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Desde Portugal marchó Moreno á Francia, y en 1835 se presentó en las Provincias Vascongadas, recibiéndole don Cárlos con placer, y distinguiéndole con el mando superior del ejército, porque así convenia á algunos.

SITUACION DE MORENO.

VI.

Al tomar Moreno el mando del ejército, pidió los documentos de la secretaría de campaña, los estados de fuerza, de recursos, de municiones y calzado, las noticias reservadas y de confidencia, y cuanto le era necesario para el conocimiento de la situacion de las tropas que iba á mandar; y á pesar de que por las circunstancias, los almacenes, los depósitos y todo lo indispensable al ejército se hallaba en parajes reservados y al cargo secreto de personas de confianza, á todo se le contestó que nada se sabia, y solo se le entregó el sello de estado mayor. La autoridad del general, hasta entonces tan fuerte, tan robusta y tan absoluta, nació debilitada, precisamente cuando era más necesario su vigor.

Moreno, pues, se halló en una situacion desagradable, que solo toleró por la imposibilidad en que se encontraba de emprender inmediatamente operacion alguna el ejército contrario.

Moreno, sin que sepamos la causa, parecia como embarazado al principio de su mando, que le hacian más difícil la oficiosidad de amigos falsos.

No carecia Moreno de conocimientos teóricos y de talento; pero ni su avanzada edad, ni su dilatada carrera, ni sus prevenciones contra la juventud, le constituian á propósito para la clase de guerra que debia hacer, y para las tropas entusiastas que habia de mandar. Estaba además Moreno supeditado á la camarilla de don Cárlos, ó sea al partido apostólico, que empeñado en dar un impulso directo á los negocios

plan primitivo. Se ha perdido un tiempo precioso en Avés, y V. M. conoce mejor que yo si desde luego se hubiese entablado mi plan algo mas lento, pero sentado más en firme que el adoptado, tendria dinero y hombres para formar su basc, en lugar de que à la fecha me falta absolutamente el primer artículo; los oficiales que me acompañan se hallan miserabilisimos, y à costa de mucho trabajo, apenas he podido reunir una compañía ligera de infantería de sesenta plazas con doce fusiles que he comprado, único armamento que he podido proporcionar. El oficial conductor de este pliego don Juan Argüelles, uno de los que me acompañan desde mi emigracion de España, podrá informar á V. M. circunstanciadamente del estado de estos oficiales y tropa, cuyo número es de ciento cuarenta, incluyendo cuarenta flamencos, franceses é italianos, pasados del servicio de don Pedro, que he admitido al de V. M.-Dios guarde la vida importante de V. M. muchos años. Ebora 4 de abril de 1834 á los R. P. de V. M.Vicente Gonzalez Moreno.»

de la guerra desde el fondo de los gabinetes, iba acumulando tales desaciertos, que tenian que dar necesariamente lamentables resultados. El ejército carlista, por otra parte, aunque siempre decidido y resuelto, no se sentia animado de aquella confianza, que, rayando en adoracion, habia esperimentado hácia su anterior jefe: la guerra habia perdido su primer carácter por la retirada del ejército de la reina á la orilla derecha del Ebro; ya no se trataba de encuentros repetidos y de columnas parciales: las operaciones eran complicadas y ejecutadas con fuerzas numerosas; los cuerpos permanecian largos dias en unos mismos puntos sin batirse; esto daba lugar á murmuraciones y á disgustos entre los soldados que, acostumbrados al ardor de los combates, miraban como inaccion y falta de esfuerzo lo que atribuian otros á la situacion de la guerra. Añadíase á esto las rivalidades y discordias que comenzaron á reinar en el cuartel general, y á las que en vez de poner coto el jefe, alimentaba, como basta para demostrarlo la coalicion ó liga que formó con el cura Echevarría, el gentil hombre Villavicencio, y algun otro, asociándose más particularmente en contra de Maroto. Los resultados de estos sucesos eran fáciles de preveer; el ejército carlista perdió con la fuerza moral la material, y puesto en evidencia, sufrió en los memorables campos de Mendigorría un descalabro á que no estaba acostumbrado.

El nombramiento de Moreno, si hemos de juzgar por las cartas que unos y otros jefes se dirigian, fué mal recibido por el ejército. En prueba de nuestra opinion, citaremos un párrafo de una que escribia un general á un ministro de don Cárlos. «Su real majestad, decia, ha perdido lo que no puede calcularse, en el concepto de los estranjeros y de la misma España, con el nombramiento de Moreno. Léanse los, papeles públicos, y se notará la opinion que merece; y pregúntese á los españoles carlistas y se convencerá cualquiera del odio con que se le mira. En el año 27 se declaró enemigo del príncipe de Asturias de acuerdo con Colomarde, y si marchó á Portugal, no fué por adicto á la justa causa que sostenemos, sino por salvarse de la persecucion que sufria, por su comportamiento en Málaga. Larga es la historia que de Moreno puede presentarse; más el tiempo la arrojará, y Dios quiera que nuestro soberano no tenga de que arrepentirse.»>

Por de pronto las intrigas, que ya hemos visto pululaban en el campo carlista, fueron adquiriendo colosales proporciones en perjuicio de la causa, tan necesitada de union durante aquella lucha.

SITIO DE PUENTE LA REINA. MOVIMIENTOS DE MORENO Y DE CORDOVA.

VII.

Sabedor Moreno del disgusto que causó su eleccion, y de lo que se le contrariaba, procuró hacerse digno del mando que se le confió, y ya que no pudo impedir la marcha del ejército de Córdova por la Peña de Orduña, se decidió á sitiar á Puente la Reina, destacando al efecto á Eraso.

Este jefe reconoció y circunvaló la poblacion, y el 13 de julio ya tenia colocadas las baterías. Los tiradores, estrechándose cada vez más, sostenian un vivo fuego á medio tiro de fusil, que fué contestado por la infantería y artillería del fuerte. Saint Just, que le mandaba, no esperaba pronto socorro, y lleno de ardimiento, hizo una salida tan brusca con ciento cincuenta hombres, divididos en dos pelotones, que dió por resultado la muerte de doce artilleros que ocupaban la trinchera, y la ocupacion de ésta y la de las piezas y municiones. Tres batallones que envió al momento Eraso, que dirigia el sitio, no dieron tiempo para conducir al fuerte las cuatro piezas, dos de las cuales se clavaron, ni el total de los efectos aprehendidos. Los ciento cincuenta bravos hicieron frente á tan superiores fuerzas, replegándose cuando fué prudente. Despues desistieron los carlistas de su intento al aproximarse Córdova.

Los sitiados perdieron poco más de una docena de hombres entre muertos y heridos, y algunos más los sitiadores.

Córdova permanecia en Vitoria abasteciéndola, y al saber la presentacion de los carlistas en Puente la Reina, marchó rápidamente por Peñacerrada y Logroño, para donde fué la tercera division de la Guardia, por Lerin á Sesma la vanguardia y division de caballería; la primera division salió de Elciego á Oyon y la segunda de Samaniego y Paganos á Viana, salvando segunda vez un punto tan interesante.

Conseguido su objeto, pernoctó el 14 en Larraga.

Instruido Moreno de sus movimientos, se propuso observarle de cerca para batirle con oportunidad, y en la misma noche descansó en Mañeru y sus inmediaciones.

Al siguiente dia pasó el Arga, y se apoderó de las brillantes posiciones que dominan á Mendigorría.

CROQUIS DE LA BATALLA DE MENDIGORRIA.
Dada el 16 de Julio de 1835.

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