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mariscales de campo don Francisco Iturralde, don Bruno de Villarreal y don Miguel Gomez: jefes de brigada con mando de tales, á los brigadieres don José Antonio Goñi, don Pablo Sanz, don Tomás Tarragual, don Bartolomé Guibelalde, don Simon de La Torre, don Prudencio Sopelana, don Cárlos Perez de las Vacas, don Juan Beamurguía y al coronel don José María Arroyo: jefe de estado mayor del general en jefe, al mariscal de campo don José Mazarrasa: igual cargo en la tercera division, al brigadier don Juan Antonio Zaratiegui, y al de igual clase don José Miguel Sagastibelza, la comandancia general de Guipúzcoa (1).

EGUÍA.

XIX.

El efímero mando de Moreno dejó inolvidables y funestos recuerdos en el campo carlista.

Sucedióle don Nazario Eguía, que nació en Durango el 28 de julio de 1777, y siguió la carrera de la Iglesia hasta ser tonsurado por el obispo de Calahorra.

Gozosos sus padres en tener en su hijo más predilecto un ministro y defensor de la Iglesia de Jesucristo, estaban muy lejos de creer que en vez de defenderla con palabras de bondad y mansedumbre y en el interior de un templo, lo haria con las armas en el campo de batalla como general aguerrido.

En la guerra de España contra la republicana Francia, entró Eguía á servir en las compañías armadas que levantó el Señorío, contando apenas diez y seis años.

De disposicion para el estudio, pasó al colegio militar de Zamora, uno de los tres que habia en España bajo la direccion del Real cuerpo de Ingenieros, pasando despues á Madrid á continuar la carrera al lado del coronel Giraldo. Tan lucidos como rápidos fueron los progresos que hizo en sus estudios en los tres años que vendria á estar en los citados colegios; proporcionándole un brillante exámen el ascenso de subteniente de ingenieros en 1799. Obtuvo despues en tan distinguido cuerpo los empleos de teniente, capitan segundo de cazadores, primero de minadores, sargento mayor y teniente coronel.

En la guerra que en 1801 declaró al Portugal nuestro gabinete, instigado por el de Francia, tomó Eguía parte, perteneciendo al grueso

(1) Alencargarse del mando publicó una proclama que no deja de ser curiosa: véase nú mero 23..

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del ejército que marchaba con Godoy. Se halló en el sitio de Campomayor, el 24 de mayo, y el 29 del mismo se aproximó hácia Arronches, cerca de cuya plaza habia colocado su vanguardia el general portugués. Los importantes servicios que en estas y posteriores facciones prestó Eguía, fueron remunerados cumplidamente por el gobierno.

Hallábase Eguía en 1807 en el campo de Gibraltar, cuando se dispuso una nueva invasion al Portugal en union de los franceses, de los cuales, un cuerpo al mando de Junot, salió de Salamanca el 12 de noviembre, y en el puerto de Perales se incorporó con la division de Carrafa. Siguió operando Eguía en esta poco gloriosa campaña, hasta que vino á interrumpirla la declaracion de guerra publicada con moribundos ecos en Madrid el Dos de Mayo de 1808.

Continuaba Eguía con el general Carrafa en Lisboa cuando llegó esta noticia, poniendo en bastante aprieto y alarma á Junot, quien trató á todo trance de inutilizar á los españoles, valiéndose de un astuto ardid para desarmarlos, conduciéndolos despues á bordo de los pontones que habia en el Tajo. No sufrieron esta última suerte algunos de los oficiales, mediante su palabra de honor, arrancada despues de una alevosía, por lo cual se fueron muchos á España con grave riesgo, y en tre estos se hallaba Eguía, que pudo reunirse al ejército de Andalucía, siendo destinado de comandante de ingenieros en la division que interinamente mandaba Grimarest.

Formó Eguía parte del ejército del Centro, que se encontraba ya á la izquierda del Ebro, donde se hallaban reunidos más de setenta mil españoles; repasaron el rio de resultas de la desgraciada accion de Lerin, y capitularon honrosamente ante seis mil franceses con su correspondiente artillería y unos ochocientos caballos, solo mil españoles mandados por Mourgeon.

Se halló en las acciones de Tudela y en las fatales posteriores de Calahorra y Cascante, y encargado de diversos y arriesgados reconocimientos en Somosierra, al oponerse los españoles al paso de los franceses, demostró su pericia y profundos conocimientos militares, como tambien en los que practicó luego por el Tajo. Tomó parte en la accion de Santa Cruz de la Zarza, fué nombrado comandante de la fuerza de ingenieros de la division de Venegas, se retiró con él á Uclés, y se halló en la deplorable accion de este punto, donde merced á sus esfuerzos se salvaron los dragones de Castilla y los cuerpos de Lusitania y Tejas, con alguna infantería que mandaba el vizconde de Zolina.

Comisionóse á Eguía por esta época para reconocer las posiciones y el castillo de las Peñas de San Pedro, y destinósele luego á la vanguardia del ejército de la Mancha. Nombrado teniente coronel, se distinguió en la accion de Mora y Consuegra, mereciendo Eguía que Alburquer

que, su jefe, le recomendara á la Junta, diciéndola que, «con sus conocimientos militares, acreditados ya en otras ocasiones, le fuera en la presente de grande utilidad.»

Pasó con el mismo duque á Estremadura, donde mandaba Cuesta, se halló en las batallas de Medellin y de Talavera; pasó á las órdenes de lord Wellington, y siguió hasta la retirada de las tropas inglesas sobre Portugal, volviendo al ejército español que mandaba don Francisco Eguía y en el que desempeñó las funciones de primer ayudante general, y las de cuartel-maestre general interino, hasta que siendo reemplazado aquel por don Carlos de Arizaga fué don Nazario á Sevilla, asiento de la Junta Central. Allí permaneció hasta que despues de la desgraciada accion de Ocaña, fué nombrado cuartel-maestre del ejército de Estremadura, que mandaba Alburquerque, destino designado en el de mariscal de campo, y esceptuados solo Morla y Eguía, por sus conocimientos científicos y práctica instruccion.

Emprendida la retirada por el duque de Alburquerque sobre Sevilla, y las islas de Leon y Cádiz, Eguía como su cuartel-maestre fué el que, conociendo todos los recursos de mar y tierra, tomó las disposiciones para la primera defensa de aquellos puntos; y la prueba de los eminentes servicios que prestó Eguía está en el mismo proceder de la Suprema Junta que quiso conservarle á su lado, no obstante, de que fueron relevados los generales y demás jefes que en la isla mandaban.

Hizo Eguía formidable aquella posicion inspirando la debida confianza á todos, que repetian de contínuo, que seria la isla la tumba de los franceses, y conocieron estos en su porfiado empeño por estrechar y prolongar tenazmente el sitio (1), lo inútil de sus esfuerzos, porque ni los sitiadores conquistaban la isla, ni los españoles se rendian.

Encargóse Eguía durante su estancia en la isla de las revistas de inspeccion de varios cuerpos que salieron para Ultramar, mereciendo señaladas y repetidas distinciones.

Creóse el necesario cuerpo de estado mayor y Eguía fué nombrado ayudante general y segundo jefe del 4.o ejército que se hallaba en la isla, quedando en ella de comandante general despues de la retirada de los franceses.

Eguía, en todo el período que llevamos trazado ligeramente, obtuvo diferentes cruces y escudos y fué declarado benemérito dejla patria.

Conquistada la independencia española por sus defensores, regresó á la Península el cautivo monarca, y ascendió á Eguía á mariscal de

(1) No se levantó el sitio de la isla gaditana hasta agosto de 1812.

campo, nombrándole tambien fiscal de la real y militar órden de San Fernando y vocal del consejo de generales de Castilla la Nueva. ·

En 1815 fué destinado al ejército de los Pirineos Occidentales que mandó el conde del Abisbal, donde tuvo varias comisiones, y entre ellas la de ser designado para mandar la division que debió obrar, contra el malogrado Porlier, cuando se pronunció en la Coruña en la mañana del 19 de setiembre del citado año, proclamando la Constitucion de 1812. La pronta sofocacion de esta tentativa, ahogada por los mismos que seguian á Porlier, escusó las operaciones que hubiera emprendido Eguía, y quedó sin ejecucion el proyecto, así como disuelto tambien el ejército á que pertenecia.

De resultas fué nombrado jefe de la plana mayor de Castilla la Vieja, y á poco trasladado á la Nueva.-En la formacion de los cordones de sanidad que se establecieron en el litoral de Andalucía y de la Mancha, sirvió de comandante general en los que se estendian por Sierra Morena y el Tajo.

Acaeció á la sazon el pronunciamiento de Riego, y hallándose Eguía en Santa Cruz de Mudela, pudo, no sin grave riesgo presentarse en Madrid para ir á desempeñar el nuevo destino que le confirió el rey, de jefe de la plana mayor del ejército de Galicia. La proclamacion del código gaditano impidió á Eguía acudir al desempeño de su cargo, y le precisó á quedarse de cuartel en Madrid, permaneciendo en la coronada villa todo el tiempo que duró el sistema constitucional. Concluido este, uno de los primeros nombramientos que hizo Fernando, fué el de Eguía para comandante general de la provincia de Tuy. No habia en. tonces provincia de la importancia política que esta, por corresponder á ella la plaza de Vigo, una de las que más se habian pronunciado en favor de la Constitucion. Eguía obtuvo además del mando militar de Tuy, el político, siendo corregidor y subdelegado; despues segundo ! cabo de la capitanía general de su distrito, y á poco ascendió á capitan general de aquel reino. Casi al mismo tiempo fué nombrado en propiedad para igual cargo en las Provincias Vascongadas; pero no pudo acudir á desempeñarle, por haberle encargado el gobierno varias comisiones, nombrarle presidente de la real audiencia de Galicia, y encomendarle la formacion de dos espediciones para la Habana, únicas que por aquellos tiempos salieron.

Confirióse á Eguía la traslacion á Santiago de todas las autoridades de la Coruña, y en este acto, que tanto le han acriminado haciéndole aparecer de un carácter tan fiero como enérgico, no hizo más que cumplir inexorablemente las órdenes del rey. Era, sin embargo, Eguía, militar, y tenia cierto orgullo en ser rígido en el cumplimiento de su deber.

- En la ocupacion de la Coruña y su puerto por una división y escuadra francesa, nada dejó que desear Eguía: merced á su acertada conducta, consiguió evacuasen uno y otro sin las reclamaciones y disgustos, que en los demás parajes. Este acontecimiento le granjeó el afecto de los habitantes de Galicia. En cuestiones de nacionalidad se mostraba como verdadero español; en las de partido le cegaba la pasion. Esto dió causa á muchos de sus desaciertos, y á que los liberales, á quienes trató con sobrado rigor, le miraran como uno de sus implacables enemigos. Sus determinaciones, tan militares como bruscas, desconcertaban comunmente cuantos planes forjaban los liberales en sus clubs revolucionarios. Considerábale el rey por estas causas con particular predileccion, y entre otras pruebas de su real aprecio, le dió la del tratamiento de E. S., gracia que se estendió luego á todos los mariscales de campo, que fuesen inspectores generales y presidentes de audiencia, y le condecoró con la gran cruz de la real y distinguida órden de Isabel la Católica.

Llegó el año de 1829, y tuvo entonces lugar un hecho harto ruidoso, y el cual referimos tal como aconteció, sin ocuparnos de los comentarios é inculpaciones que sobre él se han suscitado. Dirigióse por el correo de Astorga un pliego cerrado con el sobre para Eguía, el cual tenia la costumbre de despachar todos los asuntos por sí, en union de sus respectivos secretarios, y al abrirle en medio de ellos estalló con grande estruendo, llevándole los dedos de ambas manos la infernal composicion con que estaba cerrado, y lastimándole en su cara y cuerpo de un modo horrible y estraordinario.

Hechos de esta naturaleza son repugnantes. Culpóse de este atentado al partido liberal, sobre lo que constantemente y con pruebas ha protestado; aunque justifica por otra parte algun tanto tal inculpacion, la coincidencia de otros pliegos iguales, que se abrieron ya con precauciones, y fueron dirigidos al palacio de Madrid, y entre otros, uno á la princesa de Beira. Varios sucesos que con posterioridad tuvieron lugar en España y fuera de ella, indujeron á sospechar si seria consecuencia de un vasto plan general fraguado por estranjeros; pero nada podia asegurarse á ciencia cierta, sin que pasara de meras conjeturas en cuantas averiguaciones se hicieron, inclusa la sumaria que para lo mismo se formó. Despues de hacer las mayores diligencias, no quiso aumentar el número de los procesados por conjeturas y suposiciones, y desistió en la averiguacion de ellos, alegando á este efecto las declaraciones de uno de los presos en Cádiz por la muerte de su gobernador Hierro, dadas ante el sargento mayor de la plaza, don Manuel Reyes, en las cuales espresó «sabia la maquinacion del pliego, y que don Francisco Linage, empleado entonces en la capitanía general de

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