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la música liberal con un himno patriótico desde el fuerte del Circo. Aquella naciente aurora lo era de alegría y felicidad para los sitiados, de tristeza y desgracia para los sitiadores

Estos empiezan á retirarse: las fuerzas auxiliadoras estaban cerca. El sitio podia considerarse ya levantado. Ni las posiciones de los carlistas, ni la decision de Maroto, que se halló á lo último con las tropas sitiadoras, ni la llegada de Moreno, pudo contener al ejército de la reina, cuyos movimientos deben conocerse.

Desde Pamplona por Logroño y Haro, habia ido Valdés á Miranda de Ebro el 12 de junio, marchó á Vitoria al siguiente dia, en el que dispuso la evacuacion del fuerte de Salvatierra, que vino á aumentar la triste sensacion que se esperimentaba por las pérdidas sufridas; y más teniéndose en cuenta que, mandado aquel punto por un buen gobernador y bien abastecido, era la llave de las comunicaciones entre Alava y Navarra; así que fué tan grande el descontento que produjo su evacuacion, que hasta se cometió la insigne injusticia de sospechar de las intenciones del general en jefe, tan decidido liberal.

Se procura poner á Vitoria en buen estado de defensa, lo cual aumenta la consternacion de sus habitantes, que creen verse abandonados y que se retiraba el ejército á Miranda, esponiéndolo así la diputacion á Valdés, que hizo poco para tranquilizar los ánimos, tan justamente alarmados; retrocedió, en efecto, á Miranda, se decidió á marchar sobre Bilbao, y avanzó á Berberana.

Las siguientes líneas de un ayudante de Latre, son un diario de las más importantes operaciones.

«El 15 de junio se avistó el general Latre en Berberana con el general Valdés, y convinieron en acudir al socorro de Bilbao, viniendo Latre por Arciniega y el ministro por Orduña; pero el dia 17 estando ya Latre próximo á Arciniega, recibió una órden fecha del mismo dia en Berberana, del general en jefe, en que le decia «que despues de pesar el pro y contra de marchar sobre Bilbao, habia determinado reducir la operacion á solo enviar á Orduña una division, aparentando que marchaba el ejército, cuya division llevaba órden de regresar á Berberana el 18 para seguir el movimiento del ejército, y le mandaba que el mismo dia 18 se replegase tambien sobre sus posiciones, en el concepto de que el ejército tendria que atender á otros objetos.» En virtud de esta órden, pernoctó Latre aquella noche en Arciniega, y el dia 18 retrocedió á Villasana de Mena. Desde este pueblo remitió Valdés dos comunicaciones de Bilbao, oficiando al mismo tiempo al general La Hera, participándole la órden del ministro, y pasó el 19 á Castrobarto

«El mismo dia por la noche llegó por último la órden tan deseada de marchar sobre Bilbao con la division de reserva y la del general Espartero, que ponia á las órdenes de Latre: daba el ministro á este general varias instrucciones que no hacen al caso: decia que S. E. concurriria á la operacion, «marchando sobre Murguia para llamar la atencion del

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enemigo, y distraer el todo ó parte de sus fuerzas, y le recomenda ba solamente que no comprometiese una accion general o aventurada.»> Se puso en comunicacion Latre con el general Espartero que se hallaba en Quincoces, y el 20 emprendieron su marcha ambas divisiones, durmiendo la de Castilla en el valle de Mena, y en Balmaseda la de Espartero. El 21 por la mañana al llegar á este último pueblo, entregó Espartero á Latre un oficio que habia recibido del general en jefe, fecha 20, en Villalba de Losa, en que decia que en vez de marchar por Murguia, pensaba hacerlo por Amurrio á donde llegaria aquella noche, y Latre al contestarle le indicaba que su movimiento casi tendria un efecto seguro, si se adelantaba hasta Llodio, en el concepto de que las divisiones que estaban á sus órdenes, desde Burceña podian observar sus movimientos, y siguió á pernoctar á Portugalete. El dia 22 salió para Burceña, y llegó al medio dia poco más o menos: aquella tarde se pasó en practicar algunos reconocimientos, y en acampar la tropa, y se corrió la noche sin novedad. Ofició al general Valdés viendo que ninguna órden recibia, y le manifestaba lo conveniente que seria el que S. E. viniese por el flanco derecho sobre los enemigos.

»En la mañana del dia 23 tampoco hubo novedad, pero ya á cosa de la una empezaron los enemigos á hacer movimiento, y cayeron sobre la segunda brigada de la division de Castilla que estaba sobre el puente de Castrejana, con el arrojo que dan sus primeros ataques y la confianza que les inspiraba la artillería que tenian, y más que todo las ventajas conseguidas sobre nuestro ejército. El general Latre á los primeros tiros marchó sobre el punto atacado, y dió sus disposiciones para repeler al enemigo; y en el mismo momento recibió un pliego del general en jefe con dos órdenes fechadas en Villalba de Losa (en donde estaba el 20); una del 21, en que le decia «que el dia siguiente pensaba retirar de Orduña las tropas que estaban allí situadas, y dirigirse el 23 sobre Puentelarrá y Miranda, lo que le avisaba para que no se comprometiese con las tropas de su mando, que debian retirarse al valle de Losa,» y otra del 22, en la que daba razon de no poder hacer el movimiento sobre Llodio, «que estaba allí Villarreal, y muchas partidas de observacion sobre Orduña; que de consiguiente al ponerse en marcha para Llodio encontraria reunidas las fuerzas de aquel carlista, y se veria comprometido á una accion general que deseaba y tenia órdenes de evitar: que no podia adelantar más el movimiento, y que al dia siguiente salia para Miranda: que Latre obrase en consecuencia con las fuerzas de su mando del modo que creyese más conveniente, partiendo siempre del principio de la conservacion de la fuerza y de no esponerla á una accion desiva, limitándose á lo que en aquel dia pudiera hacer en beneficio de la plaza de Bilbao, retirándose á donde no pudiera ser comprometido.»

» Aquella noche despues de la accion se acampó al raso, y al dia siguiente volvió el general Latre con las divisiones á Portugalete, y desde allí ofició al general en jefe, y se puso en comunicacion con la plaza de Bilbao. Trascribió órdenes al conde de Mirasol para que no se atribuyese su retirada á otro motivo, y para que la guarnicion y el pueblo no perdiesen la esperanza de ser socorridos, le decia que permanecia en aquel pueblo hasta que se convenciese el general Valdés de la necesidad de socorrer á Bilbao ó le diese órden terminante de no hacerlo, y que

entretanto mantendria en jaque al enemigo, amagándole ya por uno ya por otro lado de la ria, para distraerle y aliviar en algo al pueblo.

» El dia 26 al amanecer llegó un oficio duplicado del general La Hera; le noticiaba haber tomado el mando del ejército de operaciones, «y le ordenaba regresar con las divisiones al valle de Losa por los parajes menos espuestos, que le diera aviso del recibo y cumplimiento de esta órden: » là contestacion de Latre fué, que acababa de recibir dos papeles en que aparecia la firma de S. E, que temiendo fuesen supuestos, diferia el cumplimiento, y que entretanto le hacia presente que Bilbao contenia una guarnicion numerosa, inmensas riquezas y que su entrega era, decian, el plazo en que debia recibir su empréstito el Pretendiente; que nacionales y estranjeros los miraban, y que si se daba el escándalo de tan inconcebible abandono, iba á recaer sobre ellos la ignominia; que quedaba esperando órdenes que no pudiera dudar fueran de S. E., y manteniendo á Bilbao y el puesto cuanto le fuese posible. » El general Espartero, á quien animaban los mismos deseos que á Latre, propuso éste ir á verse con el general en jefe La Hera, y convencerle de la necesidad de venir sobre Bilbao; y á pesar del mal estado de su salud monta á caballo, y no pára hasta encontrarle (1).» Van juntos á Portugalete

á

(1) En algunas publicaciones se halla una carta de Espartero, fechada en Quincoces el 28 de junio de 1835, y dirigida á don José Santos de La Hera. La energia con que está escrita da lugar á interpretaciones desfavorables para La Hera; pero este general la ha calificado de documento apócrifo.

Sin reproducir la carta, porque no ha sido contestado La Hera, estractamos algunos párrafos de lo manifestado por éste, no tanto por lo que afectan à la cuestion, sino porque aumentan interesantes pormenores à la historia, y colocan á La Hera en el distinguido lugar que le dieron sus hechos.

«Valdés, que como ministro de la Guerra y comandante general en jefe de los ejércitos mandaba los de operaciones y reserva, despues de varios movimientos sin resultado, se hallaba en Miranda de Ebro, lleno de disgustos inmerecidos, y el 24 resignó 1 mando en el entonces brigadier don Juan Tello, por ser el más antiguo, y solo mientras se presentaba Espartero, á quien tocaba accidentalmente el del Norte, ó restablecia su salud el general Breton. »El ejército de reserva, del cual tuve yo el honor de ser su general en jefe desde marzo ȧ julio de 1835, quedaba desde aquel momento independiente de el del Norte, como lo habia estado antes. Yo me hallaba en Bribiesca, cuando por comunicacion de Valdés, supe el 25 este acontecimiento. En aquella situacion pude, sin riesgo de mi honor, circunscribirme al desempeño de mi cargo de general en jefe del ejército de reserva y capitan general de las cuatro provincias de Burgos; y tal habria sido mi conducta, si hubiera juzgado no debia socorrerse à Bilbao; mas sin desconocer el peligro de ir á empeñar contra las órdenes del gobierno una batalla, quizá decisiva, en las quebradas inmediaciones de la villa; era este partido el que menos inconvenientes ofrecia á mi vista, y el único aceptable; monté, pues, á caballo y marché á Miranda, donde despues de conferenciar con Valdés, Breton, Tello y otros jefes, à su instancia me encargué del mando accidental del ejército de operaciones del Norte, aceptando con él la inmensa responsabilidad que sobre mi debia recaer si me era adversa la fortuna: esto pasaba el 25 por la tarde.--Inmediatamente se espidieron las órdenes para hacer venir à Miranda desde Haro, Casa la Reina y otros puntos de Rioja á la brigada que mandaba Gurrea: se previno al general Bedoya y al brigadier Lopez que pasasen con las suyas á cubrir la línea del Ebro, y se dispuso la marcha del ejército, que la efectuó el 27, incorporada á él la vanguardia; y pasando por Puente Larrá, continuó el movimiento por Espejo y Osma á Villalba, escepto la division de vanguardia que se dirigió á Berberana, con órden de salir al dia siguiente hacia la Peña Nueva de Orduña, y desde allí, cambiando de direccion, por la Sopeña sobre Me

el 30, y á poco de emprender la marcha, recibe La Hera por estraordinario la órden aceptando su dimision del mando del ejército de reserva; manda hacer alto, reune á los generales y jefes de brigada, les comunica reservadamente las órdenes y estar dispuesto á su cumplimiento, continuando de simple voluntario; pero discutida a cuestion acordaron por unanimidad todos los jefes le conservase. Ya en Portugalete, se celebra una junta de generales y jefes de brigada, (1) les manifiesta que habia sido aceptada su dimision del mando del ejército de reserva conferido á Latre, y se habia nombrado á Córdova jefe interino del de el Norte, la obligacion en que estaba de entregar el mando á los dos citados generales, aunque no por esto dejaria de concurrir personalmente y como simple voluntario á las operaciones que se dispusieran. Estuvieron todos unánimes en que conservase el mando hasta la presentacion de Córdova, conciliando así el debido respeto á las órdenes del gobierno con el interés de la causa pública, y se salvase á Bilbao que era lo más importante.

Latre hace dimision de la faja en el caso de que se resuelva lo contrario, y Espartero dice: «Mándeseme tomar las posiciones y franquear el punto de Burceña con cuatro soldados ó solo, y no se me obligue á emprender una retirada vergonzosa. »

Se decide por todos socorrer la plaza, dá La Hera el mismo 30 una proclama estimulando el ardor del soldado, y al dia siguiente se pone en movimiento el ejército. Latre llevaba la vanguardia: sus tropas sufrieron el poco fuego que hicieron los enemigos, pasaron las primeras la ria, y ocuparon las posiciones. Entró el último en Bilbao, pero aun en esto sirvió a la plaza..... «Diga vd. al general, contestó á un ayudante que de órden de S. E. le invitaba á pasar á la villa, que no pienso abandonar este punto-la altura de Castrejana-hasta no estar asegurado de que las municiones y artillería que vienen por mar para la plaza, puedan entrar sin riesgo, porque este es el verdadero socorro para Bilbao, y no que nosotros entremos >>

El ejército liberal empieza á ocupar todas las inmediaciones de Bilbao, y á su paso, las casas próximas á Begoña, Ulibarri y Miravilla,

nagaray y Arciniega. El 28 con las tropas del cuartel general bajé por la Peña de Haro à la tierra de Ayala y entré en Arciniega, donde tuve que esperar á la division de vanguardia, que no llegó hasta el anochecer. El 29 al romper el dia continuamos el movimiento por Balmaseda á Sopuerta, y el 30 por la tarde llegamos à Portugalete.

»>El dia que llegué á Arciniega recibí una comunicacion de Espartero, fechada en un pueblo que se hallaba á mi espalda, en la que sencillamente me decia que habia llegado allí, y que al dia siguiente se me reuniria sobre la marcha, como sucedió cerca de Balmaseda. Antes de llegar à Portugalete recibí pliegos del gobierno, diciéndome que el general Córdova habia sido nombrado general en jefe interino, y que S. M. habia admitido mi renuncia del mando d ejército de reserva, señalándome la situacion de cuartel.

>>Estas órdenes me ponian en un grave compromiso, porque si desde aquel momento me retiraba del ejército, podria atribuirse mi conducta à temor de llevar a cabo una operacion difícil aunque necesaria; y si seguia mandando el ejército, podria suponerse una desobediencia al gobierno, y miras de ambicion de que estaba muy distante. Además de que si la fortuna no me era favorable, admitia una grave responsabilidad.»

(1) Véase documento número 1.

son entregadas á las llamas, causando así tanto destrozo los salvadores como los carlistas.

Unos diez y siete batallones entraron en Bilbao á las dos y media, é igual ó mayor número fué llegando á las inmediaciones.

Bilbao estaba ya salvado: el ayuntamiento dió las gracias á los bilbainos (1); y en la órden general del 2 firmada por don Evaristo San Miguel se dió á todos las gracias por su heróico comportamiento.

A los dos dias se presentó Córdova á tomar el mando del ejército; pronunció las palabras de libertad ó muerte, dirigió la proclama que veremos en lugar oportuno, y el 4 se cantó un solemne Te-Deum en accion de gracias.

Los carlistas arrojaron á la plaza unos mil quinientos ochenta proyectiles.

Las pérdidas de personas esperimentadas por varios conceptos pasaron de doscientas (2).

Las de propiedades fueron grandes: los sacrificios de los bilbainos heróicos; hasta los ancianos se distinguieron de una manera notable, ya por los servicios que prestaron, ya por su entusiasmo ó resolucion, pues llegó hasta el punto de pretender salir para arrebatar á los carlistas, por un atrevido golpe de mano sus morteros y obuses (3).

INTRIGAS DE LOS CORTESANOS CARLISTAS. OPERACIONES DE LAS FUERZAS SITIADORAS.-DESCONTENTO.

XI.

Don Carlos, que no perdia de vista el sitio de Bilbao, en cuanto supo la herida de Zumalacarregui mandó se llamara al general Maroto por medio del secretario de la Guerra, quien le dijo: «Zumalacarregui está herido, y S. M. quiere que vd. marche al ejército á tomar el mando: vaya vd. inmediatamente á ver á S. M., y dispóngase para la marcha.»> Obedeció y le dijo don Cárlos:

-Ya sabes lo que hay, Zumalacarregui está herido y quiero que marches inmediatamente al ejército; Villemur está poniendo ya la órden. -Muy bien, señor, le contestó; V. M. sabe que no deseo sino sacrificarme en su obsequio y sin ambicion alguna. ¿Tiene V. M. algo que prevenirme?

(1) Véase el documento número 2. (2) Véase el documento número 3. (3) Véase el documento número 4.

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