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sino le remitia seis mil raciones y veinte y cinco mil reales, que tanto necesitaba, y un oficio terminante que cubriese su responsabilidad; á todo lo que accedió Pastors, aun dejando á sus soldados con media racion durante algunos dias. Previno tambien à Conrad que tomase parte en la combinacion, reducida á que Pastors con cuanta fuerza pudiese reunir se dirigiria por Orgañá á dar el ataque á los enemigos que ocupaban á Oliana y Peramola, mientras lo verificaba Gurrea al mismo tiempo, llegando el 29 de setiembre al último punto.

Ya hemos visto que dos dias antes se habia presentado Guergué con toda su gente al N. O. E. de la Seu de Urgel con direccion á Noves para reunirse á las fuerzas catalanas, lo cual hacia más indispensable el ataque combinado, por lo que reunió Pastors todas las fuerzas, inclusa la columna del coronel Sebastian, que al incorporarse sufrió la sorpresa que hemos referido, por haber sido interceptada una órden que se le remitia.

Al amanecer del 19, marchó Pastors hácia Orgañá con poco más de dos mil infantes y sesenta caballos, esperando todos con entusiasmo el momento de la accion. Escesivamente mayor el número de los contrarios, confiaba el jefe liberal en la cooperacion de Gurrea, como estaba convenido, y dispuesto ya todo el 20, recibió una comunicacion de éste, en que le copiaba desde Guerri el 18 la real órden en que se le prevenia que, «en el momento que reciba V. S. esta real órden (si es que no lo ha verificado ya, como se le previno en la del 9), marchará sin escusa ni dilacion de ninguna especie, con la brigada de su mando á ponerse á las órdenes del general en jefe del ejército de operaciones en Aragon de quien depende.-De real órden lo digo á V. S. para su pronto y puntual cumplimiento. Dios guarde á V. S. muchos años. Madrid 11 de setiembre de 1835.-Terreño.»>

Añadiendo su determinacion con estos renglones.

«Yo conozco mejor que nadie la posicion actual de V. E., y el grave compromiso en que va á encontrarse; pero la reina me manda marchar á Navarra, y es preciso obedecer. Mañana diré á V. E. con exactitud la direccion y posicion que ocupen los rebeldes. Dios, etc.»>

Esta inesperada contrariedad causó á Pastors un sentimiento estraordinario: veia burladas sus esperanzas en el momento más precioso, en el instante más decisivo; y gracias que recibió la comunicacion, pues á no haberla enviado Gurrea duplicada, se hubiera visto Pastors más comprometido, porque interceptaron una los carlistas.

El jefe liberal, en tamaño conflicto, reunió al jefe de estado mayor Lasauca, á Conrad y otros que, al saber la resolucion de Gurrea, se indignaron de su proceder

Pero no eran los momentos para dedicarlos á la desesperacion y á la

ira; era menester la prudencia y el consejo, porque sabedores los carlistas de la marcha de Gurrea, se corrieron á ocupar los difíciles puntos por los cuales Pastors tenia que pasar, hallándose de consiguiente cercado con toda la fuerza en una hondonada, cuyas alturas ocupaba la columna de Sansó, qué, considerando segura su presa, la estrechaban más y más cada vez.

En tal apuro, y urgiendo una decision cualquiera, se resolvió una marcha de flanco para pasar á la línea del Llobregós, y ampararse en ella, reuniendo el mayor número de fuerzas: atravesaron el Segre por el puente del Espia, y marcharon á Solsona por el áspero y casi inaccesible punto del valle de Lluch, que los carlistas descuidaron por lo

mismo.

A costa de mil trabajos y de mucho tiempo subieron por aquellas estrechas y escabrosas sendas las caballerías, arrastrando con desesperacion los artilleros las piezas, y haciendo todos inauditos esfuerzos para llegar á la cúspide del cerro. Penoso y terrible fué aquel paso erizado de insondables precipicios, donde tanto se aventuró, pero donde se salvó todo, las piezas, las acémilas, toda la fuerza, escepto dos soldados franceses que se suicidaron á la mitad de la subida, por no querer sufrir más penalidades.

Grandes fueron en efecto las que se sufrieron, y se necesitaba todo el valor, toda la fortaleza y constancia del soldado español para hacerse superior á ellas.

Concedido un corto descanso á la fuerza, marchó Pastors hacia los caseríos de Mompol, á donde se presentó Sansó incomodándole por los flancos; pero le hizo frente con ventaja, y batió además á un centenar de carlistas que se le interpuso en el camino de Solsona.

Llegado que hubo á este punto, le reforzó y abasteció cuanto le fué posible, haciendo lo mismo con Cardona; dejó en los dos alguna gente, y con el resto se dirigió á la línea del Llobregós, que encontró abandonada por órdenes de su antecesor, en los sitios de Sanahuja y Torá, cuyas fortificaciones estaban demolidas.

Esta nueva contrariedad le obligó á variar de plan, y con objeto de aumentar su fuerza y rehabilitar la tropa del calzado que tanto necesitaba, entró en Agramunt, donde halló á un batallon de la legion estranjera, que creyó enviado en su auxilio. En esta persuasion, al dirigirse Pastors á su comandante en el acto de presentársele con su oficialidad, le manifestó que el objeto de su venida á Agramunt no era otro que el que se uniesen á su fuerza para regresar al siguiente dia en persecucion del enemigo, á lo cual contestó el indicado comandante no serle posible complacer á sus deseos, á pesar de los que à él le animaban, por ballarse. con órdenes terminantes del general de la legion, para emprender, al

amanecer del siguiente dia, su marcha á Balaguer, no solo con su batallon, sino además con el otro perteneciente á la misma, mandado por Conrad, que se hallaba á disposicion de Pastors. Presentándose entonces este jefe, abrazando al general y con lágrimas en los ojos, le dijo: «Acabamos de recibir una órden que nos ha sumido en la mayor afliccion: nos separamos de un general, del que tantas pruebas hemos merecido de aprecio, y con el sentimiento de no poder continuará sus inmediatas órdenes. En críticos momentos fuimos abandonados por la division de Gurrea, y ahora, mi general, lo es vd. nuevamente y en iguales circunstancias por mi batallon, que es lo que á mí y á toda mi oficialidad aflige.» Palabras que prueban los sentimientos que animaban á esa fuerza y á su comandante, tan en oposicion con los de otros, que al parecer mostraban formal empeño en contrariar los planes de Pastors.

Los esfuerzos de éste para impedir esta segregacion de fuerzas fueron inútiles. A la vez recibió una comunicacion de Mendizabal, fechada en Madrid el 1.o de octubre, en que se le prevenia «que sin perder tiempo ni fatiga, y animado por el patriotismo que le distinguia, hiciera cuantos esfuerzos fuesen necesarios para perseguir sin cesar las facciones hasta destruirlas, venciendo con su actividad cuantas dificultades encontrase.>>

No es de estrañar la desesperacion de Pastors al contemplar lo que le pasaba, al ver que los carlistas invasores se ostentaban orgullosos, penetraban en el riñon de la provincia, y se mantenian firmes en sus puestos como desafiándole. Asombrado Pastors de tanta audacia, creyó á sus enemigos en inteligencias con las oficinas militares; pero varió despues de opinion. No habia en verdad motivo para tal recelo: no era necesario que las oficinas faltaran al debido secreto para que los carlistas supieran los movimientos de las columnas liberales por los partes que interceptaban, por los confidentes que tenian.

Quedó, pues, Pastors de resultas de estos desmembramientos, sin soldados, sin numerario y sin comunicaciones del gobierno ni de la capital del Principado, que, en contestacion á las suyas, le indicasen la marcha que habia de seguir en medio de tantas dificultades.

Para dar algun descanso á su columna y discurrir nuevas operaciones, se situó en Cervera, donde organizó dos columnas que salieron en persecucion de los carlistas, mandada la primera por Sebastian, que se dirigió á Guisona, y la otra, guiada por Calvet, pasó á Agramunt.

Pastors permaneció en tanto en Cervera con los veinte caballos de su escolta y doscientos cincuenta hombres del 1.o ligero, para sostener aquel punto y restablecer las comunicaciones indispensables con la córte y Barcelona, sin lo que se arriesgaba todo.

Mucho sufrió Pastors y no merecia las críticas de que fué objeto.

Era especial la guerra y lo eran los enemigos, que diestros y astutos interceptaban no solo los correos, sino hasta las más sencillas comunicaciones, haciendo así que el poder de Pastors no se estendiera más allá del radio de dos ó tres leguas, que es hasta donde alcanzaba la fuerza moral de su presencia y la física, aunque muy escasa, de su escolta.

Se esponia al gobierno el aflictivo estado de Cataluña, y lo urgente que era atender al remedio de tantos males con un aumento de fuerzas proporcionado á tan grave situacion, y se le dirigian cada dia repetidas reclamaciones, apoyadas en nuevas razones, viendo Pastors con pena que ni él ni el gobierno podian remediar aquella terrible y crítica situacion.

En los primeros dias de octubre dejó Pastors á Cervera llevando su escolta de caballería y una compañía de la columna de Niubó; pasó por Igualada y Esparraguera, y visitando los destacamentos de Casa-Massana y el Brunet, siguió luego á Manresa, donde permaneció hasta el 15, regresando al siguiente, y marchando á Barcelona, en cuya ciudad entró el 17, sabedor del nombramiento de Mina para jefe del Principado.

ENCUENTROS SANGRIENTOS.

XLIII.

La guerra tomaba un carácter feroz en Cataluña. Pequeños combates habian tenido consecuencias espantosas, porque habian sido inhumanamente sacrificados los prisioneros de uno y otro partido: allí, entre aquellas breñas, se peleaba con horrible encarnizamiento; allí no regia el tratado Elliot; allí no se daba cuartel, y acciones y encuentros, que apenas costaban sangre, daban lugar á que se derramase abundantemente, cuando enfriado el ardor de la pelea se inmolaba cruelmente á los rendidos.

A mediados de setiembre, atacado Roset por el coronel Niubó en Guimerá, se encerró en el castillo con cerca de quinientos hombres. Niubó se apoderó del pueblo con la legion estranjera, ocupó los contornos del castillo, abrió zanjas, construyó parapetos, intimó la rendicion; pero rechazada con valerosa arrogancia, se rompió el fuego el dia 20. No podian resistir los sitiados el de la artillería, y pidieron capitulacion; pero desoida, continuó el fuego, y á los doce disparos se rindieron á discrecion. Roset y treinta y tres mas fueron fusilados en el mismo Guimerá, doce en Verdú, veinte y dos en Tárrega y tres en Igualada: los restantes fueron conducidos á Lérida.

En aquella campaña de tantas rivalidades en que unos ú otros toma

ban la ofensiva con teson, en que unos y otros obtenian ventajas, unos y otros sacrificaban víctimas, que parecia formaban decidido empeño en aumentar el catálogo de los horrores que llenan las páginas de tan funesto período.

Si terrible fué para los carlistas el anterior encuentro en Guimerá, lo fué aun mayor el de San Quintin el 23 de octubre. Sorprendidos en este punto Pitxot, Llard de Copons y Masrox con mil doscientos hombres, tuvieron que ceder el pueblo á los liberales, despues de una porfiada resistencia que les costó mucha gente, y hubiera sido mayor su pérdida si hubieran acudido á tiempo otras fuerzas de la reina que tomaron distinta direccion: los prisioneros fueron fusilados al siguiente dia.

Estos y otros acontecimientos de su clase, no tenian otra consecuencia que el derramamiento de sangre, que se vertia tan abundante como inútilmente. Hoy se conquistaba un punto, y mañana, ó al mismo tiempo, se perdia otro: en uno quedaba enrojecido el suelo con sangre liberal, en otro con la carlista.

MARCHAS DE LA ESPEDICION.

XLIV.

El 24 de octubre avanzó una columna liberal hasta Vichfret, á una hora de distancia de Torá, y sorprendió al teniente coronel don Gerónimo Jardaná, encargado de cubrir aquel punto con sesenta hombres, de los cuales perdió buena parte. Quedóse allí el liberal, y al medio dia fué rechazado hasta Guisona por las fuerzas navarras, quedando prisionero el gobernador de Guisona, coronel Monfá, como si fuera represalia de O'Donnell. Ambos eran jefes, y mandaban ambos una columna; y para que hubiera más paridad en su suerte, los dos tuvieron el fin que ya manifestaremos más adelante, sin omitir la verdad, por triste y desagradable que sea.

El 26 se dió á reconocer Guergué como comandante general de Aragon y Cataluña, publicando y llevando á cabo la organizacion de las fuerzas del Principado en los términos ya referidos. Ocupó los últimos dias del mes en dirigir instrucciones á Cabrera, Quilez, Miralles, Forcadell y Tornér: mandó á don José Juan de Torres á tomar el mando de la division de Lérida, llevando á sus órdenes el batallon de Barbastro, y amagó un movimiento sobre la Cerdaña; pero la nieve, por una parte, la desercion de algunos indivíduos del batallon de guías de Navarra por otra, y la natural indecision de Guergué, sobre todo, ocasionaron su regreso á Torá, y hasta el 4 de noviembre anduvo vagando por este pueblo y los de Castellfullit, Cohill, San Martin, Prats del Rey y Fonollosa. Por fin el 5 emprendió un movimiento con las fuerzas navarras, tres

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