Imágenes de páginas
PDF
EPUB

batallones de Manresa y los guías de Tarragona, hácia el centro de Cataluña por Alujas, Concabella, Torrafeta, Belbey, Toraja y Ostrafranc, en la ribera del Sió, continuando por Berdú, Villagrasa y Angresola, fogueándose con la guarnicion de Targa, y siguiendo por San Martin de Balda, Belianas, Borjas, Venta de Santa Lucía y Binalbé, adonde llegó el 8. Sabe allí que los nacionales de Bimbodí, á quienes había intimado la rendicion, se retiraban, y destacó unos cuantos caballos con varios oficiales en su seguimiento. Alcanzados con los de Espluga de Francolí y Montblanc á la salida de este pueblo, y despues de un pequeño encuentro, pernoctó en dicho Montblanc é hizo demoler las fortificaciones de estos tres puntos, y la de Berberá, que tambien fué abandonada el mismo dia.

El 9 intimó la rendicion á Valls, donde se habian reunido los urbanos de varios pueblos; pero despreciada la intimacion, se puso en marcha por el Coll de Lilla á Foscaldas.

Al mismo tiempo Torres, que se habia apoderado de la Pobla de Segur, tuvo el 6 un encuentro con la columna de Conrad, y vencido, se vió precisado á retroceder hácia Guerri y Pallaresa.

Tristany, con otra columna navarro-catalana, fuerte de cuatro mil quinientos hombres, se trasladó desde Torraja y demás pueblos de la ribera del Sió, á Tárrega, atacándola por dos puntos; los navarros por el camino de Ofegat, y los catalanes por la parte de las Garrigas y carretera de Villagrasa. En ambas poblaciones hallaron invencible resistencia en las tropas que mandaba Niubó.

Con este desengaño se replegó el canónigo á las alturas del castillo del Mort, donde atacado por una columna de tropa y nacionales, tuvo que retirarse hácia Anglesola y Villagrasa.

Otra entró el 9 en Montblanc, á la cual pretendieron atacar los carlistas al pasar el puerto de Lillas, si intentaba dirigirse á Valls; pero no se atrevió al fin el irresoluto Guergué á emprender esta operacion, porque las fuerzas liberales avanzaron sin novedad hasta dicho punto, y Guergué pernoctó en Plá, dando otra direccion á las tropas que tenia en posiciones.

El 10 salió para Serrall por Guimerá a pernoctar á Berdú; el 11 durmió en Toraja; el 12 por Belbey, Grá, Siges, Guardiola y Cabanabona en Pons, y el 13, con un ayudante y dos ordenanzas, marchó á tomar, no sabemos que medidas, á San Lorenzo de Piteus ó de Morunys, quedando el jefe de estado mayor, Royo, encargado del mando y direccion. de las fuerzas.

Estas se iban ya cansando de tantas marchas sin resultados ni necesidad: la espedicion se parecia al Judío Errante, andando y andando siempre.

VICISITUDES Y DESORDENES DE LOS ESPEDICIONARIOS.

ACCION DE CLA

VEROL.

XLV.

El 11 de noviembre regresaba de Vich á Barcelona una columna de nacionales de esta ciudad y de tropa, al mando del coronel Luna, protegiendo en su marcha un convoy de mercancías. Segarra, Puigoriol, Pocaropa y otros, al frente de setecientos infantes y unos treinta caballos, les salieron al encuentro en las formidables posiciones de Puigfré, San Miguel del Grau y Puig-gracios; pero las buenas disposiciones de Luna, que supo disponer con acierto el combate, lo bien que le secundó Rivas á la cabeza de los granaderos y tiradores de la blusa, mozos de escuadra y rondas volantes, y la intrepidez de todos, vencieron el grande obstáculo que se puso á su marcha, y la siguieron orgullosos, entrando en Barcelona triunfantes aquellos jóvenes que salieron en verdadero castigo de su exaltacion.

La division espedicionaria se dirigió el 14 por Sanahuja y Biosca á pernoctar en Torá, llevando á su flanco derecho las fuerzas catalanas que la víspera habian sufrido bastante pérdida, especialmente los guías de Tarragona, á las inmediaciones de Gramunt.

A la salida de Guergué ya se notaba bastante descontento en los soldados, y se habian desertado algunos.

El dia 15, mientras Roset con unos cuatrocientos hombres se encerraba en el castillo de Guimerá para entregarse á poco y ver fusilados sesenta de los suyos, yendo los restantes prisioneros á Lérida, los comandantes de los batallones 7.0 y 9° navarros, manifestaron al jefe de estado mayor el disgusto que reinaba entre los suyos al aproximarse de nuevo á la montaña, donde tantas privaciones habian esperimentado. Royo dispuso entonces patrullas y retenes por la noche, y tomó cuantas medidas le sugirió su rígido carácter. Más todo fué en vano; la insurreccion estaba ya en el corazon de todos, y para evitarla se trató, entre otras cosas, volver al centro de Cataluña, á pesar de las órdenes de Guergué, para que renaciese el entusiasmo; pero habiendo reunido á los jefes para conferenciar sobre este movimiento, le manifestaron éstos su imposibilidad, porque tenian la completa conviccion de que aquella misma noche se desertarian todos, y únicamente marcharian unidos en la direccion de Navarra, que era su tierra de promision.

Ya de noche, vuelven los jefes á repetirle que la situacion se agravaba por momentos, y á las once de ella emprende un movimiento largo y penoso por entre nieves, llegando á las doce horas á Oliana, haciendo

ir siempre al flanco derecho á la division de Tarragona, y un batallon de Manresa. Dió conocimiento á Guergué de todo lo ocurrido, y le pidió acelerase su incorporacion.

Hasta el 18 descansaron los navarros en Oliana, conservando basante subordinacion y prestándose á combatir, porque habiendo avanzado una columna liberal hasta Guardiola, al saber la víspera por algunos pasados del 9.o de Navarra el estado de desórden de sus compañeros, y disponiéndose á combatirles, desistió de su propósito al ver la posicion imponente de los carlistas, y retrogradó á Guisona y á Agramunt.

En la noche de este dia llegó Guergué, y tomó entre otras medidas la de despachar un oficial por Francia al cuartel de don Cárlos, esponiéndole la triste situacion á que se veia reducido por la insubordinacion de sus tropas, insubordinacion que no tenia otro móvil ni objeto que el deseo de regresar á su país; pintando además el desarrollo de la opinion carlista en el Principado, el considerable aumento de fuerzas durante su permanencia, y pidiendo en su vista el envio de otras que no fuesen navarras, para atender á la consolidacion del ejército naciente. Concluia Guergué manifestando que después de entretener cuanto le fuera posible la division navarra, la encaminaria con don José Juan de Torres, acompañándola además tres mil catalanes, para que con esta alta en Navarra, no se resintiera aquel país de la baja de las fuerzas que en su lugar reclamaba. Despues de dado este paso, hizo formar el batallon de guías, de donde nacia todo el descontento, le arengó, y ofreció uniformarle, haciéndole por último presente que habia solicitado su relevo. En esta seguridad exigió á sus indivíduos palabra de esperar subordinados; pero aunque muchos gritaron si, muchos tambien callaron ó dijeron no por lo bajo; y antes de dos horas, tomaron todos las armas, y salieron por las calles en desórden gritando ule, ule, á Novarra, contraseña que tenian concertada para alarmarse unos á otros y reunirse. Entonces Guergué hizo tocar marcha y dirigió al batallon de guías á Orgañá, pero al pasar por el Coll de Nargó, se insurreccionó parte del escuadron espedicionario, y se marcharon diez y ocho caballos con un trompeta tras el batallon de guías.

Esto sucedia el 19, y el 20 avanzó Guergué para Agramunt, donde se le reunió Torres, á quien habia escrito desde Oliana, diciéndole:— «No puede vd. formarse una idea de la desmoralizacion en que se halla el batallon de guias y el mal estado en que ha puesto á los demás, y como vd. no saque algun partido de él, como lo espero, nos va á hacer perder todo el mérito de la espedicion, y á llenar de sentimiento el paternal corazon de S. M., pues se hallan resueltos á marchar a Navarra en desórden: con que así, Torres, véngase vd. á la posta para poder concurrir á este sentimiento que á todos ha de causar la ligereza y tena

TOMO II.

36

cidad de estos hombres, que cerrando los oidos á toda reflexion, solo siguen su capricho y tenaz idea (1).»

El 21, las tropas de la reina que ocupaban á Guisona y Agramunt, marcharon por la izquierda de Guergué á reunirse con las de Tremp, y seguir á Talarn y el carlista á la Pobla de Segur. Las tropas liberales amagaron el ataque; Guergué tomó una posicion ventajosa, pero no bien penetraron sus batallones el proyecto, cuando estalló otra nueva rebelion, tomando el 7.° de Navarra el camino de Salas, gritando que no querian atacar, sino seguir á Navarra, costando mucho trabajo á los jefes y oficiales el contenerlos, porque decian, que atacando y teniendo herido el amor propio de sus compañeros, les obligaria á permanecer en aquel país. Fué, por fin, preciso darles palabra de que no se atacaria, pero que si el enemigo continuaba avanzando era preciso defenderse, porque de otra suerte hasta les cerrarian el paso para Navarra. Que se le abririan á la bayoneta, contestaron los navarros, y se restableció el órden, sosteniendo las posiciones.

Pasóse el dia 21 á la vista unas fuerzas de otras, y á su caida regresaron á Tremp las de la reina, y Guergué quedó en la Pobla de Segur. El 22 destacó éste la columna de la Ribera con su comandante Cordeu por el Alto Aragon en la direccion de Navarra, para que le diese noticias anticipadas, y se decidió á conducir por sí mismo la division in

(1) Sin esperar la contestacion á esta carta, que se interceptó y otros papeles por disposicion de don Pascual Madoz, que servia á la causa liberal con la espada de la justicia y la de militar, volvió à escribir esta otra más apremiante aun: «La enfermedad, decia, va de mal en peor: el batallon de guias, en una completa rebelion, se ha dirigido desde Oliana á Crgaña; bien que ha sido despues de dar la órden; pero estaba convenido de lo que harian sin ella: con esta gente no bastan reflexiones, y á pesar de que los jefes y oficiales están en el mejor sentido, les es forzoso el continuar á su frente hasta que veamos el medio mejor de evitar à S. M. el sentimiento que de otra suerte le proporcionamos: contio, sin embargo, que el aprecio que vd. se granjeó en el largo tiempo de su mando, será tal vez suficiente á calmar la ansiedad de esta canalla, y al efecto conviene que desde el punto à donde alcance á vd. esta carta, se dirija á la vereda que desde Orgañá va á Taus, y de este hàcia la loma; que les exhorte, ofrezca, y en una palabra, que haga todo cuanto le dé la gana á fin de contenerlos, siquiera hasta que llegue el relevo que he solicitado á S. M. por tres conductos seguros y un jefe además de mi confianza, que salió esta mañana para el real, y así como puede vd. creer el pesar que ocasionariamos al rey, no debe quedarle duda que el relevo vendrá como he pedido, y que para salvar nuestro honor y asegurar el aprecio que nos dispensó el soberano, segun las reales órdenes del 31 del último octubre que he recibido hoy mismo, y que la premura del tiempo no me permite comunicarle de oficio, entre ellas el nombramiento de comandante general con amplias facultades para hacer y deshacer; solo nos resta contener esta gente quince dias. Además de los medios que le ha de sugerir su travesura, seria muy conducente el que tenga vd. todo preparado para conducirlos á Tremp y atacar con resolucion. Por Dios, Torres, vd. conoce la trascendencia de un paso tan espantoso como el de este cuerpo, y no ignora que en nuestra carrera, un cuarto de hora desgraciado pierde el mérito que costó muchos años y fatigas conseguir.»

surrecta. Inconsecuente en todo, dispuso se quedaran los tres mil catalanes que con aquel objeto habia conducido hasta allí á las órdenes de Torres, móvil principal de la desercion, segun supo Guergué. A las veinte y cuatro horas de la separacion de Torres, justificóse que éste en persona anduvo ofreciendo en la noche del 21 cuatro duros á cada soldado de caballería que desertase, y que habia puesto en juego idénticos manejos con el batallon de guias, al que habia mandado largo tiempo.

Emprendida la marcha el mismo dia 22 con la division que habia sacado de Navarra, desmembrada de unos trescientos que habian desertado, de los cuales muchos cayeron prisioneros en el Cinca, fué por Roda, Puebla de Roda, Lascuarre y Laguarre, marchando doce horas sin des

canso.

Con la nueva aurora del 23 salió Guergué por Graus á Barbastro, caminando otras doce horas. Con esta precipitacion, cuando se tenian noticias de la situacion de Guergué, no era ya tiempo de prevenirse. Así, al cruzar la vanguardia de éste el Cinca, dió de improviso con una descubierta de caballería de los nacionales, mandada por el capitan don Jacinto Plana, que fué hecho prisionero y conducido á Navarra; la guarnicion de Barbastro tuvo lugar apenas para retirarse á Monzon, pasándosele á Guergué ocho soldados de guías de Navarra que, prisioneros en el Cinca, habian ingresado en las filas liberales.

Torres dirigió con esta fecha desde la Pobla de Segur una esposicion á don Carlos, que era más bien un memorial para reemplazar á Guergué en el mando, manifestando las desgracias de que era causa, cuidando bien de ocultar las que él originó. No le faltaba razon en los cargos que dirigia al jefe; pero no le sobraba para la relacion que de otros hechos hacia, en los que no era exácto al esponer sus causas. Más necesitaba ponerse en buen lugar, y á eso aspiró en su esposicion (1).

Tratando una columna liberal de aprovecharse de la insubordinacion de los carlistas, acudió en busca de Torres y le halló en este mismo dia 23 en las inmediaciones de Montesquieu. Pudiendo apenas Torres desplegar sus guerrillas, se retiró á su amparo escalonando los batallones, con el objeto, al parecer, de llevar á los contrarios, como lo hizo, á las ventajosas posiciones de la Pobla de Segur y Claverol, donde éstos no rehusaron el combate, que empezó con algunos disparos de la artillería de la reina, empeñándose á poco una accion porfiada en el ala derecha de los carlistas. No secundó la izquierda tanta bizarría; y su débil

(1) Véase documento número 28.

« AnteriorContinuar »