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De nada sirvió que derrotase algunas veces las fuerzas liberales que se le oponian; inútil fué la ocupacion de muchos pueblos, el aumento de su gente y el entusiasmo en un principio de las tropas espedicionarias; la torpeza por un lado, y las intrigas por otro, hicieron estériles á la causa carlista tantos sacrificios, y aumentaron á la historia páginas de sangre y de escándalo, que ocupan un lugar importante en esta espedicion, la primera que salió de las Provincias.

Sin los desórdenes que surgieron en las filas de los mismos oficiales, que parecian querer imitar en la discordia á los liberales que se destrozaban en las ciudades, el aspecto de la guerra civil habria cambiado; más todo se iba conjurando contra don Cárlos, cuya causa estuvo muy amenazada de sufrir una importante trasformacion al regresar á Navarra los espedicionarios, efecto de las negociaciones que se entablaron con Córdova, y de las cuales nos ocuparemos á su tiempo.

GUERGUÉ.

XXXIV.

Don Juan Antonio Guergué, dueño y señor del palacio Cabo-Almería de Legaria y sus pertenecidos, natural de Navarra, comenzó su carrera de cadete de infantería el 18 de febrero de 1809, recibiendo su bautismo guerrero en la accion de Sansól, el 8 de diciembre, á las órdenes de don Javier de Mina. Hallóse al año siguiente en las de Tarazona y de Arnedillo, en la de Cornago en 1811, en la del monte de Yerda, de Orduña y en las de Bilbao el 13, 14 y 24 de agosto, en las cuales se distinguió; en las de Salinas de Añana y Nanclares, Durango, y algunos otras en los años sucesivos; encontrándose teniente al terminar aquella lucha.

En 1822 se presentó al ejército realista, y fué ascendido á capitan el 22 de agosto, dia de su presentacion, concurriendo á las acciones de Zapatuzca, campos de Aibar y Barrasoain. Jefe de columna, tomó el 14 de octubre á Estella, guarnecida por veintiocho soldados constitucionales. El 15 hizo prisionero al coronel Fernandez con los trescientos cincuenta hombres de su columna, y mandó despues otras acciones y posteriormente la de Viana, consiguiendo desarmar á los milicianos de infantería y caballería.

A las órdenes del general don Francisco Eguía, pasó luego á las de Quesada, y estuvo en la accion de Nazar, desarmó á los milicianos de Elciego y La Guardia, y el 7 de enero de 1823 concurrió á la jornada de Muniain, y á los dos dias á la de Estella, á las órdenes de don Santos Ladron. Dirigió las de Peñacerrada y la Risueña; encontróse en el bloqueo de Pamplona á las órdenes de don Cárlos de España, y en el de Lérida, dando en el ínterin la accion de Camarasa.

Era teniente coronel al finalizar el año de 1824. A los seis años recibió el grado de coronel, y sirvió en los batallones de Numantinos, Rioja, Alava, Mallorca, Vitoria, Málaga y provincial de Logroño.

Adicto siempre al partido absolutista, estuvo identificado con él en las vicisitudes por que pasó, hasta que inaugurada la guerra civil, siguió su suerte, mostrándose apasionado en sus ideas.

Designado por su decision para mandar la espedicion á Cataluña, en órden de 6 de agosto, se le facultó ámpliamente para cuanto juzgase necesario á su mejor éxito, y se pusieron á su disposicion las mayores fuerzas posibles, y con la organizacion que se espresa, no con la que otros han supuesto (1).

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Nota. Llevaba además dos piezas de á lomo y 20,000 rs. Iban como auxiliares en el mando de la espresada fuerza, y para el de la que pudiera crearse, don Blas Maria Royo, coronel de infantería, ayudante general de estado mayor, y como tal jefe de estado mayor de la espedicion; don Gabriel de Laci, primer ayudante de estado mayor; don José María Fortun, segundo idem; don Vicente Vera, ayudante adicto, y don Beruardo Alonso de Santocildes, oficial que habia sido del ministerio de la Guerra, y teniente coronel de caballeria, encargado de la secretaría de campaña.

Los jefes de los cuerpos eran los siguientes: INFANTERIA.-Batallon de Guias.-Primer comandante, el coronel de infantería don José Juan de Torres.

Segundo id., don Bautista Vergara.

7.° Batallon.-Primer comandante, don Joaquin Sagüés, segundo, id., don Francisco Tomás. 9. batallon.-Primer comandante, don Sebastian Echarte, segundo, id., don Martin Lerga. 10. de Castilla.-Primer comandante, el coronel graduado don Juan O'Donnell, segundo, id., don José Linares.

Columna de la Ribera.-Primer comandante, don Victoriano Cordeu (el Rojo), segundo, idem, don Angel Castillo.

CABALLERIA.-Escuadron de oficiales de la Legitimidad.—Jefe del escuadron, don Miguel

Lordan.

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MARCHA DE LA ESPEDICION.-SU ENTRADA EN HUESCA.--SU BANDO Y PRO

CLAMA.

XXXV.

Hallábase Guergué en Estella, ciudad donde pocos años despues fué fusilado por sus mismos compañeros, cuando el 8 de agosto emprendió su movimiento, lisonjeado con el honor que se le dispensaba, y con el porvenir que le ofrecia una espedicion que, aunque llena de peligros, le presentaba ancho campo de gloria. Pernoctó en Ollo, y el 9 lo verificó, y su gente, en Larrainzar, Iraizoz, Olagüe y Arraiz, donde supo que Gurrea, su contrario, se hallaba en la Ribera de Navarra, entre los rios Arga y Aragon, en espectativa de sus movimientos. Por esta razon descansó el jefe liberal en Huarte y Villaba, y el carlista ocupó el 10 los mismos puntos que el dia anterior.

El 11 marchó la espedicion por Olagüe y Zubiri á pernoctar en Erro, Olondriz, Arrieta y Esnoz, sabiendo Guergué en este dia por el comandante de la columna de la Ribera, que al atravesar éste la carretera de Monreal, fué cargado por Gurrea, que le dispersó alguna gente; más no impidió se cubrieran los puntos de Berdum y Jaca, como se le habia encargado para disimular el movimiento.

El 12 marchó por Zaraquieta, Nagoren, Orbaiz, Itoiz y Aoiz á pernoctar en Zabalza, Irurozqui y Ozcoide, y el 13 penetró en Aragon, atravesando el escabroso puerto de Ollate por Castillo Nuevo, último pueblo de Navarra, y pernoctó en Salvatierra, Berdum y Villareal.

Gurrea, en tanto, llevaba siempre en jaque á la division espedicionaria, hasta que en Huesca quedó á retaguardia.

Desde que salió la espedicion de Navarra, empezó á ser racionada con bastante dificultad; y su jefe comprendió entonces la responsabilidad que llevaba sobre sí, lo cual le aterró algun tanto, en vez de confiar más en sí propio. Pero ya no era cosa de retroceder; y el 14 atravesando por el puente del rio Aragon y Paternuei, fué á pernoctar á Ena, Oscia y Centenero. Emprendió luego una marcha de once horas, yendo á descansar el 15 en Yecra, habiendo pasado por Javierrelatre y el Pantano de Huesca.

La sorpresa de esta capital fué el objeto de aquella marcha forzada; pero no se les presentó resistencia por retirarse aquella noche á Barbastro los quintos y urbanos que la guarnecian.

En la marcha hizo Guergué algunos prisioneros, interceptó el correo de Francia, portador de comunicaciones del embajador, duque de Frias, al gobierno, y en la mañana del 16 se presentó á la vista de Huesca. El

cabildo y algunos indivíduos del ayuntamiento salieron á cumplimentarle. Alojáronse los cuerpos con todo descanso, despues de oir misa en la plaza, y tomó Guergué algunas medidas que creyó necesarias, recogiendo las armas de los nacionales, abriendo un alistamiento de mozos, y apropiándose en el convento de San Francisco las alhajas de las comunidades religiosas allí depositadas, las cuales, prévio inventario que formó el canónigo Cebollero, fueron entregadas al obispo de Barbastro.

Dejando á Santocildes con algunas compañías de guías encargado del mando de la provincia, dijo el 16 de agosto que: encargado por la piedad de don Cárlos V de remover cuantos obstáculos se opusieran á hacer resaltar la justicia de su sagrada causa, y deseando corresponder dignamente á tan honórifica comision, mandaba que los alucinados que abandonaron sus hogares y el reposo de sus familias incorporándose en las banderas de la titulada reina Gobernadora, y emprendiendo una marcha en que el delirio de su fantástica imaginacion los precipitase, depusieran inmediatamente las armas y se presentaran para darles las garantías que se conceptuaran necesarias para su seguridad y la de cuanto les perteneciera, todo esto en el término de cuarenta y ocho horas, despues de las que se contemplaran necesarias para que llegara á su noticia esta invitacion.

En su consecuencia concedia á los habitantes de aquel reino, que habiendo pertenecido á la milicia urbana ó á otro cuerpo, habian permanecido y seguian pacíficos en sus casas, á los primeros dos horas de término, y á los segundos veinticuatro, para que en los respectivos ayuntamientos entregaran el armamento, municiones y vestuario, y al que despues de haber espirado este término se le encontrase alguno de los artículos espresados, seria tratado con todo el rigor de las leyes de la guerra; lo mismo que si los comprendidos en el artículo primero continuasen en las filas liberales y cayesen prisioneros.

Para la entrega en igual forma de armamento, municiones, equipo, vestuario, sillas de montar, bridas, caballos y yeguas que llegasen á seis cuartas y media, y demás pertrechos de guerra, eran comprendidos todos los habitantes de la ciudad y su partido, sea cual fuere su opinion y categoría, quedando sujetos los negligentes á sufrir el castigo de su inobediencia.

Los jefes, oficiales y voluntarios realistas, los consideraba en mayor obligacion de corresponder dignamente á la confianza que de ellos se hacia; y en su vista, los que se hallasen en la edad de diez y ocho á cuarenta años, se presentasen en el preciso término de veinticuatro horas, para ser incorporados en las banderas carlistas, sin perjucio de que la próxima creacion de una junta de agravios entendiera en las exenciones y licencia á cuantos correspondiera de justicia.

A estas determinaciones tan criticadas en la cérte carlista por falta de energía, siguió una proclama á los aragoneses diciéndoles, que don Cárlos les mandaba no á hacer la guerra á aquel país, sino á ayudarles á sacudir la carga que les oprimia para lo que se apresurarian á inscribirse en sus filas. Les hablaba de los desórdenes ocurridos en Zaragoza, Barcelona y otros puntos, y les añadia: «¿y será posible que en medio de tantos males, que tan de cerca os amenazan, permanezcais por más tiempo en un criminal silencio? No cabe tal pusilanimidad en pechos aragoneses; la nacion entera espera salvarse por vuestros esfuerzos: dejad vuestras faenas y corred presurosos á inscribiros en las banderas de nuestro legítimo soberano, donde hallareis á los heróicos navarros y castellanos, que no dejando ya enemigos que combatir en aquel país, vienen únicamente á abrazaros como amigos y ayudaros como vecinos; en sus filas no brilla otra cosa que la virtud, la subordinacion militar y el valor, prendas que tambien os son inherentes, con las cuales quedan en todas partes desvanecidas las diatribas con que nuestros enemigos han tratado de denigrarnos, abrazad esta resolucion con la lealtad que os es característica, y en breve acabaremos de allanar el camino del trono al mejor de los reyes, coronándoos primero de laureles las victorias á que os conducirá, ó perecerá entre vosotros, vuestro comandante general y compañero-Juan Antonio de Guergué.-Huesca 16 de agosto de 1835.»

La espedicion, cumplió su objeto, siguió su marcha á Barbastro, donde tambien entró.

ENTRADA DE LA ESPEDICION EN CATALUÑA.-SU SITUACION APURADA

XXXVI.

Las detenciones á que se veian precisados los espedicionarios, tanto para proveerse de lo necesario, como para propagar la insurreccion, permitieron les alcanzaran sus perseguidores, y el 20 lo fueron por el capitan general de Aragon, don Felipe Montes, los de la retaguardia de la division que, á las órdenes del coronel don Juan O'Donnell, quedó en Barbastro.

Las fuerzas de Santocildes lo hubieran sido tambien en Huesca por Gurrea, si favorecido por la oscuridad de la noche, no hubiese ganado aquel la barca de la Peña de la Cambra para atravesar el Cinca, y haciendo una jornada estraordinaria, no lograse al dia siguiente incorporarse en Benavarre con la division, como lo hizo O'Donnell, sin pérdida considerable. Sobradamente indemnizada con los que se presentaron en Huesca y Barbastro obedeciendo el bando anterior, creó Guergué un

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