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rado y culto pueblo barcelonés, al mismo tiempo que redoblo la actividad en la persecucion y esterminio de las facciones.»

A pesar del mal estado de su salud, y sin esperar al general Bassa y sus tropas, marchó á Barcelona, donde entró sin más que sus ayudantes y una columna de doscientos sesenta hombres, con que reforzó la ciudadela.

Afligióse al ver en aquel pueblo, donde tenia su casa y sus bienes; donde aspiraba á vivir tranquilo como un particular sin autoridad ni cargos; en aquel pueblo, objeto de su mayor entusiasmo y cariño, las humeantes ruinas de los conventos, y la insurreccion triunfante.

Reunió en palacio á los oficiales de la guarnicion y de la milicia, y les pronosticó los males que habian de seguirse, manifestando su decision de sostener á todo trance las leyes y las órdenes del gobierno, deher que tambien era de ellos, dijo. Procuró conciliarlo todo con suaves medidas, y acordó con el gobernador civil, don Felipe Igual, que se facilitase la evacuacion de todos los conventos de la provincia de Barcecelona, solicitada por los mismos religiosos, cuyas casas no habia medio de proteger. Al mismo tiempo distribuyó cerca de mil fusiles de que pudo disponer, entre los hombres de más arraigo de los barrios.

Al medio dia del 27 se avisó á Llauder que á las seis de la tarde iba á reunirse el pueblo en la plaza de Palacio. Su respuesta fué lacónica y se dispuso á todo, si bien procuró evitar que la agresion empezase por la autoridad.

Dos compañías y dos cañones que mandó disponer, cargarian á la primera reunion, pero pasó la hora designada, y más tarde solo se formó en la plaza un grupo que disolvieron cuatro ordenanzas de caballería.

Entre ocho y nueve de la noche se presentó á Llauder don Narciso Bonaplata, capitan del primer batallon de la milicia, pidiéndole permiso, que le concedió, para emplear su compañía en defensa de su fábrica de vapor, que le constaba se queria incendiar por instigacion de varios estranjeros, habiéndose hecho ensayos por la tarde desde la muralla con frascos incendiarios. A poco un ayudante de artillería fué á recibir órdenes del general sobre el auxilio que solicitaba la fábrica, y Llauder le dijo, que no llegando á doscientos hombres la tropa existente en la plaza, debia conservarse en el cuartel, pronta á obrar donde la necesidad lo exigiese; pues un auxilio de doce ó quince hombres de nada le serviria, y seria inútil si la milicia no prolegia las propiedades.

Las patrullas, en tanto, disolvieron algunos grupos que se arrojaban sobre los libros estraidos de los conventos.

En este mismo dia 27 salieron de Barcelona algunas partidas de incendiarios, siendo amenazada entre otras posesiones la bellísima torre

titulada el Laberinto, del marqués de Alfaraz, de la cual hizo Llauder responsable al alcalde de Horta.

En el monasterio de Ebron, en Sabadell, Tiana, Mataró y otros puntos, tenian lugar al mismo tiempo desórdenes más ó menos gravés (1).

En la madrugada del 28 se presentó á Llauder una comision del! ayuntamiento de Mataró reclamando su más pronto auxilio, pues no podia contarse con los migueletes que se habian sublevado. En tan críticas circunstancias, Llauder marchó á Mataró con el fin de reprimir á los sediciosos, inducido tambien á ello por algunos de sus amigos que temieron por su vida viéndole blanco de los agitadores.

Antes de salir de la capital publicó una alocucion, en la que, lamentando los sucesos pasados, se despedia por ser llamado imperiosamente á protejer los pueblos, cuyos habitantes, sin murallas que los defendieran como Barcelona, quedaban espuestos al furor de los carlistas, á los que volvia á combatir y á prestar á aquellos patriotas el auxilio que merecia su lealtad y el valor con que defendian sus hogares. Confiaba al ejército, la milicia, á las autoridades y al vecindario la conservacion del órden: decia que los bandos y órdenes de la autoridad serian ejecutados instantánea é irremisiblemente contra los infractores, pues de otro modo no tendrian término los desastres; que marchaba con esta confianza, dejando reforzada la guarnicion, lo que ya era un mal porque disminuia sus recursos, y que seria todavía más sensible distraer las tropas del campo, donde defendian el trono y la libertad, por acudir á reprimir y castigar á un puñado de asesinos que seria mengua prolongase sus crímenes. >>

INCENDIOS DE CONVENTOS EN OTROS PUNTOS. EN BARCELONA.

LIII.

PROVIDENCIAS DE PASTORS

No bastaba la ruina de los conventos de Barcelona y la pérdida de las riquezas artísticas; era preciso que el siglo XIX contemplase horrorizado en otras partes tanto estrago y desolacion.

Los incendiarios de la capital del Principado tuvieron bien pronto imitadores, y estendióse el esterminio á los conventos de Recoletos en Riudoms, al monasterio de benedictinos en San Cucufat del Vallés, al de Gerónimos de Murtra, á los de Capuchinos de Mataró, Arenis é Igualada, al de Scala-Dei, el más rico de cartujos de España, al de Monte

(1) Véanse los documentos del número 10.

alegre y á otros, destruyendo así aquellos templos, orgullo de nuestro suelo por las preciosidades que hasta en sus paredes atesoraban algunos.

Llauder, con más valor y energía que en Barcelona, arrojó de Mataró á los sedidiosos, sufriendo sus insultos, y los disolvió el 29 en Granollers.

Este arrojo de Llauder impuso á los alborotadores, y resuelto á mostrarse fuerte, envió á Barcelona con instrucciones al general don Pedro Nolasco Bassa, para que le reemplazase en el mando, firmando el 2 de agosto en Vich una circular á todas las autoridades militares, recordándoles el más exacto cumplimiento de sus deberes y juramentos, haciéndoles responsables de su inobservancia, y de no emplear debidamente la fuerza para castigar á los perturbadores del órden público.

Previno antes al gobernador de Manresa (1) prendiese y castigase á una partida de incendiarios que iba á reproducir allí los horrores de otras partes, y dedicó luego todos sus cuidados á Barcelona, cuya situacion empeoraba.

La noticia de la llegada de Bassa, que se dijo iba encargado de formar una causa general á los autores de los escesos cometidos, volvió á agitar los ánimos de los barceloneses, y Pastors, que ejercia el mando por indisposicion de Saqueti, trató de disuadirles de semejantes ideas, convocando con este motivo á todas las autoridades. Antes hizo publicar un bando, anunciando que un cañonazo daria á conocer el estado de alarma, y el segundo seria la señal de que iba á desplegar todo su rigor la fuerza militar, á fin, decia, de que así pudiesen retirarse los curiosos.

En la reunion de las autoridades, manifestaron estas los más sinceros deseos de conservar la tranquilidad; y se acordó, además de varias medidas oportunas, convocar á los pro-hombres de los gremios, que se reunieron el dia 30, y se mostraron indignados de los escesos cometidos, y dispuestos á ayudar á la autoridad y al gobierno. Pastors les dijo entonces: «Que puesto á la cabeza de las tropas y de todos los hombres leales, seria el primero en protejer los intereses y hacer que tronase el cañon sobre los malvados. »

Reunióse tambien la junta consultiva, y luego la de comercio, á escitacion de ella misma, acordando ésta con Pastors nombrar una junta permanente de tres de sus individuos, tres de los pro-hombres de gremios, y otros tres del ayuntamiento, que bajo la presidencia de uno de

(1) Es inexacta la noticia publicada en algunos periódicos que mandase à dicho gobernador abandonase Manresa á los carlistas, por acudir con su tropa á la capital. `

los regidores, deliberase constantemente cuanto conviniese para reprimir á los alborotadores, y tranquilizar á las personas houradas.

Instalóse al momento la junta, y á poco se presentaron tres de sus miembros pidiendo á Pastors dos mil fusiles para otros tantos indivíduos que tenian dispuestos para auxiliar á la autoridad, más solo pudieron armarse trescientos hombres, y otros ciento cincuenta de los matriculados de marina fueron armados y mandados por sus pro-hombres, y de todos dispuso el gobernador.

Bassa, en tanto, sabiendo lo ocurrido en Barcelona, marchó desde Cervera á Igualada con las fuerzas de su mando y las columnas de Churruca, Moldero y Calvet, y Pastors le previno se situase con su division en el Bruch, y le remitiera toda la caballería posible, sin dejar desatendidos los puntos que ocupaban en la carretera, enviándole tambien algunos infantes si podia.

Adoptó Pastors además otras providencias, púsose de acuerdo con los jefes de varios buques estranjeros surtos en aquel puerto; trasladó á varias casas á las monjas, contra las que ya se conspiraba, y envió á Mallorca á diez y ocho religiosos que imprudentemente arribaron á Barcelona desde San Feliú de Guisols, remitidos por el alcalde mayor y comandante de armas.

ESFUERZOS DE LOS REVOLUCIONARIOS.

LIV.

Los dias iban pasando en Barcelona sin novedad aparente; pero la situacion era cada vez más crítica.

Revivió el mal apagado incendio de San Agustin, y los conjurados ostentaron el proyecto de derribar la estátua de Fernando VII, colocada en la plaza de Palacio.

Sabian todo esto las autoridades: la policía tenia los nombres de los autores de los anteriores escesos, los conocia, los veia; -pero no tenia fuerza para prenderles ni castigarlos. Terrible situacion de una autoridad en tal estremo!

La efervescencia de los perturbadores aumentaba por momentos, y á la vez crecia el pánico del vecindario pacífico. Así se aumentaba el terror, á lo que tanto contribuyeron los folletos y los pasquines que se reproducian por todas partes (1).

(1) Los dos que se recogieron decian así:

Escudo tricolor.

«Constitucion ó muerte sea nuestra divisa: este grito, que nos hizo célebres en otra época, éste, enérgicamente pronunciado, nos librará de los males que nos aquejan. Constitucion quie

El folleto que se repartió con profusion en el teatro y en las calles, era notable: en él venia á deducirse, «que el pueblo tenia formados dos proyectos muy meditados: que el de la noche del 25 se limitaba á dar una séria leccion al gobierno, que no debe abusar de la sensatez y probidad de una nacion: que la moderacion se convierte en desconfianza, y últimamente en desesperacion, siempre y cuando se ve que un gobierno habla mucho y nada hace, promete y jamás cumple, y que toda su política consiste en mantener al pueblo en cierto equilibrio entre el temor y la confianza, sin darle ninguna garantía, sin proporcionarle la decantada seguridad personal, y sin libertarle de los tiranos provinciales que la oprimen: demostrar que el pueblo sabe hacer, y hace en pocas horas lo que el gobierno no ha querido hacer en muchos años por medio de leyes sabias y conformes á las luces y circunstancias del siglo: que en la ejecucion del proyecto no se traspasaron sus demarcados límites, y que á los gritos de libertad, el pueblo, lejos de codiciar lo ajeno, solo queria librar lo suyo propio de las clandestinas rapiñas de aquellas clases que, sin prestar favor alguno á la sociedad, quieren usurariamente ser recompensadas, que por todas partes respira en ellas grandeza, lo que debiera ser pobreza, y que lo tienen todo, cuando confiesan no tener nada: que el segundo proyecto era meramente personal, que el pueblo queria dar la leccion de que Cataluña no debe ser patrimonio de tiranos, y arredrar con un condigno castigo al tercero que, tal vez bajo diferentes bases, tratase de seguir la táctica de los primeros: que nunca se habia soñado en incendiar las fábricas de vapor, porque, añadieron, jamás el fiero bruto ha despedazado la teta que le da la vida, ni el errante salvaje el bosque que le mantiene: que Barcelona no seria menos agradecida que aquellos, ni nunca la industriosa capital llegaria á desconocer sus propios intereses que se trataba de la destruccion de un periódico llamado El Vapor, cuyo nombre medio articulado oido por la autoridad, la habia inducido á echar mano de la igualdad del nombre para desconceptuar á los reformistas: que el pueblo queria, y obtendria, cualesquiera que fuesen los grados de resistencia, la libertad civil, cuya piedra angular sea una legislacion sábia, justa y benéfica, que, asegurando los derechos de los ciudadanos, mande respetar su estado y limite las prerogati

re decir, fuera policía, fuera derechos de puertas, y fuera todas las gabelas que abruman al pobre pueblo: Constitucion, pues, nos hará felices, y abrirá un porvenir de comodidades, à los que ahora, á fuerza de trabajar, apenas pueden cubrir sus carnes y ganarse un pedazo de pan. >>Con imitar las virtudes del gran pueblo, de los inmortales héroes de los tres dias de julio, que no hicieron derramar una sola lágrima, más que á sus enemigos armados, y supieron perdonar á los vencidos, y que ni un robo, ni una baja venganza empañó el brillo de su victoria, seremos dignos de ser gobernados por la Constitucion de 1812.>>

El dirigido á los ciudadanos militares, les inducia à fraternizar con el pueblo.

TOMO II.

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