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la rodean, redoblad vuestros esfuerzos: que todos los españoles, que siendo verdaderamente tales aman la religion y el rey, se unan á mis fieles defensores: que sin más apatía ni dilaciones se presenten á mí, ó á las autoridades que mandan en mi nombre en varias provincias de España, para cooperar á la más santa de todas las causas: yo clasificaré y premiaré sus servicios. Que se haga ver de una vez que el pueblo español no sucumbe á esa faccion criminal de hombres sin religion, sin rey y sin patria. Si todos los buenos se reunen, nuestra lid durará poco, y sacrificios del momento nos preservarán de otros mayores y más costosos. Tiempo es ya de terminar una lucha tan cruel y espantosa: todos sois españoles: todos interesados en que no haya division, ni desórden, ni anarquía: uníos á vuestro rey y yo os aseguro que vuestra gloria y felicidad serán envidiadas de todos los pueblos del universo.

Dado en el cuartel real de Durango á 20 de febrero de 1836.

CÁRLOS.

SITIO Y TOMA DE PLENCIA.

XIV.

Prévio el reconocimiento del terreno, que ordenó Eguía á Silvestre, y en virtud de un informe, decidióse el general en jefe carlista á hacerse dueño de la villa de Plencia, asentada en la costa Cantábrica á tres leguas de Bilbao.

Cómodo y seguro puerto para buques hasta de ciento treinta toneladas, estaba defendida esta poblacion, que contaba unos mil habitantes, por diferentes fuertes que, unidos por una línea de atrincheramientos, hacia calcular que su defensa duraria por lo menos ocho dias, aun embestida con recursos muy superiores á los que los carlistas presentaban. Al S. E. de la poblacion se destacaba un fuerte de figura irregular; próximo á la plaza, á la que estaba unido por una doble y blindada caponera: titulábase esta obra Castillo de Isabel II,-núm. 1 del planoy estaba artillado con cinco piezas y abastecido de almacenes y con guarnicion correspondiente. Cruzaba Isabel II sus fuegos con la batería Libertad,-núm. 2,-y las puertas aspilleradas de Gorlis y de Munguía, al E. y S. E.-núms. 6 y 7,-lo demás del pueblo de S. á N. por el E. se hallaba protegido por otras baterías llamadas de Cureñas y Lealtad, -núms. 3 y 4,-y por varios edificios preparados para la fusilería. El puente de madera sobre caballetes,-núm. 5,-que une la villa á la orilla izquierda del rio, era defendido por varios blockaus de trecho en trecho, que obstruian su paso. La campiña algo variada, está cortada con setos, matorrales y cercados, que los defensores habian habilitado y combinado con el fuego de algunas casas aspilleradas.

No era prudente atacar la plaza por la orilla izquierda del rio Butron

ó Plencia, que ambos nombres tiene, ya porque era éste un obstáculo más que vencer y difícil de superar, ya porque aquella parte estaba más en accion á un movimiento que intentase la próxima y fuerte guarnicion de Bilbao: así Eguía, dirigió los ataques por la parte que miraba á tierra, escogiendo el castillo, que á su entender, y aparte el dictámen de los ingenieros que lo dirigieron, estaba construido sin relacion á las otras obras y sin conocimientos del terreno, porque su posesion hacia dueño de la plaza y podia atacarse evitando el fuego de las demás obras.

El 23 de febrero se puso el conde de Casa-Eguía al frente de Plencia, y en aquella noche fué construida la batería de brecha; más el retardo de la artillería de batir, difícil, penosa y casi imposible su conduccion por terrenos tan quebrados, senderos y caminos intransitables con las contínuas lluvias, hacian desesperar del suceso. Sin embargo, el 24, para distraer á los defensores del verdadero punto de ataque, se ejecutaron por el cuerpo de ingenieros, que estaba reducido á su comandante general y un subalterno llamado Ibarra, que fué herido en la operacion, y con la ayuda de algunos paisanos, varios trozos de trinchera, colocándose en el monte Murieta -núm. 8,-un emplazamiento para tres piezas de campaña que habian llegado, y que llenaron el doble objeto de dominar la ria y atraer sobre sí los fuegos de la plaza.

El 24 llegó la artillería de batir; pero teniendo noticias el general en jefe de que el ejército de Córdova reconcentraba sus fuerzas, y considerando no le quedaba casi tiempo para acudir á oponerse á cualquier maniobra que intentase, consultó á sus generales de artillería é ingenieros si crian como él, que la plaza podria tomarse al dia siguiente, para en caso contrario abandonar la empresa. La seguridad de aquellos en su afirmativa respuesta, le decidieron á dar las órdenes oportunas y hacer concluir los trabajos en aquella noche; de modo que al amanecer se hallaron colocadas en batería dos piezas de á veinte y cuatro y una de á treinta y seis.

A las siete de la mañana del 25, el cañon de á treinta y seis, apuntado por el coronel don Juan Montenegro, rompió el fuego contra el castillo, y á las ocho, ya la artillería de este habia sido desmontada, los merlones destruidos y la guarnicion intimada. Un batallon castellano el primero, á las órdenes del coronel Novoa, preparado á la inmediacion de la batería de brecha, construida á tiro de pistola, no perdió momento, y asaltó la obra con denuedo, apoderándose de ella á los gritos de ¡Viva el rey! respondiendo al fuego enemigo con el pecho y la bayoneta. La guarnicion del castillo huyó parte á la plaza; el resto quedó prisionera y los carlistas prepararon la misma obra contra las fuerzas enemigas que en la poblacion se defendian. Eguía, queriendo evitar la efusion de san

gre y los horrores de un saqueo, seguro ya, porque era imposible á la guarnicion la defensa, ofrecióla capitulacion; más exigiendo ser con: ducidos á Bilbao no accedió á la demanda el caudillo carlista, y ordenó se continuase el fuego; y á tiro de pistola y con barricas, los oficiales de artillería construyeron á cuerpo descubierto, bajo la direccion del general de ingenieros, una batería. Al concluirla, la guarnicion se rindió prisionera de guerra (1), haciéndose dueños además los carlistas de trece piezas de artillería y buen número de armas y efectos de boca y guerra, que se inventariaron.

Los prisioneros ascendieron á ochocientos, inclusos los nacionales. La clase de tropa pidió servir en el ejército carlista y le fué concedido: los oficiales y sargentos pasaron á los depósitos de prisioneros.

Además contaba Plencia una compañía de mujeres llamadas urbanas, organizada con bandera, armas y tambores, y «los carlistas, nos dice un jefe de ellos, encontraron en la hermosura de aquellas nuevas amazonas armas más temibles para rendir los valientes, que el débil fusil y la pequeña canana que completaba su equipo; y el general Eguía mandó recoger su bandera para evitar que los facciosos se quisiesen alistar en las filas del bello sexo placentino.» Esto, sin embargo, se les impusieron 3,000 duros de multa mancomunadamente.

La moral del ejército carlista se aumentó estraordinariamente con este triunfo, porque eran evidentes las utilidades que reportaba, por las atenciones que habia que cubrir en la costa y Señorío de Vizcaya.

La pérdida de ambos combatientes, apenas pasó de cincuenta hombres entre muertos y heridos.

MOVIMIENTOS Y DISPOSICIONES DE CÓRDOVA.

XV.

En tanto que Córdova permanecia encerrado en Ulzama, tenian lugar las operaciones á la izquierda de su línea que hemos descrito, y aunque presumia que no dejarian de moverse los carlistas por la parte de Vizcaya, sin desatender su frente, esperaba mucho de su sistema de bloqueo; y á fin de hacerle más estrecho y vigoroso, el 21 de febrero adicionó su bando, porque tenia la conviccion, que era el arma más poderosa que podia emplearse en aquella lucha, siempre que, admitiéndole, decia, como base principal de un sistema de guerra completo y general, se siguiera con inteligencia, unidad y perseverancia, y asistido de los me

(1) Véase documento núm. 47.

dios de ejecucion y acertadas operaciones que, perfeccionándolo, debian infaliblemente llevarle á ser el más corto y el único término de la guerra. al menos mientras no aumentaran muy considerablemente los elementos de coaccion física y moral que, en la escala en que se habian proporcionado hasta entonces, hacian, á su juicio, todo otro sistema ineficaz, largo y peligroso, presentando como demostracion los graves y repetidos males y amarguísimos desengaños que con tanta frecuencia habian acompañado á los varios sucesos de aquella lucha.

No iba descaminado Córdova pensando de esta manera; pero ¿obraba en armonía con su pensamiento? ¿Era posible? Los hechos lo demuestran.

Al cabo de diez dias de penosa situacion salió de ella, sin que mejorase el tiempo ni disminuyese el número deplorable de los enfermos. Sabedores de este embarazo los carlistas, á quienes favorecian tales contratiempos, á que se aumentaba lo intransitable del terreno y la crecida de los rios, cuyos puentes cortaron, pudieron distraer algunas fuerzas de Navarra á otros puntos, sin temor de que sus contrarios invadieran este reino. Tenian bastante de que cuidarse en su línea, precisados á mantener la comunicacion con Pamplona, si no querian morirse de hambre.

Córdova no podia permanecer en Navarra: el principal teatro de la guerra no estaba en la derecha de la línea; y ya que no le fuera posible atraer hácia sí á los carlistas en aquella parte, tenia que moverse, y lo efectuó á la llanada de Alava, dejando á merced del enemigo las obras de la línea en Peñacerrada, Treviño, márgenes del Zadorra y del Ebro, puntos sin duda de importancia, porque es evidente que así podrian pasar este rio por Logroño ó Miranda y marchar sobre Madrid, sin que é pudiera oponerse ni perseguirles antes de ocho dias.

Así lo conocia Córdova, y dejó á Bernelle con su legion y tres batallones españoles en la línea: al baron de Meer con tres mil quinientos hombres, apoyado en Pamplona para sostenerle, y á Tello con dos batallones, seiscientos caballos y cuatro piezas en la Ribera, todos escalonados, y ligados recíprocamente: de este modo, embarazaba en lo posible la ejecucion de este proyecto, caso que le abrigase el enemigo.

Córdova llegó el 4 de marzo á Vitoria, donde se encontró á Evans; y á los dos dias llegaron en un estado lamentable las tropas que acudian de Navarra.

Allí supo Córdova que habia cabido á Plencia la misma suerte que á Valmaseda y Mercadillo. Nada podia hacer ya, y aunque presumió el peligro de Lequeitio, no dió importancia á este punto, cuya evacuacion habia pedido al gobierno, fundándose en que el fuerte era débil y no podia ser bien defendido ni oportunamente socorrido; añadiendo que su posicion era malísima, sus defensas despreciables, el punto inútil y el puer

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