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de de conquistar un reino. Comprometiendo Mendizabal su fortuna, á costa de incesantes vigilias adquirida, logrando interesar en el proyecto á sus amigos poderosos, en breve don Pedro zarpó del Támesis con un ejército y una escuadra respetable, que formó como por encanto el proscrito de Cádiz, y doña María de la Gloria ciñó en sus sienes la diadema que le habia usurpado su tio don Miguel en ausencia de su hermano. Portugal vió en el trono á su reina legítima, porque Mendizabal sostuvo con los inagotables recursos de su genio, la lucha que hizo necesaria la resistencia del infante.

Y no pararon aquí sus servicios. Exhausto el erario despues de la guerra, Mendizabal hizo frente á las necesidades públicas, y elevó el crédito del Estado. Una carta de la reina (1), y una cruz, galardonaron

(1) Los siguientes documentos dan idea de los servicios que prestó Mendizabal, «Juan Alvarez y Mendizabal, Yo la reina, os saludo.

>>Habiendo vos en el cumplimiento de las importantísimas comisiones de que estábais encargado, durante la regencia de mi augusto padre (Q. S. G. H.) manifestado el mas laudable celo en favor de la libertad portuguesa y de mis derechos à la corona, y contribuido por vuestra actividad y grande conocimiento de los negocios à elevar el crédito nacional à la altura en que hoy se encuentra, con tanto provecho de la hacienda pública y del Estado: tengo à bien agradeceros tan valiosos servicios, y especialmente aquellos, que por noble desinterés vuestro y por efecto de vuestra bien calculada economía, resultó á la nacion la utilidad de considerables sumas en las diversas transaciones que habeis realizado, y confio que desplegareis el mismo celo, honra y desinterés en la continuacion del desempeño de las interesantes funciones que se os cometieron durante la regencia de mi augusto padre, de dolorosa memoria, y de lo cual teneis dadas pruebas en mi reinado.—Lo que me parece participaros para vuestra inteligencia y satisfaccion.-Escrito en el palacio de las Necesidades, à 8 de octubre de 1834.-La Reina.-José de Silva Carvalho.>>

«Al caballero don Juan Alvarez y Mendizabal, ministro de Hacienda y secretario de Estado de S. M. C.

>>Yo la reina de Portugal, Algarbe y sus dominios, os saludo cordialmente. Queriendo daros un testimonio del alto aprecio en que tengo los eminentes servicios que habeis prestado á mi real persona y à la causa de la legitimidad de la libertad de la nacion portuguesa; considerando que à vuestros incansables esfuerzos,ȧ vuestro talento y celo por el restablecimiento de la Carta constitucional para el bien de esta nacion, se debe en muy gran parte el apresto de la escuadra y de la espedicion que salió de los puertos de Inglaterra, que se reunió en Belle-Ille, y de allí partió capitaneada por mi augusto padre, de feliz memoria, en direccion de las islas de los Azores; considerando que para el costo de tamaña empresa, en virtud de transacciones mercantiles hasta allí sustentadas en vano, pudísteis reunir los medios que tanto contribuyeron para que el valiente ejército libertador, bajo las órdenes de S. M. I. desembarcase en las playas del Mindelo y entrase en la heróica ciudad de Oporto; considerando que durante la gran lucha que por espacio de un año se sostuvo en las puertas de la misma ciudad, a pesar de la incertidumbre y de los rigores de la fortuna, de la prolongacion de la guerra y de tan varios y multiplicados contratiempos, los inagotables recursos de vuestro genio, sostuvieron con socorros contínuos de metálico, víveres, armas y pertrechos al ejército libertador y å la escuadra, en tanto que la ciudad fiel y algunos patriotas, dignos de este nombre, concurrieron tambien con los medios posibles para el triunfo glorioso de las armas constitucionales, llevando á cabo vos en esos tiempos calamitosos, transacciones importantísimas y orTOMO II.

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tantos méritos y desinterés tan grande; y tornó á su escritorio el que habia dispuesto de un reino.

ADVENIMIENTO DE MENDIZABAL AL PODER.

II.

Este era el hombre que Toreno, tan apurado por los efectos del descontento público, eligió para que le salvase. Notorios los servicios que venia prestando á la causa liberal, su nombramiento fué bien recibido hasta de los enemigos del conde. La opinion pública enalteció el patriotismo de Mendizabal, y la prensa liberal que veia que la de Londres, París y Lisboa le saludaban como al regenerador de su patria, batió palmas y le victoreó tambien.

Sus antecedentes no podian ser más recomendables, y se esperaba del que habia salvado á doña María de la Gloria, salvaria tambien á Isabel.

Nadie podia subir al ministerio rodeado del prestigio que subió Mendizabal. Con simpatías en España y en las naciones que protegian á la reina, halagado con las promesas de cooperacion de poderosas casas de banca, bien visto personalmente de los gabinetes de Londres, París y Lisboa, á los cuales visitó, ¿qué más podia desear el país?

Mendizabal miró su eleccion como una recompensa providencial de

ganizando la famosa espedícion que llevó al Sur del reino esas fuerzas terrestres y navales, cuyas victorias fueron tan funestas al usurpador; y siendo igualmente de grandísima valía los innumerables servicios que prestásteis á la causa portuguesa desde que la capital fué ocupada por el gobierno legítimo, hasta el término del don inio de la usurpacion, y desde entonces hasta ahora en los contratos que celebrásteis con gran ventaja de la nacion para suministrar al gobierno los recursos que en medio de la desorganizacion general del reino, y despues de tan continuas calamidades era imposible alcanzar; habiéndoos conducido siempre en tales negociaciones con el más noble desinterés y generosa abnegacion, cediendo en beneficio del Estado utilidades de que legítimamente pudisteis aprovecharos, sin cesar de dedicaros enteramente al bien de la causa de Portugal y del gran principe, bajo cuyos auspicios la Divina Provividencia coronó las hazañas del partido constitucional con la más completa victoria; mereciendo por tantas pruebas de noble y de constante adhesion que S. M. I. os tuviese por amigo hasta el fin de su preciosa vida, en cuyos últimos y dolorosos momentos le acompañasteis. Por todos estos servicios, y por todos los demás de la mayor importancia prestados siempre generosamente ó ayudado de vuestros colegas en la comision de aprestos, ó solo, como agente financiero del gobierno portugués en Londres.

>>Tengo ȧ bien elevaros á la dignidad de gran cruz de la antigua y muy noble órden de la Torre y Espada, del Valor, Lealtad y Mérito; lo que me parece poner en vuestro conocimiento para vuestra inteligencia y satisfaccion, y para que desde ahora podais usar de la insignia respectiva que con esta os envio.-Fecha en Lisboa en el palacio de las Necesidades à 17 de agosto de 1835.-La reina.-Rodrigo de Fonseca de Magalhaes.--Al caballero don Juan Alvarez y Mendizabal, ministro de Hacienda y secretario de Estado de S. M. C.)

sus esfuerzos y sacrificios por la libertad. Su fortuna, siempre comprometida en empresas patrióticas, estaba entonces afectada por la enorme baja que los fondos españoles sufrian en los mercados estranjeros, á causa de los reveses de la guerra. Así que la reputacion de su nombre, su suerte, su crédito, sus principios políticos, todo estaba interesado viva, mente en que Mendizabal empleara toda su energía, toda su actividad, todo su patriotismo, en asegurar el trono de Isabel II y las instituciones liberales.

Y todo lo empleó. Comprendia, aunque distante de su patria, las más apremiantes necesidades que tenia que remediar; y siendo él mismo el agente de sus deseos, puso toda su eficacia y actividad en acelerar el alistamiento, equipo y organizacion de la legion auxiliar inglesa. Conseguido este objeto, habló para proporcionarse recursos pecuniarios; y lisonjeándose obtenerlos más tarde, corrió á París en los primeros dias de agosto, donde entabló combinaciones financieras con el banquero Ardoain, y siguió á Lisboa, conferenciando á su arribada en Santander sobre operaciones militares con los generales Alava y Evans, y de política á su paso por Vigo, con un personage amigo de Toreno.

Detenido en la corte de Portugal el tiempo necesario á sus negocios, apresuró su llegada á España, cuya situacion hacian cada vez más crítica las juntas revolucionarias; y el 1.o de setiembre le recibia la de Badajoz y varias personas principales de la provincia, y le exhortaron á deshacerse en cuanto llegara á Madrid de su compañero Toreno.

Allí tuvo ocasion Mendizabal de enterarse del verdadero estado del país; y cuando á los cuatro dias llegó á la Granja, se presentó al instante á la reina Gobernadora, esquivando todo compromiso hasta enterarse completamente en Madrid de la opinion pública; pues empezaba ya á tener la conviccion de que la desacertada conducta del gobierno habia acelerado, más que contenido, la esplosion del disgusto general, y creia en la absoluta necesidad de mudar de sistema.

Llega el 7 á Madrid, conferencia con sus antiguos amigos, que pertenecian al partido liberal avanzado, y sin estar completamente de acuerdo con ellos, ve al embajador inglés, Mr. Villiers, y se afirma en el juicio que habia formado de la necesidad de sacrificar á Toreno si no queria sacrificarse á sí mismo, asociándose á su impopularidad.

Este ministro, á pesar de verse aislado y combatido de todos, pues si la prensa de Madrid le respetaba, no era por afecto, sino por temor, no parecia decidido á dejar el puesto; pero al oir de Quesada, capitan general de Madrid, que en el caso de que se alterase la tranquilidad pública no respondia de la seguridad de su persona, resignóse. Su amor propio no le permitia darse por vencido, y mucho trabajó con su reconocida energía y fortaleza por seguir adelante. Es indudable que pensó

en nombrar un gabinete de personas que le fuesen adictas, y que luchó para ello con Mendizabal, á quien, al retirarse, se proponia arrastrar consigo; y lo hubiera realizado por el ascendiente que tenia sobre la reina Gobernadora, si la circunstancia de hallarse enfermo el embajador francés no le impidiera combatir al inglés, empezando á ser ostensible desde entonces la parte activa y directa que en nuestros asuntos han tomado los estraños.

Hubo un momento en que Toreno creyó seguro su triunfo, porque estaba decidida la Gobernadora á encargar á Riva-Herrera la formacion del nuevo ministerio, pero desde la plaza de toros vuela Villiers al Pardo, y la convence de la impopularidad de semejante variacion, y de la necesidad de poner á Mendizabal á la cabeza del gobierno, como lo reclamaba la opinion pública, tan poderosa entonces, y á la que hasta temerario era despreciar. Disculpable este paso por el interés de Inglaterra en el triunfo en España del principio liberal, fuélo más por sus buenos resultados. La reina llamó á Mendizabal, y éste la prometió sostener el Estatuto Real y no permitir se menoscabasen en lo más mínimo las prerogativas del trono. Era esto el 14 de setiembre, y en su noche fué llamado Toreno al Pardo para estender los decretos. Escribióles el subsecretario de Estado Villalba, y al reparar S. M. la sequedad con que dictaba el conde el que hacia relacion á su persona, respondió que le bastaba saber su buena volundad, creyendo conveniente no dar nuevos pretestos á las pasiones para encenderse más, y tratar con mayor desacato al trono.

En los mismo términos severos con que á presencia de Mendizabal dictó el conde el decreto de su relevo, dictó tambien los de sus compañeros, á escepcion del duque de Castroterreño, de quien decia S. M. estaba muy satisfecha de sus buenos servicios. Riva-Herrera era relevado del ministerio de lo Interior, y Herreros, que desempeñaba el despacho de Gracia y Justicia, subsistió algunos dias más.

El ministerio Toreno cayó con júbilo de los liberales, que saludaron con aplauso el de Mendizabal. ¡Lástima que un hombre de la capacidad y resolucion de Toreno diese lugar con su resistencia al ensanche oportuno de las libertades, á una escision, autora de tantos males!... Si menos terco en contrariar el espíritu público, nunca satisfecho del mezquino Estatuto, le hubiese guiado levantando el edificio de aquellas á medida que las necesidades le reclamaban, el gobierno del conde de Toreno habria hecho la felicidad del país, tan destrozado desde entonces por la desunion que creó entre los liberales. El conde de Toreno reunia dotes para gobernar, que muy pocos cuentan.

DISPOSICIONES DE MENDIZABAL.

III.

El mismo dia del advenimiento de Mendizabal al poder, puso en manos de la Gobernadora un manifiesto ó programa (1) que, si bien podia calificársele de poco esplícito, de ninguna manera podia decirse de él, como dijo un escritor, cuyo saber y memoria respetamos y cuyo apasionamiento injusto compadecemos, que era obra de una buena fé estúpida, ó de una astucia profunda. «En sus elogios y reprobaciones, añade, en sus esperanzas y promesas, el manifiesto todo era un monumento de ignorancia, si se habia estendido de buena fé y con ánimo de cumplir algo de lo que en él se ofrecia; y de maquiavelismo, si la intencion del autor era deslumbrar para entretener, ínterin las gentes de su partido se apoderaban de la autoridad.»>

El manifiesto de 14 de setiembre abrió el corazon de los liberales á la más grata esperanza. Eminentemente liberal y patriótico, como su autor, ni presentó á un partido vencedor del otro, ni cedió á las exigencias de la revolucion triunfante. Proclamó con el acento más sentido y sincero la union de todos los liberales, más necesaria que nunca entonces; y sin tocar á ninguna de las régias prerogativas, sin alterar la forma de gobierno existente, dió á los derechos que emanan, y son el sosten del régimen representativo, el cimiento de la legalidad, que reconoció y basó en el Estatuto.

No pudo calificarse á Mendizabal de ambicioso, ni habrá hoy quien así le califique de buena fé (2). Procediendo de una manera muy contra

(1) Véase documento núm. 36.

(2) En el manifiesto al país que publicó Mendizabal el 18 de octubre de 1851, se hallan es

tas notas:

"Como no ha llegado hasta ahora el caso de hacerse públicos algunos actos de mi administracion, diré únicamente que hallándome acreedor del gobierno por gruesas cantidades y poseedor de garantias que con ventaja propia hubiese podido realizar cubriéndome de mi alcance, bastó la circunstancia de ser ministro de la corona, cuando se dió cuenta de los tres espedientes que á este asuuto se referian, para inhabilitarme voluntariamente de echar mano de este recurso legal y espedito, prefiriendo abandonar la seguridad de mis intereses à la buena fé nacional, y esperar el resultado de una líquidacion, que habiendo seguido todos los trámites debídos desde 1844 acá, se ha terminado al fin por el Tribunal mayor de cuentas, faltando solo la realizacion del saldo á mi favor en la forma que las Córtes acordaren á propuesta del gobierno de S. M.»

Resoluciones que se cilan.

1. Seis de noviembre de 1835.—«He dado cuenta à S. M. de este espediente, no para reclamar el pago de la libranza de 1.560,000 rs., como pudiera, ya fuese en reembolso de mis

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