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ducidas casi á la nulidad al finalizar el año anterior, que, aun engrosadas en los primeros meses del actual, estaban limitadas á la defensiva, siendo aun cortas las tropas que les perseguian, y que huian y se dispersaban evitando todo encuentro, toman despues la ofensiva, triunfan y hacen necesario el envío de nuevos jefes y de mayores fuerzas. La victoria es otra vez patrimonio de éstas; pero se duermen á la sombra de sus laureles, y aquel Proteo, que creian despedazado y esterminado, vuelve á erguir su frente, adquiriendo colosales formas.

Esto prueba que el carácter de aquella guerra no se comprendia aun y que no se habia estudiado. Así era en verdad.

Mendizabal, sin embargo de su alejamiento del teatro de los sucesos y de sus vastas atenciones, lo comprendió algun tanto: así le vemos decir, como ministro de la Guerra, en 26 de diciembre, «que al paso que veia con la mayor complacencia la presentacion á indulto de los carlistas, como resultado feliz del impulso que se empezaba á dar á las operaciones militares, y del decaimiento que naturalmente debia producir en los partidarios de don Cárlos, queria se tomasen las disposiciones indispensables para que estas primeras ventajas no fueran tan estériles y efímeras como otras veces. Cada vez, añadia, que ha sido batida una faccion, se han presentado á pedir gracia muchos de los que la componian, los cuales han vuelto otra vez á las filas de la rebelion cuando las circunstancias les han vuelto á parecer favorables. El medio, pues, de esterminar radicalmente las facciones, es cuidar de que no vuelvan á renacer estas circunstancias..... Las tropas, continuaba, que han batido y dispersado á las facciones reunidas de los confines de Aragon, Valencia y Cataluña, deben ahora acabar de esterminarlas para siempre..... ahora que los carlistas han perdido por lo menos la mitad de su fuerza; y aun suponiendo que esta permaneciese toda reunida, las tropas destinadas á la persecución pueden dividirse para perseguirlas con infinita superioridad en varias direcciones para no darles tregua ni descanso, y para sacar todo el fruto posible de las derrotas que han sufrido. Es más que probable que cada cabecilla se dirija ahora con su partida á los territorios que más conoce y en donde más ascendiente tiene, y nuestras tropas deben subdividirse tambien en varias columnas, cuyo mando se ha de confiar á oficiales intrépidos, infantigables, conocedores en cuanto sea posible de la topografía del país, y que sepan mantener las tropas en la mayor subordinacion y disciplina. De otro modo, los triunfos son estériles, y la presencia de las fuerzas de S. M. en los distritos donde la rebelion se ha arraigado, en vez de pacíficarlos, los irrita y los hace más enemigos. Los que se han presentado ya deben ser respetados, sin que á nadie le sea lícito molestarles de modo alguno; pero es preciso tambien hacerles entender que se ha acabado ya el tiempo en que podian ir y volver á la faccion impunemente, segun les acomodaba.»

Estas prevenciones del gobierno, tan bien entendidas y oportunas, no fueron ejecutadas por todos debidamente, á pesar del deseo que á todos animaba. Algunos se vieron, es verdad, por la desmembracion de fuerzas, imposibilitados de secundar con más eficacia las disposiciones superiores.

TOMO II.

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Menos confiados los carlistas, celebraron la seguridad de sus contrarios, y contando con ella, esperaron rehacerse en breve. Los rigores de la estacion les favorecian, porque no permitian una persecucion activa, y todo lo que fuera no molestarles, era un triunfo para ellos, porque descansaban y adquirian nuevos partidarios y brios para lanzarse á una nueva campaña.

CASTILLA LA NUEVA.

ENCUENTROS.-EL ORGANISTA EN LOS ARCOS.

LXXIV.

Pasaremos ligeramente la vista por este territorio, porque no es una verdadera campaña la lucha que le ensangrienta; es una guerra de vandalismo, salvas honrosas escepciones, á veces sin otro plan ni objeto que el pillage, las venganzas y el saqueo; sin ninguna otra regla ni pensamiento elevado, brotando por todas partes horrores, y siendo terror de la humanidad sus hordas indisciplinadas, refugio de muchos criminales.

De poca importancia en un principio estas partidas, empezaban á ser más temidas por su número y osadía; tomaron la ofensiva en varios puntos, y ya iban siendo casi estériles los esfuerzos de las pequeñas fuerzas que les perseguian, haciendo necesarias mayores siquiera para proteger á los pueblos de sus temidas invasiones, y la vida del viajero y trajinante inofensivo.

La muerte de Mir, de que ya hemos dado cuenta, fué lamentable para sus compañeros, que se vieron nuevamente alcanzados en la Encarnacion á principios de setiembre por la misma columna de Piedrabuena, que obtuvo sobre ellos visibles ventajas.

Fitor alcanza el 10 y bate en la Garganta de Padilla á Recio, el Lechero y otros, matándoles diez hombres á costa de pocos menos, y dirigense el 28 á Manzanera, ocupada por un destacamento, que les resiste y rechaza.

Terminaba setiembre, cuando sabedor Serralta de que Orejita, con unos ochenta infantes y sesenta caballos debia aproximarse á Mestanza ó Hinojosa, dispuso un movimiento en combinacion con la columna de Menoja y los guardias nacionales de Puerto Llano, que fueron á ocupar el puerto. Los carlistas que se hallaban en Mestanza abandonaron este punto al aproximarse sus enemigos, cuya caballería les persiguió, logrando alcanzarlos en un cerro elevado, á la inmediacion del rio Tabli

llas. Allí tomaron posiciones los carlistas y se defendieron valientes, retirándose unos y otros al cerrar la noche.

Al amanecer del siguiente dia, ya tenian ocupado los carlistas el puerto, resueltos á defenderle, como lo hicieron parapetados en las peñas. Los liberales se propusieron franquearle, y merced á un valeroso esfuerzo lo consiguieron, llevando en retirada á sus contrarios hasta la Solana, donde volvieron á hacer frente. Pero no se sostuvieron mucho, y tomando la caballería la direccion del Hoyo, la infantería se retiró á su abrigo.

En la Solana aumentó Orejita su gente con treinta andaluces al mando de dcn José Fernandez.

Sin otro resultado importante acabó el mes citado, perdiendo unos veinte á treinta hombres ambos combatientes.

En d siguiente, octubre, vemos á Orejita unas veces solo, y otras con Terero, hacer correrías contínuas, apareciendo en los sitios más distantes, logrando, merced á su contínua movilidad, algunas sorpresas, suriendolas tambien, y sucediéndose unos á otros los más encontrados sucesos. Son tan varias como frecuentes las vicisitudes de aquellas bandas temibles: derrotadas hoy, se presentan mañana con inauditi osadía desafiando una columna y batiéndola.

Asíadquiria aquí la guerra un carácter especial é indefinible, porque noera dable seguir los movimientos de aquellas partidas, corriendo siempre, ya huyendo, ya avanzando, segun las necesidades del momento, que hijas eran de las circunstancias de actualidad sus operacioel acaso.

nes y

El Organista, á quien ya hemos visto en Aragon y Valencia, de dondeɔrocedia, hacia escursiones á Castilla.

Madaba una columna en la provincia de Cuenca el coronel Morales, y el 1 se dirigió hácia los Arcos, sabedor de hallarse en este punto ó sus inmediaciones, el citado partidario con trescientos infantes y treinta cahllos, á los cuales atacó á las tres de la mañana del 11, causándole una pérdida considerable, pues llegaban á sesenta los muertos. No fué esa la principal ventaja, fuélo el aliento que dió al espíritu público, decaio en aquellos pueblos, por ver tantas veces señorearse en ellos los calistas, y engrosarse con los mismos mozos que debian servir á la reina n la nueva quinta.

Pe aquellos dias, Peco, Terrero y otros, se batieron con sus adversarios en una posicion inaccesible cerca de las Navas de Estena, que domiaba la senda por que habian de pasar los liberales. Crítica era la situaion de éstos; más no se acobardaron al verse sorprendidos, y se defedieron bizarramente. Pero no podian avanzar y retrocedieron despuesle hacer inútiles esfuerzos, retirándose tambien los carlistas, de

jando unos y otros algunos muertos. Los carlistas, á pesar de ser doble su número, pues llegaban á trescientos, no consiguieron la victoria que se presentaba suya.

El dia 23 fueron alzanzados Romo y Perfecto en el valle de la Idiondera. Resistense obstinadamente al abrigo de unas ventajosas posiciones, y se retiran con insignificante pérdida.

Casi al mismo tiempo es alcanzada la partida de Cipriano en la sierra de los Castillejos, y batida con pérdida de unos doce hombres.

El Chaleco y el Ventero merodean con poca gente por los montes; piérdenla en varios encuentros; adquieren nuevos prosélitos en otros, y arrastran de todos modos una vida siempre azarosa, por no dar cuartel unos ni otros. Consecuencia del encarnizamiento de aquella lucha sangrienta, son, por último, batidos Perfecto, Sanchez y el Apañado, y muertos en los distintos encuentros que tuvieron.

Pero como hemos visto varias veces, el vacío que estos partidarios dejan, le llenan otros, no menos briosos, y á quienes no sirve de escarmiento el terrible fin de sus compañeros. Llenos de saña contra los liberales, viértenla con horror, y sin distinguir de personas, y es convertida la Mancha en un teatro de desolacion. Ni pueden labrarse las tierras, porque no están libres las yuntas, ni el tráfico puede hacerse sino en convoyes.

GALICIA.

ESCARAMUZAS.--BANDO DE MURILLO.

LXXV.

La Estremadura no sufria ya los terribles efectos de la guera. No así Galicia, donde puede decirse que progresaban los carlistas. Buron, Lopez, Monteiro, Peña, Requena y otros, con esa constancia gillega, tan fuerte, tan tenaz, se empeñaban en hacer de sus partidas columnas respetables, y nada perdonaban para ello; siendo de lamentar que para conseguirlo empleasen muchas veces hasta medios reprobados pa todo el que abrigase sentimientos humanos. Asi se vieron en aquella tierra pacífica cometerse horribles asesinatos, y á los hombres degenerados en monstruos.

En vano la partida de Buron, que contaba ya unos doscientos hombres y se internó en Asturias, fué batida y dispersada el 1.o de etiembre sobre el pueblo de Tablada, partido de Ibas, por el capitan laquero, volvió otra vez al teatro de sus operaciones, y los ocho hombres que perdió, en breve fueron reemplazados con esceso.

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El 19, los ciento cincuenta hombres que mandaba Lopez, fueron batidos en el Coto de Oines é inmediaciones de Dodro, con la pérdida de seis muertos y varios heridos. A los diez dias, vuelve á ser atacado Buron cerca de Barcia. No se presentó sino con ciento veinte partidarios que bastaron para sostener valientes el combate, y emprender una retirada con órden y sin gran pérdida, con el sentimiento de no lograr su principal objeto, que era el de hacer un buen botin en la feria de Barcia, lo cual hubieran conseguido sin la oportuna llegada de aquel destacamento.

En los dias 6, 7 y 8 de noviembre, tuvo Acha varios encuentros con las partidas de Montero, Peña, Bullan y Sambreiro en los puntos de Neira, Navia de Suarna y Paradiña; pero sin resultados notables, como no los tuvieron los de la guardia nacional de Taveiros con la partida de Requena, y otros que se efectuaron en los primeros dias de diciembre.

El 12 dieron con las fuerzas del capitan Tizon unos doscientos carlistas, y se trabó una reñida pelea en los puntos de la Golada. Empeño mostraron unos y otros en vencer, y esperaban conseguirlo los liberales, cuando acudieron de improviso contra ellos unos cien infantes y cincuenta ginetes que estaban emboscados, salvándose de una derrota, y matando veintisiete hombres, sin que sepamos el número de la que tuvo Tizon.

Valdés, jefe de la partida de Fonsagrada, tuvo otro encuentro en Mixallos con las fuerzas de Montero y Peña, en el cual los carlistas, á pesar de ser favorecidos por el temporal y las posiciones que ocupaban é imposibilitaban todo ataque, fueron batidos y dispersados con alguna pérdida, y fusilados los diez que quedaron prisioneros.

En general no podian todavía los carlistas hacer frente á las tropas; eran bisoños, y ni aun disparar sabian muchos. Por esto se limitaban á invadir pueblos ó parroquias pequeñas, donde se abastecian do cuanto ; necesitaban, obrando en varios puntos con una crueldad que desdecia del pacífico carácter gallego.

El capitan general de Galicia, don Pablo Murillo, conde de Cartagena, indignado con la relacion de los escesos que desde el principio cometian los carlistas, declaró, para ponerles coto, á catorce partidos en estado de sitio. «Siendo tal la perversidad, barbarie y vileza de las facciones, decia, por desgracia del fidelísimo reino de Galicia y mengua del crédito de su antigua lealtad, infestan algunas partes de su territorio, que indignos sus cabecillas y secuaces del nombre de guerreros, han preferido el de salteadores y asesinos, robando, mutilando y matando á infelices indefensos; habiendo, sin embargo, hombres tan malvados ó ilusos, que les auxilian y esfuerzan, porque creen que defienden sus intereses, y pueblos tan apáticos é insensibles, que no dan un paso para impedir sus crímenes: la voz de la justicia está clamando que, á

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