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No pretendemos erigirnos en jueces de cual de los partidos fué más culpable por haber tomado la iniciativa en aquel infausto órden de cosas; pero la gravedad de ellas nos parece tal, que no sabemos abandonar el asunto sin presentar algunas razones que dejen fijar el juicio.

Desde la primera asonada á que se atrevió el partido absolutista en 1833, fueron reprimidas sus tentativas de un modo irregular, porque unas veces fueron fusilados todos los aprehendidos, otras se limitó el rigor á la sola clase de los reputados por jefes (1). Es verdad que segun los bandos que estaban en vigor se estendia á todas las clases la pena capital; pero ésta era modificada contínuamente segun la humanidad del jefe de columna en cuyas manos recaian los aprehendidos. Y lo propio aconteció en el bando carlista, que por un comun sentir arreglaban su conducta á la de sus adversarios; unos fusilaban, al paso que otros tenian en menos derramar una gota de sangre. Pero estas crueles alternativas quedaron horriblemente uniformadas despues de las ocurrencias de Barcelona del 5, desde cuyu fecha nadie escapaba á la pena de muerte de cuantos tenian la desgracia de caer en manos enemigas.

Se dirá que esto fué derivado de las crueldades verificadas por los carlistas sitiados en la Vírgen del Hort; pero seis ó siete fueron solamente los precipitados, todos oficiales, los cuales entonces no eran perdonados por unos ni por otros. La prision del coronel O'Donnell fué la primera escepcion que no habia esperimentado como los demás oficiales carlistas su fatal destino. Las crueldades que cometieron los sitiados del Hort en algunos de los prisioneros que retenian, fué injusta, bárbara, por más que fuera una amenaza hecha á Mina de cometerla si continuaba hostilizándoles, y sin embargo, á cierto punto se pararon y aunque supieron lo acontecido en Barcelona y se vieron perdidos, casi seguros de ser pasados á cuchillo, perdonaron prisioneros y enfermos, que luego pudo recoger Mina á su entrada; la depravacion, pues, no era infinita: además, la conducta observada por la guarnicion del Hort no debia ser considerada una medida general para contrarestar sus efectos con el degüello de todos los prisioneros, porque el acto bárbaro de despeñar á los del Hort no fué prevenido por los jefes carlistas sino porque así le plugo al gobernador Miralles.

Pasando Mina á Barcelona quedaron Iriarte y Niubó estrechando el sitio del Santuario, que procuraron levantar Brujó, Boquica, Caballería,

La primera partida cogida en febrero de 1834, que fué la de Bagarro Escolá. etc., componiendo treinta y un indivíduos, siete solamente fueron arcabuceados; la segunda; que lo fué tres meses despues cerca de San Bartolomé del Grau, compuesta de nueve jóvenes seducidos ó estraviados, todos sufrieron la última pena.

Castell y el mismo Tristany, reunidos al efecto en los pueblos inmedia tos. El 20 de enero atacaron los campamentos del Plá de Isobol, Casas de Posadas, Roca Foradada, y aun el mismo San Lorenzo. Pero á pesar de esceder entonces su fuerza á la de los sitiadores, fueron vencidos. Más crítica así la situacion de los encerrados en el Hort, decidiéronse á

abrirse paso para salvarse de una muerte segura, careciendo ya de pro

visiones y completamente imposibilitados de todo auxilio. Salen aquellos valientes en la noche del 23; pero se les observa, son rechazados y cercados, y perecen casi todos, incluso el jefe. Algunos se despeñan en los precipicios por salvarse, y muy pocos llegan á guarecerse al abrigo de la fuerza de Tristany.

Los vencedores se ensangrentaron con sus enemigos, creyendo habian dado muerte á todos los prisioneros; más al ocupar el Santuario encontraron ciento cuatro compañeros que habian sido respetados por los carlistas, siquiera fuese por temor si caian ellos prisioneros.

¡Tal era el carácter de la guerra civil de Cataluña! Sangre y esterminio por doquier; matanza y desolacion entre hermanos, todos valientes, todos útiles á su patria.

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Entre las ciento y tantas víctimas inmoladas en Barcelona al ciego furor de las pasiones políticas, contábase como se puede inferir por lo dicho, don Juan O'Donnell, el carlista denodado y caballero, digno de otra muerte. Su noble cabeza sirvió de juguete á la plebe, y su cuerpo fué arrastrado por las calles.

La misma suerte cupo á algun otro para mengua de sus autores, para baldon de la autoridad que consintió tan horribles escesos, y que no impidiéndolos, se hizo cómplice de su perpetracion, dañando gravemente en vez de servir á la causa liberal.

Nadie disculpa á la indolente autoridad militar que por desgracia mandaba en Barcelona, porque ni aun autorizó á sus subordinados á obrar como deseaban en tan crítica situacion, por salvar cuando menos su honor: indignados de presenciar impasibles tamaño escándalo, todos hacen responsable al general don Antonio María Alvarez de los crímenes que empañaron un momento las glorias de la culta Barcelona, que mancharon las páginas de nuestra historia, que costaron, recrudeciendo la lucha, tantas vidas de partidarios ardientes y leales de ambas causas. Referidos y probados los tristes sucesos á que aludimos, fijan de

una manera evidente la conducta deplorable de un jefe á quien todos acusan, y que sin duda lamentaria el motin y preveeria sús consecuencias; pero á quien faltó el necesario aliento y confianza de sí mismo para tomar otra actitud menos débil é imprevisora. El general Alvarez dió sobradas pruebas de amor á la libertad y al órden, de buenos sentimientos y de valor, para que se le pueda creer mal intencionado. Ha bajado, además, al sepulcró, y esta circunstancia nos hace ser más circunspectos. Nosotros, que profesamos el principio de que toda autoridad debe sacrificar su vida á su deber, y que no tendríamos palabras bastentes á encarecer la gloria del general Alvarez muriendo, caso necesario, por sostener el órden con la espada que para ello ceñia, no podemos desconocer lo difícil de la situacion, y si bien creemos que no habria faltado quien á todo hubiese cerrado los ojos, y hubiese ofrecido su existencia en holocausto de su obligacion, tambien nos parece que colocados otros en el puesto del que nos ocupa, hubieran evitado un choque, de que no podian salir bien librados, y cuyo éxito hubiera sido no menos funesto á los infelices é inofensivos prisioneros, y en estremo fatal á la causa que la milicia y el ejército sostenian de consuno. El carácter fuerte de los catalanes, su exaltacion por el sacrificio de los prisioneros del Santuario, su fuerza, la insignificante del ejército, las simpatías de ésta, del mismo cuerpo precisamente que algunos de los sacrificados, y las de la numerosa milicia, todo era para arredrar al más valiente. Pero no se trata de colision, porque habria sido temeraria; trátase de prevision, que no se tuvo, de esfuerzos imaginables que no se hicieron, de medidas que revelasen decision á sostener la tranquilidad, que no se emplearon. Este es el cargo que hacemos á quien Mina fió su sostenimiento.

NUEVOS ACONTECIMIENTOS EN BARCELONA.

XXXI.

Los cadáveres de la Ciudadela fueron trasladados de órden de Pastors al cementerio, quedando aun por las calles algunos restos humanos, horror de las almas sensibles.

La noche concluyó pacífica; pero al dia siguiente tuvo la insurreccion otras exigencias, y considerables grupos, sostenidos por la fuerza de la milicia, aclamaron la Constitucion de 1812 y puso la lápida, custodiada por dos centinelas, en el pórtico de la Lonja.

Alvarez, avergonzado entonces de su inaccion, salió al fin de ella y se mostró enérgico.

Impulsado por las demás autoridades, y apoyado por una gran par

te de los nacionales, que no querian saliese la Constitucion de un motin sangriento é inhumano, opúsose á aquella manifestacion, y fué sofocada, como acaso pudo serlo la anterior.

Haciendo Alvarez ostentoso alarde de su mando, recorrió las filas de la tropa y de la milicia, dirigióles una arenga (1), que por respeto á sus cenizas no calificamos, y se mostró satisfecho de haber contenido una insurreccion de ideas liberales, despues de haber permitido la de actos sangrientos. Y al paso que dejaba impunes á los autores de los asesinatos del 4, castigaba á los que sospechaba tenian alguna parte en la bullanga de la tarde del 5. Así aparecia cómplice en la una, juez en la otra, y así mostraba que si hubiese adoptado el 4 las medidas preventivas que el 5, teniendo, como tenia, con tanta antelacion, noticias ciertas de que se trataba de sacrificar á los prisioneros, no habria tenido que avergonzarse la capital del destino que cupo á aquellos desgraciados.

Esto que aparece de su conducta, se confirma más y más por sus mismos documentos oficiales. Humeante aun la sangre de las víctimas, dió esta otra proclama, de que tanto se podria decir igualmente.

<<Barceloneses: el órden público se halla restablecido. Los señores comandantes de la guardia nacional han prometido mantenerlo, auxiliados de sus respectivos cuerpos. Queda, pues, al cuidado de éstos el que no se observe la menor perturbacion, en inteligencia de que las patrullas de los mismos tratarán con todo rigor á los que de nuevo dieren el menor motivo ó señal de querer alterar la tranquilidad, como tan decidida y noblemente lo ejecutaron el 6 de agosto, salvando las propiedades de todos. Yo confio, barceloneses, que presentaremos al mundo este magnífico ejemplo de paz y de órden. Barcelona 5 de enero de 1836.-El segundo general, Antonio María Alvarez.»

(1) Dice así:

«Guardias nacionales de todas armas: Isebel II, la libertad y la patria se sonrien con agradecimiento al contemplaros; os dan las gracias, beneméritos y verdaderos patriotas, y yo os admiro con entusiasmo. Los carlistas habian buscado ilusos, que provocando á la rebelion con pretestos lisonjeros, os robaron luego vuestras propiedades, y atropellando la resistencia de ciudadanos libres y leales, abrir despues la puerta al ridículo Pretendiente. Todo lo babeis conjurado con vuestro patriotismo: sois grandes y dignos hijos de la patria. Buscad y denunciadme los instigadores en la noche más hermosa que los buenos pueden gozar, y el rigor de la ley caerá sobre ellos. Todo lo espero, y me prometo con vuestro apoyo, y los vecinos todos conmigo os repiten aplausos de gratitud por habernos salvado de la mas horrorosa catástrofe. Con la union y la fuerza que poseemos, tiemblen nuestros enemigos, sea cual fuese su máscara ó disfraz. Barcelona 6 de enero de 1836.-El general segundo jefe de este ejército y Principado.-Antonio María Alvarez.>>

Antíteses de esta proclama es el bando, tambien del 6 (1), pero ¿obraba por inspiracion propia, ó impulsado por otros? Los hechos nos demuestran lo segundo, y por ellos vemos que una gran parte de los naciorales se opuso á que se aclamase la Constitucion, y fué un miliciano quien apagó las luces que alumbraban la lápida y la quitó.

El ayuntamiento dirigió tambien el propio dia su voz á los barceloneses, diciéndoles entre otras cosas lo siguiente:

Ayer dísteis una leccion terrible á los viles agentes de la usurpacion y á los pocos y malos ciudadanos que, haciendo causa comun con ellos, habian concebido el temerario empeño de introducir entre nosotros la tea de la discordia. Pero sus esperanzas fueron vanas, y el cuerpo municipal de Barcelona, lleno de júbilo, se complace sinceramente al ver terminados los momentos de agitacion.>>

Refiriéndose á los sucesos del 4, decia:

«Si circunstancias imprevistas han ofrecido á nuestros ojos algunas escenas lamentables, preciso es que las apartemos de la memoria, mayormente cuando no pertenecen al carácter generoso de este vecindario. Regocijaos, pues, barceloneses... Vivid tranquilos: ocupaos en vuestras tareas y labores. Reposad en la confianza y patriotismo que os deben merecer las autoridades que os gobiernan... Ellas velan por vuestro bienestar... ¿Quién podrá, pues, turbaros un momento en vuestros quehaceres, cuando en las mismas, en el cuerpo municipal, en todos los batallones de la fuerza armada y guardia nacional, y entre todos los buenos ciudadanos interesados en la gloria de la nacion, ya no se oyen otros deseos ni otras palabras que las voces encantadoras de viva Isabel II, órden, libertad y union?>>

(2) El bando decia así:

"Usando de las facultades que me están conferidas en el estado de sitio en que se encuentra esta plaza, segun el art. 1.o del bando del Excmo. señor capitan general de 20 (debe ser 29) de noviembre último, ordeno y mando:

Art. 1. Todo grito contra el actual sistema de gobierno, se declarará subversivo, y como tal se impondrá la pena de las leyes al que lo pronuncie y á los que se hallaren en la reunion que se hubiese proferido. Para los mismos efectos se declara sedicioso todo grito ó espresion que tienda á alterar la tranquilidad, y motivo, toda accion contra el órden público.

Art. 2. Los muchachos mezclados en las reuniones ó que alboroten por las calles con vivas ó mueras, serán destinados, como vagos, de tambores à Ultramar; los padres, parientes ó tutores pueden evitarlo cuídándolos como deben.

Art. 3. Se disolverá todo grupo ó reunion alarmante por las patrullas de la guardía nacional, amonestando que se retiren; si no lo verificasen en el acto, serán arrestados y comprendidos en las penas del artículo 1.o

Art. 4. Se formará una comision militar compuesta de seis jefes, dos del ejército y cuatro de la guardia nacional, la que presidirá el coronel que nombraré para juzgar en el acto á los comprendidos en el presente bando. Barcelona 6 de enero de 1836.-El general segundo jefe del ejército y Principado, Antonio María Alvarez.>>

TOMO II.

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