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Ediciones de "La Lectura,", 1911

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Pasajes populares

Página 117 - Mentidero de Madrid, decidnos: ¿Quién mató al conde? Ni se sabe ni se esconde: sin discurso discurrid. — Dicen que le mató el Cid, por ser el conde Lozano... ¿Disparate chabacano! La verdad del caso ha sido que el matador fue Bellido y el impulso soberano».
Página 43 - Esto el moro Tarfe escribe Con tanta cólera y rabia , Que donde pone la pluma , El delgado papel rasga.
Página 44 - Amarrado al duro banco de una galera Turquesca, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado de Dragut en la playa de Marbella se quejaba al ronco son del remo y de la cadena: «¡Oh sagrado mar de España, famosa playa serena, teatro donde se han hecho cien mil navales tragedias!
Página 145 - De pie ya sobre el tablado tres personas se presentan a las medrosas miradas de la muchedumbre inmensa: el ministro de la muerte, el que lo es de vida eterna, y el que dando al uno el cuerpo al otro el alma encomienda. Turbado el tosco verdugo de atreverse a tal alteza, necio terror da a su frente que cubre jalde montera.
Página 113 - ... que sonaban las razones más de estafa que de advertimiento»: con lo cual el religioso se volvió sentido más de su confianza que de su desenvoltura, pues solo venía a granjear prevención para su alma y recato para su vida. El Conde gozoso de haber logrado una malicia en el religioso, se divirtió de suerte que, habiéndose paseado todo el día en su coche, y viniendo al anochecer con Don Luis de Haro, hermano del Marqués del...
Página 17 - ... fundan en el amor, en el matrimonio, en la familia, en el honor, en la gloria del rey, y sobre todo en la lucha de los cristianos contra los sarracenos. Pero el conjunto es tan épico, tan plástico, que la realidad histórica se presenta a nuestros ojos en su significación más elevada y pura, lo cual no excluye una gran riqueza en la pintura de las más nobles escenas de la vida humana y de las más brillantes proezas.
Página 309 - SAI el gran duque de Berg y de Cleves había manifestado al Excmo. sefior Don Pedro Ceballos primer secretario de Estado y del despacho que SMI el emperador de los franceses y rey de Italia, gustaría de poseer la espada que Francisco I, rey de Francia, rindió en la famosa batalla de Pavía...
Página 211 - Todo parece movible, Todo de formas siniestras, A los trémulos respiros De la ahogada chimenea. Men Rodríguez de Sanabria Al entrar en tal escena Se siente desfallecido, Y sus duros miembros tiemblan, Advirtiendo que Don Pedro, No en su lecho, sino en tierra, Yace tendido y convulso Pues se mueve y se revuelca, Con el estoque empuñado, Medio de la vaina fuera, Con las ropas desgarradas, Y que solloza y se queja. Quiere ir a darle socorro . . . Mas, ¡ay!
Página 200 - Dios, en su real nombre os ofrezco, y ved que lo ofrezco yo, en perpetuo señorío la cumplida donación, de Soria y de Monteagudo, de Almansa, Atienza y Serón. Y a más doscientas mil doblas de oro, de ley superior, con el cuño de Castilla, con el sello de León, para que paguéis la hueste de allende que está con vos, y con que fundéis estado donde más os venga en pro. Socorred al rey Don Pedro, que es legítimo, otro no; coronad vuestras proezas con tan generosa acción.
Página 82 - Vueltas y faja de raso Carmesí; calzas de punto, Borceguíes datilados, Valona y puños de encaje; Esparcen reflejos claros en su pecho los rubíes De la cruz de Santiago. Un sombrero con cintillo De diamantes, sujetando Seis blancas gentiles plumas, Corona su noble garbo. Con la izquierda rige el freno, En la diestra lleva en alto Un pequeño rejoncillo Con la cuchilla de a palmo.

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