Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tolerar en manera alguna..... Esto ha sido un atentado, un insulto hecho á la representacion nacional.»

El gabinete tuvo que dar una satisfaccion sincerándose de estos cargos, y Martinez de la Rosa dijo: «Qué el gobierno, á quien llegaron varios avisos de que se trataba de alterar la tranquilidad pública, dió en consecuencia á las autoridades la órden de reprimir cualquier tentativa; pero no se entrometió á prescribir esta ó aquella medida, lo cual corresponde á las autoridades. Una de estas medidas fué enviar aquí tropas; pero luego que lo supe, yo mismo salí á mandar que se retirasen.»

Descargado así de esta cuestion el gabinete, se ve nuevamente atacado por otro concepto. Argüelles, dando distinto rumbo al debate, pide esplicaciones al gobierno sobre el tratado de Elliot. Martinez de la Rosa le contestó, alegando las razones de justicia, de conveniencia y de humanidad que precedieron al tratado, lo cual no siendo así, tenia el Estamento abierta la puerta para pedir la responsabilidad de los actos de los ministros, y entonces contestaria.

Arrojado así el guante, le recogió la oposicion, y Caballero dijo que, conocida la adhesion de los ministros á la estipulacion de Elliot, se estaba en el caso no solo de dirigir una peticion á S. M., sino en el de promover una acusacion formal contra el gabinete, y exigirle la responsabilidad de su conducta. Quiso Martinez de la Rosa probar la ilegalidad de este procedimiento; pero cuatro votos de mayoría tomaron en consideracion la proposicion siguiente:

«Pido al Estamento que se sirva declarar que conforme al artículo 139 de su reglamento, puede legalmente ocuparse en examinar la conducta de los secretarios del despacho respecto de las estipulaciones entre el general Valdés y el rebelde Zumalacarregui, y por tanto, que se acuerde reclamar del gobierno el referido convenio. »

Este golpe fué terrible para el ministerio. La sesion se levantó, y como si dentro se hubiera juzgado la causa del gabinete y sentenciado, y fuera estuvieran sus ejecutores, al subir Martinez de la Rosa á su coche, comenzaron á gritar los grupos que le rodeaban ¡Muera el traidor! y le amenazan con algunas armas.

El elegido para víctima, con ese valor de que ha dado tantas pruebas en bien críticas ocasiones, parecia una superioridad venciendo á aquella acalorada multitud; y conteniéndoles con su serenidad, tomó su carruaje y corrió á su casa, donde otros grupos le esperaban en actitud resuelta y amenazadora.

Pero aquella gente más parecia que trataba de imponer al que era objeto de su enemistad que castigarle; porque pudo hacerlo, y sobre todo cuando un tiro, escapado accidentalmente á uno de los cuatro soldados que fueron acompañando á Martinez de la Rosa, ocasionó un conflic

to que pudo ser terrible; pero terminó al llegar el capitan general, que separó la gente del coche y bajó de él el ministro sin ser molestado.

El motin se redujo luego á formar corrillos en algunos puntos y lanzar gritos sediciosos. Así desahogaron su furor aquellos fervorosos descontentos, que ni aun sabian lo que deseaban Instrumento unos de agenas ambiciones, y obrando otros por impulso propio, no habia plan alguno, y aquello cesó como debia cesar, sin resultados.

Algunos urbanos se mezclaron en este motin; lo cual indignó á la generalidad, y ocasionó la dimision de algunos jefes. porque los verdaderos liberales reprobaban aquellos escesos como indignos de su partido, y sobre todo, como deshonrosos al uniforme que vestian, emblema del órden, de la tolerancia.

En el Estamento de Próceres se reprobó al dia siguiente con energía el motin, y en el de Procuradores se interpelaba al gobierno por que no evitó el tumulto, puesto que de él tenia avisos anticipados, y qué providencias habia tomado para descubrir y castigar á los asesinos.

No era justo este cargo al gabinete: era un arma de oposicion y nada más, que despues de empleada reprobó, como no podia menos, el atentado del 11, siguiendo en esto al Estamento de Próceres y al Consejo de gobierno.

Llegó más adelante el tiempo de darse cuenta del dictámen sobre la proposicion de Caballero para exigir la responsabilidad del ministerio: opina la mayoría que solo procedia dirigir una peticion á la corona, y Argüelles, en su voto particular, se opone á esto, porque el caso de que se trataba era urgente, y se necesitaban medios más eficaces y menos. dilatorios, y proponia que más que una peticion, se dirigiese á la reina un mensaje, suplicándole mandase comunicar al Estamento para su exámen la estipulacion de lord Elliot. Morales, en otro voto particular, disentia de ambos dictámenes.

Promovióse la discusion, y en último resultado un acto dramático de Martinez de la Rosa lo terminó todo. Contesta á los cargos que se le hicieron, y saca luego del bolsillo una copia del misterioso convenio, y á la vez que lo lee por artículos lo comenta.

La oportunidad de aquella inesperada manifestacion, dió el triunfo al gobierno, oponiéndose la mayoría aun á proceder á votar el dictámen de la comision.

En este acto dió el Estamento una prueba de gran cordura.

Pero empeñado el gabinete en gobernar en completo desacuerdo con la opinion pública, le estorbaban los Estamentos, que siempre han sido un obstáculo á la mala administracion, y usando la Gobernadora de su régia prerogativa, cerró la legislatura el 29 de mayo.

[merged small][ocr errors][merged small]

No dejó de contribuir á la clausura de los Estamentos el discutirse por entonces en el ministerio la necesidad de la intervencion armada por las potencias signatarias del tratado de 22 de abril de 1834.

Sin confianza Valdés en el ejército desde la accion de Artaza, como dijimos, por lo que no quiso presentar ninguna, y hasta se aisló de todos, y atemorizado con el mal éxito de su campaña, creyó no quedaba al país más recurso que apelar á la ayuda de estraños, para vencer á los que poco antes eran llamados cobardes facciones y hordas insignificantes, cuyo esterminio creian próximo. Conoció, sin embargo, el ministro general en jefe la gravedad del asunto, y además de enviar á Córdoba á Madrid, consultó de palabra y por escrito á sus generales, brigadieres, coroneles y comandantes, si la guerra de las Provincias del Norte podia terminarse por nuestros solos medios, ó habia llegado el caso de acudir á la cooperacion estranjera, y casi todos asintieron á su opinion, con cuya garantía dirigió sus comunicaciones al presidente del consejo de ministros. Reunido con éste el Consejo de gobierno, apoyo la idea del general, y Martinez de la Rosa, opuesto siempre á la intervencion, hubo de ceder, y el 19 de mayo, despues de una conferencia con los representantes de Francia é Inglaterra, el conde de Rayneval, y Mr. Villiers, escribió á nuestro embajador en París duque de Frias, manifestándole, que á pesar de los esfuerzos para terminar la guerra civil, S. M. veia con profundo dolor lejano su término; que á este mal se agregaba el mayor, del fundado recelo de que prolongándose la lucha, y casi desguarnecidas las demás provincias del reino, por acudir las tropas hacia las del Norte, no seria difícil que se desarrollasen nuevos elementos de rebelion en puntos distantes, ó bien que aprovechándose de tales circunstancias, se desencadenasen las pasiones populares por un estremo opuesto, y tuviera el gobierno que combatir á dos enemigos. Para atajar estos males, apelaba sin demora al medio previsto ya en el tratado de 22 de abril, y S. M. conceptuaba que era llegado el caso de reclamar la cooperacion efectiva de sus augustos aliados, pero de un modo pronto y eficaz para poner fin á una contienda tan ruinosa para la España, que podria ser embarazosa para sus antiguos aliados, y que pudiera con su prolongacion, y por efecto de sucesos imprevistos, llegar á complicar la situacion política de Europa.

A esta comunicacion siguió un proyecto de nota dirigida al gobierno francés reproduciendo la anterior, y casi en los mismos términos es

cribió Martinez de la Rosa á nuestro ministro en Londres, don Miguel Ricardo de Alava, diciéndole además que el encargo que á su ilustracion se fiaba tenia dos objetos principales:

«Primero, que ese gabinete, por el grande influjo que le prestan mil circunstancias, contribuya al mismo tiempo á que algunas potencias de Europa, no pongan obstáculo é impedimento á la cooperacion de la Francia, estipulada anteriormente en el ya citado convenio, y á que una vez conocido el objeto y verdadero carácter de dicha cooperacion, no se opongan por parte de ese gabinete dificultades, que pudieran tal vez detener la inmediata cooperacion de la Francia en favor de la causa de S. M., ni ocasionar con gravísimo daño, incertidumbre y dilaciones. Al contrario, es de desear que la misma decision que mostró ese gabinete al celebrarse el tratado de 22 de abril, y sus artículos adicionales, se muestre ahora con igual franqueza y energía cuando se trata de poner en práctica sus principales disposiciones en favor de España, ya que esta nacion cumplió tan lealmente por su parte la obligacion que por dicho convenio se le impuso.

» Segundo, reclamar de este gobierno la cooperacion de sus fuerzas navales, con arreglo á los ya citados artículos, pues con solo ver hondear el pabellon británico en las costas del Norte, enviado para sostener la causa de la reina nuestra señora, y con la mas leve demostracion hecha por S. M. B. en algun puerto ó punto de la costa, bastaria para desalentar á los rebeldes mas obstinados en su mal propósito, y para quitarles hasta el último rayo de esperanza.»>

Decíasele que era de la mayor importancia cualquiera demostracion por parte de la Inglaterra, por cuanto que produciria un influjo político muy ventajoso á favor de España, respecto de todas las potencias de Europa, y especialmente de las que se habian mostrado menos afectas á la causa de la reina, y porque dentro del reino mismo se conseguiria tambien el buen efecto de presentar, con la cooperacion de dos naciones tan poderosas, asegurado y próximo el triunfo definitivo, desvaneciendo cualquier desagradable impresion á que pudiera dar lugar la cooperacion de los franceses, por recuerdos de otras épocas, aunque ahora entraban á sostener el legítimo trono y una prudente libertad.

Y por último, á estas comunicaciones, seguia otra de 20 de mayo, en que esponia las razones en que se apoyaba el gobierno para pedir la cooperacion de la Francia (1).

El gabinete español, pedia pues, el cumplimiento del tratado de la

(1) Véase el documento número 8.

TOMO II.

15

Cuádruple alianza, creyendo llegado el caso de cooperar decidida y francamente con la fuerza, por hallarse el caso previsto en dicha estipulacion.

[merged small][merged small][ocr errors][merged small]

Casi al mismo tiempo que iban tales instrucciones á nuestros representantes, los encargados de la correspondencia de algunas de las grandes potencias, que existian todavía en Madrid, avisaron á los agentes diplomáticos de sus respectivos gobiernos en París, para que entorpecieran ó imposibilitaran la cooperacion.

El gobierno francés, además, que habia seguido las discusiones de los Estamentos españoles, que no ignoraba el verdadero espíritu del país, contrario á la intervencion armada, y veia á Luis Felipe poco dispuesto, ya que estaba más asegurado, á indisponerse con los soberanos del Norte, no queria echar solo sobre sus hombros tamaña responsabilidad; y ya que aparecia comprometido por el tratado de 22 de abril, pretendió asociar á la Inglaterra para obrar de acuerdo.

Los representantes de ambas naciones en Madrid, convinieron, y así lo manifestaron á sus respectivos gobiernos, en la peligrosa situacion del estado militar y político en que la España se hallaba, y juzgaban que la causa de la reina estaba en inminente riesgo.

Así, pues, nuestros embajadores en Francia é Inglaterra se dedicaron á conseguir los deseos de nuestro gobierno, y la primera hizo á la segunda las siguientes preguntas, que tuvieron las contestaciones que van á su pié.

«Primera. ¿Cree la Inglaterra que ha llegado el momento de una cooperacion armada pedida por la España?

» Respuesta. No ha llegado todavía.

» Segunda. ¿El casus fœderis como consecuencia del tratado de la Cuádruple alianza, es aplicable á las actuales circunstancias? ¿La Inglaterra querrá cooperar?

>>Respuesta. Como no ha llegado el caso de tener que cooperar necesariamente, no puede la Inglaterra tomar parte en la cooperacion.

>> Tercera. En el caso de realizarse la intervencion, ¿quedará la Inglaterra in solidum con la Francia de todas las consecuencias que aquella pueda traer consigo?

Respuesta. Como no ha llegado el caso de tener que cooperar necesariamente, y en consecuencia del casus fœderis, tampoco hay para que se esplique la Inglaterra. Sin embargo, si la Francia juzga convenien

« AnteriorContinuar »