, se paralizan desde mediados del siglo XV, por haberlos dificultado extraordinariamente la fundación del poder turco, enemigo del nombre cristiano.

III

No fueron estos viajes por tierra los únicos que provocó la relación de Marco Polo; fueron también expediciones por mar. Ir por tierra al oriente de Asia, fué siempre muy difícil. Había muchos Esta

(1) Probablemente, el relato de Nicolao Conti fué el que inspiró á Fra Mauro la idea del planisferio que dibujó en una de las salas del monasterio de San Miguel de Murano, cerca de Venecia. El trabajo parece ser de 1459, pero contiene adiciones posteriores, hasta 1470. Por sus dimensiones, por lo esmerado de la ejecución, por la novedad de los detalles, especialmente en el interior de Africa, y por sus muchas y largas leyendas, este mapa es la obra más preciada de la cartografía medieval. Tampoco tiene este mapa cuadrícula, como ninguno de los anteriores; es simplemente un cuadro, donde la posición relativa de los lugares, mayormente los distantes del Mediterráneo, está fijada al azar y, con frecuencia, muy fuera de su punto. (P. Zurla, Il Mappamondo di fra Mauro Camaldolense, Venezia, 1806.)

dos que atravesar, bárbaros los más de ellos y, frecuentemente, en guerra los unos con los otros. Esto, unido á que no se había perdido del todo la antigua tradición de que el África era una península, de manera que las naves podrían llegar á la India pasando por el estrecho de Hércules, hizo que, desde fines del siglo XIII, empezaran las tentativas de navegación por la costa occidental de Africa, con el fin de darle la vuelta por el sur. (1) Con semejantes propósitos, salieron de Génova, en 1291, dos galeras mandadas por Doria y los hermanos Vivaldi, con rumbo á la costa africana: la una fué á dar en los arrecifes de la costa de Marruecos, y tuvo que retroceder; la otra se perdió en la entrada de un gran río, tal vez el Senegal. La misma empresa y con la misma desventura acometió 50 años más tarde, 1346, el mallorquín Jaime Ferrer, con el ánimo de llegar hasta el río del Oro, riu de Lor. El resultado de estas navegaciones y de otras cuyo recuerdo se ha perdido, fué el descubrimiento de las Canarias, de las Azores y de la Madera, que figuran ya en un mapa italiano de 1351; bien que, por la lentitud de las comunicaciones científicas, marinos italianos, portugueses y normandos se creyeran, mucho tiempo después y en varias ocasiones, descubridores de aquellas mismas islas, de las que ya en 1345 había tomado

(1) Acerca de estos viajes, puede verse A. de Humboldt, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, t. I, págs. 304 y 309. Trad, cast., Madrid, 1892.

posesión la Corona de Castilla (1) y que en 1402 ex ploraba el célebre normando Juan de Bethencourt, que dejó consignadas sus observaciones en interesantes memorias. (2) También habían sido doblados en el siglo XIV los cabos Nun y Bojador (3), y sin embargo, no es menos cierto que la exploración de la costa africana no pasó propiamente del primero de aquellos cabos, límite sur de Marruecos, hasta principios del siglo XV, 1415, en que consagró á ella toda su actividad y su genio el infante D. Enrique de Portugal, fundador de la grandeza marítima de su patria. (4)

Abandonando la corte de Lisboa por el pueblecillo de Sagres, junto al cabo de San Vicente; departiendo en aquel retiro con afamados geógrafos y astrónomos, cristianos y marroquíes, que atrajo á su lado y organizó en una especie de academia. ó escuela (5); meditando sobre las obras geográfi

(1) Vivien de S. Martín, Hist. de la Geog. y de los Desc. Geogr., t. I, pág. 517. Trad. cast. Sevilla.

(2) Histoire de la premiere descouverte et conqueste des Canaries faicte des l'an 1482 par messire Jean de Bethencourt. París, 1630.

(3) A de Homboldt, Cristóbal Colón y el Desc. de Am. t. I, pág. 150.

(4) H. Major, The Life of Princes Henry of Portugal, London, 1868.

(5) Jefe de esa academia fué un mallorquín, Jaime, Jacobo ó Santiago por nombre, afamado matemático y cartógrafo. (Baros, El Asia, lib. I, cap. VVI; Campany, Cuestiones críticas, 2.o; A. de Humboldt, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, t. I, p. 147 y. 149). Se habla también de un

cas de los antiguos y las relaciones de los recientes viajeros al Asia, se convenció de que por el sur de Africa había paso á la India y combinó un plan de descubrimientos, que prosiguió con perseverancia hasta el fin de su vida. «Id al cabo Bojador, dijo con la intuición del genio á los marinos, esa barrera tenida por infranqueable; quizás no lo paséis, pero os elevaréis á lo ancho y haréis otros des. cubrimientos; luego volveréis y comenzaréis de nuevo, hasta que logréis doblarlo». (1) Tal como dijo, así sucedió. (2) Después de varias expediciones fracasadas, cupo á Gil Eanes, en 1433, el honor de doblar el tan temido cabo, allende el que navegó todavía un espacio de 30 leguas; de 1443 á 1447,

un Gabriel de Valseca, de la misma Mallorca, que en el año de 1439 dibujó en Mallorca un mapa marítimo, en el que «se nomeon é demarcon as costas de África, descrevendo palmo á palmo os cabos, é ensenadas, é tudo o mais que os nossos habían descoberto» hasta dicha fecha. (Ribeiro dos Santos, Memorias de Lit. Port., publicadas por la «Academia de las Sciencias de Lisboa», vol. XIII, parte 1.a) ¿Es el Jaime, Jocobo ó Santiago el mismo que Gabriel de Valseca? Tal crée Rodríguez Pinilla (Colón en España, p. 60, nota). Nos inclinamos más bien á creer lo

contrario.

(1) Willemain, Litter. au Moyen Age., t. II, p. 299. París, 1862.

(2) La exploración de la costa africana por los Portugueses puede verse en J. de Barros, Hist. des Voy., de M. Walckenaer, vol. I, p. 62 y sig., 1826.-Azurara, Chronica do descobrim. e conq. de Guinea, dada á luz por el vizconde da Carveira. París, 1841 (termina en el año 1448),-Santarem, Recherches sur la decouv. des pays situes sur la cote occidentale d'Afrique, I vol· y atlas. París, 1842.

Nuño Tristán dejó atrás el cabo Blanco, visitó el estuario del Senegal, pasó el cabo Verde, el Hesperu Kheras de los antiguos, y fondeó en la ancha bahía á la que vierte sus aguas el río Grande; de 1455 á 1456, efectuó Cada Mosto sus dos expedi ciones, cuyo principal descubrimiento fué las islas del Cabo Verde y cuyo relato nos dejó escrito (1); por último, en 1462, Pedro de Cintra y Suero da Costa avanzaron por la costa africana hasta el cabo Mesurado, hacia los 6 grados de latitud. Al año siguiente, 1463, murió el infante D. Enrique, á quien los contemporáneos pusieron y la historia ha conservado el sobrenombre de Navegante y á quien, como dice Vivien de Saint Martín, (2) debe Portugal una estátua de oro y la ciencia un puesto eminente entre los más grandes promovedores del estudio del Globo y de los descubrimientos geográ ficos. Veinte y nueve grados de costas, equivalentes á 1,700 millas de 60 al grado, entre el cabo Nun y el Mesurado, ganadas á la ciencia y á la colonización, fueron el fruto de las expediciones que organizó y dirigió.

La muerte del Infante interrumpió la exploración de la costa africana durante cerca de veinte años, transcurridos los cuales se reanudó con la misma actividad que antes. En 1471, Juan de San

(1) Aloyso da Cadamosto, El Libro de la prima navigazione per Oceano á la terre de Nigri. Vicentia, 1507.

(2) Hist. de la Geogr. y de los Descubr. geogr., vol. I, pág. 523.

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