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con fortuna á Portugalete, donde supieron el levantamiento del sitio. Córdova hubiera querido se dilatase aquel momento suspirado por haber conquistado él su gloria.

Corrió á Bilbao, encargóse del mando en la misma noche del 3, y publicó al dia inmediato una alocucion en la que participaba á sus compañeros el cargo con que iba investido y habia tenido que aceptar por honor y deber, y por la confianza que tenia en su valor, entusiasmo y disciplina, de que habia sido testigo en Nazar, Artaza, Olazaguitia, Mendaza, Larraga y en tantos otros lugares..... «Sí, soldados, añadia: he creido que seguireis con noble brio al que conduciéndoos por el camino del honor, fué siempre el primero en vuestras fatigas y nunca el último en vuestros peligros; al que en nombre de la patria solicita vuestra cooperacion. Unamos resueltamente nuestros esfuerzos para sostener el trono y la libertad, y conseguiremos con orgullo la gratitud y aplausos de la posteridad y el crédito y honor del ejército español, con cuyo uniforme heredamos los estímulos de tantos siglos y empresas gloriosas como le ilustraron.

>>En el momento que os hablo, veinticinco mil hombres estranjeros al servicio de nuestra reina han empezado ya á desembarcar en nuestros puertos: cien mil hombres más no tardarian en seguirlos si fuesen precisos. El principal caudillo enemigo ha sucumbido ante los muros de esta heróica ciudad: todas las facciones concentradas sobre ellos no han osado asaltar una sola vez la brecha que defendian, y á que les provocaban la benemérita guarnicion y los valientes urbanos. A vuestra aproximacion han huido á sus montañas. Este es, pues, el momento de la crísis: que todo el que abrigue un corazon noble y libre, una á los mios sus esfuerzos. Isabel y libertad sea nuestra divisa; muerte ó libertad nuestro grito de guerra; muerte ó libertad el término de nuestras fatigas, la recompensa de nuestras proezas.>>

Les recomienda el órden y disciplina, y termina: «Compañeros, empieza una nueva campaña; nuevo es tambien nuestro ardor y mayor nuestra esperiencia. La guerra, variando de proporciones, se ha hecho más militar y menos penosa. Si los rebeldes engreidos se atreven á combatirnos, yo cuento demasiado con vuestro valor para no ofreceros la victoria.»

PRIMERAS OPERACIONES DE CÓRDOVA.

IV.

En el mismo dia que Córdova habló al ejército como su jefe, supo oficialmente el nombramiento en propiedad de Sarsfield para el mismo cargo.

Dos dias estuvo Córdova en Bilbao procurando su reparacion y defensa; revistó y arengó las tropas, y tomó disposiciones para emprender la marcha por el camino real de Orduña. Sacar al ejército por aquella direccion de las posiciones que ocupaba, con la escasa fuerza que tenia y en la disposicion general á que habian llegado las cosas, era una empresa bien árdua: no lo ignoraba Córdova; pero tomar una direccion menos peligrosa, añade, hubiera sido prolongar el desaliento, mostrar desconfianza en el valor del soldado, acrecentar por consiguiente su desmayo cuando á toda costa urgia reanimarle; era además llegar tarde para impedir otros golpes que podian darle los carlistas en otros puntos, sin tropezar con quien lo estorbase.

Resolvióse, pues, á superar la mayor dificultad, y el ejército llegó á Vitoria en tres dias, habiendo encontrado á una legua de Bilbao á seis batallones carlistas en posicion, que no aguardaron á las columnas de ataque, dirigidas á desalojarlos. Perseguidos muy de cerca por espacio de dos horas y hasta lo más elevado de aquellas encumbradas montañas, siguieron en retirada hácia el valle de Arratia.

Castor, entonces, favorecido por el terreno, intentó atacar por retaguardia á las tropas de Córdova, mas no cogió á éste desprevenido. Destacado O-Donnell con alguna fuerza, hizo frente á los carlistas, que tenaces, fueron por las alturas tiroteando á las columnas y amenazándolas con un descalabro, que evitaron las compañías destinadas á proteger la marcha del ejército, y don Santiago Mendez Vigo, que pasó á la retaguardia, y se condujo con serenidad y acierto.

En Amurrio unas, y en Orduña otras, pernoctaron al fin las tropas de la reina; pero aun no podian contarse seguras; faltaban todavía obstáculos que vencer, y los carlistas desde Murguia enviaban fuerzas á apoderarse de la tantas veces disputada Peña de Orduña y otros puntos formidables que obstruian el paso de Córdova. Mas previniéndolo todo, anticípase á ocupar aquel paso; y cuando las primeras compañías de la vanguardia, destinadas á esta operacion subian por un lado de la Peña, lo hacian por el opuesto los carlistas. Rompieron estos el fuego al avistar á sus contrarios, pero contestados y cargados á la bayoneta, cedieron la posicion con alguna pérdida, y Córdova pudo vanagloriarse de conducir su ejército con seguridad el 6 á Puentelarrá, y el 7 á Miranda de Ebro.

DON VICENTE GONZALEZ MORENO.

V.

Al jóven adalid de la causa liberal, opuso la carlista un caudillo de cincuenta y ocho años, que ni tenia la enérgica actividad de aquel, ni

su noble emulacion, por mucho que le interesara el triunfo de su causa. Hijo, Moreno, de la ciudad de Cádiz, donde nació el 9 de diciembre de 1778, se embarcó á los dos años para América, á cuyo ejército fué destinado su padre; y falleciendo éste á poco, regresó á la Península, fué admitido de cadete para estudiar matemáticas en la academia de ingenieros de Barcelona, y mereció por los rápidos progresos que hizo en sus estudios las notas más sobresalientes de sus profesores. A su conclusion ingresó en el regimiento de Saboya, donde ascendió por rigorosa escala, mereciendo la consideracion de sus jefes por su exactitud en el cumplimiento de sus obligaciones.

Encanecido en el servicio de las armas, no carecia de práctica en la guerra, pues que en el año 1793 se le ve peleando en la accion de Canos, en el socorro de la Isla, en el sitio y rendicion de Villafranca, en las tomas de Montalvan, Corruellos y Oleta, en la batalla de Trullas, en la retirada al Balouce, en la defensa de Montesquieu y en el ataque y toma de la línea, baterías y campo de Villalonga. En el siguiente año de 1794, se halló en la retirada de Boulon y sosteniendo la del ejército de la Inclusa, y en la accion de Mortellá, siendo á la sazon segundo teniente.

En la gloriosa lucha de nuestra independencia prestó importantes servicios á la causa nacional. Era primer teniente graduado de capitan cuando el 24 de mayo de 1808 alarmó al reino de Valencia y se puso al frente del pueblo armado, publicando en un bando á su nombre bajo el título de comandante del pueblo armado, la guerra á la Francia, y aprestándose á la lucha con la heróica resolucion de la juventud, y con el entusiasmo del que pelea por la patria.

Creó el 25 de junio la junta suprema de Valencia, haciéndola reconocer como soberana, y dispuso la proclamacion de Fernando. Alistó nueve á diez mil hombres, creando varios cuerpos de tropas, y el regimiento infantería del Turia, del que fué nombrado comandante, despues coronel, y á poco segundo comandante general del ejército del Ebro, distinguiéndose por su actividad y celo, premiados con el entorchado de brigadier.

En campaña durante toda la guerra de la independencia, cumplió siempre con su deber como jefe de brigada ó de division, y mereció varias veces se le manifestase el aprecio que se hacia de sus servicios.

Al regreso de Fernando, demostró bien á las claras sus sentimientos antiliberales, y se le encargó hacer se reconociesen en la provincia de Guipúzcoa los decretos de 4 de mayo.

En 1819 fué nombrado por el rey fiscal en la causa de la conspiracion general de Cataluña de 5 de abril de 1817; y en febrero de 1820 destinado al ejército de Galicia contra los liberales de la Coruña.

Realista siempre, le encargó el rey en 1822 contrarevolucionar las Provincias Vascongadas; pero el suceso de Aranjuez le hizo permanecer en Madrid, donde recibió órden verbal del rey de tomar el mando de los cuatro batallones de Guardias, en el Pardo, derrotados por la milicia el 7 de julio y guiados por el que ahora era el jefe del ejército enemigo. Debió tambien haberse puesto al frente de la contrarevolucion en Lorca; pero fué preso en Villatobas á su paso. Libre, y vuelto á Madrid, entra luego en la vanguardia del ejército aliado, y despues combate á los constitucionales en varios puntos. Torna á la córte al año siguiente, 1824, nombrado presidente de la comision ejecutiva de Madrid y Castilla la Nueva, hasta que en 7 de mayo marchó á encargarse del gobierno de Santander.

Comienza el año 1831 y con él graves acontecimientos para España. Se hallaba Moreno en Madrid, pretendiendo por los servicios que habia prestado en favor del absolutismo durante la anterior época constitucional. Merced á ellos sin duda, mereció ser nombrado gobernador de Málaga, donde despues de su llegada, demostró su manera de gobernar en un edicto de 9 de marzo-espresion genuina de su carácter-por el que autoriza á cualquiera persona, de la clase ó condicion que sea, para que descubriese á los propaladores de noticias alarmantes, ofreciendo suficiente prueba de su delacion, bajo la seguridad de obtener en el acto una gratificacion de cien duros, y de que su nombre y las circunstancias de su denuncia serian guardadas con irrevelable sigilo; y si la persona que presentase aquellos datos perteneciese á la clase militar ó al presidio, deberia contar con que además de recibir la gratificacion designda, seria recomendada por él y en razon de su servicio á la real piedad del rey.

Con estas y otras providencias por el estilo, pensaba Moreno frustrar los planes de los liberales en aquella época; sin embargo, el 1.o de diciembre se presentó Torrijos con cincuenta y dos compañeros por el lado de Algeciras. Venian ya todos vendidos desde Gibraltar, y así se vió que en cuanto pisaron tierra, se encontraron, en vez de amigos y auxiliares, á las tropas realistas que mandaba Moreno. No se hizo en verdad esperar mucho su deseo, y con falaces promesas, logró vencer la temeraria resistencia que los liberales comenzaron á hacer en una alquería, donde se habian hecho fuertes, y se rindieron á discrecion.

Conducido á Málaga Torrijos y sus compañeros, fueron fusilados el 11 de diciembre, sin que por ser domingo se suspendierala ejecucion de estos desgraciados.

Tan horrorosa catástrofe atrajo sobre Moreno el dictado de verdugo de Málaga, del cual quisiéramos sincerarle; pero son insuficientes las pruebas en contrario, y los esfuerzos que han hecho sus amigos, por

declinar sobre augustas personas la responsabilidad que hallamos en Moreno.

La capitanía general de los reinos de Granada y Jaen, fué el premio dado á Moreno por los sucesos de Málaga, confiriéndole al mismo tiempo la presidencia de la real chancillería, como cumplia á todos los capitanes generales. En enero de 1832 tomó posesion de este nuevo destino, siendo relevado de él á los diez meses por el marqués de las Amarillas.

Moreno marchó á Andújar á esperar la órden para fijar su residencia; y señalado su cuartel en Sevilla, partió á dicho punto á fines de enero del 33, por no habérselo permitido antes el mal estado de su salud.

Variada algun tanto la política de España, comenzó á mirarle el gobierno con prevencion, no faltándole motivos para considerarle hostil á las reformas que se iban introduciendo. Moreno por su parte no dejaba de prepararse á la nueva lucha que disponian sus correligionarios, y así lo acreditó cuando le vimos en Portugal al comenzar los partidos á combatir frente á frente.

Unido á don Cárlos en el vecino reino, formó parte de su comitiva, acompañándole en sus escursiones desacertadas, y siempre huyendo, y espuesto á caer en manos de Rodil ó Sanjuanena. Encargóse á Moreno que merodease con una pequeña fuerza por terrenos á propósito; pero su mision fué completamente estéril, como ya dijimos en otro lugar, y don Carlos y don Miguel hubieron de ausentarse del suelo portugués.

Las operaciones militares de Moreno se circunscribier on entonces á determinados lugares de la frontera, y á los puntos de Avés, Galbeas y Abrantes, sin conseguir otra cosa que sostenerse con trabajo (1).

(1) «Señor.-A consecuencia de cuanto tuve la honra de participar á V. M. por el teniente coronel don Lorenzo Solana, me puse en marcha desde Avis para el Guadiana, pero al presentarme en Evora al comandante general del Alentejo conde de Bourmont, no se atrevió este general á permitirme continuar sin consultar à Santarem, prueba clara de que nada se habia advertido por parte del ministerio portugués. Al segundo dia de esta nueva y fatal demora, recibí pasaporte de la intendencia general de policía, y zanjadas por la dificultad del tránsito, adelanté inmediatamente á los subtenientes don José Sanchez y don Dionisio Navarro, destinados por V. M. para esta empresa. Con el objeto de aclarar el camino de Monra à Serpa, me adelanté la mañana del 25 último hasta dos leguas del punto atacado, llevando conmigo cuarenta oficiales montados en buenos y malos caballos.

»Este avance hecho no sin algun riesgo, porque de nuestros caballos solo lo son catorce ó diez seis; y el resto por ser jacas de poca estatura no pueden resistir carga, salió sin embargo, á Serpa en concepto de nuestros oficiales, deslumbrando al enemigo, quien nunca debia persuadirse encontrarse sobre su flanco izquierdo, con un grueso de caballería que no fuesen los doscientos caballos de Bourmont, al que suponian nueve leguas de Serpa.

>>Sea de esto lo que quiera, los pedristas abandonaron la empresa, y yo despues de haber entrado en la mencionada plaza el 27 con el general Bourmont, cierto ya de que el enemigo se habia retirado á Alermola, pasé el Guadiana, viniendo á este punto à poner en ejecucion mi TOMO II. 23

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