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yas, conversando unos y otros á intervalos, insultándose casi siempre. y demostrando los unos sus esperanzas de entrar en la codiciada villa, y los otros de destruir las baterías y las huestes de los sitiadores. Así se enardecia el entusiasmo de todos, y arrostraban la muerte con impavidez.

PATRIOTISMO DEL AYUNTAMIENTO.

PARLAMENTARIOS CARLISTAS. ENTUSIAS

MO DE LOS BILBAINOS.-PROSIGUE EL BOMBARDEO.

IX.

En la tarde de este mismo dia se reunió el ayuntamiento bajo la presidencia del alcalde primero (1).

la

«Quince dias, dice la memoria antes citada, de belicosas escenas en los que sin cesar hubo retumbado en nuestros oidos el estrépito del cañon, en que se respiraba el aire enrarecido con el polvo de los escombros y el humo de la pólvora, en que la sangre vertida de los leales encendía la de los que habian jurado derramar la suya por la mejor de las reinas, escitaron todos los temperamentos, los elevaron á una altura en que el hombre no escucha más voz que la de vencer ó morir; pero el ayuntamiento debia conducirse como autoridad civil que á sus débiles hombros está encomendada la guarda de esta preciosa villa. Hicieron, pues, los indivíduos que lo componen, un esfuerzo estraordinario, sofocaron el entusiasmo que les animaba, se vencieron á sí mismos, y empezaron á discutir el grave asunto que motivaba la reunion con la misma sangre fria que si el enemigo estuviera á cien leguas de Bilbao. Por los antecedentes, que eran bien notorios, conoció el ayuntamiento que los rebeldes le intimarian para que entregase la villa, y queriendo todos

(1) Los nombres de los indivíduos de esta corporacion no deben ser olvidados.

Sr. D. Juan Ramon de Arana, alcalde primero.

José Pio de Arechavala, regidor decano en ejercicio de alcalde.

Francisco de Gaminde.

Máximo de Aguirre.

Juan Bautista de Maguregui.

Pablo de Epalza.

Federico Victoria de Lezea.

Pedro de Lemonauría.

Eustaquio de Bengoa.

Hipólito de Jugo.

Juan José de Lama.

Joaquin de Goyarrola.

Ambrosio de Goicoechea.

Eulogio de Larrinaga, síndico procurador general.

Nicolás de Corcés, síndico personero.

José Plácido de Castañiza, secretario del ayuntamiento.

los concejales caminar de acuerdo en tan interesante materia en la junta que tuvieran en casa del señor comandante general, trataron la cuestion preliminarmente, mirándola bajo cuantos puntos de vista pudiera considerarse. La resolucion final fue que, considerando el ayuntamiento que si bien los rebeldes caus aban daños de muchísima cuantía en la villa, serian aun sobradamente mayores los que se esperimentarian si cayese en su poder; íntimamente convencido de que los heróicos y honrados vecinos de Bilbao se habian pronunciado abiertamente, y clama. ban por hacer una resistencia sin ejemplo, y teniendo presente el juramento de fidelidad prestado á la reina doña Isabel II, el ayuntamiento declaraba que no se prestaria á capitulacion de ninguna especie, y que antes los indivíduos que lo componen derramarian hasta la últiina geta de la sangre que circula por sus venas.» Tal fué la determinacion que se adoptó por unanimidad despues de una discusion tranquila, serena, llena de calma y de firmeza.>>

Separados, por no llamar la atencion del público, fueron los concejales á la casa del conde de Mirasol, quien les entregó el oficio que recibiera de Eraso (1). Leyóse, y deseando Mirasol saber la opinion del ayuntamiento, la emitió el alcalde don Juan Ramon de Arana, diciendo: - Perecer en las ruinas de la villa antes que capitular.

Un concejal añadió:

- Hoy me han arruinado tres casas; mañana me destruirán las que me restan; pero mientras circule sangre por mis venas, yo no capitulo. Sabré, si sobrevivo á este sitio, mantenerme entre las ruinas de mi propiedad; pero no vivir con los que destrozan mi patria.

Al ver Mirasol aquellos sentimientos tan decididos, tan espontáneos, tan unánimes, contestó:

-Señores: no esperaba yo menos de un ayuntamiento que tiene la gloria de representar á un pueblo tan eminentemente leal, y heróico en tan alto grado: yo haré presente á S. M. la augusta reina gobernadora, la grandiosa escena que acabo de presenciar, y no dudo que el genero

(1) Señor gobernador ó jefe superior militar de la plaza de Bilbao.-Acordaos que sois español y que vuestra inútil resistencia solo sirve de instrumento à la destruccion de un pueblo rico y hermoso. No debeis ignorar que el 23 fué batida la columna gruesa que venia en socorro de la plaza, y que ya exánime y sin aliento para darle, esperimentó una grande desercion. Lejos de venir un segundo refuerzo, lo he recibido yo de un considerable número de valientes; en fin, todo, como dejo dicho no sirve más que para hacer infructuosos vuestros esfuerzos, los que únicamente ocasionarán el derramamiento de sangre española, y la reduccion à cenizas de uno de los más preciosos pueblos de España.

Si os convenceis de unas razones tan justas, como prueba de lo que me complazco en hacer el menor número de desgraciados entre españoles, puedo asegurar y prometeros que la clase de urbanos de esa villa, sea cual fuere su origen, serán tratadas las personas del mismo modo que lo han sido en Villafranca, Vergara, Eibar y otros puntos guarnecidos. Cuartel general de Bolueta, 27 de junio de 1835.-Francisco Benito de Eraso.

so y real corazon de S. M. se complacerá al saber la prueba de lealtad y firmeza que está dando este pueblo para siempre memorable »>

Se convino en entretener á los carlistas para ganar así un tiempo precioso invertido en fabricar balas de cañon, y que Mirasol contestaria ocultando el verdadero propósito; y así lo hizo, pues no es ilícito en la guerra ocultar los pensamientos é intenciones (1).

El ayuntamiento contestó por su parte manifestando que tenia puesta toda su confianza en el comandante general de la provincia, y que se atendria á lo que él decidiera.

Despues del toque de diana salen del campo carlista á la mañana siguiente á recoger la contestacion, y se les entrega. Un profundo silencio reina por todas partes, interrumpido solo por alguno que otro fusilazo.

Algunas horas despues se presentan de parlamentarios Zaratiegui y Arjona. Se recomienda el órden más severo en los bilbainos, y para mayor garantía Araoz y el alcalde primero reciben á los dos jefes carlistas y les acompañan, precediéndoles dos regidores que iban amonestando al público á fin de contener la natural efervescencia que

(1) Acusaba el recibo de la comunicacion que habia depositado en sus manos el resultado de las que se habian abierto y pudieran seguirse, se mostraba tranquilo dentro de los muros de esta villa sin provocar ni desdeñar el combate, pero sin aparecer como el instrumento de la destruccion; de la que hacia à Eraso responsable en todo tiempo y «los militares de todos los paises echarán en cara el ataque dirigido à las casas de los pacificos habitantes, antes de haber destruido los muros con el denuedo que merece el empeño que manifestais por apoderaros de este punto. Las casas de la hermosa villa de Bilbao, añadia, conocida y relacionada de toda Europa. no se defienden, son sus bayonetas y baterías las que os hacen la contra, y es à ellas à las que cheis dirigiros con las vuestras.» Mostraba su incredulidad de lo que decia sobre el hecho de armas del 23, pedia pruebas, y que comisionara á un oficial de su confianza que fuera à satisfacerse y á conferenciar con él, que seria recibido con 1 atencion y noble franza que se usa entre valientes; que la sangre que se derramaba, en una y otra linea, le condolia porque era de españoles, que reñian por no entenderse, que sabia economizarla usando de indulgencia hasta en lo personal; que la historia de esta campaña suministraba pruebas harto públicas invitándole à adoptar medidas sobre este punto, dando al tiempo y à la conviccion lo que han de hacer las armas; «reconozcámonos como hijos de un mismo suelo, conservemos nuestras posiciones, entendámonos mútuamente sin que medien nuestros subordinados, y apuremos los medios del raciocinio antes de sacar nuevamente la espada..... personas teneis à vuestra inmediacion que pueden garantiros de mi proceder..... en cuanto á honrado; y en cuanto à militar, si vuelven à romperse las hostilidades, no me intimidan las amenazas, y sabré emplear todos mis recursos para haceros acaso arrepentir de vuestro empeño. Creedme, Bilbao está decidido á no ceder jamás por la fuerza de las armas, y su guarnicion es sobrado valiente para llevar al cabo este honroso empeño.

>>Agradezco las consideraciones que ofreceis à la milicia urbana, sin poderos contestar otra cosa en este punto, pues ignoro las que habeis guardado á Villafranca, Vergara y Eibar, y la voluntad de los indivíduos de este cuerpo en tan delicada materia.

>>Pido al cielo os guarde muchos años.-Bilbao, 27 de junio de 1835.-A las once de la noche.-M. Conde de Mirasol.>>

su vista producia. No pudo evitarse que se prorumpiera en continuados vivas á Isabel II y á la libertad.

La conferencia con Mirasol fué corta. Los parlamentarios pedian la rendicion de la plaza á la que concedian los honores de la capitulacion, advirtiendo que no esperaran socorro alguno, porque «sobre Valdés, decian, habian caido fuerzas que le obstruian el paso, y Latre fué completamente derrotado en las inmediaciones de Castrejana.» Mirasol, consecuente en su propósito de ganar tiempo, propuso el medio de cerciorarse de lo que le decian, y quedaron los parlamentarios en hacerlo presente á su jefe, enviando á las tres y media la contestacion.

Con el mismo acompañamiento que entraron salieron de la plaza; pero en el tránsito hubo sucesos notables.

En cuanto se supo la llegada de los parlamentarios, un numeroso gentío se agolpó al Arenal donde está la casa que habitaba Mirasol (1). Aquella conferencia era el objeto de todas las conversaciones, y el pueblo murmuraba, porque ni aun queria oir la palabra capitulacion. Solo la confianza que tenia en sus jefes le hacia moderar su entusiasmo. Pero al ver á los parlamentarios no pudo contener su ardor, y prorumpió nuevamente en unánimes vivas á Isabel y á la libertad.

Tal espansion la acogieron los parlamentarios carlistas como un insulto hecho á sus personas, puestas en aquellos momentos bajo la salvaguardia y proteccion de las leyes de la guerra y derecho de gentes.

Mirasol, advirtiendo tal bullicio, cuya causa acertó, sal.ó presuroso á la calle, proclamó el órden, reconvino á muchos, y les dijo: «Esos vivas se reservan para los fuertes y aspilleras » Al oirlo el comandante de la milicia don A. Arana, que se hallaba allí accidentalmente, esclamó sin poderse contener:

-Los urbanos, mi general, saben dar esos vivas aquí, en las aspilleras y en todas partes: están resueltos á morir por Isabel II y la libertad, y yo con ellos á la cabeza.

Mirasol, entonces, repuso entusiasmado:

-Muy bien, señor comandante; yo tambien moriré con vds., y antes arrojaré sobre la cabeza de los enemigos esas mismas baterías que con tanto denuedo defendemos, que consentir en la rendicion de esta plaza.

Prolongados vivas resuenan en seguida por todas partes. El entusiasmo no tenia límites, hasta las mujeres participan de él (2).

(1) La de Mazarredo.

(2) Cuando al marchar los parlamentarios se susurró que iban á romperse de nuevo las hostilidades, se reunieron bastantes señoras en una habitacion y se prepararon á bailar al primer cañonazo que se disparase. Cuando sonó, tocó el piano una mazurca y la bailaron.

Томо п.

4

Durante la tregua varios urbanos suben á Miravilla, altura desde la cual los carlistas asestaron los más de sus mortíferos fuegos. Hablan y beben juntos. El hermano tropieza con el hermano, sirviendo en diferentes filas. Una sola mirada compasiva puede dar á entender la amargura de su corazon. ¡Fenómenos lamentables que nos ofrecen las guerras civiles!

La última intimacion de Eraso estaba concebida en estos términos: «Enterado de lo que V. S. ha manifestado á mis oficiales comisionados que acaban de presentarseme de vuelta de esa plaza, tengo el sentimiento de anunciarle que si dentro de dos horas despues de recibir este oficio no se aviene á formar las bases de capitulacion para la entrega de aquella, se continuarán las hostilidades contra la plaza. - Dios guarde á V. S. muchos años.-Campo del honor, 28 de julio de 1835. -Francisco Benito Eraso.-Señor conde de Mirasol.>>

La respuesta fué espartana: -Se puede romper el fuego cuando se quiera.

A breve rato el mismo Mirasol á la voz de viva la reina, recorre toda la línea, y á las cuatro de la tarde un cañonazo de las baterías de Bilbao anuncia la señal de haber cesado la tregua. Rómpense de nuevo las hostilidades, y vuelven todos á sus líneas, despidiéndose los mútuos enemigos para de nuevo combatir.

Hasta las siete cayeron en la plaza veintiseis bombas y cincuenta y ocho granadas, continuando con un nutrido fuego de fusilería á que puso término la noche.

El 29 solo hubo de notable el arrojar á Bilbao algunas carcasas, que no produjeron el efecto que apetecian los sitiadores.

A la caida de la tarde se ven las señales que hacen las banderas del monte de Archanda, telégrafo de los carlistas, y se conciben esperanzas lisonjeras, que se ven frustradas.

El 30 solo hicieron los carlistas algunos disparos de cañon y de

fusil.

Era el término del sitio. Parecia la agonía de quien agotadas sus fuerzas, empleaba un resto de ellas en hacer un postrimer y débil esfuerzo, y así era. Nada podia hacer ya el carlista para vencer la indomable altivez de los bilbainos, de aquel pueblo de héroes.

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El 1.o de julio fué el último del sitio.

La nueva aurora la saludaban los tambores carlistas con la diana, y

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