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¿Qué consecuencias tuvieron en pró de la causa liberal las operacioes sobre Arlaban? ¿Qué beneficios reportó de ellas la nacion, cuál el ército? ¿No fué casi diezmado? ¿No se emprendió por fin una astuta tirada para decir con ella al país que no se podia traspasar la línea rlista por aquella parte, que habia ya límites entre ambos combatiens, y que allí era invencible el enemigo?

El jóven caudillo parecia no comprender ó se olvidaba á veces de lo le era aquella guerra. Gracias á su ardimiento y á que mandaba un ército de valientes que en todas partes hacian honor á sus jefes, que leaban como leones, y morian como héroes, no lloró el país dolorosas tástrofes. Aquí, como en todas partes, vióse batirse el soldado como 1 causa propia, enardecerse á la vista de su enemigo y preferir la muerá la retirada.

No fueron solo las tropas liberales las que se batieron bizarramente: on igual empeño pelearon las carlistas; que lo tenaz del ataque demosaba lo firme de la resistencia.

Las legiones cumplieron su deber, y algunos cuerpos se mostraron nulos del coraje y de la gloria que unos y otros españoles alcanzaron.

OPERACIONES Y PLANES POSTERIORES.

VIII.

Alucinado un momento el público con los partes pomposos de las rnadas de Arlaban, pronto el desengaño vino á reemplazar á una sasfaccion ilusoria, y lamentóse lo que antes se aplaudiera.

El ejército volvió á sus cantones y en vez de pensar en nuevos momientos, se siguió fortificando á Villalba de Losa, para que dominase quel valle; prosiguió el establecimiento de la línea en toda aquella ala, uy débil y descubierta, y se trató de ligar las operaciones del ejército n las tropas estacionadas en la izquierda, y asegurar el paso de la eña de Orduña, el más importante para las espediciones á Vizcaya en corro de Bilbao y del valle de Mena.

(a) y agua para guisar los ranchos; gran parte de nuestros soldados estaban sin capotes, allones enteros con pantalon de verano; con los muchos heridos bajaban centenares de enmos, sin que tuviésemos donde colocarlos, ni medios de conducirlos, ni con qué asistirlos urar las heridas: el hambre, la sed y el frio tenian à la gente rendida: el ardor solo de los mbates y las satisfacciones de la victoria, habian podido sostener hasta allí su energia mo; pero era de temer por momentos que la inclemencia y otras causas análogas perdiesen á ejército victorioso, como ha sucedido en las Amezcoas con el general Valdés. Memoria del general Córdova.

a) Esto no sucedia en algunos puntos de la línea.

(Nola del autor.)

La crudeza del tiempo, y las densísimas nieblas impedian toda clase de operaciones, que, á más de su inutilidad, esponian al ejército. Por esta causa se replegó la línea en la direccion de Salvatierra hasta Alegría, teniendo que evacuar los carlistas el hospital, y todo cuanto tenian en el primer punto para trasportarlo á la montaña, concentrando al mistiempo sus fuerzas en observacion de las enemigas.

No podian avanzar estas porque siendo la subsistencia su primera necesidad, traspasando la línea carlista no encontraban habitantes, ni auxilio alguno á no tener espedita la comunicacion con Vitoria.

La fortificacion de Villarreal, punto avanzado en los puertos, y casi en la confluencia de los caminos de Ochandiano y Mondragon hubiera sido importante; pero la construccion de las obras hacia necesarios tres meses y consagrar un ejército á protegerlas, y á sostener á la division que habia de ocupar este punto. Y esto si los carlistas no demostraban un decidido empeño en impedirlo, lo cual se presentaba muy probable, y su éxito.

En tanto, y como si procurasen llamar la atencion de Córdova hacia otro punto distante, es atacado el 29 el puente nuevo de Bilbao; pero bastan á protegerle las fuerzas allí disponibles, y rechazan al enemigo.

El jefe liberal piensa al mismo tiempo en nuevas operaciones en que no aventure mucho, y el 25 practica un reconocimiento sobre el castillo de Guevara por Alegría y Salvatierra. Los carlistas le creen bastante defendido, y no salen de sus posiciones. Halla Córdova dificilísimo el sitio de Guevara, y aunque conoce la importancia que tiene, no solo su castillo sino el territorio que domina, desiste de esta empresa por falta de medios para acometerla con buen suceso, y piensa en otras.

Por el pronto envia 4,000 hombres á Ezpeleta para ayudarle á perseguir la espedicion que oyó se preparaba para Asturias, segun las noticias que tenia, y envia además una brigada de infantería á San Sebastian con objeto de recuperar los puntos esteriores que habian ganado los carlistas que asediaban la plaza. Ordena á Tello que con las tropas que tenia en la Ribera persiguiese la espedicion que se preparaba á Aragon; y previene á Evans y á Espartero que con sus respectivas fuerzas permanezcan en Alava, para vigilar la izquierda y el centro de los carlistas y fortificar á Peñacerrada y Treviño, con cuyas obras, dice Córdova, se propuso adquirir y adquirió, en efecto, el grande y produc-j tivo territorio de la Rioja alavesa y el condado de Treviño.

Con esta distribucion de fuerzas solo le quedaba una brigada española y otra francesa, con las cuales tenia que pasar á Navarra, ocupar la Ribera si Tello marchaba á Aragon, y ejecutar los planes que tenia sobre el alto Arga; planes cuya ejecucion consideró necesaria y urgente si se

queria conservar la adquisicion de los valles (1), abrir las comunicaciones con Francia, incomunicar á los carlistas de Navarra con los de Aragon y Cataluña, y dejar al ejército en una posicion desembarazada, espedita y móvil, pues de lo contrario habia de seguir este constituido en inactivo y perpétuo centinela de aquel pequeño territorio. El establecimiento de una larga línea en los Alduides por el curso del alto Aragon, completando así la primera operacion sobre el mismo rio en la ribera baja, era necesario por el pronto para obtener tales ventajas.

Sin que censuremos estos proyectos, Córdova estaba, nos parece, en un error disculpable en cuanto á las espediciones. Se trataban, es cierto, en el campo carlista; eran á la sazon la cuestion palpitante, pero solo se disponia ó estaba ya dispuesta formalmente, la pequeña que habia de guiar Batanero; pues aunque Gomez trabajaba por salir con otra, no habia aun nada decidido. Se discutia este punto, dió márgen á rivalidades y enemistades en el campo carlista, pero nada se concertó por entonces.

El prematuro alzamiento de los valles, hizo modificar el proyecto de Córdova; y en vez de la línea meditada por Irurzun y Lecumberri ¦á Tolosa, tuvo que estenderse á Zubiri, teniendo así por delante el Baztan y sus valles y territorios limítrofes, que en otro caso, quedaban á la espalda. Con la línea por Irurzun y Lecumberri, se establecia en la boca de la Burunda; amenazaba muy de cerca en aquel frente á Guipúzcoa y dominaba los dos caminos reales más importantes de Navarra, cuya confluencia estaba en Irurzun; restablecia por este punto la comunicacion más corta entre Vitoria y Pamplona; aseguraba la militar de las tropas, que desde Hernani ó Tolosa podian operar entonces en combinacion con las de Navarra apoyándose recíprocamente, é imposibilitaba por fin, las comunicaciones de los carlistas con Francia.

«Pero lo repito, dice, precipitados los sucesos, no solo sin mi participacion, sino contra mi espresa voluntad, tuve que sujetarme á una ley tanto más dura, cuanto me habia sido impuesta por el celo inconsiderado y mal entendido de algunas personas que, anticipando el movimiento, y prometiendo de muy buena fé al gobierno lo que no entendian ni podian cumplir, dictaron su voluntad al general, aunque dejándole esclusivamente la resposabilidad de los embarazos y consecuencias que ellos no alcanzaron, y que al instante empezaron á surgir. En Lo

(1) Eran estos los de Roncal, Aezcoa y Salazar, que se levantaron de nuevo à principios de noviembre, por la causa liberal, que amaban; acudieron fuerzas á proteger y organizar este movimiento, inútil si no se armaba á los pronunciados, como lo manifestó Meer y las providencias que habia adoptado el general en jefe, quien aprobó su proceder, y le ayudó con decision y desinterés, porque importaba quitar los carlistas el dominio de aquellos valles.

groño y Pamplona habia yo hablado con los diputados ó agentes de los valles, exhortándoles á mantener el buen espíritu de sus conciudadanos sin dar el grito de insurreccion hasta que yo les indicase el momento oportuno.>>

La nueva situacion en que estos sucesos empezaron á poner á Córdova, fué en estremo crítica, como más adelante lo participó al gobier no, insistiendo en su relevo (1).

Satisfecho de él el conde de Almodovar, y no quedándole nada que hacer en el cuartel general, dirigió una alocucion al ejército (2), marchó á Madrid el 27 acompañándole Córdova en su coche hasta la Puebla y llegó al Ebro sin escolta, cosa imposible poco antes.

El 28 salió Ribero de Vitoria á la Guardia, y al llegar á Peñacerrada supo que en las inmediaciones merodeaban algunas fuerzas carlistas. Con esta noticia se apresuró á tomar el puerto, pero se le anticipó el enemigo, y encontrándose Ribero con una compañía en la altura la batió y desalojo; obteniendo el mismo resultado con la fuerza que guiaba el partidario Calceta, que subia al mismo punto apresuradamente y al que hizo 22 prisioneros.

El 29 partió Córdova con su cuartel general para Navarra, dejando en Alava á las órdenes de Evans once batallones de la legion y uno de chapelgorris; á las de Espartero tres brigadas, y á las de Ezpeleta, so bre el alto Ebro, cuatro mil hombres, como dijimos anteriormente.

MOVIMIENTO DEL CUARTEL GENERAL.

IX.

La crudeza del invierno y la escasez de vestuario y de recursos producian enfermedades que diezmaban las filas del sufrido ejército, dificultando la cura de los enfermos por falta de sitio donde albergarlos.

A pesar de esto, Córdova, siempre activo, no podia permanecer por más tiempo en Vitoria. Los movimientos y los planes del enemigo le obligaban á esperar. Eguía, que tenia á la sazon su cuartel general en Durango, le trasladó el 3 de febrero á Zornoza, donde reparada su gente, la dispuso para nuevas fatigas; siendo la primera atacar á Valmaseda, á donde envió la artillería, tomando posicion en el camino real de la villa.

Córdova trataba en tanto de cerrar el paso á la espedicion, que le habian participado se destinaba á Aragon, y marchaba á Pamplona, á

(1) Véase el documento número 45.

(2) Id. id., núm. 46.

onde llegó el 4, impaciente por el retraso, á causa de las lluvias, de as tropas que le seguian.

Consecuente en su plan de líneas, fortifica á Peñacerrada y Treviño, á Villalba y la Herradura, viendo en breve concluidas unas y adelanadas otras, merced á sus esfuerzos. Proporciónase recursos; envia tres il fusiles, pertrechos y municiones á los valles; sale de Pamplona el 9 on dos divisiones, que se escalonan en los puntos del Arga, estableiendo el cuartel general de Zubiri; se adelanta reconociendo el terreno asta la vecina frontera; entra en Francia á conferenciar con el general onde de Arispe sobre el restablecimiento de la comunicacion del tráfico de las aduanas entre ambos paises, ocupacion del Baztan é intercep-. acion de las comunicaciones de los carlistas en territorio francés; pero je retarda esta conferencia, y la noticia de la rendicion de Valmaseda presura el regreso de Córdova.

SITIO Y TOMA DE VALMASEDA

X.

Sobre una colina, y á cinco leguas de Bilbao, se halla, esta villa de inmemorial fundacion, llamada en lo antiguo Malseda, conteniendo en su recinto más de mil trescientos habitantes. Asentada en un valle, y no careciendo de alguna importancia por su posicion, tenia por principal defensa un castillo sobre un cerro, á tiro de pistola de la poblacion, cuyos fuegos la defendian, protegiéndola además una série no interrumpida de casas, desde las cuales podia hacerse una resistencia tenaz. Estas defensas y las que constituia el rio Cadagua, hacia que solo tuviera vulnerable las avenidas del valle de Mena y de Castro-Urdiales.

Por este último punto fué por donde se decidieron los carlistas á atacar la villa despues del reconocimiento que practicaron, no pudiendo escoger otras posiciones ventajosas á causa de la imposibilidad de conducir la artillería. Salió esta de Durango por el camino de Bilbao, y á la vista de su guarnicion pasó á Amurrio y de aquí á Arciniega y Valmaseda.

A pesar de lo lluvioso del tiempo, llegó felizmente el tren de batir, y Eguía tomó posicion sobre el camino de Mena por si acudian fuerzas en socorro de la villa amenazada. Al mismo tiempo envió una descubierta, que estendiéndose desde Valmaseda hasta Mercadillo, se tiroteó con poco resultado.

El 7 se estableció el cuartel general en la venta de San Andrés, valle de Mena, y el 8 en Zalla, de donde salió Eguía, al amanecer, con direccion á Valmaseda, contra cuyo punto, segun sus órdenes, rompieron el fuego todas las guerrillas, adelantándose en seguida en di

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