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ria de la que algunos le atribuyeron por espíritu de partido, dió una verdadera prueba de abnegacion y de desinterés personal, reservando la presidencia que le correspondia del ministerio, á don Miguel Ricardo de Alava, nuestro embajador en Londres, nombrado para la cartera de Estado. Renunciada aquella, recayó por esta razon en Mendizabal, y dimitió á pocos dias el ministerio de Estado, prefiriendo su posicion diplomática en Londres. Reemplazado por el conde de Almodovar, nombrado antes para el departamento de la Guerra, ocupó el puesto del marqués de Rodil. Encargóse á don Martin de los Heros el ministerio de lo Interior, despues de haber sido nombrado para el mismo, don Ramon Gil de la Cuadra; don Alvaro Gomez Becerra fué elegido para el de Gracia y Justicia, y en obviacion de nuevas dificultades se quedó con el de Marina Mendizabal.

Constituido así el gabinete, siguió fielmente la marcha que habia inaugurado Mendizabal, con diferentes providencias en que él solo tuvo parte.

La más principal entonces, por ser interés del momento, era la sumision de las juntas, verdadero poder que frente á frente del gobierno, le desprestigiaba, quitándole toda la fuerza. Ya hemos visto la irritacion de aquellas corporaciones populares, y segun ella, se comprenderá fácilmente lo árduo y difícil de semejante empresa. Mendizabal, sin embargo, de carácter conciliador, con un corazon de niño en aquel cuerpo colosal, firme en su propósito de no presentar á un partido como vencedor del otro, y de unir á los liberales, nada omitió á este fin; mantuvo al trono en la posesion de sus prerogativas, no alteró la forma de go

suplementos, ó ya como un crédito legítimo à mi favor, sujeto en último caso al resultado de una cuenta, sino para que conste que me abstengo por ahora de toda gestion sobre dicha cantidad, sin menoscabo de mi derecho, y que jamás ha entrado en mi poder ni he autorizado procedimiento alguno para hacerla efectiva.»

2. De la misma fecha.-Giro de 2.000,000 de reales sobre la Habana.-«A lo resuelto en esta fecha en espediente sobre Manila, respecto al giro que se hizo á mi favor en 1823 por la suma de reales vellon 1.560,000. Este es el modo con que procede el actual secretario de Hacienda; algun dia se apreciarà.»>

3. Veinte y dos de febrero de 1836.-«El origen de las inscripciones à que se refieren los comisionados de Londres, me es tan conocido, como que soy uno de los principales comisionados; y estando firmemente persuadido de que siendo las inscripciones el verdadero titulo que constituye al poseedor de las mismas en acreedor del Estado, nada más justo que sean satisfechas en cualquier mano que se encuentren, como el verdadero medio de conservar el crédito nacional, respetando la fé de los contratos; pero atendiendo à las particulares circunstancias en que se encuentran las inscripciones en cuestion y al estado de nuestro crédito, he inclinado el ánimo de S. M. à que ordene que, de conformidad con la propuesta de los comisionados y de lo que espone la mesa en favor de la conversion con arreglo á dicha ley de 1834, se verifique la conversion, quedando el gobierno responsable al reintegro de los valores de que va à disponer.

bierno que halló existente, y sin indebidas concesiones, consiguió su objeto, porque se comprendió la lealtad de sus intenciones.

Levantó el estado de sitio en que habia sido declarado Madrid; dirigió por el ministerio de lo Interior una circular á las autoridades de las provincias, anunciando que S. M. se habia dignado mandar que las esposiciones que de diferentes puntos del reino se dirigian al trono, fuesen tomadas en consideracion y examinadas por los respectivos ministerios; - ofreció garantías liberales; recomendó la concordia de los españoles, y el órden legal, y adoptó acertadas providencias, que dieron la seguridad de las intenciones del gobierno, que dijo en real decreto de 25 de setiembre, era la voluntad de S. M. «cubrir con un velo que a nadie le fuera lícito descorrer los pasados acontecimientos y olvidarlo todo.» Poniendo en boca de la reina Gobernadora las palabras que la situacion requeria, las juntas reconocieron su autoridad, y fué objeto del entusiasmo público la misma señora, cuyo prestigio habian amenguado con su imprudente resistencia los anteriores consejeros.

Los nombramientos de Mina, Quiroga, Espinosa, Palafox, O'Daly, Sancho, Infante, Lopez Baños, Grases, Lopez Pinto, y otros para el mando de varias provincias, fueron una prenda segura de que se deseaba cumplir lo que se ofrecia.

Como complemento de estas medidas saludables y oportunas, publicó la Gaceta varios artículos, en los cuales se esplanaba el programa de Mendizabal, siendo dignas de trascribirse las siguientes líneas.

«El gobierno español está seguro de terminar pronto y gloriosamente la guerra de las Provincias Vascongadas con solo los recursos nacionales; pero impone por condicion que el órden público se restablezca, y restablecido y la confianza, bastará el movimiento rápido y ascendente del crédito público para proporcionar medios; y para conseguir este resultado, no habrá necesidad de aumentar en un maravedí la deuda pública; bastarán los recursos ordinarios y los del crédito, siempre bajo la condicion del restablecimiento del órden.>>

Y aun más aseguraba el órgano del gobierno de una manera positiva. «El ministro de Hacienda, decia el periódico oficial, tiene, por decirlo así, en su faltriquera las compañías y los capitales necesarios para abrir las comunicaciones interiores, de que tanta falta siente nuestro suelo, para promover todos los ramos de riqueza pública; para hacer útil y productiva al Estado la administracion de los bienes nacionales, y para elevar, en fin, la nacion española al grado de prosperidad y riqueza á que está llamada. El gobierno, añadia, no piensa consumir en movimientos inútiles, en marchas laboriosas, ni en combates gloriosos, pero estériles, las fuerzas que reune para la grande empresa de la pacificacion. Hasta que tenga á su disposicion todos los recursos necesarios para una victoria completa é infalible, no empezará los movimientos militares. Su campaña no debe durar más que uno ó dos meses, y la ocupacion de todas las guaridas de los facciosos debe ser simultánea. No

se contentará ni con el valiente ejército del Norte, ni con los cuerpos auxiliares estranjeros, ni aun con las tropas recientemente levantadas en las provincias de la monarquía. Cuando penetren en el país enemigo, no les ha de faltar ni un solo hombre del número que se juzgue necesario para concluir la guerra en pocos dias. Es probable que el actual ministro de Hacienda tenga concebido un sistema administrativo de este ramo. Mucho ha visto en los paises estranjeros: mucho ha manejado y aprendido por su propia esperiencia, y no sin resultados útiles para un reino vecino. Los hombres inteligentes podrán inferir cuales son sus principios, y cual el sistema que tiene meditado. Pero se guardará muy bien en emprender su planta en la totalidad, hasta que lleguen las circunstancias propicias para el buen éxito: un pedante se apresura siempre á manifestar lo poco que sabe; un empírico promete y alucina aunque no sepa si podrá cumplir sus promesas: el verdadero publicista, el hombre de conciencia, ni hace más promesas que las que está seguro de realizar, ni emprende la ejecucion de su plan hasta que llegan las circunstancias oportunas y la estacion conveniente.>>

Por el pronto consiguió Mendizabal un resultado grande. Renació la confianza, el espíritu público liberal se dispuso á todo, y Mendizabal fué considerado como el regenerador de la Península. No podia rodearle mayor prestigio. Al leerse sus sinceras promesas, al discutirse la posibilidad de su ejecucion, al comprenderse que Mendizabal estaba dotado de genio creador escitado por los obstáculos, que vence las dificultades, y que, á semejanza del sol cuando deshace las nieblas que le eclipsan, aparece más brillante despues de rasgar el velo que le cubre, concibió el país las ilusiones más lisonjeras.

Lo sucedido en Portugal, decia mucho tambien en favor de Mendizabal, y era una garantía de la verdad de sus promesas y de su cumplimiento.

SUMISION ESPONTÁNEA DE LAS JUNTAS.

IV.

General el entusiasmo de los liberales, merced á las oportunas disposiciones de Mendizabal, se vieron sus resultados: la autoridad del gobierno fué reconocida por las juntas sin humillarse, dando el ejemplo la de Galicia; le siguieron las de Valencia, Zaragoza (1), Barcelona, Estremadura, y sucesivamente las demás. Las que mayor poder habian representado, las que habian tenido mayores exigencias, se sometian aho

(1) A la sumision de esta contribuyó el nombramiento de Palafox para capitan general.el cual dirigió desde Madrid el 21 de setiembre una alocucion à los aragoneses recomendándosela.

ra gustosas y voluntariamente, sin que se les hiciese concesion alguna, sin promesas, sin otra cosa que correr un velo sobre todo lo pasado, y ofrecer el gobierno asegurar la libertad de los ciudadanos y la felicidad del país. Tan patrióticas eran sus intenciones, y tanta era su fé en Mendizabal.

Más bien por el espíritu de algunos díscolos, que por razones de patriotismo, subsistian algunas juntas en Andalucía, especialmente la creada en Andújar, que seguia gobernando como soberana; pero aisladas, y las desagradables escenas que presenciaron Cádiz y Sevilla, socabaron su prestigio, y al fin tuvieron que someterse y contribuir por su parte á la union de todos, que era el constante pensamiento de Mendizabal, la base de sus planes (1).

(1) La Junta de Cádiz, impulsada por su secretario, don J. G. de Villalta, mostró una resistencia decidida ȧ someterse; y en el mismo dia 23, en que la junta de la Coruña estendia su sumision, decia la gaditana en su manifiesto:

Háblase de la reunion de los Estamentos segun las bases de la real órden, llamada por un ridiculo y fementido paralogismo, Estatuto Real, y se trata así de obstruir el único camino de salud que á la patria le queda, que consiste en la reunion de las Cortes constituyentes. La junta faltaria á sus deberes si no manifestase en términos esplícitos los sentimientos que la animan. El llamado Estatuto Real y el sistema por él establecido, son, respecto á la libertad politica de la nacion, lo que la hipocresía respecto à la virtud. Los españoles libres no quieren parecer libres, sino serlo. No han tomado las armas solo por derribar al traidor Toreno, cuyo nombre mancillara el decoro gubernativo, sino para derrocar el principio de la tiranía, y solo las depondrá cuando lo hayan derrocado.>>

Revocó luego los poderes de los procuradores de su provincia, declarando nulos los actos que en el ejercicio de ellos hiciesen, y lo comunicó así á las demás juntas gubernativas para que la imitasen.

Otra esposicion dirigió á Mendizabal, en la que, á la par de los elogios que le dispensaba, decia:

"Antes verán sus hijos destruidos piedra á piedra los muros de esta capital; antes teñida en sangre la mar que los circunda, y abrumadas de los cadáveres sus olas, que depongan sus armas sin ver ya establecido el Congreso constituyente que han pedido, compuesto no de cien hombres venales que inunden y asedien las antesalas del ministerio, sino elegidos por la nacion, segun los principios de aquellas leyes que dictó la nacion misma deliberando bajo el tiro de la artillería enemiga... Si por salvar los fragmentos de un sistema desacreditado, se situa V. E. entre los enemigos del bien; si permite que se empeñe la lucha en defensa de una teoría sofistica; si un solo fusil se dispara, la junta de Cádiz previene á V. E. del modo más solemne, que será responsable à la patria, y ante la representacion nacional se le pedirá estrecha cuenta de la sangre derramada de sus hermanos.>>

Sin embargo de estos alardes, á los pocos dias se sometió la junta de Cádiz, y la no menos entusiasta de Córdoba y otras.

La de Andújar, que hemos citado en el testo, era la central de las ocho provincias andaluzas, y se hallaba instalada desde el 2 en aquella poblacion. Tenia de presidente al conde del Donadio, diputado de Jaen, liberal entusiasta y de los principales jefes de la sociedad Isabelina. Hizo algunos nombramientos militares, y el 3 dirigió una proclama á los andaluces anunciandoles el deseo de la formacion de un código fundamental por Cortes constituyentes, y «que no dejarian las armas hasta consolidar el trono por este medio, y esterminar al príncipe rebelde.» Anunció su instalacion al gobierno; trató de reducir á las juntas de Sevilla y Córdoba, que se habian sometido; envió para ello alguna fuerza á las órdenes de los coroneles Osorio y Lancha; Томо п. 44

Las juntas se ofrecieron al gobierno, y este aceptó su ofrecimiento. Mendizabal tuvo el feliz pensamiento de emplear aquel poder revolucionario, que amenazaba acabar hasta con el trono, en obsequio de su obra y del país. Asoció las juntas á su plan, considerándolas más como aliadas que como sometidas, y por real decreto de 21, creó las diputaciones provinciales, rueda de la Constitucion de Cádiz, con objeto de que sustituyesen á las juntas. «Nadie mejor que las diputaciones, decia el real decreto de su creacion, podrá encargarse del armamento y defensa de sus territorios respectivos contra las empresas de las facciones. Donde haya algunas chispas de este funesto incendio, las apagará inmediatamente la energía de las diputaciones: donde no las haya, impedirá que caigan y que prendan. ¿De cuántos cuidados se veria libre el valiente ejército de S. M., cuya atencion, dirigida esclusivamente contra las fuerzas principales del enemigo en las Provincias Vascongadas, lograria triunfos más rápidos y decisivos? Claro es que esta atribucion de las diputaciones, meramente accidental é hija de las circunstancias, será solo interina, y no debe durar más tiempo que el que tarde en concluirse la guerra civil.»>

Infundian confianza estos sentimientos del gobierno; pero los más cautos recelaban que para liberalizar la marcha política, encontrase obstáculos en altas regiones, que no serian temibles si el pueblo continuaba en una imponente espectacion. Este temor hizo se resistiesen las juntas á disolverse; y el gobierno, antes de dejar tomar cuerpo á esta oposicion, las autorizó prudente, con el nombre de comisiones de armamento y defensa, hasta la constitucion de las diputaciones.

pero se resistieron los liberales sevillanos y prendieron á Osorio, enviándole á Badajoz. Lancha, al saber estos acontecimientos, no se atrevió á cumplir su encargo de Córdoba, y esperó órdenes de Sevilla ó de Madrid. Al mismo tiempo se sublevan en Andújar contra la junta misma las fuerzas que ella habia creado, y se marcharon á Villa del Rio, donde se sometieron à la reina. La junta veia ya desmoronado su poder: pero la alentaron los nuevos sucesos de Cádiz, donde se reinstaló la junta, si bien à los pocos dias se sometió completamente al gobierno.

Las de Málaga, Granada, Almería y Jaen, conservaban su actitud decididamente hostil de acuerdo con la central de Andújar; pero tales escándalos suscitaron, que estuvieron á punto de apelar á las armas unas provincias cont ra otras, y la consecuencia de aquellos desórdenes fue su desprestigio.

El conde de las Navas marchaba, sin embargo, firme en su propósito de hacer triunfar sus principios en Madrid; y cuando vió la defeccion de los soldados de Latre, enviado á hacerle frente, se consideró ya fuerte, y en vano envió el gobierno á que le redujeran á su pariente y colega don Rodrigo Aranda, á sus íntimos amigos el diplomático Aguilar y el procurador Chacon, á los periodistas Espronceda y Bernabeu, y hasta al comandante general de la provincia, don Narciso Lopez. Aun á Quiroga detuvo en Manzanares sin permitirle que continuase su viaje à Granada, cuya capitania general acababa de conferirsele.

Pero pocos dias despues todo terminó, y las buenas intenciones del gobierno fueron reconocidas por los liberales.

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