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levantarle, y tomó para la salvacion de la plaza cuantas medidas creyó oportunas, y agradecieron sus autoridades.

Segun la opinion de Córdova no peligraba la capital de Guipúcoa, ni peligró nunca. Sufria el vecindario, más no podia el ejército acudir al remedio de su situacion: poderosos obstáculos lo impedian, y así lo demostró el general en jefe al ayuntamiento y al gobierno, y que ni era prudente abandonar y sacrificar á aquella sola atencion, por grande que era, todas las demás sin duda mayores, y todas inútilmente; porque decia: «suponiendo que el ejército pudiese llegar hasta los mismos muros de la plaza (suposicion gratuita que no admito contra toda probabilidad, sino por un momento); suponiendo que el enemigo se hubiese retirado para dejarnos pasar, y que luego hubiese sido batido al querernos estorbar el regreso, como seguramente lo hubiera hecho en la hipótesis, nada podia oponerse á que luego volviese á presentarse delante de la plaza en la misma posicion y con las mismas condiciones que antes de aquella efímera é inútil tregua, adquirida á costa de un peligro inmenso.>>

Arraigada fuertemente esta opinion en Córdova, quiso saber, sin embargo, y para su mayor seguridad, la de los demás jefes, que reunidos en junta estraordinaria, y reemplazando á Almodóvar, por hallarse enfermo, su secretario don Miguel Imaz, manifestaron que la espedicion, sobre inútil, seria poco menos que imposible en la práctica, y sumamente peligrosa al ejército y á la causa pública. Así opinaron, entre otros Espartero, Jáuregui y Oráa, conocedores del terreno y prácticos en aquella lucha especial. Córdova habló despues que todos, y declaró en conclusion, que si habia un solo jefe que estuviese por la espedicion, se pondria á su lado, aunque salvando la responsabilidad moral de la empresa por amor de su reputacion.

Hízose, y se firmó acta de esta junta, cuyo acuerdo satisfizo á Almodóvar, porque como ya hemos manifestado, estaban completamente identificadas sus ideas con las del general en jefe.

Atinado era el plan de Córdova. Juzgándole ahora con antecedentes y resultados, teniendo á la vista el plano del teatro de la guerra, habiendo recorrido aquellos ásperos y escabrosos terrenos, no se puede menos de convenir en la prevision del jóven caudillo, en el conocimiento exacto de su situacion, en sus no vulgares talentos.

Pero era preciso abrir una nueva campaña, cualesquiera que fuesen los obstáculos. Lamentábase el país de la inaccion del ejército, y en alivio de los males que aquejaban á los leales habitantes de San Sebastian, convenia distraer hácia otro punto la atencion de los carlistas. A este fin, á pesar de la desnudez de las tropas, y de la escasez de recursos, decidióse Córdova á salir de Vitoria, adelantando así la línea á costa, si era posible, de la del enemigo, á quien así amagaba.

TOMO II.

53

La empresa se presentaba difícil, porque el terreno escogido del contrario eran los puertos formidables de Arlaban, sin cuya posesion no era posible fortificar á Villarreal de Alava, cuyo punto le serviria de apoyo en su aproximacion á Guipúzcoa.

PLAN DE CÓRDOVA SOBRE ARLABAN.

IV.

Poniendo límites á las provincias de Alava y Guipúzcoa, se alzan vestidas de una magnífica y perenne vegetacion las enhiestadas cumbres de Arlaban. Teatro de gloriosos recuerdos para los españoles en la guerra de la independencia, éralo á la sazon de sangrientos combates. Aquellos frondosos y gigantescos robles han crecido alimentados con los cadáveres sepultados á su pié, y los arroyos de las vertientes aumentaron más de una vez su caudal con la sangre de mil y mil bravos. Ca da árbol, cada peña es un monumento histórico que angustia el ánimo del viajero al recordar las escenas de esterminio á que han servido aquellos sitios, y le hacen considerar las guerras civiles como la mayor calamidad de los pueblos.

En Arlaban tenian los carlistas su línea; y desde Mondragon hasta el alto de Salinas estaban acantonadas la mayor parte de sus fuerzas. Allí habia que ir á buscarlas, y allí condujo Córdova con resolucion al ejército. Formóle en tres divisiones con encargo de dirigirse la primera hácia Guevara por el camino real de Salvatierra; de acudir la segunda por distintos puntos á embestir las alturas de Arlaban, y de posesionarse la tercera, mandada por Espartero, de Villarreal de Alava, y fortificarla, porque situada esta poblacion en el camino de Vitoria á Durango, importaba mucho poseerla.

Eguía, al saber este plan, y cuando se disponia su enemigo á salir de Vitoria, envió fuerzas á su encuentro, y se preparó á hacerle frente con decision.

El 16 de enero movió Córdova el ejército: mandaba la derecha, apoyada en Guevara, el general Lacy Evans con su legion y algunos batallones españoles; el centro, en que marchaba el general en jefe, iba al mando especial de Bernelle con su legion francesa, que llegó la antevis pera á Vitoria, y con él los generales Ribero y Cleonard, sirviendo á todos de base Arroyabe y Ulibarri Gamboa, y la izquierda la conducia Espartero.

Proponíase Córdova atacar de frente con la segunda division, y que las dos alas subiesen la sierra y cayesen por ambos flancos sobre el enemigo. Todos los generales aprobaron el pensamiento; y el soldado fué

animoso al combate. Las palabras que le dirigió su intrépido general, le llenaron de ese noble entusiasmo que infunde la voz de la patria cuando se sabe hacerla oir y latir los corazones valientes y jóvenes (1).

COMBATES DE ARLABAN.

V.

Las posiciones amenazadas eran Guevara, Arlaban y Villarreal. Defendia la primera Villarreal con cuatro batallones alaveses, y dos vizcainos que mandaba la Torre, y cerca se hallaba alguna fuerza de caballería. Sostenia la segunda el brigadier Goñi con dos batallones navarros y el segundo escuadron provisional, y estaban posesionados de la tercera cuatro compañías castellanas y el escuadron maniobrero tambien provisional.

Lienos de belicoso entusiasmo, y ardiendo en deseos de venir á las manos, preparábanse á pelear unos y otros con denuedo: eran todos españoles.

Legan á Arroyave los de Córdova y no encuentran á sus contrarios: deja su jefe en aquel punto el grueso de las tropas y se adelanta á hacer un reconocimiento hasta las próximas ventas de Arlaban, ocupadas ya por los carlistas que estaban tambien á ambos lados del camino para impedir la marcha. Córdova les opuso una guerrilla y un batallon de la Princesa, y ordenó que avanzase la retaguardia.

(1 «Compañeros, dijo Córdova, confiado y orgulloso el enemigo sobre la cordillera de Arlaba, parece retar nuestro esfuerzo, olvidando los escarmientos que recibió en tantas otras posciones mas célebres. Yo he recogido el guante, y para satisfacer vuestro ardimiento os conluzco al combate, es decir, à la victoria.

Que todos y cada uno recuerden hoy las mayores obligaciones que hemos contraido con la patria, con el trono y con la reputacion de este valiente ejército; ella es nuestra honra y mustra vida; pero los grandes elogios y premios recibidos, servirian ȧ labrar nuestra afrenta si frillase, soldados, un solo dia aciago en que pudiéramos perder los buenos titulos con que Supo conquistarlos vuestro valor y constancia.

>>Compañeros: no os pido vuestra confianza; sé hasta dónde son grandes en este punto mis obigaciones con el ejército; pero sí que observeis aquel órden perfecto que asegura el triunfo enlos combates y honra las armas en todas circunstancias.

»Valientes y generosos estranjeros que venís à pelear por los progresos de la civilizacion; vanos, poseidos de una generosa rivalidad, à ver à que nacionalidad adjudica hoy la fortuna su favores, y la victoria su mejer corona.

>>Mi corazon la desea y la disputa para los soldados de mi patria, es verdad; pero mi equidad laadjudicará à los que más lisonjeados por la suerte, tengan la mejor ocasion de merecerla. Elazo que ha reunido nuestros esfuerzos e intereses, iguala los derechos de todos los que mbaten por la causa de la libertad.

>>Soldados españoles, vamos à conducirnos como los primeros veteranos que tuvo ella en la ropa. En mi cuartel general de Vitoria á 16 de enero de 1836. -El general Córdova.»>

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Ya era inevitable el combate, y comenzó tratando de ganar los liberales el desfiladero, que ocupaban sus contrarios. Las posiciones favorecian á éstos sobremanera, y sabian defenderlas; pero era preciso forzar á todo trance aquel paso estrecho, nacimiento de la montaña, y se arrojó el coronel don Ramon María Narvaez sobre las parejas de las guerrillas enemigas, con las que se mezcló, recibiendo un balazo en la cabeza, que le hizo rodar desangrándose.

Este accidente desgraciado y el replegarse los carlistas á las alturas, donde reforzados opusieron mayor resistencia, contuvo el movimiento: los soldados no avanzaban, y los carlistas aumentaban su empeño, sirviéndoles de seguro parapeto la espesura del monte. Continuar en aquella situacion era sacrificar al soldado sin que adelantara un paso, y haciéndose necesario un golpe decisivo, abandonó Córdova su primer persamiento de esperar al dia siguiente y mandó que un batallon francés se adelantase hasta hacerse dueño de una altura inmediata á la subida en la posicion de la derecha, que el más avanzado de la Princesa, se gare ciese en un bosque, y que el brigadier Ribero avanzase con dos batallones, dejando á su paso una compañía en el puente de Ulibarri-Gamboa.

Eguía daba al mismo tiempo sus órdenes para prevenir en contario los deseos que traslució de su enemigo, que tuvo por esta causa quemodificar más de una vez sus disposiciones. Pero vió era menester unesfuerzo heróico, y se le encomendó á Ribero, previniéndole que á oda costa se hiciese dueño de la cercana altura de la derecha. Defendida por fuerzas considerables, á fin de llamar su atencion por diferentes punos, dividió Ribero su gente en tres columnas, destinando la una á las óíle. nes del comandante Bayer á flanquear la posicion por la derecha; la dra á las del de la misma clase Valderrama, á tomar la izquierda, reservadose el mando de la que habia de ganar la altura por el centro.

La carga fué impetuosa y digna la resistencia; pero no tan esforzda como el ataque, porque consiguieron su objeto los que acometieron, y los defensores de las posiciones tuvieron que ocupar otras inmediats, no menos fuertes, desde las cuales podian, sin embargo, recuperar el terreno perdido.

A la izquierda de la línea carlista tenian lugar á la vez combates menos denodados, en los que los franceses se mostraban émulos de a bizarría y de la gloria de los españoles.

Córdova se aproximaba tambien por el centro á las ventas de Alaban; más, ora se retardase algo el movimiento, ó no fuesen posible nuevas operaciones, no tuvo lugar por otro lado el ataque: acababa dia, y conservando todo lo ganado y á la espectativa de cualquier su ceso, acampó allí mismo, atento, sin embargo, á lo que á su derecha izquierda pasaba, donde aun seguian peleando sus soldados.

Evans evolucionaba estratégicamente en el camino de Vitoria á Salvatierra, y los celadores de Alava rechazaban valerosamente a los carlistas. Acude refuerzo contra los vencedores, é iban ya á ser presa de sus contrarios los liberales alaveses, cuando llegó á su socorro el brigadier general Chinchester con dos regimientos británicos y un batallon de Castilla.

No desistieron por esto los carlistas que, con nuevas tropas de refresco y un respetable cuerpo de caballería, tornaron á ganar terreno, haciendo necesario su vigoroso empeño el auxilio enérgico de los granaderos de Westminster, guiados por el teniente coronel Churethil, que cooperaron á recházarles á las alturas de Maturana, pernoctando despues los dueños de las posiciones en los pueblos de Arbulo y Lubiano. Así lo habia deseado Córdova.

Villarreal no habia cesado de provocar á Evans á un combate formal frente de Guevara, más no salió el inglés de Mendijur á pesar de la superioridad de sus fuerzas, y se pasó la tarde haciendo fuego de guerrillas sin resultado.

Sosteniendo una pequeña escaramuza llegó Espartero á Villarreal de Alava; pero el reconocimiento practicado le demostró la dificultad de fortificar aquel punto avanzado, y así lo participó al general en jefe.

Este pudo vanagloriarse de la exactitud y celo con que habian sido cumplidas sus órdenes por todos los jefes de division; y si Córdova atacó simultáneamente por el centro, y permitió de este modo cayeran mayores fuerzas sobre los estremos, que se vieron comprometidos más de una vez y próximos á sufrir un desastre, que frustró el valor de los jefes y la bizarría del soldado, fué porque, como hemos dicho, no pensó atacar aquel dia sino el siguiente.

Todos pernoctaron en las posiciones que ocupaban al morir el dia, y á pesar del tiempo trascurrido, se aflige el ánimo y le asaltan tristes reflexiones, al considerar á las quince compañías de Ribero y un batallon francés, situado en la falda de la derecha, pasar la noche del 16 de enero, fria, lluviosa, sin lumbre ni agua potable, vestidos de verano sobre las cumbres de Arlaban, cansados de un mortífero combate y esperando con el sol otro no menos sangriento.

ACCIONES DEL 17.

VI.

La posicion de las tropas de Córdova daba á conocer á Eguía que no habian terminado los combates, y por los movimientos que observó y los partes que recibiera, comprendió que iba Córdova á reunir sus fuerzas

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